Las reivindicaciones de las mujeres y la ausencia del cuerpo

Imagen: The 4th wave of feminism, de Ellis van der Does

Por Bianka Verduzco[1]

Alguna vez pensé que es mediante el cuerpo que creamos resistencia y solicitamos derechos. Así pues, la contingencia por el COVID-19 obliga a crear nuevas modalidades de protesta. En estos momentos, qué mujer no extraña poner el cuerpo, pintarlo, mostrarlo, abrazar a la compañera de lucha, tomarla de la mano, sentirse, gritar, acompañar, llorar, cerrar las calles, bajo el principio de feminizar y apropiarse del espacio público gracias a su presencia corporal.

La protesta y su función: ejercer el derecho de reunión y libertad de expresión, para romper con lo cotidiano de la vida pública. Con ello, las mujeres pasan a ser actoras, el cuerpo se convierte en el soporte de una manifestación, su corporeidad es la que expresa problemáticas identitarias y políticas.

Las movilizaciones feministas responden a una naturaleza política-reivindicativa, donde las mujeres componen un tramado vivo, rizomático, que se muestra en sus consignas, carteles, sensaciones, cuerpos, aplausos, colores, emociones; basado en la hermandad y creación de una red conectada gracias a las corporalidades en el espacio, creando un vínculo entre cuerpos y significados que le dan sentido a la protesta.

Pero, ahora, el COVID-19 nos obliga a quedarnos en casa, bajo la idea de salvar nuestra vida, aunque para miles de mujeres la contingencia no ha hecho más que aumentar las violencias patriarcales arrebatándoles la vida. El virus nos prohíbe tomar las calles y, frente a la ausencia de poder, colocar el cuerpo en el espacio público. Por las ordenes del Estado, que prohíbe las reuniones en espacios públicos, las mujeres debemos recurrir al uso de las tecnologías para solidarizarnos en torno a una demanda con el uso de hashtags, marcos para las fotografías de perfil, post feministas, retweets en nuestras redes personales conmemorando un día en especifico o compartiendo alguna denuncia, creando una hermandad digital.

Los últimos sucesos digitales que dan muestra de esta práctica, la cual parece ser el futuro del ciberactivismo, fueron el pasado pañuelazo virtual del 24 de abril por la conmemoración del reconocimiento y aprobación de la Interrupción Legal del Embarazo en CDMX desde hace 13 años, acción que demostró la hermandad y el apoyo digital de miles de mujeres que compartieron fotos e imágenes de ellas con sus respectivos pañuelos verdes; la siguiente, el 26 de abril, el día de la visibilidad lésbica, donde las mujeres compartían fotos ante la necesidad de mostrar su existencia como feministas y lesbianas; un evento más se trata de madres que convocan a marchas digitales por sus hijas e hijos desaparecidos en Jalisco; entre otras actividades más que se han visto en estos días.

Lo que parece es que, gracias al COVID-19, éstas serán las prácticas feministas que dan muestra de que lo personal es político, pero nos enseñan que lo digital también lo es. Nos encontramos, pues, ante una nueva fase feminista digital donde ya no se presenta el cuerpo en la vía pública, sino que, ahora, una foto basta para solidarse y hermanarse en un movimiento que ha tomado ya el espacio virtual.

 

  1. Bianka Verduzco: Mujer fronteriza que vive en la ciudad de Tijuana, participa en el movimiento feminista de su ciudad, forma parte de la colectiva Acompañamiento Feminista; Aborto seguro red Tijuana, organización que socializa información sobre derechos sexuales y reproductivos y da a acompañamiento e casos de aborto seguro, estudiante de la carrera en Historia por la Universidad Autónoma de Baja California, entusiasta escritora, feminista, abortera y fronteriza.
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