Biólogas de campo: un trabajo valiente para la ciencia

Por Liliana Reyes Grande[1]

A propósito del día Internacional de la mujer y la niña en la ciencia, es importante resaltar el papel que ellas desempeñan, tal es el caso de las biólogas mexicanas, haciendo énfasis en los estudios de campo, que son de suma importancia para el uso y conocimiento de la biodiversidad. El día internacional de la mujer y la niña en la ciencia fue decretado por Naciones Unidas y es celebrado el 11 de febrero, como parte de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible. La ciencia y la igualdad de género son fundamentales para el fortalecimiento del conocimiento, aun así, las mujeres siguen encontrando dificultades ya que menos del 30% de las científicas ejercen en el campo de la investigación. En México, la presencia de mujeres en áreas de ciencia y tecnología en 2018, ocupaba el 37% del total de integrantes del Sistema Internacional de Investigadores, sin embargo, en el campo laboral, ocupan un 59.1% de acuerdo a las estadísticas reportadas en el primer trimestre del 2020. Como profesionales en biología, hay al menos 100 mil biólogos en nuestro país, no obstante, no se encuentran datos con relación al género y mucho menos sobre sus áreas de especialidad, como es el caso de las biólogas que realizan estudios en campo para la recolección de datos para la investigación.

El trabajo en campo es una herramienta para el estudio de la diversidad de especies y las interacciones de estas con su entorno, para así comprender los cambios y adaptaciones que los organismos desarrollan, no sólo a simple vista, sino también a nivel genético.

Es importante estudiar la biodiversidad ya que esto nos permite conocer cómo es su estado actual de ésta, ya que hablar de biodiversidad es un concepto amplio, el cual abarca la diversidad de especies, la diversidad genética y la diversidad de ambientes y en la actualidad, en México y en diferentes regiones del mundo, la biodiversidad está siendo afectada muy gravemente, e incluso algunos autores la describen como la crisis de la biodiversidad”. (Biol. Ana Contreras González)

Quizá nos podamos preguntar, qué beneficios encontramos en las investigaciones realizadas; además del conocimiento de las interacciones, en México es indispensable el desarrollo de proyectos que cataloguen la riqueza de especies, ya que al ser un país megadiverso, es necesario conocer para conservar, y esto hace que se evalúen y se establezcan los criterios necesarios para crear estrategias que ayuden al fortalecimiento de la protección de la flora y fauna, así como de los espacios que los resguardan, además de crear grandes bibliotecas de vida, como lo son las colecciones científicas que permiten saber cómo han cambiado las diferentes formas de vida a través del tiempo, así como especies que hoy ya no existen o las formas de vida que nos precedieron hace millones de años, como es el caso de las colecciones paleontológicas. De acuerdo a la bióloga Nayeli Gutiérrez, quien se desarrolla en el estudio de cerambícidos, escarabajos de antenas largas, “estar en campo es donde sucede la magia, es donde puedes ver cosas que quizá otras personas no hayan observado antes”, ella narra una experiencia extraordinaria, porque en una de las salidas a campo, notó que existen murciélagos que se alimentan de estos escarabajos y que al hacerlo, estos animales se deshacen de la parte tóxica y la escupen, algo que no se ha registrado todavía. Además, la organización de una salida de muestreo es un proceso que consta de varias etapas de planeación, en esto coinciden las biólogas Nayeli Gutiérrez y Maribel Arenas, experta en el estudio de encinos; el primer punto de la logística es seleccionar tu área de estudio, posteriormente se requiere solicitar los permisos correspondientes para la colecta, desde los otorgados en el municipio del lugar o bien con dependencias federales, también presentarse con la comunidad, ya que son parte fundamental en el acompañamiento durante la recolección; otro punto es el manejo de los recursos económicos, como los viáticos y materiales, así como el acompañamiento para la colecta.

Biol. Maribel Arenas (al centro) con su equipo de trabajo, durante una colecta.

Este último punto es un parteaguas dentro del desempeño de las biólogas en campo, puesto que existe una brecha distintiva intrínseca al género, porque la vulnerabilidad por motivos de la violencia que se vive en nuestro país limita el libre trabajo de nuestras científicas. Maribel Arenas comenta que “es un problema en la estructura de nuestra sociedad, no depende de nuestras capacidades como mujeres, sino de cómo se ha visto a las mujeres, una sociedad dominada por el machismo”, a pesar de ello, las mujeres han podido desarrollarse en la investigación puesto que no sólo se enfrentan a estos problemas enmarcados por la violencia, también a los prejuicios por cuestiones de maternidad, prueba de ello es que “hay mujeres que hasta con el bebé chiquito se van a campo o hay quienes cuentan con el apoyo de sus padres y su pareja para poder continuar con sus muestreos, todo depende de las redes de apoyo con las que se cuenten y del compromiso que se tenga con el proyecto”, detalla Maribel. Sin duda, en México, se hace ciencia de calidad, y en el caso de la biología, la ciencia de la vida, es imprescindible contar con los mismos apoyos sin distinción de género, ya que existen casos donde truncan el entusiasmo de las investigadoras porque “les puede pasar algo, o es un trabajo muy duro”, como lo expresa la bióloga Ana Contreras: “he sabido de algunos casos que a las mujeres no las invitan al campo o no las llevan porque ellas no aguantarían las duras condiciones que se pueden llegar a presentar en el campo, en otros casos ha sido por la inseguridad que se presenta en el país”. Lo anterior demuestra que existen casos de exclusión y discriminación en el campo de la biología, que son justificadas en las condiciones de violencia, que si bien son innegables, deben establecerse criterios que exijan mayor seguridad y no proveer limitaciones ligadas al género de una persona, además de resaltar que las limitaciones deben ser reconocidas de manera individual y no ser establecidas por terceros. Imaginemos que ser mujer fuera una limitante, Helia Bravo Hollis, primera bióloga mexicana dedicada al estudio de los cactus de México, jamás hubiera logrado abrir brecha para mostrar la riqueza de estas preciadas plantas. Por eso cuando una niña muestra curiosidad por la ciencia y por la naturaleza, hay que incentivarla, hay que motivarla, pero sobretodo, darle lo necesario para el capullo, que la gesta le ayude a abrir sus alas al mundo del conocimiento.

  1. Mi nombre es Liliana Reyes Grande, soy bióloga egresada de la FES Iztacala, UNAM. He participado en congresos nacionales sobre historia de la ciencia, asimismo, como ponente en diversas ferias ambientales a nivel municipal y estatal. Me apasiona la divulgación y comunicación de la ciencia, así como el cuidado del medio ambiente, por lo que he impartido cursos y talleres que impacten sobre nuestros hábitos de consumo y he desarrollado proyectos de educación ambiental. Actualmente estudio la maestría en Periodismo Ambiental en el Centro de Investigación Atmosférica y Ecológica, y formo parte del colectivo ECOSFERA, un proyecto de mujeres dedicadas al rescate de espacios públicos e implementación de áreas verdes para la integración social, motivando la inclusión de las mujeres y niñas en redes solidarias.

 

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