Universidad Autónoma de la Ciudad de México: de la huelga a la institucionalidad, la resolución de un conflicto.

Foto tomada de Telediario

Por Alonso Mancilla

La controversia sobre la elección al puesto de rector para la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, en la cual el V Consejo Universitario eligió a Galdino Morán como representante legal de dicha institución, como conflicto que se desata a siete años de la huelga del 2012 de esta casa de estudios, llamó la atención de la comunidad y la llevó hacia el debate entre la legalidad y la ilegalidad de la elección. Esta no es la primera vez que la elección se da de esta manera; como si fuera un copiar y pegar, el antagonismo estalla, sin embargo, la resolución es diferente.

Pero, a quién le interesa el conflicto interno de una institución educativa autónoma si no forma parte de su comunidad. Quizá se lo pregunten y por ello, antes de empezar quiero reflexionar sobre el conflicto, pues a lo largo de toda la historia de la humanidad ha existido ―y seguirá existiendo― ya que somos seres diversos, todas y todos con sueños y deseos particulares; somos sociedades diferentes, inclusive dentro de una misma nación ¿a poco en México son iguales la comunidad del norte y la del sur? O ¿la población de Iztapalapa y la de Polanco? Y es que ya desde lo religioso existía el conflicto ¿no se acuerdan que Adán comió la manzana prohibida y lo desterraron de aquel paraíso?

El conflicto está presente, pero la forma en que se resuelve es la que importa, es lo fundamental para la democracia. O sea, que no hay democracia si no hay conflicto, pues otra cosa sería una mera formalidad donde el conflicto se vería como algo negativo, de lo que se trataría, entonces, sería de hacer una sociedad sin rupturas como si el ser humano no fuera fraccionario, si no me creen vayan con su propia familia ―que pareciera que siguen una misma línea― y hablen sobre algún tema en específico: música, literatura, arte o deporte. Incluso pregunten ¿quién es mejor, Messi o Cristiano?.

Quiero recuperar un par de aspectos del pensamiento de Chantal Mouffe que sirven, pues, para comprender la solución al nuevo conflicto generado a partir de la elección del 2018 a rector/a en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; así como para incitar a participar del conflicto en cualquier escenario, pues éste genera una ruptura que motiva el cambio, mismo al que no se le ha de tener miedo bajo la vieja creencia de que la estabilidad ―sinónimo más bien de quietud― es el camino recto e inequívoco a seguir. Asimismo, es fundamental aclarar que este análisis estará entrelazado con el conflicto del 2012 de la misma institución, pues así es posible mostrar dos procesos diferenciados de resolución de conflictos a pesar de que estos son semejantes.

Todo conflicto siempre se halla dentro de un contexto específico y, aún más importante, tiene un antecedente. El de esta casa de estudios ―no podría ser de otra manera― es la problemática que se dio en agosto del 2012, cuando estalló la huelga. Ahora, siete años después, aparece nuevamente «el conflicto» con la elección de un nuevo titular de rectoría.

A pesar de que la elección a rector/a, en 2010, tuvo irregularidades particularmente políticas, pues la principal carta de presentación de la entonces candidata a la rectoría Esther Orozco era el vínculo que tenía con el jefe de gobierno Marcelo Ebrard, ya que de los 995 millones de pesos que la UACM había solicitado para su ejercicio presupuestal de 2010, sólo se le habían asignado 755 millones, por lo que ella prometía el presupuesto faltante si era elegida como rectora, “de hecho, hay quienes aseguran que dicha preocupación inclinó la balanza a favor de Esther Orozco, científica de formación, quien se impuso con 33 votos, por encima de Vicente Hugo Aboites Aguilar y José Enrique González Ruiz. Ambos, a pesar de su experiencia en educación y gestión universitaria, sólo consiguieron ocho y cero votos, respectivamente” (Contralínea, 2011). Inclusive, en la entrevista que hizo Contralínea a González Ruiz, éste comentó que “cuando se abrió el proceso electoral comenzó a verse mano negra de parte de las autoridades del ―entonces― Distrito Federal, porque retuvieron una parte del presupuesto universitario que usaron como la zanahoria para que el caballo viniera, para que llegaran los votos. Y entonces, la doctora Orozco tuvo una votación muy importante por la vía de esa presión que se ejerció desde el gobierno” (Contralínea, 2011).

