Por Vania Catalán
Los sismos son uno de los fenómenos naturales más intrigantes y aterradores para todos los habitantes de la Zona Metropolitana del Valle de México. En fechas cercanas al mes de septiembre, todos los mexicanos (o la mayoría) desempolvan sus memorias para conmemorar aquellos dos eventos que marcaron trágicamente la historia del país. El primero ocurrido la mañana del 19 de septiembre de 1985 y el segundo, el mismo día, pero 32 años después. La nostalgia invade a la mayor parte de la población y se realizan actos en memoria de quienes perdieron la vida a causa del derrumbe de edificios, fallas estructurales, caídas de elementos no estructurales, o incluso algunas fallas en infraestructura (y algunas más).

Edificio de vivienda deshabitado después de 2 años del sismo de 2017. Créditos fotográficos: Vania Catalán.
Entre otras lecciones de ambos eventos sísmicos, se ha aprendido que algunos de los edificios más vulnerables a presentar daños, y los cuales pueden impactar socialmente con mayor fuerza, son los destinados a vivienda. Esto se observa en el significativo porcentaje de vivienda, tanto multifamiliar como unifamiliar, dañada; de las cuales se observa que algunos siguen sin poder ser [re]habitados. Para el terremoto de 1985 Mw8.1, del total de edificios colapsados total o parcialmente, alrededor del 55% correspondía a vivienda. Y para el sismo de 2017 Leer más