15 Letras de tango escritas por mujeres

14. No esperaba verte más

 

Dorita Zárate (Banfield, Prov. De Bs. As., 1917)

Por Miguel García

Teodora María García, destacada cancionista folclórica argentina, que adoptó el nombre artístico de Dorita Zárate, cultivó un repertorio campero acompañada de guitarras. Desde muy joven dio muestras de un talento excepcional y a los 15 años ganó un concurso de canto. Una vez instalada en el ambiente de la radio, era de esperarse que, en algún momento, decidiera incursionar en el tango. Hizo trabajos con Juan Larenza, Ciriaco Ortiz, el pianista Rodolfo Biagi y, en el otoño de su carrera, con la orquesta de Enrique Rodríguez.

Como letrista, nos dejó una milonga titulada «Por ella», con música de Juan José Guichandut. Su obra más conocida es la milonga «Zorzal» (con música de ella misma) dedicada a Gardel, que alcanzó la posteridad al interpretarla Carlos Di Sarli con la voz de Roberto Rufino. Asimismo, escribió «No esperaba verte más», un tango de fina hechura, cuya música también le pertenece.

El investigador José Gobello comentó en alguno de sus numerosos estudios que la revolución de Pascual Contursi (el impulsor del tango canción) fue más trascendente que la de Julio De Caro Leer más

15 Letras de tango escritas por mujeres

13. Tácito

Marisa Vázquez (Buenos Aires)

Por Miguel García

Hace algunos años, tuve una conversación con Marisa Vázquez. Como intérprete de tango, le tocó vivir el viejo prejuicio de preferencia por los artistas masculinos, en menoscabo del trabajo de cantantes femeninas. Transcribo algunas de sus palabras que nos dan luz acerca de su manera de vivir y entender esta situación:

Si bien el tango nos ha maltratado durante mucho tiempo de todas las formas posibles (cito: «Fea», «Contramarca», «Tomo y obligo», «Mi papito», «Esta noche me emborracho», etc.), también hay que reconocerle que para esa época era muy significativo que un hombre llorara y sufriera abiertamente por una mujer, y el tango tiene mucho de eso, las letras de desamor —que componen en gran parte la obra— no son más que eso: un hombre que cuenta cómo sufre por una mujer. esto como para darle un manto de piedad. Pero lo cierto es que el tango se ha ensañado con las mujeres, no sólo desde las letras, sino desde las mismas circunstancias que lo rodean y componen: hasta el día de hoy, cuando buscan un cantante para una orquesta, un espectáculo, una salida a Europa, tiene que ser hombre porque «el tango es macho», dice una vieja y misógina frase.

Asimismo, habló de su proceso como letrista:

Yo comienzo a escribir mis tangos con la necesidad de contar mis historias y las cosas que pasan en una Buenos Aires hoy, y obviamente lo hago desde mi femineidad, soy una mujer. No lo hago con la intención de reivindicar a mi género, aunque pueda ir implícito, lo hago simplemente por contar la historia desde mi lugar, el único que tengo; es decir, desde otro lado de la historia, desde mi propia naturaleza de mujer. Siempre digo que en «Esta noche me emborracho», cuando el poeta dice flaca, fea, fané, descangallada, etc., quizás la mina de la historia pensó «gordo, pelado y con problemas de próstata»; la cuestión es que el tiempo les debe haber pasado a los dos. Así como esa historia hay miles de historias de mujeres que quieren ser contadas, que esperan ser contadas. Yo particularmente lo hago por mi propia necesidad de expresarme; si no escribiera letras y músicas, ya me habría matado.

Lo que intento decir es que es hora de que el tango escuche y diga a la otra parte, a esa mina que si la fajan (como en «Mi papito»), hace la denuncia en la comisaría y vas en cana, a esa «Fea» que ahora no se suicida porque sabe que la belleza está en otro lado. Mis tangos son acá y ahora, mi vida es eso, soy una mujer, una hembra, y desde ese lugar escribo, mis tangos tienen netbook y minas que tienen sexo sin amor, que tienen amor desesperado, bronca y barrio, amigos, sueños y pesadillas, protesta, y todo lo que tenemos las mujeres, nada más, así simplemente.

