Ángel Cabrera (Puebla, 1993). Escritor poblano que opta por el embrujo de la palabra, la osadía por congelar la belleza, la calma para quitarse una costilla, pulirla en la mortaja. Los telescopios mal orientados, las ausencias inesperadas y recompensas que nunca pidió, son elementos que influyen en su obra. Considera que la clave de la poesía está siempre encendida en esa luz, en ese brillo que no es ornamental de sujeto que cuenta, en ese foco poético está condenado a deambular.
Luego de que fui…
Acabo de hacerme poeta
Para portar el lápiz de mis ojos que se mancharon de sangre.
El río se hace mar o se hace charco
Y yo acabo de hacerme poeta
Para cortar el aire de un disparo y dormir bajo la sombra del agua.
El fuego se queda solo entre las nubes
Y calla la misma luz de su caminar en escombros.
Y yo acabo de hacerme poeta para cantar la voz de los pinceles
Sobre una pálida estela miope disecada.
Acabo de hacerme poeta sobre los árboles
Y luego sobre las manos que llevan murallas y ritos del olvido.
Luego de que fui enjambre, ventana, telescopio,
Cámara de gas, mujer desnuda, córnea desprendida,
Corchea, membrete, rosa fugaz.
Luego de que fui flor y supe del vals de las moscas con las abejas
Y del celo del azul por el verde de las esmeraldas.
Luego de que fui perla y supe del hermoso grito que hay entre las piernas.
Luego de que fui música y fui instrumento: en el ojo y el dedo,
En los dientes, en la cuerda y el cuello.
Acabo de hacerme poeta y fuego, agua y escarchaLeer más