Ce ne sont pas les femmes qui sont fragiles, ce sont leurs droits!

¡No son las mujeres las que son frágiles, son sus derechos!

 Por Irma Lorena Acosta Reveles[1]

Se suele increpar a Oriente medio por el sometimiento cultural y religioso de las mujeres, sin reparar que el control y limitaciones externas al ejercicio de la libertad femenina se extiende en la tercera década del siglo XXI también a occidente. Literalmente, a todo el mundo occidental: naciones globalizadas, con flamantes Estados de Derecho, abiertas e igualitarias en sus postulados cívicos.

La excepción es Francia desde esta primera semana de marzo, pues ha decidido por absoluta mayoría parlamentaria incluir en su Ley Fundamental el derecho de la mujer a optar por la interrupción voluntaria del embarazo hasta las catorce semanas de gestación. El suceso legal de gran significado histórico no fue mero trámite, sino un camino arduo de la ciudadanía encabezada por las movilizaciones feministas, y ahora respaldado finalmente por las instituciones. Un camino de cincuenta años desde la despenalización del aborto en ese país. En México la Suprema Corte accedió a la despenalizó del aborto en el plano Federal, recién en septiembre del año 2023.

Por lo que concierne a Francia, la lucha social y legislativa se apuró a partir de junio del año 2022, cuando en la nación que se ostenta como cuna de las libertades ciudadanas, de la democracia y la tolerancia –Estados Unidos de América – revocó ese derecho a nivel Federal para derivarlo a la competencia de cada uno de sus estados. También fue decisivo en el impulso a esa iniciativa interna el paisaje político internacional, Leer más

Mujer negra

Por Lélia González

Trad. de Irán Vázquez Hernández

 

SITUACIÓN DE LA POBLACIÓN NEGRA

Desde la Independencia hasta nuestros días, todo un pensamiento y una práctica político-social, centrados en la llamada cuestión nacional, han intentado excluir a la población negra de sus proyectos de construcción de la nación brasileña. Por lo tanto, no fue casualidad que los inmigrantes europeos se concentraran en regiones que, desde el punto de vista político y económico, ostentan la hegemonía en la determinación de los destinos del país. Me refiero especialmente a la región Sudeste. Por lo tanto, se puede afirmar la existencia de una división racial del espacio en nuestro país[1], una especie de segregación, con una marcada polarización, extremadamente desfavorable para la población negra: casi dos tercios de la población blanca (64%) se concentran en la región más desarrollada del país, mientras que la población negra, casi en la misma proporción (69%), se concentra en el resto del país, especialmente en regiones más pobres como el Nordeste y Minas Gerais.[2]

Caracterizando brevemente la formación social brasileña, podríamos decir que se estructura en términos de acumulación capitalista dependiente o periférica, con conflictos de intereses de clases antagónicas y donde el sistema político de dominación de la clase dominante es riguroso. Una de sus contradicciones básicas es precisamente

la cristalización de desigualdades extremas entre las «regiones» brasileñas, donde se puede distinguir una región dominante y otras regiones dominadas, unidas en un proceso estructuralmente articulado, y la consecuente reproducción de los niveles de pobreza y miseria en los que viven sus poblaciones.[3]

Resulta que el modelo de desarrollo económico brasileño ha marcado, en las últimas dos décadas, la consolidación de la sociedad capitalista en nuestro país. Altas tasas de crecimiento económico y una rápida urbanización, estimuladas por la intervención directa del Estado, resultaron en un tipo de «integración» de las regiones subdesarrolladas a las exigencias de la industrialización del Sudeste. Como sabemos, la lógica interna que determina la expansión del capitalismo industrial en su fase monopolista obstaculiza el crecimiento equilibrado de las fuerzas productivas en las regiones subdesarrolladas. Se establece, de este modo, lo que Nun caracterizó como un desarrollo desigual y combinado, que, entre otros efectos, remite a la dependencia neocolonial y a un «Leer más

Una radiografía del poder: liderazgo y gestión desde la perspectiva de género

Por Verónica Ethel Rocha Martínez

Introducción

A nivel global las organizaciones experimentan cambios vertiginosos que les instan a pensar en mejores formas de coordinar sus recursos para lograr sus objetivos con miras a desarrollarse y crecer en un panorama globalizado. Por tanto, las necesidades de los colaboradores en estos entornos son fluctuantes y conllevan nuevos retos desde otras perspectivas.

