El mito del currículum intercultural en el sistema educativo formal

Por Carlos Eduardo Fonseca Largo

charly-edu@hotmail.com

Introducción

Para comprender por qué es un mito el Currículum Intercultural en un sistema educativo formal oficial donde el Estado Nación controla su funcionamiento, debemos analizar la institución educativa, el currículum formal y la escuela como mecanismo de poder, orden y control hegemónicos, dominados por los grupos privilegiados que han impedido un cambio verdadero al sistema escolar e implementado una idea de la diversidad por medio de las características de raza, etnia y nación.

Asimismo, se debe entender que el ingreso del currículum intercultural al sistema escolar formal no fue la solución a los problemas de igualdad y justicia, que es lo cotidiano en la escuela, sino todo lo contrario, se utiliza como un dispositivo de control cultural que se construye desde la diferencia de raza, etnia y nacionalidad que usan los grupos hegemónico, y les permite recrear las desigualdades, discriminación y etnocentrismo desde la misma interculturalidad.

Por lo tanto, es fundamental comprender la integración del currículum intercultural en un sistema educativo hegemónico con las características y configuraciones ideológicas, sociales, políticas, económicas y culturales de los grupos dominantes; se requiere un análisis profundo de hasta qué punto el sistema educativo oficial, representado por el currículum formal, es respetuoso y permite ingresar al sistema educativo con las características ontológicas del currículum intercultural, y cuáles serían las fronteras que delimitarían o les condicionan.

Se propone una construcción del currículum intercultural desde las concepciones críticas y emancipadoras, donde estén fuera las condiciones ideológicas del Estado o los grupos privilegiados. Su construcción es compleja y dinámica, con todos los actores que construyen el tejido social, y recordando que los grupos hegemónico son los principales en recocer e inmiscuirse en la idea de la interculturalidad.

En primera instancia, se analiza el Sistema educativo desde las perspectivas de la institución educativa como una esfera ideológica para la construcción de la cultura hegemónica y su legitimidad al aplicarse el currículum formal para la diversidad cultural. Se estudia el currículum formal construido con la lógica prescriptiva donde se limita la crítica del docente y el estudiante para encajar en el contexto práctico de la legitimidad de una cultura hegemónica. Por último, se analiza la idea de la escuela como un mecanismo y dispositivo donde el currículum formal funciona.

En el apartado siguiente, se examina el Currículum intercultural como construcción de la cultura desde la diversidad de raza, etnia y nación. Se Inspecciona la interculturalidad y el currículum intercultural como dos caras de la misma moneda, como una especie de extintor contra fuegos de los movimiento sociales indígenas, que pretende un cambio en el sistema educativo donde estén presentes los grupos invisibilizados. Por último, se estudió las condiciones para su funcionamiento en el sistema educativo formal.

1. Sistema educativo formal

La institución educativa

La institución es entendida como estructuras de sistemas complejos que influye en los seres humanos de forma interna más que externa; supuestamente beneficiosas, independientes y neutras de ideologías; que difunde instrucciones culturales desde la diferencia de raza, etnia y nacionalidad; así como los valores y normas morales que forman el hábito, la observación, el sentido común y la aceptación de la normalidad en la cotidianidad. De esta manera, y con la ayuda del Estado, se legitima el poder y garantiza durabilidad a los grupos privilegiados. Según Appadurai (1999), la dominación de la sociedad se crea a través de la imaginación, los ciudadanos son disciplinados y controlados por los estados, por el mercado y por otros intereses (Santos, 2005). En ese sentido, y en pocas palabras, las instituciones sitúan las reglas que las personas deben cumplir.

El desempeño de las instituciones que afirman servir, y su mejoramiento, depende de la asignación de mayores recursos administrativos por parte del Estado, a su vez, las mismas institucionalizan los valores de los grupos privilegiados y conducen inevitablemente a la polarización social (Ivan, 1978). Así como las instituciones pueden estructurar, restringir y promover los comportamientos individuales, también tienen el poder de moldear las capacidades y el comportamiento de los seres humanos en forma de cultura. En ese sentido, los hábitos constituyen el mecanismo clave en esta transformación (Hodgson, 2011).

En conclusión, la institución educativa es el sistema político, social y cultural donde se reproducen las ideologías, las reglas y las normas morales, en su mayoría, manipuladas por la clase domínate para producir relaciones materiales y simbólicas de dominación. Dentro de las escuelas, crean hábitos que configuran una realidad basada en las costumbres y cotidianidad que los opresores han creado. Por lo tanto, la institución educativa desempeña un papel mediador entre la conciencia del individuo y la realidad social mitificada por los grupos privilegiados. Además de reproducir sujetos seleccionados y jerarquizados. Al respecto, debemos recordar a Counts, Smith, Stanley y Shores, quienes mencionan que el principal papel que juega la institución educativa es la reproducción cultural del grupo privilegiado que está en el poder como un modelo único que se debe enseñar y difundir.

El Currículum Oficial

Desarrollar un concepto adecuado para el termino Currículum es complejo, al ser manipulado, su significado cambia de acuerdo a las necesidades de los grupos sociales, no obstante, aun estos lo caracterizan y lo distinguen con adjetivos. Así, por ejemplo, en la teoría del currículum tenemos El Currículum Formal, El Currículum Oficial, El Currículum Oculto, El Currículum Emancipador y el Currículum intercultural. Estas peculiaridades, entre otras, hacen que el concepto Currículum sea polisémico y apele a una realidad difícil de entender en una definición sencilla, esquemática y clarificadora, por la complejidad misma del concepto (Sacristan, 2010). Pero todos coinciden que el Currículum formal es el único escrito, declarado y autorizado por el Estado Nación; es un componente fundamental que trasmite cultura homogénea en la institución educativa; crea y recrea una especie de guía para la reproducción de la desigualdad en las Escuelas, la legitimación, la ideología, el poder y la producción de una cultura especifica.

Al instaurar un Currículum formal en la institución educativa, no es neutral, encarna los compromisos con las Políticas del Estado Nación y las estructuras económicas específicas, las cuales, una vez puestas en práctica, contribuirán a la desigualdad. Se nos presenta como una invención reguladora del contenido y de las prácticas implicadas en los procesos de enseñanza y aprendizaje, es decir, que se comporta como un instrumento que tiene capacidad para estructurar la escolarización, la vida en los Centros Educativos y las prácticas pedagógicas, pues dispone, transmite e impone reglas, normas y un orden que son determinantes en la construcción de una identidad, etnia, nacionalidad, de una misma cultura. Ese instrumento y su potencialidad se muestran en usos y hábitos, en el funcionamiento, en la organización escolar, en la distribución del tiempo y el espacio, en la especialización del profesorado y, fundamentalmente, en el orden del aprendizaje (Gimeno Sacristán, 2010).

Por lo tanto, el currículum formal es el mecanismo utilizado por el Estado Nación, con dos sentidos: primero, como un plan de estudios; segundo, como un fenómeno del sistema educativo. Comúnmente se les estudia por separado y no se les relaciona en un todo, lo que quiere decir que toda la estructura del currículo oficial es un complejo de unidad, patrocinada por las instituciones estatales, y éstas, a su vez, por los grupos hegemónico, para ser el único difundido en un territorio de manera prescriptiva. Cargada de ideas en los contenidos, como un plan de estudios y la forma en que se debe enseñar, pero también para crear pautas ideológicas de dominación por medio de la legitimación, fundada como una forma de falsa conciencia que distorsiona la imagen que uno tiene de la realidad y que sirve a los intereses de las clases dominantes (Bersntein, 1988). De esta forma se ratifica la ideología de la legitimación de un grupo domínate como fuente de cultura y beneficiosa.

Además, el currículum es formal siempre y cuando el conocimiento impartido en las aulas reproduzca la desigualdad, la estratificación social y mantenga en el poder a la elite social. Tal y como indica Freixo Mariño, tradicionalmente, el Currículum ejercido en las Escuelas cumple un destacado papel en la reproducción social, cultural y económica del Estado: prepara a los jóvenes para ocupar un determinado rol social; transmite normas y valores que son legitimados por una Cultura, trata de lograr una adecuada y armónica incorporación del individuo al mundo laboral (Viñao Frago, 2006).

A esto se suma una carga ideología que forma parte del Currículum: santifica la existencia de la legitimación de la Cultura dominante como un interés general que preocupa a todos y que se impone en la escuela como un modelo de normas, valores y conductas que los seres humanos deben naturalizar. Cuando los sistemas de percepción incorporados por las personas se colocan frente a las estructuras de relaciones asimétricas que condicionan sus formas de percibir lo social, la realidad se convierte no solo en insumos de pensamiento, sino que produce y refuerza categorías socialmente aprendidas; la ideología, la legitimidad y el poder convergen en la construcción de la Hegemonía como una cultura dominante en la Escuela.

Por último, el Currículo Oficial, además se ser una planificación, es una especie de receta prescriptiva cargada de ideologías que legitiman el Poder, mediante Qué, Cómo y Cuándo hay que enseñar y evaluar para que el ser humano ingrese a una sociedad del progreso y desarrollo económico preconfigurada. Sin especular demasiado, el Currículum comprende, entonces, los propósitos que guían la acción, así como la acción misma (Valdés Vera, M. y O. Turra-Díaz, 2017). Como resultado, el Currículum Formal ha creado una Escuela como una especie de dispositivo de poder, legitimidad e ideología, eficiente y potente, que ha naturalizado las relaciones jerárquicas de la sociedad capitalista y la hegemonía de una Cultura domínate, que ha sepultado otros tipos de Culturas. Así, el Sistema Escolar de hoy en día desempeña la triple función que ha sido común a las iglesias poderosas a lo largo de la historia, es simultáneamente el depósito del mito de las sociedad, la institucionalización de las contradicciones de este mito, y el lugar donde ocurre el ritual que produce y encubre las disparidades entre el mito y la realidad (Ivan, 1978).

La Escuela

Comenzaremos por decir que igual que las instituciones, el sistema escolar y el Currículum no son neutrales, la Escuela, por su naturaleza, tampoco lo es. Al ser manejada por el Estado Nación, su funcionamiento está expuesto a ser manipulado, ha pasado a convertirse en agente portador y transmisor de valores, de normas socialmente aceptadas, naturalizadas en un sentido común que varía en función de los intereses del grupo privilegiados. De este modo, podemos comprender que las instituciones de conservación y distribución de la cultura, como las Escuelas, además de repetir los mismos formatos de hace un siglo atrás, crean y recrean formas de conciencia que permiten el mantenimiento del control social sin que los grupos dominantes tengan necesidad de recurrir a mecanismos de dominación violentos (Apple, n.d.).

La Escuela, que no es un espejo pasivo, sino una fuerza activa, la cual sirve también para legitimar las ideologías y formas económicas y sociales que están íntimamente relacionados, es un mecanismo de violencia simbólica que legitima las relaciones de dominación, concibe una ilusión social e individual de personas libres, creencias e interese generales que favorecen a todos (Bourdieu & Passeron, 2009). Así, resulta cada vez más evidente que la Escuela es utilizada con propósitos hegemónicos, manteniendo las fronteras del elitismo. Entre otros modos, mediante su enseñanza y trasmisión del contenido que no es más que la Cultura dominante legitimada de alto estatus de élite cultural, que se utiliza como dispositivo o filtro para la estratificación económica. Tal como lo plantea Antonio Gramsci, para quien la Escuela es un instrumento para formar intelectuales que se especializan en el diferente campo social y clases sociales (Gramsci, 1975).

Además, la Escuela desnaturaliza o deshumaniza al ser humano, en el sentido de Paulo Freire, pues en un inicio se construye una infraestructura física, bloques, ladrillos, espacios, la organización de los propios edificios escolares se establece para la reproducción de las desigualdades sociales. Asimismo, en la manera simbólica ideológica, la Escuela, con ayuda de los docentes, enseña tácitamente a los estudiantes que son seres humanos inacabados, deformados, una lógica para asentar la construcción de la legitimidad domínate donde se propone a la personan acabada, completa, civilizada y bien formado en valores, normas y disposiciones. Para Paul Nizan, los docentes son los ideólogos de intelectuales. Ellos interactúan con la clase social privilegiada de la burguesía y mantienen un orden Burgués, pero no les dejan relacionarse entre su élite cultural. Por ello, resulta ficticio decir que el Currículum es una construcción realizada entre profesores y alumnos, y en general, la creación activa de todos aquellos que directa e indirectamente participan en la vida de la escuela, pues en la realidad no sucede así (Rasco & Félix, 1994).

Para Iván Illich, la Escuela es un dispositivo de control que desempeña las funciones de custodia, selección, adoctrinamiento y aprendizaje que se relaciona con la edad, maestros y currículum. Modificando una idea de comunidad idealizada, pretende desglosar el aprendizaje por medio de las materias, para incorporar en el alumno un currículum hecho de ladrillos prefabricados por las elites dominantes y medir el resultado en una escala mundial. La escuela vende currículum, atados de mercancías; en un símil con una fábrica, la producción del currículum comienzo con la investigación científica, fundada por los ingenieros de la educación, que predicen la demanda futura y las herramienta del montaje, dentro de los límites establecidos. El distribuidor que es el profesor, entrega el producto terminado al estudiante, que es el consumidor, cuyas reacciones son cuidadosamente estudiadas y tabuladas a fin de proporcionar datos con el objetivo de preparar el modelo siguiente (Ivan, 1978).

2. El Currículum intercultural

La interculturalidad en el sistema educativo

Para empezar, es necesario comprender qué es la Cultura, un término muy amplio y por lo tanto, en este artículo, no se hace un estudio minucioso ni detallado sobre su concepto o teorías. Más bien, se enfoca en entender su significado ideológico, social y su impacto en la construcción de la interculturalidad.

La Cultura va más allá de la que se obtiene en el sistema educativo como la Historia, Cívica, Matemática, Biología. Consiste en modelar la realidad, llenar de ideas, normas, comportamientos, creencias, actitudes; contenidos ético-morales socialmente aprendidos para comprender el mundo que rodea al individuo. Se encuentra en los diferentes grupos sociales, abarca todos los aspectos de la vida individual, social e institucional; reconstruye el pensamiento y el comportamiento que le sirve al individuo para entender un fragmento de la realidad que se nos presenta sobre el mundo, e intervenir en él (Harris, 2000). Asimismo, las culturas dejan de ser algo que se tiene que interpretar, describir, tal vez hasta explicar, desde las ideas mono culturales para convertirse en una fuente de explicaciones por sí misma. Esto no significa que ninguna forma de definición cultural pueda ser útil por sí sola, pero se supone que la apelación a la cultura únicamente puede ofrecer una explicación parcial de por qué la gente piensa y actúa, cómo lo hace o de cuáles son las causas que los llevan a alterar sus maneras, costumbres y realidades (Kuper, 1999).

Dentro de este orden de ideas se reconstruye el término interculturalidad que se refiere a complejas relaciones, diálogos, negociaciones e intercambios culturales, políticos, económicos y sociales, de manera horizontal. Busca desarrollar unas interacciones no jerárquicas entre personas, conocimientos, saberes y prácticas desde la diferencia. Además de impulsar activamente procesos de intercambio que, por medio de mediaciones sociales, políticas y comunicativas, permitan construir espacios de encuentro, diálogo y asociación entre seres y saberes, sentidos y prácticas. Una interacción que reconoce y que parte de las asimetrías sociales y de poder adecuar al “otro” y “nosotros” como sujetos y no como objeto con identidad, pero al mismo tiempo diferente (educacion, 2005, pág. 15). En esta lógica, y por lo tanto, no se parece a la interculturalidad que como institución se nos presenta a modo de la única alternativa de integrar las diferencias culturales a la realidad educativa. A diferencia de la monocultura, la pluriculturalidad, la multiculturalidad, que es un hecho constatable, la interculturalidad, desde la razón anterior, no existe. Más bien, se ha servido de ella a manera de unidad que fortalece el sistema de la desigualdad y la exclusión con pretexto de la integración de la Educación Intercultural (educacion, 2005, pág. 7).

Por lo tanto, para desarrollar un Currículum intercultural dentro del sistema educativo, se debe resignificar la interculturalidad desde los paradigmas críticos emancipadotorios. Para eso, es necesario reconceptualizar las políticas del Estado Nación, donde se forman el sentido común, la normalidad, las desigualdades, las exclusiones, y que las naturalizan; redefinir el término y significados de cultura, comprendidas desde la lucha de poder y la uniformidad; reconstruir un revisionismo histórico donde estén presentes todos los grupos sociales excluidos en la historia oficial. Construir una ciencia donde no se legitime la Ciencia Moderna todo poderosa occidental, sino que se reconozca a los saberes como formas del conocimiento del mundo.

Dos polos opuestos de la misma cara de la moneda

Dentro del mismo Currículum intercultural existe contraposición; por un lado, el que es aceptado, manipulado y dominado por el sistema educativo oficial, le permite hasta ciertos límites su funcionamiento, y el otro, que se representa desde la crítica y la emancipación de los pueblos oprimidos.

El Currículum intercultural permitido desde el oficialismo aparece en América Latina como un currículum contra hegemónico con grandes diferencias con la lógica, estructura y diseño del Currículum Oficial o Formal; aparentemente, busca la justicia, la inclusión y la igualdad en las instituciones escolares. Pero, su problemática fue controlada y autorizada por los grupos privilegiados, hasta el punto de que la hegemonía lo legaliza y lo legitima; marca dónde y cómo se debe aplicar. En ese sentido, sigue siendo una construcción binaria e individualista del “Yo” y los otros, dualista en su entorno; rurales y no urbanos; indígenas, afro descendientes y los blanco. Su ontología se mantiene en la razón de un sistema de exclusión y desigualdad.

Con estas características y limitaciones, el Currículum intercultural, a mediados de los años noventa, ingresa al sistema educativo en América Latina, dirigido especialmente por los grupos indígenas como una victoria de las luchas de los pueblos excluidos. No obstante, lejos de ser una bandera de reivindicación y emancipación, se ha trasformado en una condena, pues le otorga un mayor control al Estado sobre los grupos minoritarios; obviamente elimina los efectos más extremos, pero su estructura se mantiene sobre los conocimientos, estrategias metodológicas, a saber, qué se debe, cómo y para qué enseñar. De esta manera, el Sistema educativo oculta las divisiones y el clasismo social. Al parecer, sigue siendo un currículum prescriptivo dictado por la institución, el Estado y los grupos hegemónicos, por lo que tiene una carga de ideología y cultura dominante que, igual que el Currículum Oficial, descontextualiza la realidad de los pueblos y grupos invisibilizado. Además, pretende construir una identidad nacional sobre las nacionalidades individuales, una gestación estadocentristas, como apunta Santos; la adopción de criterios de normalidad y de normalización avalados científicamente confirman que crean una gran exclusión y discriminación, así como la estigmatización o demonización en las diferencias observables de raza, etnia y nacionalidades en relación con los patrones hegemónico, de forma tal que se ha creado una mayor exclusión en los grupos sociales especialmente indígena (Santos, 2005).

