Los cuerpos dóciles: disciplina

Por Carlos Villalpando Martínez[1]

El presente ensayo tratará de explicar el concepto de Michel Foucault sobre los cuerpos dóciles analizándolo desde la disciplina, desde un enfoque explicativo, en el cuál se mencionarán sus principales aportes teóricos para su mejor entendimiento.

Según Foucault, es dócil un cuerpo que puede ser sometido, utilizado, transformado y perfeccionado, siendo un objeto que puede ser controlado desde intereses particulares para alcanzar ciertos fines u obligaciones de poder.

La disciplina son los elementos que permiten el control minucioso del cuerpo por sus partes, que, en su constancia, permite la impregnación de sus fuerzas, ya que la disciplina fabrica cuerpos sometidos y ejercitados para que operen con los requerimientos que sean necesarios para satisfacer un fin particular.

El cuerpo sometido por la disciplina aumenta sus fuerzas y hace que sus capacidades y energías se encaucen en una relación de sujeción estricta, ya que la representación de la misma está fundamentada en los espacios y su distribución, exigiendo clausura y control en un lugar determinado.

La fábrica o las empresas son lugares cerrados en donde existen patrones de control de los cuerpos, por medio del espacio, el control de la entrada y salida, así como la concentración de la producción que condiciona las actitudes de los individuos.

En los lugares cerrados y de control que supervisan las actividades de los obreros se ha optado por diseñar medios de organización en celdas, lugares y rangos, que son los espacios donde se crea la disciplina y permiten la diferenciación de los mismos para recortar la individualidad, y marcando lugares que garantizan la obediencia, reduciendo costos y tiempo.

El control del tiempo es una actividad que se ha replicado en todos los espacios cerrados de la historia, es un mecanismo que condiciona a los individuos a establecer ritmos y obligar a que se cumplan metas en el trabajo, regulando los ciclos de repetición, haciendo una producción mecánica.

Los cuerpos dóciles se condicionan a las limitantes del tiempo para rendir en las metas de las fábricas,  existe un control y una vigilancia externa para que se cumplan los cometidos de la empresa, en la cual no se permiten las relaciones sociales que pueden distraer a los obreros, ya que el tiempo debe ser aprovechado al máximo.

Para que el tiempo y el control sean precisos debe existir una correlación entre el cuerpo y el gesto. Ya que el cuerpo deber ser un mecanismo preciso, sus movimientos deben ser exactos, para que sea eficaz y rápido en su producción, formando un contexto operatorio en el menor gesto posible.

Las disciplinas controlan el tiempo de los cuerpos y las fuerzas para capitalizar la duración y el tiempo empleado en una tarea, analizando el espacio y la recomposición de las actividades para sumar y capitalizar el tiempo por medio de la organización de las actividades.

Existe también un tiempo disciplinario en donde las actitudes se enseñan gradualmente, a manera de instrucción; se trabajan grupos de aprendices, intermedios y avanzados, que se van imponiendo poco a poco en la práctica pedagógica, especializando el tiempo de formación y separándolo del tiempo del adulto por medio de principios graduales durante fases determinadas de la vida, dando un tiempo para cada estadía.

Partiendo de la construcción del espacio y tiempo como médula disciplinar, se han conformado diferentes escenarios. Así, la escuela es un aparato de encauzamiento en el que cada alumno por distintos niveles se combina en un proceso de enseñanza que exige un sistema preciso de mando.

Las actividades de los cuerpos dóciles deben ser ritmadas y sostenidas por medio de la disciplina, mediante órdenes terminantes breves y claras, sin llegar a ser explicadas para que provoquen un comportamiento deseable.

El concepto profundizado por Foucault es, hasta nuestros días, una forma de abstracción de la teoría hacia la realidad. La creación de nuevas empresas en las que la maquinaria del Estado mexicano ha invertido en terrenos, licitaciones, compras, abstenciones de impuestos, requiere cuerpos dóciles para su cuidado. En ese sentido, nos forman desde las instituciones primarias (En la familia) y secundarias (escuela, trabajo) para que por medio de diversas estrategias te disciplines y te formes como un hombre funcional para la sociedad.

Los tipos de sociedad, han condicionado también la forma en el que las personas se van relacionando, por ejemplo, Durkheim lo visualizaba como los tipos de solidaridad mecánica y orgánica. El primero con relaciones más laxas entre sus semejantes, con acercamientos de cara a cara; el segundo, por su parte, hablaba sobre los modos en los que la sociedad se organiza entre varios tipos de actividades y maquinarias para servir a un fin en específico, permitiendo ser más ordenada. Ese concepto, utilizado en la división social del trabajo, puede ser también explicado con Marx, quién sostenía que al existir un tipo de solidaridad organizada por especialidades, el trabajador requeriría desarrollar menos habilidades y la división del trabajo provenía de una situación de jerarquía, que genera un control social y al final, termina por cansar al trabajador.

En relación a lo anterior, se puede congregar que el Estado necesita cuerpos dóciles, que puedan ser controlados desde un aparato de poder jerárquico, una división social del trabajo laxa, que se relaciona con la disciplina en la que el individuo se ve influenciado a través del medio, las problemáticas económicas, la falta de trabajo y demás deficiencias sociales, que hacen que el mismo individuo sea controlado por alguna de esas determinantes, lo que en un imaginario colectivo, provocaría la revolución y el cambio, aunque se puede inferir que será longitudinalmente.

Conceptos como los que se observan en Foucault y que nos condicionan en la vida diaria son el ejemplo de concientización que debemos observar en nuestros ámbitos laborales, escolares y familiares. Las personas tenemos como factor principal el cambio, es posible dejar de ser los cuerpos dóciles y disciplinados para convertirnos en consientes y generadores del cambio social, en una sociedad ampliamente cristalizada, rota, pero con la posibilidad de discernir, recordando que somos los propios arquitectos de nuestro universo y sólo nosotros podemos hacer el cambio personal y a la larga el generacional.

 

 

 

Referencias.

Foucault, M. (2000). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Siglo XXI.

[1] Licenciado en Sociología por la Universidad de Guanajuato. Maestro en Administración en políticas públicas con enfoque en gestión gubernamental (UVEG). Egresado de la maestría en Desarrollo Docente (Universidad de Guanajuato).

Publicado en Divulgación científica y social y etiquetado , .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *