Tláhuac, Santiago Zapotitlán y Miguel Hidalgo

Por María de Jesús López Salazar*

 

Las historias de cada lugar son fundamentales para entender las necesidades de la población ya que sólo a través de la recopilación de sus orígenes puedes entender sus formas de vida así como sus problemas, sueños y desavenencias…

 

El Distrito Federal (D.F.) o Ciudad de México es la capital de la República Mexicana y sede de los Poderes Federales de los Estados Unidos Mexicanos, lo que implica referirse a la ordenación de una estructura local establecida en un espacio territorial que no conforma parte de los tres niveles de gobierno. En este sentido, el D.F. no es un Estado como el resto de los treinta y uno que forman parte del territorio mexicano, pero pertenece a la Federación en calidad de “entidad federativa con personalidad jurídica y patrimonio propio, con plena capacidad para adquirir y poseer toda clase de bienes que le sean necesarios para la prestación de los servicios públicos a su cargo, y en general, para el desarrollo de sus propias actividades y funciones” (Art. 2 del Estatuto de Gobierno del Distrito Federal).

La Ciudad de México es el núcleo urbano más grande del país, y el principal centro proveedor de bienes y servicios. Se sitúa en el Valle de México, en la alta meseta del centro de México. Cuenta con una población de 8,851,080 habitantes, y conforme a la definición acordada entre el gobierno federal y estatal la capital en conjunto con su área conurbada integran la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), sumando más de 112,336,538 habitantes (INEGI:2014). Esto también la convierte en la más grande aglomeración urbana del continente americano y en la tercera más grande del mundo (INEGI: 2014).

Continuando con el punto, el D.F. colinda al norte, este y oeste con el Estado de México y al sur con el estado de Morelos, siendo sus coordenadas geográficas extremas las siguientes: al norte 19°36’, al sur 19°03’, de latitud norte al este 98°57’, al oeste 99°22’ de longitud oeste (INE, 2006:3). Igualmente, se divide en dieciséis Demarcaciones Territoriales que son: 1. Álvaro Obregón, 2. Azcapotzalco, 3. Benito Juárez, 4. Coyoacán, 5. Cuajimalpa de Morelos, 6. Cuauhtémoc, 7. Gustavo A. Madero, 8. Iztacalco, 9. Iztapalapa, 10. La Magdalena Contreras, 11. Miguel Hidalgo, 12. Milpa Alta, 13. Tláhuac, 14. Tlalpan, 15. Venustiano Carranza, y 16. Xochimilco. Cada Demarcación Territorial tiene un órgano político administrativo desconcentrado de la Administración Pública Central, denominada genéricamente Alcaldías de la Ciudad de México. A su vez, cada órgano político administrativo de las Demarcaciones Territoriales cuenta con un titular denominado genéricamente Jefe Delegacional, que desde el año 2000 es elegido por sufragio universal, libre, secreto y directo. También influyen en cuestiones de gobierno, como instancias de participación ciudadana, los Comités Ciudadanos o Consejos de los Pueblos –dependiendo el caso particular de cada Delegación–,[1] y por unidades territoriales.[2] Cada Alcaldía de la Ciudad de México se estructura por pueblos, barrios y colonias, todas equivalentes a las localidades.

La Ciudad de México ha sostenido su categoría política por saberse la primera urbe del país, “la más valiosa, monumental, compleja y prolongada obra que la nación ha construido” (Garza Villarreal, 2000:3). Definitivamente, capital de la nación, ha sido lugar estratégico como principal escenario de politics (Roth Deubel, 2002), donde “hay fines intermedios necesarios para que el ejercicio del poder funcione, ya que el ejercicio del poder no es un ejercicio de fuerza, siempre va acompañado de convicciones profundas” (Gutiérrez López, 2003:4); pero igualmLeer más

Wilhelm Reich: sexualidad, política, cultura

Por Aldo Saúl Uribe Nuñez[1]

La verdad se esconde en los sentimientos de las personas
que se sienten oprimidas y no son capaces de expresarse
Wilhelm Reich

La sexualidad, una de las dimensiones humanas más complejas e interesantes, varía de acuerdo con la cultura y el contexto sociohistórico en que se piense. Este campo de estudio ha sido objeto de diferentes disciplinas, tanto médicas como sociales, que han permitido definirla a partir de marcos teóricos-epistemológicos distintos, logrando comprender sus dispositivos y prácticas a lo largo de la historia de la humanidad.

