La participación ciudadana: una manera de enfrentar la inseguridad y el crimen organizado en México

Aldo Saúl Uribe Nuñez[1]

Introducción

Una de las preocupaciones que actualmente se han instalado en el debate público, y que es tema de la agenda gubernamental de muchas ciudades en México y en el mundo, es la inseguridad ciudadana y el clima de violencia urbana atribuido al aumento de la delincuencia y el control de los grupos delictivos. La inseguridad en un entorno urbano cobra especial significado porque es la demanda número uno de la ciudadanía y ha llamado la atención de organismos internacionales, instituciones públicas relacionadas con la prevención delictiva y la administración de justicia, así como de los medios académicos y de comunicación social (Isunza y Hernández, 2001).

Como hemos visto, el crimen organizado y la violencia en el país ha incrementado en los últimos años. Específicamente, en el periodo 2010-2023 se ha visto una exacerbación considerable de la violencia, conductas delictivas y criminalidad en la mayor parte de los estratos sociales del país. Esto a raíz de administraciones públicas pasadas que permitieron el auge de grupos delictivos apoyados por los grupos de poder y el Estado. En dicho sentido, una de las mejores alternativas en este momento para combatir este problema es la organización social, la participación ciudadana y el apoyo mutuo.

La seguridad puede ser entendida como un campo heterogéneo en donde diversos elementos convergen en su construcción. Las instituciones conciben a la seguridad como un tema primordial en la agenda política, económica y social, ya que no sólo aporta bienestar al individuo y a la sociedad en su conjunto, sino qLeer más

Corrientes teóricas para el estudio de la ciudad y lo urbano

Por María de Jesús López Salazar

No obstante que pensadores de lo urbano como Tom Angotti (2013) señalen mediante el concepto de la falacia urbana –la idea de que el problema es en la estructura física de la ciudad, y que la solución consiste en cambiar la estructura urbana– que ni el problema ni tampoco la solución de los problemas de la humanidad son las ciudades, sino las relaciones económicas y sociales capitalistas que son su fundamento, habrá que advertir que la ciudad se hace presente a cada instante entre nosotros, es la ciudad que nos delinea como sujetos políticos, que nos define como agentes de economía; es decir, “el espacio, la ciudad, son significativos, importan, son factores explicativos, de los fenómenos y de las conductas humanas, sociales, que tiene lugar en la ciudad, y la ciudad importa como territorio, importa como espacio, importa como ambiente construido” (Lezama, 2014: s/p.).

Para fundamentar lo anterior, se deberá dar cuenta en primer lugar de las posiciones teóricas de tipo nostálgico que criticaban a la ciudad industrial a finales del siglo XIX, pues éstas tienden a idealizar la ciudad histórica y se proponen el retorno de la comunidad frente a la sociedad que consideran generadora de sujetos individualistas, a raíz de la dinámica del mundo industrializado. Éste es el caso de la corriente culturalista de la ciudad que tiene en Ferdinand Tönnies y Georg Simmel a dos de sus principales representantes.

Ferdinand Tönnies (1855-1936) en Comunidad y sociedad obra de 1887, en donde planteaba que para superar el malestar generado por la metrópoli era necesario retomar a la ciudad tradicional, escenario histórico de la vida comunitaria. (…) A diferencia de Tönnies, Georg Simmel (1858-1918) no criticó la ciudad industrial, pero trató de describir su funcionamiento explicando objetivamente la evolución histórica que ha dado lugar a la sociedad contemporánea. De esta manera reconoció las formas de adaptación desarrolladas por los habitantes de la gran ciudad para lograr superar la tormenta de impresiones e impulsos Leer más

La ciudad posmoderna: comprendiendo un concepto de ciudad

Por María de Jesús López Salazar

 La comprensión que hoy se pueda tener sobre las ciudades –en plural y no en el singular homogeneizador de la ciudad–, de la ciudad posmoderna –la clase de ciudad de la cual parte este artículo de quien aquí escribe–, sus dinámicas suscitadas, manifiestas y por venir, depende en gran medida de cómo se entienda la interdependencia entre los procesos de producción del hábitat y del habitar.[1] Las ciudades envuelven en sus bordes asentamientos humanos que constituyen ciudades en proceso.

Ahora bien, es pertinente recordar que el urbanismo inició cuando el ser humano observó, analizó y pensó acerca de cómo tendría que ser una ciudad,[2] y tiene poco tiempo que ese mismo urbanismo –y quien aquí escribe añade que también los estudios de la ciudad– se interesa por las ciudades existentes y sus diferentes cambios. “La planeación territorial, por su parte, se esfuerza por dejar de asimilar el desarrollo urbano con urbanización periférica. Es así como el concepto de ‘ordenamiento’ del territorio tiende a sustituir al de desarrollo urbano, proponiendo una visión más holística que se aleje de las dicotomías urbano / no urbano o centro / periferia” (Coulomb, 2016a:10).[3]

En este sentido, de monocéntrica –partiendo de la dicotomía centro / periferia– la ciudad se ha convertido en pluricéntrica –partiendo de la idea de que “existen distintos órdenes y distintos tipos de espacios urbanos. Entender el (des)orden de la metrópoli implica penetrar en los modos de funcionamiento de estos diversos órdenes, que permiten pensar en la metrópoli como en una realidad compleja resultado de la coexistencia (y de la mezcla) de diferentes ciudades” (Duhau y Giglia, 2008:15)–. Las funciones de centralidad se han desvanecido dentro de la estructura urbana y han motivado la construcción de lo que la academia denomina nuevas centralidades.[4]

Así bien, las diferentes ciudades de la ciudad posmoderna –conceptualización aplicable a la recién reformada capital mexicana, ya denominada oficialmente como Ciudad de México–, en su diversidad de formas urbanas, funciones Leer más

Libertad de expresión, un mito para el periodismo en México

Por Paola Lizzet Trujillo Trejo[1]

 La libertad de expresión es un derecho fundamental en cualquier sociedad democrática, ya que garantiza el flujo libre de información y promueve la diversidad de opiniones. Sin embargo, en México, el ejercicio pleno de este derecho se ha convertido en un desafío para el periodismo. A lo largo de los años, las y los periodistas mexicanos han enfrentado una serie de obstáculos y amenazas que limitan su capacidad para informar de manera independiente y sin temor.

En el ejercicio profesional del periodismo, la difusión de la información a través de los medios de comunicación se vuelve una tarea complicada, debido a que, publicar materiales que se encuentren ligados a actos que han quebrantado a la ciudadanía por parte de políticos o de los cárteles de narcotráfico termina pagándose, en el peor de los casos, con la privación de la libertad, la privación de la vida.

La capacidad de investigar, recibir y difundir información con exactitud y rapidez tiene un enorme impacto en la salud de la libertad de expresión y en la democracia. Estar informados en esta sociedad mediática se considera el «oxígeno de la democracia», ya que una sociedad informada tomará mejores decisiones y tendrá un amplio panorama de su entorno, la vida política del país, la cultura general, las actividades deportivas, la economía, entre otros aspectos. Sin embargo, la difusión de información en ciertas áreas está restringida, limitando la libertad de acceder, informarse y ser informado, no solo para los periodistas, sino también para la Leer más

Las acciones colectivas conflictivas por la seguridad urbana en la metrópoli de la Ciudad de México

Por María de Jesús López Salazar

Jazmin Yatziri Martínez Jiménez 

y Vanessa Lizbeth Martínez Espinoza

 

La intención de este texto es señalar algunas de las características de las acciones colectivas conflictivas[1] o movimientos sociales alrededor de la seguridad urbana en la metrópolis de la Ciudad de México. El análisis del conflicto por la seguridad urbana puede llevarse a cabo tanto en los procesos de su transformación en un servicio público –o privado–, como en sus rasgos inmateriales, no físicos, que la transforman en un bien económico o en un bien de identidad colectiva.

De este modo, en el análisis de los conflictos por la seguridad urbana pueden ubicarse procesos de búsqueda de identidad colectiva,[2] de legitimidad o de pertenencia; asimismo, liderazgos, ideologías y asuntos políticos, que, en suma, pueden estar –y esto es lo que quien aquí escribe sostiene– estructurando procesos de cambio político en o con la transformación del régimen político mexicano contemporáneo.

 

  1. La certidumbre urbana en controversia

Las controversias por el otorgamiento de la seguridad urbana[3] pueden asociarse igualmente con una caída de la participación ciudadana en áreas que carecen de elementos para proporcionar certidumbre urbana,[4] que en ocasiones generan un tipo de prácticas informales. De esta forma, lo que parece una estrategia política en torno al otorgamiento de la seguridad urbana puede entenderse en otros dos diferentes sentidos.

Primero, se prioriza el otorgamiento de seguridad urbana en la ciudad central de la Ciudad de México. Esto puede relacionarse con el crecimiento electoral que ha registrado la votación por los partidos de izquierda durante los últimos años en dicha área. Segundo, se llevan a cabo acciones paliativas en las áreas con un otorgamiento de seguridad urbana deficiente, con el objetivo de construir redes clientelares. Se trata de una disputa entre actores sociales con intereses concretos y que parecen omitir la realización de un diagnóstico sobre las necesidades de la población. En otras palabras, se atiende con más elementos de seguridad urbana y con el mejoramiento de la infraestructura urbana, como mecanismos para promover clientelas políticas.

Empero, posiblemente la acción que articula la práctica informal con un resultado político puede encontrarseLeer más