Una reflexión sobre Pollito de Talia Yael

*Imágenes tomadas de la página del Centro Cultural Helénico 

POLLITO

Teatro del Centro Cultural Helénico

Del 14 de mayo al 27 de junio del 2021

Horario: viernes 20:00 horas, sábados 19:00 horas y domingos 18:00 horas

Dramaturgia: Talia Yael

Dirección: Micaela Gramajo

Elenco: Compañía Nacional de Teatro

* Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo Del Castillo 2020

 

Por Alma Bronka

Gracias a la invitación de la Revista Enpoli, fue una grata experiencia volver al teatro, lugar amado. Fernando fue mi acompañante, quizá el más joven en la sala.

La puesta en escena Pollito revela la experiencia de ruptura en la relación de las mujeres como hijas: ¿Por qué las mujeres nacemos quebradas?

Históricamente hay pautas dadas para las mujeres, la categoría de Género no sirve para explicar esta realidad porque el parámetro es la feminidad con la masculinidad y no viene al caso. Por el contrario, a través de la perspectiva feminista es posible observar y comprender la representación de la madre en el orden patriarcal porque nuestras ancestras abuelas, bisabuelas y madres han atravesado un campo minado durante la primera infancia, la juventud y, probablemente, toda la vida.

Hemos sido acusadas de tener una relación perturbada con nuestra madre, también de no tener la capacidad de crear relaciones amorosas con otras mujeres y siempre tener el deseo de destruirnos entre nosotras.

Así, vivirse en el orden simbólico patriarcal significa una experiencia ajena, la ausencia de una genealogía, desconocer el origen de nuestro nombre, banalizar el calor y la seguridad que el cuerpo de la madre brinda desde el momento que concibe, borrar y no valorar la voz de nuestra madre nos impide regresar a nosotras mismas.

El orden simbólico patriarcal es el poder de dominación de los hombres sobre las mujeres, el padre es el agente que ejecuta los mandatos patriarcales, se aprovecha del trabajo o servicios que el cuerpo de la mujer pueda entregarle. Por ejemplo, la figura de la Bruja pone sus saberes y poder al servicio del padre, cuando la madre desea la fecundación de Pollito pide engendrar un varón para obtener reconocimiento y cierto respeto que como resulta mujer, pierde.

Las actrices esplendidas, llenas de fuerza y contundencia, resonaron el eco de los gritos que muchas veces hemos escuchado. Fue abrumante desde la primera escena, algunas mujeres del público sollozaban, de otras se escuchaba el ritmo de la risa incómoda, cada una nos reconocimos en la experiencia ajena, pero propia, porque las mujeres en constante búsqueda somos un espejo, nos reconocemos entre nosotras todo el tiempo.

Crear el orden simbólico materno es hablar en lenguaje femenino, encontrar la voz de nuestro cuerpo y escucharlo, es lograr un autoconocimiento que pide a gritos el encuentro con la madre, no con el padre, no es en el cuerpo masculino donde nos encontraremos. Es en la exploración sin asco ni vergüenza de nuestro cuerpo sexuado de una mujer que ha nacido de una mujer.

Asesinar al abuelo por lo que hizo con nuestra abuela o bien valdría retirarles la palabra; jamás lealtad ni silencio. Pero más valdría sanarnos, atreverse a soltar, romper lo que sea necesario, sanar y volver a nosotras mismas.

Devolver las sensaciones a la memoria, dibujarse en el cuerpo de otra mujer, reconocerse en la misma experiencia, atreverse a explorar, liberarnos.

En tanto se busque la aprobación masculina sostenemos la misoginia. Es vital reconocer y reconciliar la relación con nuestra madre o seguiremos naciendo quebradas. Libres, sin la aprobación de nadie, con la historia de nuestro nombre y nuestro origen materno en la mano.

Alma Bronka

(21 mayo 2021)

Una lectura diferente:

“La verdad, debido al nombre de la obra tuve cierta confusión sobre su temática aunque me pareció bastante interesante, tuve varias dudas y traté de analizar, esta tan bien retratado que representa la realidad, resaltó puntos como el descubrimiento y experimentación del cuerpo propio, también de las problemáticas intrafamiliares que se generan, especialmente y por desgracia, en contra de las mujeres.”

(Fernando, 14 años)

 

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