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Y al morir, deshacerse en fragancias divinas

Por Melissa Lazcano[1]

Llevo un par de meses preguntándome si existe una manera correcta de lidiar con el dolor de una pérdida, si hay alguna manera de vivir en la ausencia y soportar el vacío que deja su huella en la memoria. Personalmente no logro llegar a una conclusión satisfactoria pero hace un par de días releyendo unos poemas de Margarita Michelena me sentí acompañada y extrañamente reconfortada; poniendo más atención en sus palabras, éstas me remitieron a un espacio muy personal que era yo misma y mi miedo al vacío. Quizá los juicios y revelaciones personales no parezcan relevantes — en el sentido estricto— para un análisis sobre poesía, pero conectar con lo que leemos me parece una forma válida para comprenderlo.

La poesía de Margarita Michelena nos tiene expectantes al filo del abismo, es un constante coqueteo con la muerte de las cosas y el origen divino de las mismas, un desdoblamiento del yo en contacto con el mundo y el poder creador de las palabras.

A pesar de ser una gran poeta existen pocos trabajos críticos que profundicen en su obra poética Leer más

Yaredh Marín | Poemas

Yaredh Marín Vázquez (1987, Ciudad de México). Aprendiz de persona repleta de contradicciones. Mujer materialidad de carne política. Exploradora de la maternidad con una cómplice genial. Amante de la música y la escritura. Enamorada de las letras. Antropóloga según los títulos.

I

11 de septiembre de 2018

 

Mirar tus ojos cansados, profundos, llenos de ternura.

Recibir tu mirada de vuelta.

                                                 Mirarme en tus ojos y perderme en la espesura de tu barba,

                                                                                                          hierba revuelta por el viento.

El contorno de mi silueta en tus ojos.                                        El contorno de tus ojos en mi piel.

Tus manos grandes, pesadas, suaves, tiernas.

                                                                  Tus manos sobre mis manos            sobre mi respiración.

Tu abrazo me acorazona del mundo.

                                                             Descanso sublime,

                                                                                           profundo.

                                                        Quedo desarmada          no tengo ante qué armarme.

Pies de coloso griego tallado en piedra. Pies impasibles ante el tiempo.

A tu lado planto los míos.                     Me enraízo firme   fiera    amorosa.

 

Sumergida en ti una corriente eléctrica recorre mis vertebras.

Me hundo en ti, en tu hierba espesa movida por el viento.Leer más

El tango y sus orquestas: un panorama

I

 Por Miguel García

Introducción.

El tango es el producto de la suma de diversas manifestaciones musicales. En el principio fue baile, el llamado baile con corte y quebrada, que se aplicaba a un universo más amplio de géneros para llenar con cuerpo y movimiento las músicas que lo demandaban entonces, como las mazurcas, habaneras, polkas, valses, etc. Poco después, se gestó una mezcla muy original de sonidos y ritmos que encajó bien con esa nueva manera de bailar. ¿Dónde y cuándo nació? Aún no se ponen de acuerdo los investigadores. Sabemos con reservas que ese baile con corte y quebrada era la imitación que los compadritos hacían de los bailes de negros en las ciudades del Río de la Plata (Buenos Aires y Montevideo) durante el último tercio del siglo xix. No hay certeza de cómo sucedieron los hechos, nos guiamos por los escasos testimonios que se pierden en el tiempo y la memoria. En su Origen de la especie, Hugo Mastrolorenzo concluye: «cuando no hay demasiadas respuestas ante algo que desconocemos, algo circunstancial e incompleto puede conformar una hipótesis verosímil». A su vez, Horacio Salas abre su libro El tango, con estas palabras: «Cuando no existen documentos ni testigos, la reconstrucción de un hecho es siempre imaginaria».

Estudiar la música del tango es una ardua labor que corresponde a los expertos mejor capacitados. Lo que presentamos ahora es una sinopsis del tango orquestal, serie de 15 entregas en total en la que revisaremos la situación de esta música a través del tiempo. No ahondaremos en la composición ni en la interpretación vocal. El centro de nuestra mira es la orquesta típica, su conformación, su desarrollo, sus transformaciones, sus músicos y directores, desde los orígenes hasta la década de los años 50, que se complementa con la audición de 100 grabaciones sugeridas a manera de ilustración sonora.

 

***

Para 1880 ya se hablaba de tango como forma musical, pero coexistían distintas modalidades. Primero, por cuestiones lingüísticas (la denominación «tango» aplicada a los lugares donde antaño se concentraban los esclavos), se le relacionó con la música de los negros; luego, el nombre se asoció a los tangos andaluces que se popularizaron gracias al teatro español; después a la habanera, que tras el recorrido que llevó a cabo transportada por los marineros desde Cuba a España, luego regreso a la isla y posteriormente a toda América (cabe destacar que los españoles llaman tango al patrón rítmico de la habanera); por otro lado se halla la milonga, que en un principio era cantada, y que fue asimilando su acompañamiento rítmico con el de la habanera, y que se adaptó sin problema a la nueva coreografía gestada por los bailadores criollos de la época.Leer más