Empoderamiento del Estado, la estrategia de AMLO

Imagen de Alfredo Estrella, Agence FrancePresse-Getty Images, Brendan Smialowski, Agence FrancePresse- Getty Images

Por Alonso Mancilla 

 

Después de la firma del acuerdo entre México y Estados Unidos, en el cual López Obrador se sometía a la voluntad de Donald Trump de frenar la migración, desplegando la Guardia Nacional en las fronteras del sur de México, aunque la voluntad del mandatario mexicano había sido la de promover una política migratoria respetuosa de los derechos humanos y de la dignidad de los migrantes, con dicha acción dio un paso hacia una política de criminalización y de terror. Sin embargo, lo que habría que preguntarnos es ¿por qué este cambio repentino y radical?

Para responder a dicha interrogante, es necesario destacar que México ―igual que todos los países del mundo― juega un papel dentro de la geopolítica internacional. Su economía y estabilidad social dependen de otros países, centros hegemónicos y agentes internacionales, por lo que sus políticas están sujetas a otros acuerdos e intereses particulares, y ―no podía ser de otra manera― la política migratoria también está sometida a estos centros económicos, específicamente, a Norteamérica. Ejemplo de esto es que el 16 de julio pasado, Estados Unidos anunció que “se limitan la elegibilidad de las personas solicitantes de asilo”, señalando que quienes crucen México ya no podrán pedir asilo en su país, por lo que tendrán que quedarse en México, que es el tercer país seguro ―y por el que pasaron antes―.

Así pues, en el contexto anterior, donde México está en una encrucijada sin salida, bajo el yugo estadounidense, le es casi imposible promover una buena política migratoria donde se dignifique a los migrantes, que simplemente por ser seres humanos deberían tener los mismos derechos que todos en el mundo.

 

 

Repensando la sororidad necesaria

La soberanía económica y, por ende, política, siempre ha sido un mito pues, a lo largo de la historia de las naciones o —mejor dicho— cuando se implementó la idea del Estado moderno, específicamente el tan aclamado Estado-nación, el cual liberaría a pueblos enteros de la dominación extranjera y, principalmente, de países hegemónicos —por no decir imperialistas—, no se ha cumplido. Con el argumento de ser países que podrían autodeterminarse, han sido más oprimidos; el poder que se ejerce ante ellos es invisibilizado a propósito, como el poder que ejerce el hombre hacia la mujer, en particular del esposo hacia la esposa.

Cuando hay una violación dentro del matrimonio o concubinato, no se castiga como delito grave ya que existe un vínculo de pareja, una relación estrecha entre ambos individuos; de esta manera, se invisibiliza a la mujer como si fuese propiedad del hombre. En tanto él es quien trabaja, ella debe servir de todas las formas que a él se le ocurran y cuando lo desee. Así, a costa de la dignidad de la mujer, el hombre la provee de comida, casa y dinero; y con ello se fomenta el nulo desarrollo económico, social, cultural e intelectual de ellas, es decir, se justifica y promueve el sistema capitalista con todas sus consecuencias sobre los cuerpos y espacios de las mujeres.

Por otro lado, cuando se rompe esta subordinación o dependencia entre el Estado oprimido y el opresor, se puede caer en una crisis económica. De esta manera, siguiendo con nuestro ejemplo, cuando la mujer se libera del hombre, éste le retira el apoyo económico, por lo que ella ―o el Estado oprimido― busca nuevos aliados económicos, aunque, por la propia lógica del capitalismo, se encuentra con los aliados del hombre ―o del Estado imperial―, lo que hace casi imposible la soberanía económica. Entonces, o se busca un nuevo opresor o lo condiciona a costa de pequeños encuentros indignos y normas establecidas por el Estado hegemónico, lo que también hace imposible la verdadera implementación de la soberanía política.

Por consiguiente, en la limitación de esta doble soberanía, hay una subordinación de la voluntad y sólo hay un camino: la sororidad/solidaridad. Debido a que el Estado está inmerso en un sistema capitalista y, por ende, patriarcal, la sororidad/solidaridad se hace necesaria como el camino hacia la soberanía económica y política, pues Estados subordinados como México necesitan la solidaridad de otros Estados para hacerle frente a Estados Unidos —perdón, quise decir al sistema capitalista—. Sin embargo, si antes no hay un empoderamiento del Estado oprimido, es decir, si no hay una toma de conciencia para encarar los problemas económicos, políticos, sociales y culturales en los que está inmerso, olvidémoslo; México seguirá siendo un país al servicio del imperio.

 

¿En jaque el nacionalismo de Obrador?

El acuerdo firmado por la administración obradorista ―representada por el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard― con el presidente Donald Trump fue concebido como derrota para la soberanía política mexicana, debido a que el Gobierno cedió a todas las demandas del imperio, principalmente a la de fungir como la mano xenófoba y fascista de “Mc Pato”, para no permitir que los migrantes centroamericanos cruzaran la frontera sur mexicana, a cambio de no tener repercusiones económicas, como el aumento arancelario a las exportaciones mexicanas, ya que, en consecuencia, la imposición de los aranceles terminaría con el Tratado de Libre Comercio, a pesar de ser ilegal. Como ya dijimos antes, por la lógica del capitalista, al poderoso y al opresor no se le castiga aun al tratarse de un delito grave, por lo que la “4T” decidió hacer el trabajo sucio de Estados Unidos a cambio de sostener su economía, ya que, incluso, Obrador lo miró como una victoria, a pesar de la violación que realizó el “tío Mc”.

Así pues, me parece —aunque podría equivocarme— que Obrador, en el intento de liberarse de las cadenas imperialistas, cedió soberanía política para que México pueda tomar conciencia de sí como sujeto libre, lo cual sólo puede obtener por la vía del empoderamiento. De lo que se trata es de crear las condiciones necesarias para que México se fortalezca económicamente y obtenga su soberanía económica para, luego, lograr su soberanía política. El presidente de México no podía aceptar un agravio económico que desestabilizara al país y, junto con ello, a los planes de desarrollo; al menos no hasta que, por una parte, se reduzca el 80% de las exportaciones hacia Estados Unidos y, por otra, se dé un aumento al ingreso nacional.

Esta situación, es decir, esta estrategia, se puede observar con el Plan de Negocios que, el martes 16 de julio de este año, presentó el Director General de Pemex, en la ya tradicional conferencia de prensa del presidente López Obrador en el Palacio Nacional, quien dijo “consiste en seguir apoyando a la petrolera en los primeros tres años de Gobierno, con presupuesto y reducción de impuestos, para que Pemex tenga recursos y pueda invertir, y que, en los últimos tres años del sexenio, ya con más producción, con los excedentes que se van a obtener, Pemex va a contribuir al desarrollo de México”.

Se trata, entonces, de que en 2021 la empresa logre un equilibrio presupuestario entre ingresos y gasto, con el objetivo de que para los años siguientes tenga superávit, lo que significa que México podrá ir —de manera paulatina— dejando de ser un país sometido hasta el extremo e ir recuperando su soberanía económica, para entrar en zona de solidaridad con otros países de su misma índole: Bolivia, Venezuela, Ecuador, Cuba, y así ir formando una nueva red de protección y apoyo.

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2 Comentarios

  1. Me parece muy buen analisis, sin embargo no nos confiemos de que ésta es solo una estragia de la 4T, rumbo al empoderamiento, necesitamos que continuar vigilantes de los derechos humanos y que el gobierno obradorista no se quede en el lineamiento del imperialismo causado por una aceptación de Papá De Norte. Recordemonos continuar críticos de los procesos politicos que promueven cabios para no caer en los errores de la historia de otros pueblos. Gracias por el análisis muy acertado.

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