La ficticia laicidad del Estado mexicano

Por Erick López Huerta

El artículo 40 de nuestra Constitución Mexicana nos expone una república representativa, democrática, laica y federal, sin embargo, México ocupa el segundo lugar en porcentaje de católicos por país, según cifras reveladas por el Vaticano, cifra que no representa nada a simple vista, no obstante, pone en evidencia la gran influencia de la religión en el país. Al ser un pueblo casi totalmente católico, con una estructura ética y moral religiosa auto instalada en la mente, el sistema jurídico se ve golpeado realmente por esta ideología, los legisladores no dejan de ser mexicanos criados con esta doctrina que amenaza la laicidad establecida en la constitución pues, de manera consecuente, desde esta perspectiva legislan el país, con un adoctrinamiento inconsciente católico.

Una de las corrientes de pensamiento en la teoría general del derecho es la teoría de separación, la cual marca una línea divisoria entre el derecho y la moral,  pero, no solo marca una división, sino que insiste en que deben estar lo más separados el uno del otro. Un claro ejemplo de la necesidad de tal separación son las atenuantes del delito de aborto en varios estados que manejan términos como “buena fama” o “deshonra” de la mujer, ¿por qué la opinión pública sobre alguien tiene que atenuar un supuesto delito? Que la ley considere la opinión publica sobre alguien más para comprobar algo tan absurdo como “buena fama” solo demuestra lo moralista que es el sistema mexicano, no tendríamos por qué contemplar la moral para atenuar un delito ya que ésta es un parámetro meramente subjetivo, incluso lo que hace unos años se conocía como “buena fama” ya cambió y seguirá en un constante proceso de evolución ya que la moral se transforma cada día, en ese sentido, no podemos tomar como parámetro de justicia algo que evoluciona todos los días.

Podemos apuntar que toda la moral del mexicano surge de la doctrina católica que se nos inculcó desde tiempos de la colonización, incluso la conquista de los pueblos prehispánicos que habitaban lo que hoy es México fue una conquista religiosa y con ella sometieron completamente a los habitantes de dicho territorio. Durante 300 años de yugo español la iglesia estuvo presente, cumplía funciones que actualmente le corresponden al Estado, como el manejo de los registros civiles, esta presencia trajo consigo una gran fuerza en el país, tomando en cuenta que en Europa El Vaticano tenía una enorme influencia sobre los reyes ―incluso la iglesia aconsejaba los aconsejaba―, de igual forma, era tal la fuerza que la iglesia estaba al nivel del Estado. Después de la independencia de México uno pensaría que la iglesia traída por los españoles se iría con ellos para empezar un nuevo país, al contrario, el adoctrinamiento proporcionado por los clérigos y frailes fue tan bueno que la religión católica fue proclamada como la única religión en la nueva nación que se estaba formando. La iglesia usó una técnica sumamente efectiva, se hizo parte de la vida cotidiana de los mexicanos, penetró tanto que incluso la gente hasta la fecha ve a la figura sacerdotal como alguien a quien se tiene que querer y respetar. Así pues, la moral que formamos como pueblo tiene indudablemente sus bases en el catolicismo, y así, la moral católica es algo casi inherente al mexicano.

Irónicamente, la religión que predica amor causa lo contrario en los mexicanos y esto puede deberse a que nos venden una idea de que todos nuestros actos pueden ser perdonados mediante la confesión, lo cual causa una irresponsabilidad en nuestro actuar porque hagamos lo que hagamos podemos limpiar nuestra conciencia y “dormir tranquilos”, aun repitiendo los mismos actos por los cuales se ha conseguido el “perdón”.

En contraste, existe una relación estadística que demuestra que los países más ateos son los países más seguros, en parte este fenómeno se debe a que al no tener una moral religiosa, sus leyes y su manera de actuar se fundamentan en los derechos humanos y el bien común, son estados con menos perjuicios porque tienen un sentido más objetivo de los convencionalismos sociales de la actualidad. Un claro ejemplo de las diferencias morales que permean es la aceptación de la homosexualidad en México, que para algunas personas está muy mal vista porque la juzgan con ojos religiosos y todo lo que a los ojos de la iglesia esté mal, ese grandísimo sector de la población lo sataniza.

Así, la relación iglesia-Estado se vio dividida gracias a las leyes de reforma que se emitieron entre 1859 y 1861, con este movimiento la iglesia dejó las tareas correspondientes al Estado, fueron además un parteaguas para la laicidad constitucional.

Si bien existe una separación legalmente establecida, dicha separación es borrosa y casi invisible, o más bien, inexistente. Se separaron las leyes jurídicas de las eclesiásticas, pero desgraciadamente no hubo una división entre las mentes y las doctrinas tradicionales. Por supuesto que la religión no está mal, existe tolerancia y libertad de culto en la propia Constitución, empero, las creencias sólo tienen que ser creencias y es necesario no vivir día a día con la bandera de una religión en la frente a partir de la cual se actúe, se decida y se legisle, pues es algo que ataca la laicidad constitucional, además de ser un enemigo oculto para la objetividad jurídica en nuestro país.

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Un comentario

  1. «México ocupa el segundo lugar en porcentaje de católicos por país, según cifras reveladas por el Vaticano» yo dudaría de la cifra pues evidentemente viene dada por la iglesia que se ve más favorecida por la misma.

    La realidad difiere dramáticamente entre las distintas regiones del país.

    Ahora bien donde dice:
    «Por supuesto que la religión no está mal, existe tolerancia y libertad de culto en la propia Constitución, empero, las creencias sólo tienen que ser creencias y es necesario no vivir día a día con la bandera de una religión en la frente»

    No amigo, la religión es un estilo de vida, nos dice que esta bien y que esta mal evidentemente vive uno de acuerdo con sus ideas.

    Tan es así que hay países que juran sobre libros sagrados sus cargos públicos. Si una idea esta mal y esta esta fundamentada en la religión es la religión la que esta mal. Es así no tengamos miedo de hablar directo.

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