Una de estas perspectivas es la de género, la cual se articula al revisar la gestión y el liderazgo dentro de la representación de las empresas en el contexto mexicano, entendiendo que las actividades sustantivas de quienes detentan el poder en ellas determinan el clima organizacional y, por tanto, las oportunidades de desarrollo entre hombres y mujeres. Es importante destacar cómo la relación entre las actividades de liderazgo implica actitudes y valores que determinan las relaciones entre los colaboradores de cualquier organización.

Es así que la existencia de sesgos de género en la idea de liderazgo sustentado por hombres en las empresas y en los proyectos generados para beneficiar a la población dentro de la gestión pública, pueLeer más

El proceso de masculinización en “Cartas de un viajero” de George Sand

Una alternativa literaria

 

Por Karol Loaiza[1]

La Francia del siglo XIX atravesó diversos cambios políticos luego de la revolución francesa ocurrida en el siglo anterior. Esto abrió paso a posiciones más liberales dentro de todo el territorio, que llevaron a cuestionar el manejo gubernamental y ocasionaron nuevas sublevaciones que buscaban una reforma monárquica. A pesar de esto, la cultura francesa y el orden social establecido era conservadora, a la luz del dominio que la iglesia católica ha mantenido en todo el continente europeo desde la cristianización con los dogmas religiosos que se forjaron en la edad media. Ya que aún no era común la constitución de los estados laicos en países que se regían bajo una monarquía con una religión oficial. Sumado a esto, los pensamientos revolucionarios traídos por la ilustración solo acogían al hombre, y aunque Olympe de Gouges en el siglo XVIII había presentado una versión parafraseada de los derechos universales del hombre, pero direccionados hacia la mujer, los cambios en busca de la emancipación femenina en el país no eran notables. Las mujeres aún sufrían el sometimiento por parte del sistema falócrata, y su participación en el andamiaje de estas sociedades era secundario.

El campo de las artes no era diferente porque no se contemplaba la incorporación de la mujer en la academia y alguna tendencia a participar en dichos espacios resultaba infravalorada. Así, mientras se erguía el romanticismo en Francia, que resaltaba la fragilidad femenina y la superioridad masculina, entra entonces la estrategia de asumir la androginia o, por defecto, la masculinización como una alternativa literaria para las mujeres escritoras. De esta manera, es factible demostrar en “Cartas de un viajero. Extractos” (1998) escrita por George Sand, en una traducción de Anita Gómez de Cárdenas, el anulamiento de cualquier rasgo de feminidad por parte de la autora para someterse a un proceso de masculinización escritural.

En este orden de ideas, esta obra epistolar se acoge a esta masculinización recordando que al hombre le correspondían las estancias públicas y a la mujer las privadas. Por esto solo las Leer más

[contra]Cartografías eróticas

Nuestras fantasías eróticas, sexuales y amorosas[1]

 

Por Marisabel Guerrero[2]

 

¿A quién no le gusta fantasear? ¿Quién no ha pasado largos ratos disfrutando de sus fantasías eróticas?

Sí, sé que en nuestro contexto hay más culpa que gozo, a menos eso dicta la política sexual imperante, y ¿quién no ha sentido culpa alguna vez por fantasear sexualmente con tal o cuales personas, tal o cuales situaciones? Sin embargo, hoy no me enfocaré en las censuras, los temores y/o la vergüenza. Quiero darle vuelo a la fantasía que gusta.

¿Lo más interesante de las fantasías eróticas, sexuales y amorosas, es que son o que no son realizables?

Si nos preguntamos por el terreno de las fantasías eróticas-sexuales-amorosas actualmente, no solo en las parejas, sino en cada una de nosotras, como individuas interconectadas que somos, ¿cuáles serían las reflexiones más apremiantes? ¿las “tareas” pendientes? ¿los placeres compartidos? ¿Las feministas mexicanas, las de treinta, cuarenta, cincuenta y más, hablamos de nuestras fantasías sexuales entre nosotras? ¿y con nuestros amantes/parejas?

¿Qué es una fantasía erótica-sexual-amorosa? ¿cómo se compone? ¿cómo intervienen los sistemas de opresión en la producción de nuestras fantasías?

Marcela Lagarde, en sus Claves feministas para la negociación en el amor (2001), cuando habla de fantasías se refiere a una de las formas en la que los mitos románticos se organizan, se introyectan y se expresan en nosotras. Esta feminista se enfoca en las fantasías amorosas, sin embargo, aquí eLeer más

Una comparativa discursiva

Por Naieli Macías Santibáñez

Alberto Olmos, un escritor español de 48 años, escribe desde 2015 en El Confidencial una columna titulada, Mala Fama. El resto de su currículum publicado en Wikipedia, lo describe como un autor exitoso por tener múltiples publicaciones, un par de premiaciones y menciones honoríficas; así que, por decir lo menos, es un autor que tiene una mediana presencia literaria en un círculo que es pequeño. No sería impertinente entonces sostener que “en su casa lo conocen”, y sobre este contexto se nombra autor y crítico literario; entre sus influencias literarias enlista exclusivamente hombres, todos autores con títulos prestigiosos. Su selección desborda una evidencia de lugares comunes que reposan en lo clásico e infalible de lo que se ha considerado LA literatura y lo que LA literatura ES. Estos reconocimientos han sido y siguen siendo sostenidos sobre los perennes pactos entre escritores y lectores, recalcando aquí, del género masculino. Esto, Olmos lo pondrá en evidencia con su artículo que titula “Chicas, ¿no estáis hartas de vosotras mismas? La producción editorial de autoría femenina ha alcanzado la redundancia más agotadora, publicado en El Confidencial, el pasado 30 de octubre del 2023.

No es de sorprender que estos títulos aparezcan con cierta frecuencia, más de lo que se esperaría. La polémica alimenta el consumo para que se realicen compras en físico o ahora, con el uso de medios de comunicación masivos, de títulos enardecientes, como tipo de nota roja, se jale a lxs consumidorxs a dar click en el enlace, estrategia mejor conocida como click-bait, y así conseguir circulación en los medios y redes de comunicación. El ciclo es infalible porque es práctico y rápido. Se toma el tópico en tendencia y se explota bajo la excusa de un análisis crítico, para atizar el diálogo entre las personas interesadas. Pero es sólo eso, mover lo que ya está en llamas. Estas personas no son quienes inician la hoguera, no se benefician ni perjudican por el calor que ésta emana, por el contrario, resultan el invasor que llega a remover los leños —sin que nadie lo haya pedido o siquiera fuera considerado necesario—, con la posibilidad de ahogar el fuego, ahumando a todxs a su paso. Y cuando es un hombre el que atropelladamente llega a participaLeer más

Visibilizar y reconocer a las mujeres en STEM en los medios de comunicación

Por Angélica Mayoral Campillo[1]

¿Has escuchado hablar del Efecto Matilda? Esto se refiere a la discriminación y prejuicio que se produce en contra de los logros de las mujeres científicas cuyas aportaciones suelen atribuirse a los hombres, mientras ellas permaneces negadas del reconocimiento por su trabajo. El más claro ejemplo de lo anterior es la propia historia del término, pues durante muchos años el concepto Efecto Mateo (refiriendo una crítica a la estructura social de la ciencia que se basa en jerarquías de poder) se asoció a una contribución del sociólogo Robert Merton. Sin embargo, con el tiempo, la científica e historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter denunció que en realidad su escrito se realizó con base en la investigación doctoral de la socióloga Harriet Zuckerman a quien Merton únicamente citaba a pie de página. Fue entonces cuando se estableció el término Efecto Matilda en honor a Matilda Joslyn Gage, una de las primeras activistas que luchó por los derechos de las mujeres.

A lo largo de la historia de la humanidad, los campos de conocimiento han estado cargados de desigualdad de género e invisibilización de mujeres. Esto tiene mucho que ver con la forma androcéntrica hegemónica tradicional de ver el mundo. Estos sesgos masculinos consideran inferior aquello relacionado con lo femenino y están presentes, entre otros espacios, en los discursos académicos y de la comunicación masiva. De hecho, uno de los factores que influyen en la participación de mujeres en STEM (por sus siglas en inglés Ciencia, Tecnología, Matemáticas e Ingeniería) tiene que ver con la parte social, destacan como instancias socializadoras la escuela, la familia y los medios de comunicación.

Por ejemplo, según un informe de la UNESCO (2019), “las niñas pueden sentirse desalentadas a seguir disciplinas STEM si sus pares y su entorno inmediato las ven como inapropiadas para las mujeres”. El mismo informe también señalaLeer más

¿Quiero o no quiero ser madre?

Resistencias y conflictos en torno a la maternidad

Por Anabel Flores Ortega

 

«Ser mujer va más allá de la maternidad.
La feminidad se encuentra en la diversidad de experiencias
y elecciones que nos hacen únicas.»
– Simone de Beauvoir

 

Este ensayo, tejido con las hebras de mi propia existencia, emerge como una manifestación de lo que Haraway (1991) denomina conocimiento situado. Es un tapiz que se entreteje con las fibras de mi experiencia, una travesía atravesada por un complejo entramado subjetivo. Como destellos en la penumbra, mi realidad se revela, como bien lo expresa Amuchástegui (2001), «teñida por los métodos que seguimos para conocerla, y éstos, a su vez, son marcados por la subjetividad del o la investigadora» (Amuchástegui, 2001: 103). Cada palabra, cada reflexión, se despliega como pétalos de un jardín secreto que solo yo conozco en su totalidad. Es un acto de desnudar mi propia narrativa, permitiendo que la subjetividad impregne cada rincón de este relato. Así, en el acto de narrar, se despliegan los matices de mi perspectiva única, marcada por las huellas de las elecciones, los anhelos y las cicatrices que componen mi historia.

En este ejercicio de conocimiento situado, las palabras no son meros instrumentos, sino pinceles que delinean los contornos de mi realidad vivida. Se exploran las sinuosidades de la subjetividad, donde las emociones se entrelazan con las ideas, dando forma a un paisaje donde la objetividad se diluye en la paleta de la experiencia personal. Este ensayo no es solo un ejercicio intelectual; es una danza de la subjetividad, una celebración de la complejidad y la riqueza que reside en el acto de conocer desde la propia vivencia.

Es un eco de mi historia, resonando en las páginas como un testimonio de la intersección entre la subjetividad y el saber, entre el ser y el conocer. En el centro de esta danza literaria, se erige un tema específico: la maternidad. Es un hilo dorado que se teje con esmero, una reflexión profunda que se sumerge en las aguas turbias y claras de este vasto océano de experiencias. La maternidad, como un jardín de flores y espinas, se revela en sus matices, en los momentos de éxtasis y las sombras de la incertidumbre.

 

El mandato de ser madre

A lo largo de mi existencia, he escuchado palabras que resuenan en mis oídos como suaves susurros: «Aunque ahora no lo sientas, verás que un día anhelarás ser madre». También, entre las mareas del tiempo, se entrelazan frases que danzan en mi mente: «Aún estás a tiempo», «Te arrepentirás si permites que el tiempo escape», «El tiempo corre para las mujeres». El tiempo, un enigma que se desliza como sombra, ha sido transformado por la sociedad en un antagonista de la feminidad. Se tejen imaginarios que susurran a los vientos: «Las mujeres envejecen peor que los hombres», «Una mujer mayor ya no sirve, pues no Leer más

Las preguntas que no (te)(me) hago

Por Marisabel Macías Guerrero

Esta contra-cartografía intentará mostrar la inexactitud del territorio, solo una pequeña parte, de las “grandes preguntas” relativas al amor, la sexualidad y la erótica que me habitan, y que por lo tanto también anidan de vez en vez en mis vínculos sexuales y/o afectivos (familia, amistades, pareja, compañeras, etc.), pero que no siempre logro verbalizar para convite. En realidad, las vierto acá como gesto cariñoso, con el afán de compartir con otras a modo de brindis cuestiones que me rondan desde hace algunos meses y que no pretenden tener respuesta, quizá solo ser espejo. Compartir el viaje.

Puedo decir que nunca había tenido tanta estabilidad emocional, física, mental y económica como en los últimos cinco años, y por supuesto eso se refleja en mi actuar, y viceversa, pero no necesariamente en tener grandes certezas (vitales); tampoco significa que no haya momentos de precariedad o desasosiego (en muchos sentidos). Menciono esto porque, en efecto nunca tuve mayor claridad mental, teórica, afectiva incluso, lo cual en ciertos casos me lleva a tener mejor comunicación con las personas que me importan, sin embargo, ha sido en los últimos años cuando se han disuelto fuertes vínculos afectivos, sin que haya podido o querido evitarlo, y desde dentro me rasga el sentir doloroso de no lograr conciliar ideas con otras y otros; o de entregar preguntas que son recibidas como explosivos.

Quienes me conocen saben que soy “una preguntona”, me fascina dar tiempoLeer más

Carmen. Epitafio para la impunidad

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Lavanda

Por Ana Hurtado

 

-¡Damaris, Ven!

Con su cinta métrica comenzaba a rodear algunos ángulos del cuerpo de Damaris y ella, sin poner resistencia, dejaba que Carmen registrara sus medidas en pedacitos de papel. Durante el tiempo que asistió a la escuela, Damaris portó uniformes confeccionados a su medida. Piezas únicas que nacían entre los ágiles dedos de Carmen. La tristeza de Damaris quedó desnuda. No hay prenda capaz de arroparla. Han pasado tres años. En vano, espera esa calidez que con remedios caseros, hilos, recetas de cocina y pláticas le alivió tantas angustias y temores.

La mañana siguiente al festejo por la conclusión de sus estudios normalistas, Carmen llamó a Ema —su mejor amiga— para contarle que el furor de la celebración la había hecho olvidar la hora exacta en que había tocado la cama. Fue la primera persona a quien llamó luego de que la despertaran con una noticia inesperada: tenía novios en casa. Chuy —su segundo hijo— y Damaris —su nueva nuera y su futura confidente— habían pasado la noche juntos. Tenía novios en casa.

Al principio fue estricta con ella, fueron los desayunos matutinos los que ablandaron la tensión entre ambas. El hijo menor de Damaris se acerca a sus piernas. Sus manitas están repletas de esmalte color negro. En una de ellas sostiene el frasquito de vidrio y, en la otra, el pincel empapado. Esto que parecía una interrupción fue, en realidad, un paréntesis para que Damaris recuperara consistencia en las palabras. Estamos sentadas en el patio de la casa de Carmen. El dolor se transfiere poro a poro, y las ganas de llorar se difuminan cortando el recuerdo, es decir, no profundizando sobre esos fragmentos de tiempo donde Damaris sintió tranquilidad y protección.

 En la forma en que también ella me contaba las cosas y pues ya, se fue soltando la confianza. Mientras desayunábamos porque era cuando estábamos nada más nosotras dos o tres. En el desayuno, cuando hacía los hot cakes, siempre me traía la leche, los huevos, la harina y la mantequilla. Extraño mucho hablar con ella.

Todas las mañanas siempre le iba a tocar a su puerta y le decía ya son las 7, las 8 y ya prendía su música. Se bañaba, y luego bajaba con la bocina. Bajaba con su bocina, la ponía y ya decía pues que ya estaba el desayuno. Y desayunábamos.

Ema Domínguez sabe algo que Damaris no. Desde que decidió sumarse a la familia Parral Santos, CarmenLeer más