Un análisis a la teoría feminista desde el pensamiento crítico y la frónesis del situarse en el lugar del otro, para un entendimiento

 

Por Nelly Corona Pacheco y Eric Rodríguez Ochoa

 

R E S U M E N

Importantes son los análisis que se hacen desde la interdisciplinariedad, cuyos caracteres son la cooperación entre varias disciplinas, así como compartir los conceptos y metodologías de una a otra. De esta forma, el pensamiento crítico y la hermenéutica serán las herramientas fundamentales en el análisis de la teoría feminista en la autora Simone de Beauvoir y su texto El Segundo Sexo, desde la frónesis, nos situaremos en el lugar del otro; en este caso, en un escenario ficticio donde el masculinismo es quien libra la batalla de no cosificación, vinculándolo en todo momento con el pensamiento crítico. En los años 90´s, los estudios interdisciplinarios ayudaron a comprender las teoría desde diferentes marcos conceptuales, utilizando esta herramienta en el presente trabajo, que se ha realizado desde dos visiones: una autoría en conjunto de Nelly Corona Pacheco y Eric Rodríguez Ochoa, para hacer un análisis a las teorías feministas; las cuales siguen vigentes en su análisis e interpretaciones  pues ayudan a entender el posicionamiento del otro, desde su fundamento. Lo haremos, entonces, siguiendo el hilo conductor del razonamiento, argumentación y metodología para fundamentar las premisas de este ensayo.

 

Introducción al pensamiento de Simone de Beauvoir

Las obras de Simone de Beauvoir continúan inspirando a futuras generaciones de filósofos. Su trabajo ha moldeado en gran medida el pensamiento moderno a través de su enfoque en la individualidad, la sexualidad, el feminismo y el existencialismo. Se ha convertido en una de las exponentes más conocidas del existencialismo junto a Jean-Paul Sartre.

Una característica del pensamiento de Beauvoir, poco estudiada al hablar sobre la libertad, es que ésta “[…] debe ser pensada desde las interacciones humanas y sus realidades singulares”. Ello ya supone un problema, porque la dinámica social se mueve desde los ámbitos del posicionamiento o jerarquía y pone en desventaja a un individuo que no está en posición. Con dicha premisa entendemos: el derecho al voto es una libertad, luego entonces, el derecho al voto es una interacción humana y real. Sin embargo, nos muestra Simone de Beauvoir que esto no es así, pues, aunque sean válidos los argumentos que se puedan decir sobre esta libertad, no necesariamente son verdaderos.  Si la conclusión se sigue de las premisas, hay validez, pero la autora analiza si las premisas son verdaderas para su solidez y descubre que no, pues todos somos libres, al menos en el discurso naturalista de los autores franceses del siglo XVIII. Pero Beauvoir [1]va más allá, considera que en la libertad humana hay matices. Estos son generados desde una tradición hegemónica masculina que reconoce al hombre como “el distribuidor de virtudes”. Podríamos aquí pensar, como una vez mencionó Jacques Maritein en una conferencia en Toulouse, que “Todos los hombres son libres ante la ley siempre y cuando no se me pregunten las causas de esta libertad”

En palabras de Tucídides: “Todos los hombres son iguales” (menos los esclavos y las mujeres) y aquí entendemos un problema de igualdad y es ¿Qué es igualdad?, ¿Igualdad para quiénes?, ¿Quiénes han decidido, reflexionado y puesto en práctica lo que consideran como igual?, ¿Cuándo conviene hablar de igualdad? Por ello, en el estudio de la ilustración que abordó Adorno y Horkheimer, “la razón instrumental”, “razón práctica”, resulta importante para la autora el análisis de la coherencia e incoherencia aplicada a las mujeres. “Hijas no queridas de la ilustración”, aunque sería mejor decir “hijas olvidadas”, pese a que en realidad no hay un olvido, más bien no quisieron que fueran parte de la historia de la filosofía. De esta forma, radicalizar es romper el esquema de “los distribuidores de espacios”, cuestionar la ilustración y sus referentes.

Para Beauvoir, la libertad ha de iniciar por la toma de consciencia, en primera instancia; es la aceptación de ese poder reivindicativo que poseen los individuos para poder transitar a la praxis. Si bien considera que la paradoja “lo que nos libera es a la vez lo que nos condena”, al tomar consciencia de ese modelo masculino y tomar distancia, la libertad, entonces, adquirirá un carácter de liberación ante un mundo confrontado.

La libertad está en relación con la consciencia, nos dice la autora; desde una lógica comparativa, entendiendo por la misma las relaciones entre premisa o argumento, entre la consciencia y la libertad, que se menciona desde una inferencia no deductiva, por lo que se alcanza a ver una información que está contenida en la premisa. Si bien la libertad implica primero una consciencia del modelo masculino, se deja ver también que, en esa misma libertad, es en la medida también que se vive bajo esa condena patriarcal.

Situémonos ahora desde la perspectiva de un escenario ilusorio, donde el hombre masculino es quien libra batallas para lograr su libertad y la no cosificación de los cuerpos, en un ejercicio de posicionarse en el lugar del otro desde seres de existencia, parafraseando el pensamiento de Simone de Beauvoir de su libro El Segundo sexo.

