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Sentido de pertenencia en el aula como factor protector de la conducta suicida en adolescentes en educación media superior

Por Adriana ItzelMaravilla Aupart [1]

Antecedentes

Para el abordaje del tema que nos compete, es fundamental observar que destaca la carga social y económica que genera el acto suicida, especialmente cuando se trata de adolescentes y jóvenes, además, es una problemática que va al alza (Villagómez Bedolla, Balcázar Musacchio, Paz Ramírez, 2005). El modelo interpersonal propone que son tres elementos los que intervienen para que se genere la ideación y la conducta suicida: sensación de carga o sobrecarga, desesperanza y sentido de pertenencia frustrada (Joiner, 2007). Al respecto, la OECD (Kankaraš, M. y Suarez-Alvarez, 2019) inició el Estudio en Habilidades Sociales y Emocionales con el objetivo de obtener evidencia empírica de las habilidades sociales y emocionales de jóvenes en la escuela. A partir de esto, se propone que la escuela tenga un papel esencial en el desarrollo de habilidades sociales y emocionales de los estudiantes mediante actividades curriculares y extracurriculares. Es importante resaltar que la ideación suicida puede resultar en bajo rendimiento escolar (Jimenez y González-Forteza, 2003), por ello, el/la docente puede aparecer como figura de rescate, ponderando siempre la vida propia, particularmente la de su alumnado y la de la comunidad escolar en general (OMS, 2022). Bajo esa óptica, este proyecto pretende intervenir en el entrenamiento escolar en habilidades socioemocionales a través de un taller de prevención del suicidio basado en el modelo interpersonal del suicidio, con el propósito de disminuir la conducta suicida en adolescentes estudiantes de educación media superior, mediante el sentido de pertenencia.

Según la OMS, existen cuatro estrategias que han demostrado gran Leer más

La Danza de Phaxsi: Notas sobre el Ritmo en Wiñaypacha

Por Walther Maradiegue

 Era de noche, y había visto a mi abuela de 92 años bailar cumbia en una fiesta familiar. Terminada la fiesta, y quizás con ánimos de sosegarme, me puse a ver por quizás cuarta vez la película de Oscar Catacora. Sea por las vibraciones que mi cuerpo aún conservaba, sea porque mis ojos aún atesoraban la grácil silueta de mi abuela girando al son del bajo tropical, sea porque mis oídos aún ebrios de música cedían prioridad a mis ojos mientras sentía el largometraje, me propuse una pregunta: ¿Cuánto ritmo tiene esta película?

Los primeros minutos de Wiñaypacha me dan un par de indicios que enriquecen la pregunta. En la primera, Phaxsi y Willka —los centrales y únicos personajes humanos— tienen una ceremonia donde celebran la unión del par de ovejitas y oran para que la pareja ovina tenga salud y produzca mucha descendencia. Después de la unión, Willka entona una melodía con su flauta mientras que Phaxsi danza, con una manta en la mano, girando y girando. Aquí recibí un primer indicio para pensar que hay muchos objetos que porta la protagonista y que no son sencillos accesorios de vestuario o inertes acompañantes, sino que en la escena se convierten en objetos con un rol central en las narrativas y en los ritmos de la película. Objetos que a veces son animados con el simple toque de Phaxsi y Willka —como una flauta o un sombrero—, y a veces son animados por sus vaivenes armónicos, vitalidad que va más allá de una capacidad de intervenir en el mundo, Leer más

La importancia de la filosofía en la vida diaria

 Por Pamela Castro Amaya

Recientemente me mudé a un nuevo fraccionamiento, y para familiarizarme me uní a grupos de Facebook y WhatsApp. En parte, cumplen con su función informativa, pero muchas veces se vuelven nido de comentarios, exposición de motivos y relatos sin sentido que despiertan en mí el deseo de irme a vivir a una cabaña austera en medio de la nada.

Hace unos días, enviaron al grupo de WhatsApp una vacante de trabajo de limpieza en una tienda de ropa. Cinco mil pesos mensuales por una jornada de ocho horas, cinco días a la semana; esclavitud moderna pintada como un favor para los necesitados. Uno de los vecinos demostró su inconformidad ante ese miserable sueldo para un trabajo que requiere demasiado esfuerzo físico. “Por favor, que le comenten al dueño de la tienda que ese sueldo es una basura; quien vaya a estar de pie por ocho horas barriendo pasillos y lavando baños merece un mejor sueldo”, dijo. Otro de los vecinos le contestó que era mejor eso a nada; que quien lo necesitara, lo tomaría. Y, efectivamente, quien lo necesite lo tomará; mas eso no significa que será suficiente para solventar sus necesidades básicas. Ese sueldo, en 2022, no alcanza para cubrir el mínimo vital, un derecho humano reconocido en la Constitución Federal; no es suficiente para proveer de vivienda, ropa, alimentos sanos y entretenimiento a una sola persona, y por supuesto mucho menos a una familia de dos o más. Pero, claro, desde la perspectiva de algunos es mejor tener para un kilo de tortillas que para ninguno. Me resultó fastidioso leer los mensajes de varias personas apoyando esa miseria de sueldo y que, además, traten como tonto al vecino que se atrevió a protestar en contra de su precariedad.

Decidí pasar por alto la situación y permanecí por unas semanas más en el grupo. En ese momento, tras realizar Leer más