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Psicología y educación: una articulación indispensable

Por Aldo Saúl Uribe Nuñez[1]

La relación entre la psicología y la educación es innegable. La psicología, a través de sus metodologías, ha estado presente para que el desarrollo y el aprendizaje del educando sea eficaz y óptimo, para lograr que se adapte a su institución educativa y para evitar el fracaso o deserción escolar. Es así que la psicología y la educación se conciben como dos ciencias interrelacionadas, las cuales se pueden apoyar mutuamente en la investigación y/o solución de problemáticas psicosociales y educativas.

La unión de la psicología y la educación la podemos encontrar desde que se comenzaron a estudiar, en una primera etapa, los procesos del aprendizaje animal comparados con el comportamiento humano. Posteriormente, en los estudios sobre el desarrollo vinculados al aprendizaje y, actualmente, implicándose en las decisiones concernientes a los objetivos de la educación, la formación del currículo o el mejoramiento de los métodos de enseñanza-aprendizaje (Coll, 1991 citado en Hernández y Capote, 1996).

Son escasos los estudiosos y académicos que dediquen Leer más

¿Nuevas masculinidades?

La otra cara de la moneda y los peligros de los nuevos gurús para “hombres”

 Por Abel Ramírez Guerrero[1]

Hablar de masculinidades, al menos en los últimos años, ha traído una serie de controversias a las que se adhieren narrativas que ponen en discusión cuál es el comportamiento que tienen/tenemos que desarrollar los hombres en la vida cotidiana. La discusión se pone aún más compleja, enredada y borrosa cuando se vincula masculinidades, género y feminismos. No digo que ese vínculo no exista. Pero, la intención con la que lo esbozan algunos sujetos, pone en entredicho la importancia de trabajar y repensar la forma en la que se entienden y despliegan las masculinidades (hegemónicas). El problema no está en los sujetos, sino en las intenciones y en las narrativas (discursos) que se crean a partir de ahí.

Pareciera, en alguna medida, que si decimos masculinidades –nuevas, positivas, alternativas, diversas, noviolentas o como se las quiera llamar– implica convertirnos en sujetos sumisos que responden a los intereses, decisiones, intenciones, objetivos y designios de las mujeres. Si decimos “hay que trabajar en entender cómo comportarnos con las/os otras/os” enseguida salta a la palestra un miedo irracional de convertirnos en dominados frente a un grupo dominante que, en este caso específico, serían las mujeres. Es como si se entendiera que los feminismos y el género (en tanto categoría de análisis relacional) se pusieron de acuerdo para arrinconar/nos a los hombres.

Este fenómeno, por llamarlo de algún modo, abre la posibilidad de hacer varias lecturas: i) consciente oLeer más

La insoportable levedad del ser y los recursos naturales

Por Carlos Villalpando Martínez[1]

Las dependencias públicas encargadas de la gestión del agua usualmente han utilizado las campañas publicitarias o educativas tendientes al cuidado del recurso hídrico, con ejemplos como el reciclado, captación de agua de lluvia para riego, el uso del agua de lavadora para el baño, recortar los tiempos del baño personal, evitar el uso de manguera para lavar el coche; muchas son las recomendaciones para poder aminorar el uso personal del agua, pero el verdadero problema existe en su uso como un bien industrial, donde han existido solo regulaciones leves o carentes de efectividad, en las que se limita su uso como un bien personal en las colonias más desfavorecidas, pero se prioriza su atención en las empresas depredadoras del medio ambiente.

La discusión sobre las problemáticas ambientales y la contaminación generada por las empresas no fue un tema relevante en el mundo ni en México hasta finales de los años sesenta y principios de los setenta, pues en los periodos económicos anteriores se buscaba el desarrollo industrial, un crecimiento poblacional y el aumento del Producto Interno Bruto (PIB).

El concepto de desarrollo fue un fenómeno de la posguerraLeer más