La Unidad Habitacional El Rosario: el espacio colectivizado

Por Maria de Jesús López Salazar[1]

 

El propósito de este artículo es realizar una descripción de la Unidad Habitacional El Rosario como espacio colectivizado. Se entiende por origen la exposición sucinta acerca de los inicios de la ciudad en cuestión. Para comenzar, es importante decir que la Unidad Habitacional El Rosario se localiza sobre todo en la Alcaldía Azcapotzalco de la Ciudad de México; por sus rasgos de origen, de población, de traza, económicos, entre otros, se ha visto implicada dentro de un ordenamiento territorial que, si bien al inicio fue planeado, progresivamente se ha ido desbordando y ha dificultado en ciertos espacios la integración armónica de sus elementos patrimoniales con la dinámica sociocultural y económica que hoy día se da en este espacio colectivizado.

 

Origen

La Unidad Habitacional El Rosario es un conjunto de viviendas de interés social que forma parte de las viviendas construidas en la década de 1970 por parte de las autoridades federales que dieron paso en esa época a la construcción de una política habitacional del Estado mexicano que reafirmó la relación obligatoria entre el obrero y el patrón de otorgar vivienda.

Vale decir que el derecho a la vivienda que estipula la Carta Magna se institucionalizó por medio de una serie de reformas constitucionales que dieron origen al otorgLeer más

Los dilemas de una interpretación religiosa en política

Por Jorge Yáñez Lagos[1]

 

 

«Los dioses politeístas son de suyo tolerantes: viven y dejan vivir. Son los únicos que aceptan gustosos a sus colegas de panteón. Pero en las religiones monoteístas no ocurre así. Quizás, por eso, sólo en ellas se puede observar el espectáculo de tribunales que procesan a quienes tienen opiniones disidentes; sólo ellas practican las persecuciones religiosas; sólo ellas alientan la destrucción de las estatuas de otras divinidades y, en última instancia, sólo ellas experimentan el fervor de las guerras de religión» (Fragmento apócrifo de Arthur Schopenhauer en colaboración con anónimo).

 

En Religión secular, Hans Kelsen distingue dos clases de cosmovisiones estrictamente dicotómicas para él: una visión religiosa del mundo y una visión del mundo irreligiosa (e inclusive antirreligiosa). Todo esto significa que la historia puede interpretarse de dos maneras distintas. Una de ellas es considerar la evolución de la humanidad como una realización humana (filosofía de la historia); y la otra, como la realización de la voluntad de Dios (teología de la historia)[2].

Primero, para situar este tipo de planteamiento es necesario remontarse al clásico Origen y meta de la historia, publicado por Karl Jaspers en 1949. Desde esta mirada, Jaspers introduce el concepto de “era axial” acontecido entre los años 800 y 200 antes de Jesucristo. En dicho período, en China, en la India y en el Occidente se ofrecen al mundo un conjunto de movimientos intelectuales y espirituales orientados a la salvación humana. En el ámbito político, surgen grandes y poderosos Imperios hegemónicos por virtud de la conquista casi a la par en China (Tsin Schi huang-ti), en la India (la dinastía Maurya) y en Occidente (el reino helénico y el Imperio romano). A esta época, Jaspers la denomina “tiempo-eje”[3].

En ese tiempo se concentran y coinciden un conjunto de categorías fundamentales con las cuales pensamos hasta el siglo XX, dando comienzo a las religiones mundiales. En este orden de ideas, aquí se acentúa la noción de lo universal como un equivalente a aprehender el “origen único de la humanidad”[4], por encima de todas las discrepancias religiosas. Por eso, Jaspers enfatiza que la fundamentación espiritual de la humanidad converge en tres lugares separados entre sí[5]. Sin embargo, también nos habla de una era en la que comienzan por primera vez a producirse combates espirituales por el intento de la persuasión. JaspeLeer más

Inseguridad/Seguridad pública en la Ciudad de México

De la norma jurídica a los hechos reales

 

Por María de Jesús López Salazar (2024)

Desde la creación el hombre ha buscado su protección y la seguridad de los suyos… en los inicios de la humanidad el miedo era latente y éstos buscaban la sobrevivencia al encontrarse rodeados de un mundo extraño. Las prácticas de protección contra los miedos continúan hasta hoy en busca de una ciudad más segura.

 

Es un discurso compartido hoy en día reconocer a la capital mexicana como un espacio de inseguridad y, por consiguiente, generador de miedo urbano, es decir, de la incertidumbre resultante de cómo los sujetos experimentan e interpretan el espacio urbano, significando este espacio mediante la calibración de los factores protectores y, sobre todo, de los de riesgo (Bauman, 2008; Filardo y Aguiar, 2010). Los discursos políticos, los medios de comunicación, los actores sociales organizados de la sociedad civil, los sujetos comunes de la Ciudad de México, todos asumen desde diferentes visiones y por medio de diferentes apreciaciones el estado de inseguridad y de miedo urbano de esta entidad federativa,[1] convirtiéndola en un actor social complejo y multidimensional, pues: “La ciudad se expresa mejor como actor social en la medida que realiza una articulación entre administraciones públicas (locales y otras), agentes económicos públicos y privados, organizaciones sociales y cívicas, sectores intelectuales y profesionales y medios de comunicación social. Es decir, entre instituciones políticas y sociedad civil” (Borja y Castells, 2000:139).

El tema de la inseguridad pública –no así el del miedo urbano– de la Ciudad de México se encuentra en todas partes, pues, por ejemplo:

En la ciudad de México, por lo menos 805 calles de diferentes colonias están cerradas por plumas, macetas, rejas o casetas, lo que impide el libre tránsito peatonal y vehicular, o bien son de acceso restringido, precisa un informe de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSP-DF) entregado a la Asamblea Legislativa (ALDF).

El reporte, fechado el 13 de abril [de 2011] y signado por el titular de esa corporación, Manuel Mondragón y Kalb, detalla que la delegación Cuauhtémoc es la que mayor número de calles tiene con esas condiciones, con 110, seguida por Tlalpan, con 92; Gustavo A. Madero, 85; Álvaro Obregón, 82; Coyoacán, 81; Venustiano Carranza, 75; Iztapalapa, 73; Iztacalco, 68, y Miguel Hidalgo, 44 (Llanos, 2011:36).[2]

Sin embargo, la agobiante enunciación del fenómeno poco tiene que ver con la calidad sobre su debate, o inclusive con la existencia –o no– de la inseguridad pública de la Ciudad de México. Por lo que corresponde a los medios de comunicación –que actualmente se establecen en el espacio predilecto para la consLeer más

Resistir el tiempo

Entre el trabajo y la libertad dentro de las dinámicas de explotación del capital

 

Por Juan M. Fernández Chico[1]

 

Introducción: El Tiempo como Campo de Batalla en el Capitalismo

En este artículo, quiero explorar cómo el capitalismo no solo organiza nuestro trabajo, sino también manipula el tiempo en el que vivimos. A través de esta red invisible, las estructuras capitalistas afectan no solo la economía, sino nuestras relaciones sociales y, lo que es aún más profundo, nuestra experiencia personal. A lo largo de las siguientes páginas, me voy a adentrar en una serie de teorías y reflexiones que intentan entender este fenómeno. Más importante aún, quiero encontrar una salida a este laberinto que hemos construido entre trabajo, tiempo y capitalismo. La gran pregunta aquí es: ¿cómo se configura y redefine el tiempo en el capitalismo? Y aún más: ¿cómo podemos reinterpretar el concepto de «tiempo propio» como una forma de resistencia ante las demandas implacables del sistema?

El tiempo, como concepto y recurso, ha jugado un papel crucial en la organización de las sociedades, pero bajo el capitalismo, se ha convertido en una métrica de productividad. A veces parece que nuestra vida está medida en bloques de tiempo que sirven para generar valor, ya sea en el trabajo o en el consumo. De alguna forma, la vida parece convertirse en una carrera por exprimir cada minuto. Marx, en El Capital (1867/1990), ya hablaba de esto, señalando cómo el valor de cualquier mercancía se mide por el tiempo de trabajo necesario para producirla. Este concepto se conecta directamente con la extracción de plusvalía, esa diferencia entre lo que producimos y lo que realmente nos pagan, y cómo todo este proceso alimenta la acumulación de capital.

Lo que quiero hacer en este ensayo es poner sobre la mesa algunos de los conceptos que nos ayudan a entender cómo el capitalismo manipula el tiempo, desde las ideas de pensadores que me han influido. Primero, vamos a ver qué significa vivir en un sistema que convierte cada parte de nuestra vida en tiempo de trabajo, y cómo la sociedad de consumo ha distorsionado el sentido del tiempo libre. A través de conceptos como los “trabajos de mierda” y la “sociedad del cansancio”, voy a tratar de desentrañar cómo el capitalismo va más allá de las fronteras del trabajo y nos sigue afectando incluso en nuestro descanso.

La propuesta central de este artículo es bastante sencilla: dejar de ver el tiempo como solo dos cosas: el tiempo laboral y el tiempo libre. El tiempo libre no es solo un espacio para descanLeer más

El miedo urbano en la alcaldía de Tláhuac

Por María de Jesús López Salazar

 

Al finalizar el 2017 la Ciudad de México experimentó un sentimiento negativo ante el cual sus habitantes se consideraban inmunes: el miedo urbano, sobre todo porque: “El supuesto oasis que durante años representó la capital Ciudad de México frente al crimen organizado ha terminado por evaporarse con acciones inéditas como el operativo militar de este verano en el sur de la ciudad para liquidar a un capo mediano” (Marcial Pérez, 2017: página Web).

Efectivamente, durante los últimos años –por lo menos desde que Miguel Ángel Mancera Espinosa relevara a Marcelo Luis Ebrard Casaubón en la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal el 5 de diciembre de 2012– los capitalinos han vivido ese miedo urbano entendido como el resultado de la manera negativa en que las personas experimentan e interpretan el espacio urbano. “La idea que subyace es que los individuos ‘leen’ el espacio y calibran los factores protectores, así como los de riesgo. En esta postura es donde con mayor claridad se ancla el miedo a la ciudad, al espacio urbano, (…) en el significado que al espacio urbano le otorgan los sujetos que la habitan” (Filardo y Aguiar, 2010:263-264).

Más aún, el miedo urbano se ha vivido de forma más intensa en la zona oriente de la Ciudad de México. “De acuerdo a la Encuesta Nacional de Seguridad Pública presentada en enero de este año [2017] por el INEGI [Instituto Nacional de Estadística y Geografía], un 95 por ciento de los habitantes deLeer más

Reflexión crítica sobre la concepción o construcción del objeto ciudad

Por María de Jesús López Salazar

La comprensión que hoy se pueda tener sobre las ciudades –en plural y no en el singular homogeneizador de la ciudad– de la ciudad posmoderna –la clase de ciudad parte de quien aquí escribe–, sus dinámicas suscitadas, manifiestas y por venir, depende en gran medida de cómo se entienda la interdependencia entre los procesos de producción del hábitat y del habitar.[1] Las ciudades envuelven en sus bordes asentamientos humanos que constituyen ciudades en proceso.

Ahora bien, es pertinente recordar que el urbanismo inició cuando el ser humano observó, analizó y pensó acerca de cómo tendría que ser una ciudad,[2] y tiene poco tiempo que ese mismo urbanismo –y quien aquí escribe añade que también los estudios de la ciudad– se interesan por las ciudades existentes y sus diferentes cambios. “La planeación territorial por su parte se esfuerza por dejar de asimilar el desarrollo urbano con urbanización periférica. Es así como el concepto de ‘ordenamiento’ del territorio tiende a sustituir al de desarrollo urbano, proponiendo una visión más holística que se aleje de las dicotomías urbano / no urbano o centro / periferia” (Coulomb, 2016a:10).[3] En este sentido, de monocéntrica –partiendo de la dicotomía centro / periferia– la ciudad se ha convertido en pluricéntrica –partiendo de la idea de que “existen distintos órdenes y distintos tipos de espacios urbanos. Entender el (des)orden de la metrópoli implica penetrar en los modos de funcionamiento de estos diversos órdenes, que permiten pensar en la metrópoli como en una realidad compleja resultado de la coexistencia (y de la mezcla) de diferentes ciudades” (Duhau y Giglia, 2008:15)–. Las funciones de centralidad se han desvanecido dentro de la estructura urbana y han motivado la construcción de lo que la academia denomina nuevas centralidades.[4]

Así bien, las diferentes ciudades de la ciudad posmoderna –coLeer más

Necro-política y narco-gobierno de José Reveles

Por Israel Michell Martínez Martínez *

Periodismo de investigación y ciencia política se conjugan en la nueva obra de José Reveles Necro-política y narco-gobierno. Nuevas dinámicas de poder en México, publicada bajo el sello editorial Grijalbo. El libro, dividido en 41 secciones que varían entre 2 y 14 páginas, ofrece un recorrido por algunos de los episodios de violencia, injusticia y corrupción de la historia contemporánea de México. Ahora bien, este recorrido histórico se hace a partir de dos conceptos: necro-política y narco-gobierno.

El concepto necropolítica proviene del homónimo ensayo Necropolítica del politólogo camerunés Joseph-Achille Mbembe, que comprende que la soberanía:

“reside ampliamente en el poder y la capacidad de decidir quién pruebe vivir y quién debe morir. Hacer morir o dejar vivir constituye, por tanto, los límites de la soberanía, sus principales atributos. La soberanía consiste en ejercer un control sobre la mortalidad y definir la vida como el despliegue y la manifestación del poder […]” (Mbembe 19-20).