Si bien históricamente se ha pensado a la sexualidad como una actividad puramente biológica, postura influenciada por la biología y la medicina, esta dimensión humana ha sido objeto de influencias y discursos por parte de grupos religiosos que la precedieron. Religiones como el judaísmo o el cristianismo tuvieron un amplio dominio en las formas en las que se pensaba y experimentaba la sexualidad en las personas, en los grupos sociales y en sus instituciones.

Lo anterior, nos lleva a recapacitar sobre la influencia de las condiciones culturales, sociales, históricas, económicas y políticas sobre la sexualidad humana y cómo estas fuerzas determinan la manera en la que cada persona y la sociedad en su conjunto, la experimentan. Ivonne Szasz, investigadora del Colegio de México, ha hecho un gran trabajo al documentar la sexualidad como un objeto de estudio. Por ejemplo, refiere que el estudio de la sexualidad en las ciencias sociales apareció a finales del siglo XIX, siendo considerada como un campo de estudio de disciplinas como la psicología, la pedagogía, la psiquiatría o la sexología, todas éstas con discursos basados en la biología y la medicina, y que clasificaban aquello que era parte de lo “normal” y lo “anormal” (Szasz, 2004).

Es innegable que el ser humano tiene funciones que permiten la supervivencia de la especie. Actividades como comer, dormir, el cuidado de uno mismo y de los demás y la reproducción, son actividades biológicas, transmitidas genéticamente, pero que no por eso pueden ser separadas de la cuLeer más

Reflexión sobre la práctica filosófica y su comparación respecto de la psicología

Por Yenné Sánchez Márquez[1]

Como buena herramienta filosófica, lo que pretende lograr la práctica filosófica[2] es profundizar, problematizar y concientizar. Esto se logra mediante el diálogo, que en la filosofía es algo vital. Por eso es que se han desarrollado desde la Antigua Grecia muchos métodos para poder abordar el diálogo y que resulte en un intercambio de argumentos con la finalidad de que se llegue a la reflexión y no solo que se discuta sin llegar a una resolución con uno mismo y con el propio pensar.

Muchas maneras y abordajes diferentes podemos encontrar para lograr lo mencionado en el párrafo precedente, sin embargo, la más recurrente ha sido la dialéctica. Esta herramienta, que se remonta a Heráclito (540 a. n. e. – 480 a. n. e.), se ha vuelto la predilecta para poder lograr ese grado de reflexión. Esta es una especie de mayéutica, en el sentido de que es una interrogación entre dos personas; dichas preguntas-interrogaciones son con el propósito de penetrar en los argumentos y posición del otro, por lo mismo “la discusión es un elemento indispensable” (Brenifier, 2011a:35); porque ¿cómo podemos ser capaces de lograr ese cuestionamiento si no hay una idea contraria?

Muchas veces, cuando estamos enfrascados en alguna discusión o debate, nos vemos envueltos por los argumentos del otro y, a veces, somos capaces de lograr un cambio en nuestro pensar; tal vez no sea un cambio total de conciencia, pero sí es un cambio de reflexión en cuanto a nuestro modo de ver esa cosa en particular. “Un cambio de conciencia significa una evolución de la atención y de la energía que sigueLeer más

 Multidisciplinariedad y transdisciplinariedad hacia el desarrollo del pensamiento complejo en educación básica y superior

Por Bladimir Jiménez Deferia[1]

¿Cómo el implemento de la Multidisciplinariedad y la transdisciplinariedad en los modelos educativos universitarios o de educación básica desarrollan y desafían el pensamiento complejo?

El pensamiento subjetivista y relativista impulsan la idea de la transdisciplinarización, pero aún conservan la disciplina de origen, el  orden filosófico de ruptura de estos dos métodos de pensamiento alude a la multidimensionalidad para reformar el pensamiento con un método acorde a los retos de la mundialización que a la vez  implica una incomodidad por el desordenamiento de la idea disciplinar, al no tener certeza, se crea una incertidumbre y no se alcanza una reforma de pensar y de vivir, la frustración del pensamiento sigue siendo lineal y se abandona el pensamiento complejo sin alcanzar el nivel de multidimensionalidad en la frustración de este nuevo orden de pensamiento. Sin embargo, el vértigo de la complejidad es cada día más extenso pero, a su vez, también es parte de la cotidianeidad asumir conocimientos, descubrimientos e investigaciones que en las décadas anteriores se consideraban puras o inseparables unas de otras. En la actualidad, la brecha científica unívoca de la metafísica y el subjetivismo se entrelazan con las ciencias para dar cabida a nuevas investigaciones en el marco de multidimensionalidad al considerar equívoca una sola vía disciplinar, para dar paso a la transdisciplinariedad. A pesar de este planteamiento, aún existen resistencias de conservación que contrarrestan las investigaciones de esta índole. Tanto en la educación superior como en la básica, la transdisciplinariedad pondera un desarrollo del pensamiento más complejo, completo, pragmático y totalitario de respeto a los derechos humanos universales. De acuerdo con Basarab N (2006), “La Transdisciplinariedad concierne a aquello que está entre las disciplinas, a través de las diferentes disciplinas y más allá de toda disciplina. Su meta es la comprensión del mundo presente para el cual uno de sus imperativos es la unidad del conocimiento” (p.19).

