Los nadie de los nadies

Por Alejandro Carrillo L.

“Sueñan las pulgas con comprarse un perro”
Eduardo Galeano

Las campañas electorales han culminado en México, el proceso electoral llamó a todo ciudadano a participar en lo que muchos de los políticos llaman “la fiesta democrática”. Los zopilotes empezaron a levantar el vuelo para bajar con ráfagas en busca de personas reducidas a números, a votos —y pido perdón por aquellos que quieran hacer el cambio y deban vestirse con plumas y picos largos para meterse en un juego en el que, si no se cuidan, la metamorfosis se hace completa—.

Este es el momento en que los problemas se visibilizan más que las soluciones, pero no los problemas de verdad, sino los problemas que cada tres años surgen de la boca de los candidatos y que además se ufanan en reiterar que son las problemáticas de la gente común que ellos buscan representar. ¿Y cuál es la solución?, no son programas de gobierno, ni mucho menos políticas publicas, que son valores inamovibles de profesionales de la administración gubernamental; en este caso, la solución es el mismo candidato, así de triste e irracional. Imaginemos que en un asentamiento urbano hace falta agua, la solución deberá ser completamente técnica, sin embargo, basta que un proselitista diga “vamos a traer el agua” y así resolver la crisis de la zona, tal cual, como si existieran varitas mágicas, así son las soluciones, se personifican. Lo cual realmente no cambia nada.

El auditorio es muy sencillo de definir, las propuestas de campaña debieron ser solamente orientadas a personas que se encuentran por arriba de los 18 años de edad y que se encuentran en pleno uso de sus derechos político-electorales, por lo tanto, para la política mexicana se visibilizan solamente estos individuos, y los reducen a votos, a números. El objetivo es convencer a más números en un corto tiempo determinado para incrementarlos y asegurar un triunfo electoral, donde a partir del día siguiente de la elección, ese numero de personas vuelvan a ser invisibles, vuelvan a ser sordos y mudos políticos. Algunos dirán que los sordos y mudos son los que ganan la elección, pero estos, al autodenominarse vehículos de la voluntad ciudadana, vuelven mudos y sordos a todos los ciudadanos.

Sin duda alguna, el tiempo de campañas fue un tiempo de luz para quienes siempre hemos estado en las sombras, recibimos mensajes de candidatos que nunca recibiríamos, llamadas telefónicas, tocan nuestras puertas y nos hacen fiesta. Somos un alguien para quienes solo somos números, y no es que seamos alguien como tal, es que según la retórica política latinoamericana, a los números hay que tratarlos como personas para hacerlos sentir especiales. Esta euforia democrática en donde muchos son un alguien (aunque normalmente sean lo contrario) oculta más a los que siempre han sido invisibles y que no ven el día en que esa luz los cobije.

Miles de niños excluidos, personas en situación de calle, adultos mayores violentados y miles de personas que no están en el radar de los votos, son los nadies de los nadies. la propaganda política que va dirigida a los infantes va asociada a los padres y madres de familia que sí votan, sin tomar en cuenta a los que no tienen ni madre, ni padre; lo mismo ocurre con todas las personas en situación de calle, para ellos no hay visibilidad, no hay un discurso dirigido a ellos, porque no representan números sin importar los problemas por los que atraviesen, peor aun, si los llegan a visibilizar, lo hacen bajo un determinante de que ellos son un problema para los que si votan.

 

En campaña política, un candidato saludando a alguien que no volverá a ver, pero que lo hace visible, que le dice “tu me importas” y justo a un lado, un niño limpiando parabrisas para ganar un sustento, que esta invisible tanto para el candidato como para el chofer, y la pregunta seria es la siguiente ¿quien tendrá mayores necesidades? ¿a quién hay que cuidar y potenciar su desarrollo?.

La crudeza es real, en tiempos de campañas electorales a los números se les trata como personas para convertirlos en alguien, y esos Nadie que salen a la luz siguen opacando a todos ellos que tienen un nombre y que tienen humanidad, son los nadies de los nadies, por eso, la crítica a nuestra sociedad es la misma de siempre, ¿hasta cuándo importaremos todos para todos?

“Los nadies que no tienen nombre sino número” cantan en estos días que el mundo político los requiere, son hoy un poco más afortunados que “los nadies que cuestan menos que la bala que los mata”; aunque en un mundo tan desdeñado y absurdo realmente no sé quién es más afortunado, si los políticos que viven de la gente, la gente que vive por que los políticos los toman en cuenta o esa gente que sin importarle quien sea quien, siguen siendo ellos mismos, porque no se engañan, ni los engañan.

En esos días en que los noticieros hablan de campañas políticas y se ríen y critican a los incongruentes candidatos, y las estadísticas son pan de cada día, donde el candidato compra el primer lugar de los números imaginarios, es preciso hacer una crítica a nuestra sociedad, porque lo invisible es algo que aportan aquellos que ven y no quieren ver.

Este artículo esta dirigido a todos los nadies a quien Eduardo Galeano ya dedico una prosa, y aunque esa prosa habla de suerte, lamento decir que esto no es cuestión de tréboles o levantarse con el pie derecho, es cosa nuestra, empecemos con mirarnos a nosotros mismos y mirarlos a ellos. Urge una nueva forma de ver y hacer política.

 

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