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15 Letras de tango escritas por mujeres

12. Se va la vida

María Luisa Carnelli (La Plata, 1898 – Buenos Aires, 1987)

Por Miguel García

María Luisa Carnelli, mujer cultísima, fue una apasionada impulsora de la ideología feminista, enfilada en la tendencia creativa de los artistas de la expresión utilitaria; es decir, el arte al servicio de una causa; la suya fue el interés social, la denuncia, el señalamiento de la injusticia en varias esferas y niveles. En aquella época, al aprobarse la «Ley de ampliación de la capacidad civil de la mujer» en 1926, prevalecía una intensa discusión acerca de la situación de las mujeres en ámbitos ajenos al hogar. Comenta la investigadora Florencia Abbate en un estudio sobre la autora:

En esa vital Buenos Aires que se iba llenando de inmigrantes, las mujeres no sólo empezaron a circular por los espacios públicos, sino también a insertarse en el ambiente cultural desde un lugar que ya no sólo era el lugar subordinado de las hijas de las élites que tuvieron el privilegio de ser admitidas como «invitadas» en esos ambientes masculinos —tampoco el lugar de «las esposas de»—, sino a partir de una nueva posición, ganada con esfuerzo, en virtud de una construcción personal en el despliegue artístico y en el desempeño profesional.

 

En medio de esta situación, nuestra autora tuvo el atrevimiento de dedicarse al periodismo después de haber pasado por el matrimonio y el divorcio. Pasó extensas temporadas como corresponsal en varios países, entre ellos España, donde vivió de cerca cada conflicto político y social, que dejó registrado en sus crónicas y reportajes. Habituada a la escritura, publicó varios volúmenes de poesía y narrativa, en los Leer más

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11. El 45

María Elena Walsh (Ramos Mejía, Pvcia. de Buenos Aires, 1930 – Buenos Aires, 2011)

 

Por Miguel García

Durante la convulsa década de los años 60, época de vueltas de tuerca en el devenir social y cultural, se consolidó una figura sui generis en el panorama artístico de su país. María Elena Walsh representa uno de los momentos más altos en la sensibilidad, inteligencia, originalidad, atrevimiento, que experimentó Argentina, al grado de alcanzar un nivel de difusión continental y universal. Autora de una enorme cantidad de canciones que forman parte del cancionero popular, como «Serenata para la tierra de uno», «En el país de Nomeacuerdo», «Como la cigarra», «La pájara pinta», etc., encarna la determinación de la mujer que decide utilizar el arte para extender su mensaje profundo en un mundo en estado de transición.

Todo empezó cuando, desde los 14 años, la niña María Elena presentó diversos poemas en medios impresos; a los 17, publicó un original poemario, Otoño imperdonable, en el que se asoma ya un oído privilegiado para el acento y la disposición de las palabras con sentido musical. El libro llegó incluso a ojos del poeta español Juan Ramón Jiménez, quien le propuso apoyarla y guiarla, así como proporcionarle un viaje a Estados Unidos con él y su esposa, que para la joven significó una fuente de aprendizaje que marcó su obra para siempre.

Al volver a su tierra, la semilla de su vocación viajera prendió, así se decidió a conquistar el mundo mediante la expresión vocal. Formó un dúo junto a Leda Valladares; ambas poetas y cantoras, dieron Leer más

15 letras de tango escritas por mujeres

10. Encendí un cigarro

Carmen Baena (Ciudad de México, 1926 – Ciudad de México, ?)

Por Miguel García 

Carmen Baena Solís es una extraña luminaria en el panorama del tango en México. Proveniente de una familia de artistas (su hermano fue el violinista y compositor Federico Baena, autor de canciones memorables como «Te vas porque quieres», «Cuatro cirios», «Que te vaya bien», «Triunfamos» y otros) estrechamente relacionados con el tango (en los años 70, Federico Baena se presentaba con su orquesta en recintos de tradición tanguera como La Edad de oro, junto con Carmen y el entonces joven cantor José «El Pibe» Baena). Carmelita se presentaba con el nombre de Carmela Carmen, fue cancionista de fina sensibilidad. Su voz, llena de ternura y carácter, muestra una estética muy cercana a la de las grandes cantantes tangueras de la segunda mitad del siglo XX.

Como la mayoría de los artistas mexicanos que conocieron el tango, no se limitó a interpretarlo, se atrevió también a componer. «Encendí un cigarro» transparenta su honda comprensión del género, que supo amar y cultivar con la mayor exigencia. La historia que presenta se inserta en el tema de la nostalgia, con una sofisticación y originalidad que brillan entre el acervo de tangos mexicanos, con vuelos que alcanzan la reflexión filosófica.Leer más

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9. Café sin después

 

Andrea Bollof (Buenos Aires, 1963)

Por Miguel García

El concepto de cantautor en el tango ha sido constantemente invisibilizado. Muchos han sido los cantores que interpretan su obra propia, pero no se identifican con tal denominación. Quizás porque a su labor en la interpretación, el componer y escribir sea considerado un plus. De cualquier modo, no encontramos mejor término para definir el rol artístico de Andrea Bollof.

Como varias de nuestras autoras actuales, ha participado en concursos de composición y de canto, siempre con menciones especiales y primeros lugares. En 2011, fue premiada como cantante femenina en el Festival Nacional de Junín 2011; ese mismo año, obtuvo el primer lugar en el Certamen Hugo Del Carril en la categoría Letras con su milonga «Hojas quemadas», con música de Marcelo Saraceni.

Esto es apenas una muestra de su destacado desempeño como artista. Su preparación incluye estudios en la Escuela Popular de Música del Sindicato Argentino de Músicos; completó el Seminario de Estilos Tangueros Argentino Galván, impartido por la Academia Nacional del Tango y, en la misma institución, el Curso de Letristas. AsistióLeer más

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8. Sin nada más

Vero Bellini (Buenos Aires)

Por Miguel García

Verónica Bellini es egresada de la Escuela de Música Popular de Avellaneda y de la Escuela Nacional de Música J. P. Esnaola, importantes instituciones en Argentina. Con una sólida preparación musical, ha formado parte de diversos conjuntos: Verano Porteño, La Revancha, Las del Abasto, etc.; asimismo, se desempeñó como instrumentista en los espectáculos del legendario Café de los Angelitos y en Complejo Tango. Todo esto, con el rol de pianista.

Su experiencia como escucha de tango la llevó a Piazzolla, de ahí empezó a conocer al resto de los artistas importantes hasta llegar a Gardel. Pero en ese recorrido del tango vanguardista de la segunda mitad del siglo hacia el tango vocal de los 20 y 30, se dio cuenta de que no había suficientes tangos escritos por mujeres (o al menos no suficientemente difundidos). Percibió además cierto dogmatismo de los tangueros más tradicionales, el viejo prejuicio de «lo que se hizo en el pasado sí es tango y lo nuevo no vale la pena ni conocerlo». En ese Leer más

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7. Cómo dormir sin ti

Bereiz (Ciudad de México, 1982)

 

Por Miguel García

Bereiz (Berenice Reyes) es la única exponente del tango electrónico —o, dicho más propiamente, tango fusión— con obra propia editada en México. Desde el principio, ha mantenido una congruencia, una fidelidad a su búsqueda estética, sin ceñirse a moldes concesivos para instalarse en el ámbito de la industria de la música comercial; todas sus producciones han sido independientes, realizadas con sus propios medios y recursos.

Fue conquistada por el tango del mismo modo que la mayoría de las personas aficionadas en las últimas generaciones: por el baile. Pero la bola de nieve fue creciendo hasta que no le bastó sólo bailar: empezó a escribir textos a manera de poemas, se auxilió de músicos para dar melodía a sus palabras, se animó a cantar, viajó a Buenos Aires con la convicción de aprender más sobre el género, su historia, sus raíces, sus códigos, siempre ubicada en el presente y las propuestas más novedosas en cuanto a estética musical y poética. Inclusive, adquirió un bandoneón y comenzó a aprender a tocarlo.

