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La experiencia futbolística

Tragedia, violencia y fanatismo en el fútbol

 

Por Saúl Pérez Sandoval[1]

Son múltiples los escritores que a lo largo de su vida hablaron maravillas del fútbol, Albert Camus, en su relato titulado Lo que le debo al fútbol[2], señalaba que «después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de la moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol». Eduardo Galeano, con su libro El fútbol a sol y sombra, y Juan Villoro, con Dios es redondo, hablaron grandes cosas del fútbol y de esa experiencia visual que les producía un gran placer, aunque Villoro habla de la religión en que se puede llegar a convertirse el fútbol para sus aficionados; y Galeano sobre la parte más oscura que oculta ese deporte, el fútbol como un negocio lucrativo. A diferencia de otros como Borges que, en las múltiples entrevistas que le realizaban, siempre que podía expresaba una repulsión al mismo. «El fútbol es popular porque la estupidez es popular» decía. Y así nos podremos encontrar diversas opiniones respecto al mismo en cualquier ámbito. Habrá quienes lo aman y quienes lo odian, o les sea algo indiferente.

En general, podemos decir que cualquier deporte es, sin lugar a dudas, Leer más

Sin queso de cabra, por favor

Por Chess

 

Autobiografía, Enero 2020

-Tiene sangre en los pulmones, no para de convulsionar, tenemos que inducirle el coma ¿qué desea que hagamos?

Ayudar a otros, a veces desconocidos, es algo que hace para sentirse útil y solidaria, para hacernos creer que le importa la humanidad. Sabe que decidir entre la sala de terapia intensiva y un ataúd no es fácil.

Mexicana clasemediera, jugaba en la calle de atrás a los patines y la bicicleta. En algún momento decidió que la tierra y la pelota eran más divertidas que las zapatillas y el leotardo.

Asistió a escuelas públicas donde conoció los colores de la piel y las palabras piojosa, busto, cooperativa, sin olvidar el festival de las madres, el cambio de escolta y las casas de sus amigas. Se raspaba las rodillas en el patio de cemento, defendía a los débiles, jaloneaba a los niños que corrían más rápido que ella jugando a policías y ladrones. Competitiva y berrinchuda, pronto aprendió que a todos les toca un lugar en el salón de clases y, más tarde, en la vida.

Falsificó credenciales para entrar a la secundaria, fue gremlin y perdió el suéter cLeer más

El tango y sus orquestas: un panorama

XII

Por Miguel García

 

Di Sarli, denominado el Señor del Tango, tuvo también sus seguidores e imitadores. En 1957 tuvo un desacuerdo con sus músicos y éstos decidieron formar una orquesta aparte. Entonces, el director se rearmó con nuevos instrumentistas para continuar con sus exitosas presentaciones. Por su parte, los desvinculados fundaron la orquesta Los Señores del Tango, en referencia directa a su antiguo director, pues su sonido era exactamente el mismo que ejecutaban con él, salvo por el piano, que encomendaron al joven cordobés Jorge Arduh. Años antes, a inicios de la década de los 50, Ricardo Pedevilla se presentó con una orquesta cuyo estilo buscaba asemejarse al disarliano, de buen gusto, aunque sin originalidad.

Miguel Caló sobrevivía como una de las figuras mayores. El inicio de la década lo encontró con una orquesta de la cual habían surgido montones de talentosos integrantes que se fueron desvinculando para formar parte del inventario orquestal de aquella época de oro: Raúl Kaplún, Domingo Federico, Maderna, Francini, Pontier. Para entonces, dejó de contar con los cantores de antaño (se tienen registros de Ricardo Blanco, Juan Carlos Fabri y Carlos Barbé, Chola Luna y Alfredo Dalton, con un brillante regreso efímero de Alberto Podestá en el 54). En los números instrumentales muestra una actitud de sencillez armónica, a diferencia de lo que había hecho a inicios de los 40, con versiones complejas e interesantes de títulos como «Sans Souci», «A Martín Fierro» o «Elegante Papirusa». El piano a cargo de Miguel Nijensohn, de estilo parecido al de Maderna, hizo posible queLeer más