Los nuevos desafíos educativos, científicos, económicos, políticos y sociales, no se deben seguir viendo desde una perspectiva separada, a través de una sola disciplina científica, sino dentro de la multidimensionalidad y la transdisciplinariedad como procesos que permiten la aparición de nuevos campos del conocimiento a partir del diálogo de disciplinas. Dimensionar con esta visión el quehacer educativo e investigativo aporta respuestas al problema de aproximar lo que se enseña y aprende y el cómo hacerlo, para contribuir al desarrollo de una personalidad más humanista e integral a partir de investigaciones que no se reduzcan a sesgos y limitantes por áreas, asignaturas o disciplinas de desconocimiento o exceso de especialidad en una sola área específica. Basarab, N. (2006) señala que “la Multidisciplinariedad concierne en sí, estudiar un tema de investigación no sólo desde una disciplina, sino desde varias al mismo tiempo” (p.19).

Dentro de la sociedad del conocimiento existen paradigmas y resistencias principalmente científicas que ven mal la transdisciplinariedad y propician la separación del conocimiento como parcelas disciplinarias que han aportado diversos avances, pero también la fragmentación del conocimiento. Haidar, (2018) afirma que “estas rupturas producen muchos desafíos y polémicas, ya que estábamos acostumbrados a la fragmentación del conocimiento, proveniente del siglo XIX, en el cual nos formamos. Con el surgimiento de la epistemología de la complejidad y de la transdisciplinariedad, se impone el abandono de la simplicidad por la complejidadLeer más

Breve reflexión acerca de las diferencias y las semejanzas entre un café filosófico y un taller filosófico

Por Francisco Octavio Valadez Tapia+

Los cafés filosóficos y los talleres filosóficos son dos modalidades de encuentro para la reflexión filosófica que han emergido en los últimos años, por lo que corresponde al contexto mexicano. Ambos comparten la idea de que la filosofía consiste en una praxis viva que puede y debe ser accesible a cualquier persona, y que se puede llevar a cabo en cualquier lugar o espacio, inclusive –valga lo redundante de la expresión– en un café o en un taller. Empero, hay ciertas diferencias relevantes entre ambas prácticas filosóficas.

El café filosófico remite a un encuentro informal que se suele realizar en cafés o bares –por lo menos en sus orígenes parisinos–. Su objetivo es construir un espacio de diálogo y discusión franca acerca de temas de índole filosófica. Quienes participan suelen ser personas de diferentes edades, profesiones y grados de formación educativa.

El café filosófico se basa en el método socrático, consistente en plantear interrogantes abiertas y provocadoras para incitar el pensamiento crítico y la reflexión.[1] Quien funja como animador o facilitador del café filosófico no necesariamente tiene que ser un experto en filosofía –pese a que esto es altamente deseable–, sino que su papel consiste en guiar el diálogo y promover la participación de todas las personaLeer más

Reflexión introductoria sobre el café y el taller filosóficos

Por Abel Martín España Sánchez+

En este breve texto me propongo reflexionar sobre dos prácticas filosóficas que han adquirido reconocimiento en los últimos años para el caso mexicano en cuanto formas de acercar la filosofía a la sociedad en general: el café filosófico y el taller filosófico.

Considero oportuno señalar que un café filosófico implica una discusión filosófica al momento de escapar a “la conversación que «asocia» ideas y comienza a articularlas en relación a una cuestión y entre ellas para estructurar un desarrollo. Es decir, cuando la discusión se convierte en un trabajo –individual y común– sobre las opiniones particulares y las representaciones colectivas” (Tozzi, 2011:4); mientras que un taller filosófico implica producción, entendiendo por producir:

(…) el proceso de confrontarse a una materia para conseguir un resultado. Sólo que la materiaLeer más

Corrientes teóricas para el estudio de la ciudad y lo urbano

Por María de Jesús López Salazar

No obstante que pensadores de lo urbano como Tom Angotti (2013) señalen mediante el concepto de la falacia urbana –la idea de que el problema es en la estructura física de la ciudad, y que la solución consiste en cambiar la estructura urbana– que ni el problema ni tampoco la solución de los problemas de la humanidad son las ciudades, sino las relaciones económicas y sociales capitalistas que son su fundamento, habrá que advertir que la ciudad se hace presente a cada instante entre nosotros, es la ciudad que nos delinea como sujetos políticos, que nos define como agentes de economía; es decir, “el espacio, la ciudad, son significativos, importan, son factores explicativos, de los fenómenos y de las conductas humanas, sociales, que tiene lugar en la ciudad, y la ciudad importa como territorio, importa como espacio, importa como ambiente construido” (Lezama, 2014: s/p.).

Para fundamentar lo anterior, se deberá dar cuenta en primer lugar de las posiciones teóricas de tipo nostálgico que criticaban a la ciudad industrial a finales del siglo XIX, pues éstas tienden a idealizar la ciudad histórica y se proponen el retorno de la comunidad frente a la sociedad que consideran generadora de sujetos individualistas, a raíz de la dinámica del mundo industrializado. Éste es el caso de la corriente culturalista de la ciudad que tiene en Ferdinand Tönnies y Georg Simmel a dos de sus principales representantes.

Ferdinand Tönnies (1855-1936) en Comunidad y sociedad obra de 1887, en donde planteaba que para superar el malestar generado por la metrópoli era necesario retomar a la ciudad tradicional, escenario histórico de la vida comunitaria. (…) A diferencia de Tönnies, Georg Simmel (1858-1918) no criticó la ciudad industrial, pero trató de describir su funcionamiento explicando objetivamente la evolución histórica que ha dado lugar a la sociedad contemporánea. De esta manera reconoció las formas de adaptación desarrolladas por los habitantes de la gran ciudad para lograr superar la tormenta de impresiones e impulsos Leer más

El miedo urbano como representación social de la inseguridad urbana en los habitantes de la Ciudad de México

Reflexión epistemológica

Por María de Jesús López Salazar

Este ensayo es de carácter epistemológico, elige un aspecto específico de la ciudad actual y lo urbano: la representación social de la inseguridad urbana, y lo aborda bajo el enfoque de formular una hipótesis principal y dos hipótesis secundarias, pensando a la par cómo podrían refutarse siguiendo el método hipotético-deductivo, el cual debe su designación a que dos de sus principales etapas son la elaboración de la(s) hipótesis y la deducción de las consecuencias que deberán ser contrastadas con los datos empíricos (Popper, 1980, 1994); pues, una “teoría que no es refutable por ningún suceso concebible no es científica. La irrefutabilidad no es una virtud de una teoría (como se cree a menudo), sino un vicio” (Popper, 1994:61).[1]

En seguida, la propuesta presentada es referida a los fines amplios indicados por los teóricos de la Escuela de Frankfurt, recuperando para ello la polémica sobre el positivismo en la confrontación entre Karl Popper y Theodor W. Adorno, así como los señalamientos que Jürgen Habermas realiza al primero (v. Adorno, 1973a). Posteriormente, se consideran los aspectos sociales de la propuesta aquí expuesta, con la recuperación de los planteamientos del sociólogo Pierre Bourdieu (2000). Al final, se incorpora la pluralidad de ideas en la propuesta presentada, a la manera como fue expuesto por Paul K. Feyerabend (1989).

Para comenzar, hay que señalar que la “inseguridad urbana” –diferente al concepto tradicional de “inseguridad ciudadana” y que por lo mismo no debe emplearse como sinónimo del primero–[2] se entiende como la falta de “intervenciones que tienen por objeto garantizar la libertad y evitar agresiones entre las personas y contra sus bienes públicos y privados, así como el uso en contra de la ciudad, su equipo y los espacios públicos por sus residentes o visitantes a la ciudad” (United Nations Human Settlement Programme, UN-HABITAT; 2007:3)–.[3]

Ahora bien, conforme al método hipotético-deductivo, el primer paso a ejecutar consiste en el descubrimiento de un problema, mismo que parte de hechos problemáticos, o en otras palabras, hechos que contradicen una teoría aceptada o que no pueden ser explicados de forma adecuada por ésta. Para el caso de esta propuesta, la que aquí escribe centra la atención en la cuestión del imaginario “sin adjetivos” –que al igual que con la distinción entre “seguridad urbana” respecto de la convencional “seguridad ciudadana”, tampoco el imaginario “sin adjetivos” debe de confundirse con el convencional “imaginario social” propuesto por Cornelius Castoriadis–.[4]

Así, definido mínimamente el imaginario como “la estructura interna de relación dLeer más

Visibilizar y reconocer a las mujeres en STEM en los medios de comunicación

Por Angélica Mayoral Campillo[1]

¿Has escuchado hablar del Efecto Matilda? Esto se refiere a la discriminación y prejuicio que se produce en contra de los logros de las mujeres científicas cuyas aportaciones suelen atribuirse a los hombres, mientras ellas permaneces negadas del reconocimiento por su trabajo. El más claro ejemplo de lo anterior es la propia historia del término, pues durante muchos años el concepto Efecto Mateo (refiriendo una crítica a la estructura social de la ciencia que se basa en jerarquías de poder) se asoció a una contribución del sociólogo Robert Merton. Sin embargo, con el tiempo, la científica e historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter denunció que en realidad su escrito se realizó con base en la investigación doctoral de la socióloga Harriet Zuckerman a quien Merton únicamente citaba a pie de página. Fue entonces cuando se estableció el término Efecto Matilda en honor a Matilda Joslyn Gage, una de las primeras activistas que luchó por los derechos de las mujeres.

A lo largo de la historia de la humanidad, los campos de conocimiento han estado cargados de desigualdad de género e invisibilización de mujeres. Esto tiene mucho que ver con la forma androcéntrica hegemónica tradicional de ver el mundo. Estos sesgos masculinos consideran inferior aquello relacionado con lo femenino y están presentes, entre otros espacios, en los discursos académicos y de la comunicación masiva. De hecho, uno de los factores que influyen en la participación de mujeres en STEM (por sus siglas en inglés Ciencia, Tecnología, Matemáticas e Ingeniería) tiene que ver con la parte social, destacan como instancias socializadoras la escuela, la familia y los medios de comunicación.

Por ejemplo, según un informe de la UNESCO (2019), “las niñas pueden sentirse desalentadas a seguir disciplinas STEM si sus pares y su entorno inmediato las ven como inapropiadas para las mujeres”. El mismo informe también señalaLeer más

Sociedad del espectáculo en la cultura digital

Apuntes para repensar a Debord

Por Enrique Pérez Reséndiz[1]

La sociedad contemporánea ha experimentado, desde hace algunos años, una serie de transformaciones significativas con el uso de diversas tecnologías de la información y comunicación, donde las plataformas sociodigitales[2] y otras herramientas de comunicación han adquirido un papel central en nuestras vidas. Estas mismas plataformas han posibilitado la existencia de nuevas prácticas y formas de expresión entre sus usuarios. Uno de estos múltiples usos refiere a la muestra de gran parte de nuestras actividades cotidianas, a la puesta en escena de nuestra vida diaria.

En función de lo anterior, cobra relevancia la noción de sociedad del espectáculo (Debord, 1967) como una categoría analítica que permita pensar las formas de autorrepresentación y autoexhibición de las personas en la sociedad contemporánea, dado que muchos de estos ejercicios de representación en los entornos sociodigitales se centran en aspectos superficiales convirtiendo con ello estas imágenes en un espectáculo en donde la popularidad, el éxito y la apariencia cobran relevancia frente a otros. De acuerdo con Debord, en la sociedad del espectáculo se privilegian la imagen y la representación, y estos dominan los aspectos sociales y políticos; en ese mismo sentido, esta autoexhibición en tales entornos supone una extensión de la sociedad espectacular donde la economía de la atención (Stiegle, 2004) se vincula con la búsqueda de la validación, el reconocimiento y la preocupación constante por la aprobación basada en la imagen.

La intención de este escrito es la de establecer líneas generales de discusión para pensar la noción propuesta por Debord en el marco de la cultura digital y la existencia de plataformas sociodigitales, así como la de establecer puentes con la categoría de extimidad (Miller, 2010) e intimidad como espectáculo, desarrollada por Sibila (2008) como herramientas analíticasLeer más