Alguna noche del año 2000, Bereiz llegó a la milonga El Arrabalero, la más longevaLeer más

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6. Garabatos de mujer

Micaela Sastre (Buenos Aires, 1880 – Buenos Aires 1962)

Por Miguel García

Micaela Sastre fue una maestra cultísima que provenía de una familia asimismo ilustre, y autora de buen número de libros de poemas, sobre todo para niños. En su momento, no quiso firmar como suyos los tangos que escribió, pues era inaceptable que el nombre de una maestra tan insigne fuera relacionado con la palabra tango. Por ello, en algunas de sus canciones le daba todo el crédito a su hijo Rodolfo, autor de la música, o usaba el pseudónimo de Michel Tailor, juego en el que vela su nombre y lo trueca por sus equivalentes en inglés.

Esta conducta de ocultar el nombre propio a cambio de un pseudónimo neutro o masculino fue recurrente entre las autoras de la época, primeras décadas del siglo XX. Por supuesto, adoptaban el género masculino con el propósito de la congruencia, pues en sus tangos desarrollaban acciones contadas en voz de hombre. Es curioso que los tangos en voz de mujer («Loca», «Padrenuestro», «De mi barrio», «Volvé», etc.) fueron todos escritos por autores masculinos.

A finales de la década de los años 20, Carlos Gardel, en su búsqueda incesante de material tanguero cantable para llevarlo al disco, decidió interpretar dos piezas de Micaela y Rodolfo Sastre: «Refucilos» y el que tratamos aquí: «Garabatos de mujer».

 

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Garabatos de tu mano

que tan sólo entiendo yo,Leer más

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5. Palermo viejo

Bibí Albert (Buenos Aires, 1944)

Por Miguel García

Con una obra extensa y consolidada, Bibí Albert es una de las letristas del tango más importantes de la generación que apareció después del boom de Horacio Ferrer, Eladia Blázquez y Héctor Negro. Su labor como creadora la ha llevado a impartir talleres de escritura poética. No le es ajeno el hábito literario de la poesía de libro ni el de la poesía de canción.

Fue ganadora del premio OTI internacional en 1994 con su «Canción despareja», y de ahí siguieron innumerables premios en certámenes nacionales e internacionales. Asimismo, ha publicado varios volúmenes de poesía y narrativa; sus textos han sido difundidos en diversos medios impresos y virtuales. Ha sido editora, conductora de radio, ha dirigido cafés literarios. En fin, es una incansable difusora de la poesía, la lectura, la canción y el tango.

En 1998, SADAIC (la Sociedad Argentina de Autores y Compositores) lanzó la convocatoria de un certamen de tangos.  Bibí Albert y su marido, Pocho Lapouble —reconocido músico de jazz— nunca habían escrito ese género de canción; se aventuraron con una melodía fresca, interesante, y una letra honesta, llena de nostalgia. Su «Palermo viejo» fue acreedor del primer lugar. Esto marcó el inicio de una extensa obra autoral tanguística.

 

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Crecí aquí,

a media cuadra de las citas domingueras

de las morochas con los soldados,

en esos tiempos de jugar en la vereda,

de calesita, cine y helado.

     Después me fui,

viví mudando de balcón mi primavera

y echó raíces mi desarraigo.

Y Zannetín también se fue y la panadera

que me vendía caramelos de fiado.

     Pero a ese paso cascabelero

de los mateos va mi costado

hacia el Zoológico, hacia el Botánico,

con paso esdrújulo pasea mi barrio.

     Yo soy de Palermo Viejo,

como Cortázar, como Carriego,

y cuando salgo de tardecita

por los pasajes me los encuentro.

     Yo soy de Palermo Viejo,

pago de Borges, Ferrer y Negro,

y en el bullicio de la placita

vuelve a hamacarme la voz del tiempo.

     Por fin volví,

traje a mis hijos a vivir de otra manera,

entre jazmines, frente al estaño

del almacén donde mi viejo —¡quién lo viera!—

se amanecía con el truco y sus milagros.

     Yo soy de aquí.

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