En un Estado con necro-política habrá exclusión, abandono u olvido de segmentos de la población que se consideran poco productivas o nocivas para el resto, esto puede incluir tanto a migrantes como a nacionales. De acuerdo con Mbembe, este poder se ejerce en lugares en que el Estado ya haLeer más

Daddy Issues: Contemporaneidad y el Electorado Boliviano

Por Luis Xavier Avalos Bozo

 

Cuando Freud y Jung, durante la primera década del siglo XX, conectaron esfuerzos intelectuales en pro de darle forma al análisis de patrones de comportamiento emergentes de complejos psicológicos de la infancia, casi insospechadamente y, en simultáneo, abrieron el debate sobre los roles de dos posiciones de la crianza que hoy, sin mucha complejidad, admiten extrapolación en las formas de analizar y entender a la política boliviana contemporánea.

La época pre-guerra, entiéndase, anterior a la Primera Guerra Mundial y, en algunos casos, extensible al intervalo de separación de los dos grandes conflictos bélicos que delinearon la historia posmoderna, estuvo fuertemente marcada por visiones del ‘deber ser’ de los roles familiares, muy marcadas, en contraposición a, en palabras de Zygmunt Bauman, una modernidad líquida abstraída por el encanto del cuestionamiento desbocado, a la par de la aquiescencia de respuestas inmediatas que conecten con la imperatividad de la urgencia.

Ahora bien, ¿cómo se conecta esto con la nomenclatura elegida para el título? El año 2015, concretamente, el 30 de octubre, The Neighbourhood lanzó ‘Daddy Issues’, un sencillo que formó parte del álbum Wiped Out! y que, grosso modo, hace referencia a las implicLeer más

Programa de Desarrollo Humano Oportunidades / Vicente Fox Quezada (2001-2006)

Por María de Jesús López Salazar

El Partido Acción Nacional (PAN) llegó a la Presidencia de la República a través de las elecciones del año 2000, en una de las coyunturas más importantes del sistema político mexicano.

(…) como resultado de las elecciones del 2 de julio de ese mismo año, el candidato del [PAN], Vicente Fox Quezada, quien encabezaba la coalición denominada Alianza por el Cambio, que incluía al Partido Verde Ecologista de México y al propio Acción Nacional, fue electo Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, provocando la alternancia en el poder al desbancar al candidato Francisco Labastida Ochoa del, en otro tiempo hegemónico, Partido Revolucionario Institucional. (…) De esta forma la democratización se hacía presente en la vida política de la nación mexicana, [pues] la llegada del PAN a la Presidencia de la República que se dio con Vicente Fox significó, por lo menos electoralmente hablando, una transformación en el imaginario colectivo de los mexicanos y las mexicanas. Antes del 2000, daba lo mismo que se votara o no; después del 2000, el voto –y demás elementos vinculantes con éste– se vuelve un asunto de la mayor relevancia, un tema a ser atendido no sólo por los partidos políticos sino por otros actores (Martínez Flores y Valadez Tapia, 2012:26-28).[1]

En tal sentido, los cambios que se originaron en el nuevo sexenio fueron la clara y creciente tendencia de competitividad electoral, el apego a las nuevas reglas del juego y la falta de mayoría en el Congreso.

Por otra parte, el sexenio foxista presentó una gestión deficiente con logros limitados, porque los objetivos planteados para el desarrollo de su administración no obtuvieron los resultados esperados. “Vicente Fox resultó mucho mejor candidato que presidente. A despecho de su gran popularidad inicial, pronto mostró su inexperiencia política y una frivolidad desconcertante” (Krauze, 2010:263). La administración foxista llevó a cabo un ejercicio público con graves problemas de ejecución.

Respecto a la materia de política social, la administración de Fox mostró su compromiso de combatir la pobreza, siendo una de sus primeras acciones la organización del Simposio de Pobreza: Conceptos y Metodología, cuya realización tuvo la finalidad de saber cuántos pobres había en el país, ya quLeer más

La seguridad pública como un factor de fragilidad en el contrato social chileno

Por Jorge Yáñez Lagos[1]

En los últimos años, Chile ha degenerado en los niveles de violencia delictual; lo dicho, particularmente, se revela en el número de casos policiales de homicidios consumados, entre otros elementos. Por ejemplo, en el período 2005-2017 se observó en promedio una tasa de 3,2 homicidios consumados por cada 100.000 habitantes. En contraste, en los últimos seis años (período 2018-2023) se evidenció un incremento significativo de homicidios consumados, promediando una tasa de 5,4 homicidios consumados por cada 100.000 habitantes. Asimismo, en los últimos dos años (2022-2023) la tasa fue de 6,5 homicidios consumados por cada 100.000 habitantes (véase gráfico n° 1).

 

De hecho, al aumento evidente en los últimos años de las tasas de homicidios se añaden otros elementos complejos. Según un estudio del Ministerio Público (2021), se da cuenta de un incremento de casos policiales de homicidios con imputado desconocido de 18% (2015) a 37% (2020), alcanzando niveles preocupantes durante los últimos años. A partir de esto, diversos estudios nacionales y comparados identificaLeer más