Hubo, entonces y como ya se mencionó, irregularidades políticas que, sin embargo,  no tuvieron grandes afectaciones, como sí las tuvo la ilegalidad que se presentó en 2012 cuando estalla el conflicto de huelga en la Autónoma de la Ciudad. El viernes 10 de agosto de aquel año, se llevó a cabo la elección para la conformación del tercer Consejo Universitario, elección que termina ganando el sector crítico a la administración de Orozco, así lo hicieron notar integrantes del segundo Consejo: “la comunidad universitaria emitió alrededor de 4 mil votos en las elecciones para renovar dicho órgano, de los cuales 64 por ciento fueron en favor de las planillas críticas a la rectoría de Esther Orozco” (La Jornada, 2012). Así pues, las y los consejeros críticos obtendrían 33 de los 55 escaños en el tercer Consejo Universitario. Es importante señalar aquí que esto no habría podido lograrse si no se hubiera organizado la comunidad universitaria ―o por lo menos la parte activa―, puesto que, como en todo conflicto, hay sujetos políticos antagónicos, que luchan cada uno por sus ideales.

Sin embargo, el miércoles 22 de agosto del 2012, se celebraría una sesión del CU en el plantel de Cuautepec, donde, en respuesta a la elección, la aún rectora proclamó formalmente instalado el tercer CU, pero con la peculiaridad de que, en conjunto con el Colegio Electoral, desconocieron “a ocho candidatos ganadores cercanos a la corriente crítica a Orozco, y sin justificación jurídica alguna, cuatro de esos espacios se declaran vacantes y cuatro más fueron ocupados por las fórmulas perdedoras afines a la rectoría” (La Jornada, 2012), por lo que más de 30 consejeros electos al tercer CU desconocieron dicha sesión, así pues “suscribieron un pronunciamiento mediante el cual denuncian que sin verificar quórum por sector, como lo señala el artículo 42 del Reglamento del Consejo Universitario, la rectora declaró instalado ese órgano de gobierno interno” (La Jornada, 2012).

En consecuencia, después del desconocimiento de aquel nuevo e ilegal CU por parte de los 33 consejeros electos y críticos a la administración de Orozco, gran mayoría de la comunidad universitaria también se declaró en rebeldía, por lo que realizaron una asamblea permanente el 28 de agosto, en plantel Del Valle, que posteriormente llevaría a la huelga que todos conocemos, misma que, sí, quizá agentes externos al conflicto ya no recuerdan, pero que aquellos que sólo la han escuchado nombrar se habrán enterado ahora.

Aunado a esto, durante los dos años anteriores a la huelga, la política que utilizó Orozco Orozco fue la de disolver el problema a costa de acallar voces, lo que significó el despido de los trabajadores administrativos: María Elena Muñoz Castellanos, Juan Carlos Barranco Amador, Eduardo Alva Quintero, Héctor Nezahualcóyotl Luna Ruiz y María Julia Cortés Enríquez. Y el cese de los académicos: Irma Rodríguez, Jorge Bourges Rodríguez y Luis Alfonso Briones Pérez.

Igual que el conflicto del 2012, en el 2018 también hubo algunas irregularidades durante el periodo de elección de la terna que competiría para la rectoría, si bien se realizó una encuesta en apego a toda la ley, esto es, en cumplimiento del artículo 48 y 49 del Estatuto General Orgánico fracción V, en la cual se asienta que el Colegio Electoral, a partir de una consulta, definirá la terna de aspirantes a rector/a; ya que los consejeros son representantes de sus respectivas comunidades, pues son designados por elección popular, es decir, por voto ―sin importar que haya votado uno o los más de 18 mil estudiantes―, se propuso en la convocatoria para la elección de rector, título VI, una auscultación, la cual indica que “cada consejero universitario decidirá el mecanismo a través del cual realizará este proceso”, sin embargo, también dice que “los consejeros universitarios, de conformidad con los artículos 13 fracción VII y 14 fracción V del reglamento del consejo universitario, deberán realizar una auscultación entre el sector que representa”. Estos artículos dicen a la letra “mantener comunicación permanente con el sector que representa, consultándoles y recuperando sus propuestas, teniendo la obligación de hacerlas llegar a las instancias conducentes, así como de darle seguimiento hasta su desahogo”. Así pues, dichos consejeros tendrían que haber encontrado un mecanismo de auscultación legítimo y democrático para llegar al mayor número de representados/as y hacer válida su decisión sobre a quién escoger como rector/a o por lo menos igualar el número de auscultados que en la consulta para la terna, para que fuese legítimo y legal su voto en representación de la comunidad escuchada. Sin embargo, aunque mantuvieron comunicación con sus afines, incluso llegando a consultarles su decisión, lo que pareciera legal por ser parte de su comunidad, no lo es, ya que no intentaron llegar al mayor número de sus representados y otros consejeros ni si quiera consultaron, por lo que votaron autoritariamente según sus pensares.

Posteriormente, se sabría que la elección a rector era de carácter ilegítimo por medio de un audio en el que Huitzil Clemente, consejero administrativo del quinto CU, expone los acuerdos por los cuales fue impuesta la figura de Galdino Morán como rector de la UACM, diciendo a otros integrantes del CU que no estaba dispuesto “a exponer[se] o a exponerlos a ustedes por una pinche administración ―refiriéndose a Galdino Morán― que no quiere cumplir el acuerdo, con el cual nosotros los llevamos a la rectoría, porque [de] los 18 votos que obtuvieron, por lo menos 14 son de nosotros (…) Ayotzi ―apodo que tiene el exconsejero estudiantil e integrante del colectivo José Revueltas, Giovanni Lara― no aguantó la presión y dijo yo no voy (…). Si Galdino no cumple el acuerdo en los términos en que los planteamos desde el inicio, esto es los estos (sic) tres espacios, no vale la pena compañeros”. A continuación, todo el audio:

https://www.youtube.com/watch?v=CICARjSSPDo

 

Así, tras la decisión que tomaron los consejeros universitarios en la elección a rector/a, esa que no puede decirse se hizo en representación de la comunidad, una parte de ésta paró la sesión del CU o, mejor dicho, hizo efectivo el derecho a manifestarse en contra de ese proceso de elección irregular, sin embargo, se les criminalizó ―al más puro estilo del Estado golpeador―, tachando de violentos a los estudiantes, así lo declaró Galdino Morán en un comunicado que circula en redes.

Ahora bien, lo que se observa en esta actualidad de conflicto dentro de una universidad pública son dos posiciones confrontadas: 1.- los que están a favor de un proceso de auscultación legal, legítimo y democrático; y 2.- los que están a favor del profesor Galdino Morán, símbolo ahora para parte de la comunidad de la ilegitimidad y la ilegalidad.

No podría ser de otra manera; los conflictos que envuelven la política son los que se enfrentan en cualquier sociedad del mundo y quién venga y les diga que el conflicto es malo, es ingenuo/a o tiene otras intenciones, pues querer desaparecer el conflicto es disolver las partes de éste, es decir, siempre que el individuo quiera acabar con la pugna, terminará siendo autoritario, totalitario y dictador, pues estarán sus intereses por encima de la comunidad ¿O me equivoco al decir que cuando dos pequeñines quieren jugar al play, uno FIFA y el otro PES, y no se deciden, llega el padre o la madre y decide que no juega nadie, lo hace en una postura autoritaria sin duda alguna?; o en 1973, en Chile, el conflicto por el rumbo del país entre el congreso y el presidente Salvador Allende ¿ no se resolvió en la dictadura de Pinochet?.

Hay que entender que aquí no se hablando de la democracia wikipedica, a saber, esa democracia como sistema político institucional y sus diversas formas, antes bien, de la democracia como resolución del conflicto en una sociedad en que se puedan desplegar sus diferencias, aunque se genere una pugna permanente. Sin embargo, hay algunos “intelectuales” que basan sus argumentos en el liberalismo ―aunque existan unos más progresistas que otros―, en un enfoque racionalista e individualista: incapaces de comprender la naturaleza pluralista del mundo social con los conflictos que se le presentan, para los cuales ―dice Mouffe― no podría existir nunca una solución racional, es decir, estamos ante la imagen de un mundo antagonista, inclusive, contradictorio; pero los “intelectuales” pluralistas liberales plantean que hay un vínculo racional que puede constituir un conjunto armónico y no conflictivo.

Lo que intento explicar es que en la democracia se debe reconocer la pluralidad de los integrantes de una sociedad; decir que la designación del Doctor Morán fue con apego a la norma es querer desaparecer el conflicto y activar la disipación de una comunidad plural, igual que, como en el 2012, imponer un CU que favoreciera a la rectora Esther Orozco ―como sucedió en 2010 y como fue favorecido Morán en 2018 con el V Consejo Universitario―.

Como dice Mouffe, no se puede entender lo político si no se reconoce el hecho del antagonismo y su erradicabilidad, más aún en la lucha por el poder (político) ―ya sea de una nación, de un estado o lugar en específico como una institución educativa― que pretenda un programa, modelo o proyecto de características específicas que se desee implementar, todavía más si se consideran una élite académica y los únicos aptos para gobernar.

Por otra parte, pese a que los “galdinos” ―pero no lo digo de forma peyorativa, sino considerando el pesamiento de Mouffe quien señala que siempre en el antagonismo político se van formando identidades colectivas, es decir, los sujetos políticos siempre son sujetos colectivos― digan que los críticos a la administración de Moran actúan de manera torpe al crear el expediente basado en el reglamento de responsabilidades universitarias, fuese cierto o no, están en todo su derecho legítimo de realizarlo, pues juegan en el terreno de la política, entendida como el establecimiento del orden y de organizar la coexistencia humana por medio de prácticas e instituciones, en condiciones que son siempre conflictivas y están atravesadas por lo político que es ese antagonismo, como plantea Mouffe.

Esto se puede entender a la luz de la entrevista que realizó Telediario a Galdino Morán el 13 de diciembre del 2018; al ser cuestionado si el CU lo podría quitar como se dio en el caso del 2010, Morán respondió que “no podría pasar por que yo tengo la mayoría del consejo, el consejo votó por mí”. Ahora que se eligió otro CU (el sexto) ya no tiene ni una tercera parte que lo apoye, jugando en las mismas reglas que impuso él mismo desde el principio, hechos concretos que no pueden identificar los “intelectuales” liberales que recorren los pasillos de esta universidad y que tanto vituperan hacia afuera, ya que su racionalismo no puede captar su naturaleza, pues requiere la negación misma del antagonismo.

Para ir concluyendo, es posible asegurar ―siguiendo todavía a Mouffe en su propuesta agonista― que al resolver el conflicto se debe reconocer el pluralismo social. El conflicto en las sociedades democráticas no puede ser erradicado, por el contrario, se debe reconocer a los otros como adversarios, mas no como enemigos porque así se llega hasta las guerras civiles y la muerte. Mejor dicho, como adversarios de ideas, de ideologías, cosmovisiones, modelos y proyectos, cuyo derecho a defender esas ideas no debe ponerse en cuestión.

En el ámbito del fútbol sucede lo mismo y quizá la analogía permita comprender mejor la situación; en la disputa del partido, hay dos equipos en conflicto de imponer una idea, un modelo, un proyecto, una ideología que es la base para meter goles y así finiquitar el triunfo, empero, en el transcurso del partido se puede perder o empatar, siempre y cuando haya instituciones que van a permitir la lucha entre adversarios, que no los dejarán matarse, los árbitros, que con base en un reglamento implementan esa disputa y que, incluso, dan la legitimidad a los adversarios de transgredir ―de cierta manera― el reglamento para ganar.

Sin embargo, los galdinistas o este tipo de “intelectuales” liberales plantean, no la desaparición del conflicto, sino que dentro de la pluralidad social no hay conflicto, sólo limitaciones técnicas de las reglas de un juego dado llamado Democracia, en la cual vale simplemente lo escrito de la norma, desapareciendo así el conflicto, que es principio de la democracia y, por ende, de lo político.

A pesar de que los galdinos,  ―otra vez― mejor dicho, de que los intelectuales liberales planteen que el conflicto debilita la autonomía universitaria así como la percepción que puedan tener los estudiantes de nuevo ingreso de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, o la ponga en la mira del gobierno y de la prensa reaccionaria; el reconocimiento de la pluralidad de los sujetos políticos (colectivos) y del conflicto ―por ende, de lo político― fortalece y hace crecer a las universidades, ya que les da reconocimiento a los otros por una parte. Por la otra, se vuelve un referente de resolución de conflictos, tanto para otras instituciones universitarias como para crear ese ciudadano/a crítico que pueda pensar en soluciones y propuestas diferentes a las que le impone el propio Estado, es decir, ―como González Casanova indicó― la autonomía universitaria es un instrumento fundamental contra el pensamiento único que los poderes establecidos imponen, a partir de distintas creencias y filosofías.

Cada institución educativa tiene sus propios procesos y conflictos, algunas resuelven estos de manera más inmediata mediante la negación e invisibilización de la problemática, otras veces, el conflicto estalla y deja huella, líneas de lucha, convirtiéndose también en memoria histórica. Así pues, el conflicto le da voz a los invisibilizados, como lo hizo en la huelga del 2012 de la UACM, esa que dejó su gran legado para aquellos que se formaron y se formarán en esta universidad: la resolución de problemas por la vía de la institucionalidad y el Reglamento de Responsabilidades Universitarias. No se tuvo que realizar otra huelga para deponer a Galdino Morán, al contrario, por vía de las instituciones se realizó una lucha ―antagónica― para elegir a nuevos representantes designados al VI Consejo Universitario y que en su mayoría, como candidatos, abiertamente se proclamaron críticos a la administración de Morán. Aquí bien cabe la siguiente pregunta ¿por qué los eligieron? Sin temor a equivocarme, la respuesta es porque en su mayoría ―o por lo menos la mayoría de los que votaron en la elección del CU― no estaban de acuerdo con la designación de Galdino Morán como rector por el proceso turbio de la elección.

Lo que sigue es el fortalecimiento de la autonomía como autogobierno, pues en el momento de llevar a cabo una nueva elección para rector/a se tiene que hacer en apego a la justicia, a la legalidad, a la legitimidad, a la democracia y a la ética, sin embargo, no se puede evitar el conflicto que persiste en la democracia pluralista, ya que sigue existiendo el grupo de los “intelectuales liberales” y la “élite académica”, pero, no me cabe la menor duda, aparecerá otro u otros sujetos políticos dentro de la contienda y, cuando se designe al nuevo titular de rectoría, ganará la autonomía. 

A manera de conclusión, quiero subrayar que no hay que tener miedo al antagonismo de los sujetos políticos, pues estamos dentro de una sociedad plural y la democracia y el debate de las ideas es lo que debe persistir siempre, pero siempre sujetos a la política: a sus reglas e instituciones en reconocimiento a lo político, al conflicto. En suma, no hay que temer al gobierno, que siempre va a querer influir en la creación de una identidad nacional, o a la prensa reaccionaria, pues de por sí, siempre está ahí golpetenado proyectos que no sean parte del sistema; mucho menos hay que temerle a lo que dirán las nuevas generaciones, ya que de lo que se trata es de formar gente crítica y eso sólo pasa si se quedan, si no huyen al conflicto, si no son convencidos de que éste es negativo.

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