Rompiendo el pacto patriarcal: caso Polanski

Por Margarita Mantilla Chávez[1]

Parte medular del posicionamiento feminista[2] se encuentra en su pensamiento, el cual es inteligible, diáfano y profundamente radical en tanto que desmenuza e increpa constantemente a lo que Kate Millet[3] nombró: la política sexual. La política sexual es el patriarcado.

Para la autora, política es: “el conjunto de estratagemas destinadas a mantener un sistema”[4] o “el conjunto de relaciones y compromisos estructurados de acuerdo con el poder, en virtud de los cuales un grupo de personas queda bajo el control de otro grupo”[5]. Lo anterior, se refiere a la estructura de dominación masculina y subordinación femenina, la cual funge como un orden simbólico y material por el que la sociedad se rige y que desde el feminismo comprendemos como el patriarcado, mismo que gracias al pensamiento y praxis feminista podemos desmantelar a través de la introspección, la toma de consciencia de las mujeres encontrándose consigo mismas, organizándose unas con otras con la finalidad de la propia libertad.

Lo anterior no es tarea fácil porque el patriarcado se nos incrusta en todos los ámbitos de la vida. Además, éste es poderoso en tanto que se sostiene de diferentes mecanismos, lamentablemente, bien naturalizados que por lo regular recaen en las vidas de las mujeres, como el amor romántico, la gordafobia, el trabajo doméstico, los cuidados, la querencia y principalmente la misoginia.

Misoginia de manera concreta es el odio hacía las mujeres, que si bien puede ser perpetrado por cualquier persona, no cabe duda que los expertos en ejecutarla son varones ¡Y cómo no hacerlo! si la cultura (que es altamente machista) tiene como sostén el odio hacia las mujeres y el amor entre los hombres, hacia los hombres y para los hombres, imbricándose no solo en las interacciones sociales, sino en todos los ámbitos: laboral, escolar, mediático, artístico, etc.; desembocando, por ejemplo en: acoso sexual laboral, violencia contra las mujeres en el espacio universitario, cosificación de los cuerpos de las mujeres en el cine, la televisión, la música, el arte y más. Desafortunadamente la lista de acciones que propagan misoginia es inagotable.

Lo anterior, como breve esbozo introductorio para dar cuenta de cómo funciona el pacto patriarcal, porque darse cuenta que la sociedad se tiende a regir y entender a partir del amor por, para y hacia los hombres y del odio hacia, por y para las mujeres brinda las claves para entender a cabalidad cómo históricamente a las mujeres se nos supedita cruelmente a los varones, pasando a ser objetos y no sujetas. Objetos sexuales, de deseo, de uso, de desprecio y para satisfacer sus más bajos impulsos, sin importar nuestros propios deseos o impulsos de huir. Con esto quiero hilar a la infinidad de casos por agresiones sexuales, en específico violaciones que históricamente las mujeres han encarnado, pero que hasta hace muy poco simplemente se dejaban en la esfera privada, de lo “íntimo”, por seguir patente la idea sobre que “para ser buena mujer una tiene que hacer lo que el hombre decida”, es decir, seguir en la lógica de subordinación femenina y dominación masculina.

Toda esta lógica patriarcal durante años ha respaldado la naturalización de la violencia sobre los cuerpos de las mujeres. Un claro ejemplo es el Caso Polanski, ese donde fue denunciado por abusar sexualmente de una niña. Con regularidad la agresión que cometió este hombre se minimiza al grado de quedar en el imaginario colectivo solo como un mito urbano, sin embargo, fue un hecho que cambió la vida de una niña de apenas 13 años de edad.

Durante 1977, exactamente durante marzo de aquel año, Roman Polanski llevó a la casa de Jack Nikcholson (quien estaba ausente) a Samantha Geimer de apenas 13 años de edad. Ya habían tenido una sesión de fotos antes, donde la jovencita no se había sentido a gusto (nuestra intuición es potentísima). No obstante, Polanski le pidió permiso a la mamá de Samantha para que ésta  participara en una segunda sesión privada para la portada de Vogue. Cabe recordad que para esa misma portada de revista, tan solo un año antes, Polanski ya había fotografiado a la también menor de edad  Nastassja Kinski, joven con la que el director afirmó haber tenido un affair con todo y ser casi treinta años mayor que ella; Kinski sólo tenía 15 años de edad. La actriz protagónica de Paris, Texas (1984)[6] en varias entrevistas ha negado dicho romance; yo considero que  no se necesitan más explicaciones al respecto, pues está implícito el abuso de poder y sexual por pate de un adulto hacia una menor. Me detengo en lo anterior porque a la madre de Geimer mucho se le achaca de ser la culpable del abuso sexual por parte de Polanski hacia su hija, sin ermbargo, considero que la mujer confió ciegamente en una figura reconocida, que se dedicaba a fotografiar adolescentes y que, recordemos, para la opinión publica fue victima de sucesos trágicos, el más reconocido es el de que Sharon Tate (su esposa), embarazada del primogenito de ambos, haya sido cruelmente asesinada; la mujer confio en un martir, un hombre que vivió una infancia en el holocausto, que su madre fue asesinada en manos de los nazis.

Las circunstancias fatales de vida del aclamado director de cine (aunque no por ello menos macho, violador y patriarcal) me parecen importantes de mencionar, en tanto que no se confió a Samantha a cualquier figura publica, sino a una que el sufrimiento le había atravesado, pero con todo y ello, hombre y altamente machista; con su cerebro en la lógica de que las mujeres (sin importar que sean menores) están dispuestas a saciar sus deseos sexuales desde la cultura de la violación, sin importar los deseos de ella, ni mucho menos la edad, pues como el mismo Polanski lo mencionó en alguna entrevista: “ella no era virgen y estaba muy desarrollada”[7]. Para ser aún más grave todo el asunto, este adulto de 43 años en esa época ofreció drogas y alcohol a la menor de edad, durante la sesión privada de fotos, evento que prometía ser algo profesional, y desde la política sexual, ¿qué más es tan profesional que la agresión de un hombre mayor hacia una muchachita de apenas trece años de edad? Después de obtener lo que quería, Polanski lleva a Samantha a su casa y en el camino le pide que no le cuente a nadie lo que pasó. Samantha le dice a su madre, y ésta lo denuncia. Dicha acción por parte de la madre de Samantha es lo que ha hecho que el director sea fugitivo de la ley en Estados Unidos.

En septiembre de 2009 cien directores firmaron un comunicado donde apoyan la liberación de Polanski luego de su detención en Suiza. Entre quienes firman podemos encontrar a: Woody Allen, Martin Scorsese, Darren Aronofsky, David Lynch, Wes Anderson, Pedro Almodóvar, Guillermo Del Toro, Michael Mann, Alfonso Cuarón, Wim Wenders, Alejandro González Iñárritu, Julian Schnabel, Wong Kar-wai y más. Ese comunicado es un ejemplo muy clarito del pacto patriarcal.

Me alegra escribir desde un contexto donde cada vez somos más las interesadas en desnaturalizar, denunciar, historizar y visibilizar dichas prácticas que promueven la política sexual, esas que se hacen de la vista gorda a las agresiones sexuales que cometen las figuras consagradas de machos depravados (o hijos del patriarcado)  en los diferentes ámbitos de la sociedad, no solo en la cinematografía, también en la literatura, la música, la academia, etc.; Woody Allen, Octavio Paz, León Larregui, Pedro Salmerón, etc.,etc.,etc. Quienes minimizan y consecuentan dichas prácticas generan pacto patriarcal, misoginia y perpretación de la cultura dominante, replican patriarcado y nunca habrá nada trangresor ni innovador ni fantastico en replicar el orden social establecido y convencional.

Dice la madre, abuela, escritora, catedrática de la Universidad de Barcelona, investigadora del Centre de Recerca Duoda y ama de su casa María Milagros Rivera Garretas que:

El movimiento #MeToo es una de las insignias del final del patriarcado precisamente porque ha desenmascarado el contrato sexual mediante la autoridad femenina […] no ha hecho frente al poder: se ha limitado a dejarlo al desnudo, a no darle crédito alguno, atreviéndose a decir la verdad. Y el poder se ha desmoronado solo, incluso su subproducto más asqueroso y delictivo, que es el incesto. La autoridad femenina se ha impuesto, se ha impuesto por sí sola. ¿Cómo? Haciendo evidente, dejando claro, sencillamente mostrándose, que la palabra femenina se sostiene por sí misma, no necesita de pruebas ni de indicios ni de ordalías ni de juramentos ni de careos ni de antinomias: se sostiene por sí sola, sin andamios, como la verdad de las mujeres. Porque la lengua es precisamente materna.[8]

A pocos meses del #MeToo en Estados Unidos, Natalie Portaman, Asia Argento y Xavier Dolan lamentan profundamente haber apoyado a Polanski en el comunicado para su liberación. Piden disculpas públicamente, así como desvincularon su apoyo al señor que supo dirigir muy bien el terror de una mujer poseída por un demonio para plantar su semilla del diablo[9].

En los últimos años Samantha Geimer ha perdonado al pedofilo de Polanski, a través de intercambios por correo electrónico, e incluso el afamado director y agresor sexual le ha pedido disculpas, aceptando la gran mierda que fue con ella al arruinarle la vida en su adolescencia. Las disculpas son lo mínimo y sin titubear hay que enfatizar en la liberación de Geimer, a través de la sanación de su dolor como ella lo haya decidido.

Para las nuevas generaciones que han tomado consciencia sobre el patriarcado nada justifica la violencia contra las mujeres, muchas no podemos concebir ni perdón ni olvido para machos agresores, violentadores, cosificadores de los cuerpos de las mujeres. Desnaturalizar todo tipo de violencia contra las mujeres es romper con el pacto patriarcal, es suvbertir la política sexual y,  por lo tanto, un acto transformativo que módifica esa cultura rancia que dicta que las mujeres somos meros objetos sexuales, de deseo, de desprecio y para cometer todo tipo de vejaciones.

Las mujeres somos la mar, el origen de la vida y merecemos el amor, la brisa, la luz, la tranquilidad para contemplar las formas de las nubes y los rayos de sol cuando entran finitos por las ventanas de nuestras casas; merecemos la satisfacción y plenitud en todos los ámbitos de nuestro trayecto vital. No somos territorio de nadie, porque las unicas dueñas y amas de nuestros propios cuerpos somos nosotras mismas.

 

 

[1] Margarita Mantilla Chávez es socióloga feminista y maestra en estudios de la mujer por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco (UAM-X). Lleva mas de 10 años de formación y organización desde la teoría/praxis feministas en distintos espacios tanto academicos como autogestivos de la CDMX. Desde hace mas de sesis años se dedica de lleno a la coeduación popular feminista. Se interesa profundamente en desmenuzar diferentes temas que encarnan las mujeres a través de la escritura, la tallereda y la gestión de espacios para niñas y mujeres. Apasionada por el cine, la literatura y la música, especialmente donde las realizadoras son mujeres.

[2] Priorizar a las niñas y mujeres, poner en el centro su goce, así como su vida digna, plena y satisfactoria que todas merecemos.

[3] Considerando que ella y otras autoras llamadas por sí mismas radicales de finales de los sesentas y principios de lo setentas en Estados Unidos fueron parte fundamental para el afianzamiento del pensamiento feminista y para nombrar el problema que hasta el momento no tenía nombre, el patriarcado. Se destacan entre estas autoras a:  Shulamith Firstone, Carol Hanisch, Anne Koedt, Pam Allen, Robin Morgan, sólo por mencionar a algunas de ellas.

[4] Millet,Kate,Política sexual, Cátedra, 1997, p.67.

[5] op.cit., p.68.

[6]  Película franco-alemana del año 1984, dirigida por Wim Wenders y rodada en inglés en Estados Unidos. Está protagonizada por Harry Dean Stanton y Nastassja Kinski. Kurt Cobain afirmaba que era su película favorita. Vale mucho la pena verla con el cerebro violeta (aún mejor que gafas violetas, ese no te lo quitas) porque sí que está llena de patriarcado, con todo y la hermosa fotografía.

[7] Existe un documental Roman Polanski: deseado y buscado (2008), dirigido por Marina Zenovich, donde aunque se intenta defender a este hombre, son notables sus prácticas patriarcales, especialmente en las diferentes entrevistas que se muestran. Vale la pena verlo para conocer más sobre el caso.

[8] Abreu Olvera, Mariana. “Entrevista a María Milagros Garretas Rivera”. Revista Pluvia, Recuperado 01 de marzo de 2022 de: https://www.revistapluvia.com/post/entrevista-a-mar%C3%ADa-milagros-rivera-garretas

[9] Aludiendo a su aclamada película Rosemary´s Baby, en España traducida como La semilla del mal.

 

 

 

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