 

Tú callas, yo era. Tú hablas, yo soy

No es que queramos ser libres, pero lo soñamos, pensamos en levantar la voz, en ser escuchados y vistos. Así, en un análisis sobre el posicionamiento del pensamiento de Simone de Beauvoir, plasmado en El Segundo Sexo, proponemos un escenario ficticio donde quien necesita ser visto son ellos, no nosotras, donde el masculinismo sea la batalla a seguir.

El 8 de marzo, hubo una movilización en el centro de la ciudad. Más de dos mil hombres salieron a marchar para defender sus derechos. Con las consignas de libertad y no cosificación. Están cansados de ser vistos como objetos, de sentirse que solo se les considere como un receptáculo de semillas para la reproducción.

Quieren ser iguales en derechos que las mujeres, ocupar cargos públicos y caminar por la calle sin miedo a ser violentados.

No quieren ser más hombres, no necesariamente por serlo serán fuertes o galantes, piden que sus sentimientos puedan ser expresados, sin preocuparse del qué dirán. El ser hombre es sólo una construcción social, se nos pide y se nos enseña a ser masculinos desde la niñez. Somos dueños de nuestro cuerpo y, por lo tanto, quien decide el cómo y el cuándo. No queremos ser proveedores de semillas, queremos ser existencia, proyectarnos al mundo y existir haciendo.

En ese escenario supuesto, alcanzamos a observar que el hombre refiere a una igualdad como se observó en el apartado anterior. Expresan sus aserciones causales pues consideran el motivo de su no expresión, es decir, demandan “ser tratados igual”, sin embargo, a lo largo de la historia no son los que han escrito y descrito los movimientos sociales de los cuales son partícipes, como hasta ahora, dicha demanda de igualdad es un “recordamiento” de que en realidad “estamos presentes”.

Con todo ello, ¿Qué es un hombre?, ¿Solo es un receptáculo de semillas?, ¿Acaso la masculinidad la segregan las gónadas? Todos, hombres y mujeres, no importa, deberían ser considerados seres humanos. 

“El problema del hombre siempre ha sido un problema de mujeres.” [2] Las premisas que se sugieren en este imaginario remiten a la situación inversa de la mujer, donde el hombre es el partícipe de esta lucha, con lo cual buscamos mostrar cómo es necesario ponerse en el lugar del otro para encontrar argumentos que interpelen las necesidades desde los lados contrarios, entendiendo por argumento el conjunto de premisas que tienen una relación inferencial que se sustenta en una conclusión. Toda argumentación deberá analizarse para determinar si existen relaciones análogas o disanalogías, según sea el caso.

 

Cuando todo está creado y no recuerdas nada: apuntes sobre el género

El género ocupa a las contrapartes femeninas y masculinas, es una categoría para leer los cuerpos, una invención, es interseccionalidad entre géneros y éste debe de tomar en cuenta la cultura, el contexto, la educación y la clase social, es un algo que no es estático, cambia, se construye y se deconstruye para rechazar la imagen fija. [3]

El género es el cúmulo de muchas especificidades, no le pertenece solo al sujeto, sino también a la comunidad desde la sociología y la historia; pensemos en individuos con particularidades específicas, que comprenden desde su educación, su etnia y sus costumbres, entonces, no podemos pensar que todo está dicho, todo puede ser revisado y planteado de nuevo.

En ese sentido, el género debería ser considerado para cualquier proceso de análisis desde los símbolos, instituciones y su relación estática.

Como género, vivimos de la misma manera y nos afecta lo mismo, todo está ligado al entorno, pero entonces ¿por qué no hay empatía?, ¿por qué el otro es un instrumento y nos volvemos insensibles?, ¿Será que no existe la conmutabilidad entre seres? Todo lo que se puede afirmar es que existen dos sistemas de reproducción en la naturaleza que coexisten, estos dos se ocupan de perpetuar la especie, y la salvedad de quién es quién es mero accidente, irreductible y contingente.

Entonces, ¿cómo defender la soberanía del ser, sino dialogando entre nosotros? debemos aprender que todo muta, que existirán nuevas formas de sensibilidades y éstas son parte del entorno. El iterar la idea de ver los posicionamientos desde el otro no es más que conocer su punto de vista, escuchar y tratar de entender lo que necesita, lo que siente y lo que piensa. No es posible un entendimiento sin la apertura de pensamiento, esto es, el sabernos parte de un todo que se mueve con la intervención de cada individuo. No rechacemos ser una conciencia colectiva para la transformación. Recordemos que el género es pensarlo desde la simetría, pero con características implícitas respecto a cada grupo cultural y social. La igualdad ganada es la relación entre leyes y derechos, desde el terreno cultural, y ello ya supone una relación inferencial entre igualdad y leyes: existe igualdad en relación con las leyes, luego entonces, las leyes regulan la igualdad de los seres.  Si hay igualdad es que hay regulación en las leyes que la permiten.

“El sexo siempre fue género, con el resultado de que la distinción entre sexo y género no existe como tal” [4] Es condición necesaria establecer que el género debería estar incluido en la praxis, donde no solo se contemple lo femenino y lo masculino, ya que las características de grupo abarcan lo social y cultural. El hombre y la mujer como denominación es una construcción de poder que limita la libertad de ambos. Sartre, en su libro de 1943 El Ser y la Nada, menciona: “El hombre nace libre, responsable y sin excusas. Así, la existencia no es ejemplo de un género, es individual y única”.

 

Nadie muere ni comprende por mí

 “La existencia —dice— no tiene atri­butos fortuitos, no tiene contenido que no contribuya a darle su forma, no admite en sí misma el hecho puro, porque es el movi­miento mediante el cual los hechos se asumen.” [5] El sujeto se afirma a través de los proyectos como trascendencia, por lo que el ser existe haciendo, ese hacer es superarse constantemente para alcanzar su libertad, su expansión hacia un futuro es la justificación de la existencia.

El ser no tiene denominación de género, es existencia, es hacer. Entonces, si la existencia no tiene femenino o masculino ¿qué diferencia hay en las acciones y proyectos que se desarrollan por los sujetos?, estos no deben ser evaluados por la construcción social, sino por la libertad de hacer y la trascendencia de los mismos hechos. El ser en el mundo implica una posición del cuerpo y un punto de vista sobre ese mundo, pero no hay características particulares para la estructura que se enseña de la valoración entre hombre y mujer, ya que es específica y cada uno como construcción social se conflictúa con su existencia autónoma y su ser otro,  pues se les enseña que deben cubrir un perfil específico, el cual no parece adaptarse del todo; aparentemente se vuelven objetos que renuncian a su autonomía. Mientras menos ejerzan su libertad para comprender, captar y descubrir, menos recursos tendrán y menos se afirmarán como sujetos.

Si hablamos de existencia, no debería de hallarse diferencia entre los sujetos masculinos y femeninos. Aunque hay hechos innegables como la complexión o la capacidad de engendrar, esto no los exime de diferenciarse entre ellos y aceptar las construcciones sociales y culturales, más bien se deberían de complementar y escucharse, pues pertenecen a una especie humana que trasciende haciendo, y qué mejor, que hacerlo juntos, en relación. Sabemos que las conectivas lógicas de relaciones entre sí pueden afectar el valor de verdad del antecedente y la causa, por lo cual la importancia de aprender a diferenciar a los sujetos de su causa particular, entendiendo que sus características los hacen parte de un existir haciendo y no solo del ser individual, pues cada acción afecta al cuerpo social.

 

Conclusiones

La pregunta sugerente es ¿la necesidad de ser y de libertad existen desde el nacimiento? Cualquier ser tiene un ánima que lo mueve y busca lo que quiere ser no solo en las construcciones sociales en forma y fondo, sino lo que vive para entender lo que quiere llegar a ser. En este orden de ideas, no necesariamente se debe seguir un sendero marcado por las reglas de la sociedad; los deseos y las capacidades puede que no se vinculen con lo establecido, que el anhelo de ser y hacer sea en demasía totalmente diferente a lo que se espera.

La sintaxis del sujeto no debe sujetarlo, al contrario, habrá de tener la libertad de construirse a su imagen y deseos, pues en las construcciones sociales aceptadas solo existe la promesa y la esperanza de que todo cambiará y surgirá lo que debe ser y no lo que quiere ser. Si seguimos esa dirección sólo se deconstruye sin un fin en sí mismo.

El despojo de la individualidad no parece ser un malestar, porque no se lucha por lo que se debe ser, simplemente el sujeto se deja pensar y entonces ¿dónde se pelean las batallas?, ¿En el interior del ser o en el exterior?

 

 

 

[1] Simone de Beauvoir, El segundo sexo,34.

[2]Simone de Beauvoir, El segundo sexo, 36.

[3] Rita Segato, Contra-pedagogías de la crueldad,2018.

[4 ]Judith Butler, El género en disputa, 1990.

[5 ]c.f. Simone de Beauvoir, El segundo sexo,15.

 

 

 

Bibliografía.

Simone, de Beauvoir, El Segundo Sexo. España.  Ed: Catedra. 2015

Jean, Paul Sartre. El Ser y La Nada. Argentina. Ed: Losada. 2004

Rita, Segato. Contra pedagogías de la Crueldad. Argentina. Ed: Prometeo libros. 2021

Judith, Butler. El género en disputa. España. Ed: Paidós. 2007

 

Obras de consulta.

Joan, Scott. Género, una categoría útil en el proceso histórico. S.F.

Martín, Heidegger. Ser y Tiempo. Chile. Ed: Universitaria. 1997

Tópicos de Filosofía Feminista y Hermenéutica Dra. Carolina Terán.

Tópicos de Pensamiento Crítico.  Dra. Mónica Livier.

 

 

 

Publicado en Feminismo e Identidad y etiquetado , , .

2 Comentarios

  1. Muy interesante desde donde se aborda la problemática del feminismo. Es un tema en que me estoy adentrando y estos ensayos, ayudan a comprender mejor los temas en cuestión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *