Imgen de portada: El despertar de las hormigas (Antonella Sudasassi Furniss, 2019)
Por Ashley a secas
Antes del cine existió el teatro (que continúa siendo una expresión artística relevante), en el que había un coro, el cual representaba la voz del pueblo, o una conciencia colectiva, volviendo a los espectadores actantes. Con la llegada del cine, las corrientes ideológicas y artísticas, esta voz se fue desdibujando, hasta perderse la intervención del público, o la idea de ésta. ¿Por qué este antecedente y la intervención del público es relevante? Porque nos permite contrastar la experiencia de ambos espectáculos para resaltar la importancia de un diálogo entre actores y público, de lo contrario nos volvemos simples receptores, sin injerencia sobre lo que hay en la pantalla.
El cine fue una gran evolución de la fotografía en movimiento; quizá ésta, la foto, logró en algunos casos ser igual de violenta que el cine, relación que guarda con sus palabras de relevancia como: disparo o captura. “La Fotografía es violenta no porque muestre violencias, sino porque cada vez llena a la fuerza la vista y porque en ella nada puede ser rechazado ni transformado” (2009, R. Barthes, p. 104). Éste es el medio del que se valió el cine para su reproducción, dándole a este movimiento la estática que acompaña a la captura.
Por tanto, lo que se propone el presente ensayo es evidenciar las problemáticas de aceptar sin cuestionar las influencias del cine, principalmente las que reproducen la violencia en contra de los cuerpos de las mujeres, y cómo estas se legitiman en el poder. Leer más