El Estado Nación, en tanto, resulta el heraldo de la diversidad cultural y de la autenticidad de la cultura nacional, pues internamente ha promovido la homogenización, discriminación, exclusión y la uniformidad, aplastando la rica variedad de culturas locales existentes en el territorio nacional a través del sistema educativo. Si bien el currículum intercultural abrió nuevas oportunidades para el ejercicio de la tolerancia, el ecumenismo y la solidaridad, debemos tomar en cuenta que su funcionamiento es controlado por el Estado y los grupos hegemónicos que facilitan las formas de manifestaciones de intolerancia, chovinismo, racismo y xenofobia dentro de la misma nación. Por otra parte, la mayoría de los rasgos culturales están configurados abrumadoramente por una enseñanza socialmente condicionada por ideas y comportamientos cuando es utilizada la idea y el significado cultura que sirve para la diferencia de los demás.

3. Condiciones para la intervención del Currículum intercultural desde la crítica emancipadora

Para que el Currículum intercultural crítico emancipador esté presente en todas sus dimensiones, sin ser objeto de manipulación y control, se deben crear ciertas condiciones dentro del sistema educativo:

Comprender que el Currículum intercultural crítico emancipador no es exclusivo del indígena, si bien es cierto que la mayoría de los movimientos sociales son indígenas debemos entender que siguen siendo una estructura clasista en el sistema educativo y que el oficialismo permite su aplicación en todo el Estado. Es necesario reestructurar un currículum intercultural crítico emancipador con la presencia de todos los actores sociales, incluyendo a la élite, de esta forma se pretende un verdadero diálogo y ecología de saberes con miras a la equidad y la justicia.

Excluir las prácticas de la desigualdad y la exclusión dentro del sistema escolar; la desigualdad se da en la subordinación jerárquica dominada por el principio de conocimientos, poder y economía. La exclusión es un fenómeno social y cultural naturalizado en el sistema educativo, se trata de un proceso histórico a través del cual una cultura hegemónica, por medio de un discurso de verdad, crea una prohibición y rechazo, establece límites de lo normal y lo que no es normal, lo legal y lo ilegal y excluye al distinto. En ese sentido, es preciso eliminar el pensamiento dualista o binario dentro del currículum intercultural para no producir etnocentrismo desde los pueblos oprimidos, ni la Codificación binaria de la raza del tipo “nosotros” y “ellos”. El acceso a lo humano, en otras palabras, siempre había estado condicionado a ser el “civilizado” y no el “bárbaro” (Hall, 2019).

A su vez, es necesario resignificar los términos Indio, Raza, Etnia y Nacionalidad. La institución determina al indígena como formas de categorías, generalizadas inferiores, de la colonización, lo cual resulta un proceso de homogenización en contraste con el yo y el diferente. La categoría indio o indígena es una categoría analítica que nos permite entender la posición que ocupa el sector de la población así designado dentro del sistema social mayor del que forma parte, define al grupo sometido a una relación de dominio colonial y, en consecuencia, es una categoría capaz de dar cuenta de un proceso, el proceso colonial, y no sólo de una situación estática (Bonfil Batalla, 1972).

Se necesita, entonces, construir un currículum intercultural crítico emancipador descartando la naturaleza de Cultura desde la diferencia en raza, etnia y nacionalidad, así como las relaciones de poder, que siempre están presente en el currículum formal y se heredan al Currículum intercultural, donde se expresan con mayor crudeza los discursos raciales, pues constituye uno de los mayores y más persistentes sistemas de clasificación de la cultura humana y, como tales, también son siempre sistemas discursivos: sistemas para la representación y la organización de las prácticas en torno a uno de los grandes hechos de la sociedad humana, básicamente, el hecho de la diferencia. Esto significa entender que la Raza del indio o el negro surgen como diversidad, aparecen con la objetivación del ser humano y el otro, es esencialmente una categoría construida, histórica, social y política, que se basa en un conjunto de categorías raciales biológico. Es así que la exclusión crea especificidades culturales vinculadas a los microclimas regionales, étnicos, raciales o religiosos. Asimismo, la etnia aparece como una representación cultural, complemento social al significado biológico científico de la categoría de raza. Considerando que un pueblo no sólo comparte una lengua o costumbres comunes, sino un ethnos, su sentimiento de estar conectados o de pertenecer al grupo y, en consecuencia, su versión de la identidad cultural resulta notablemente limitada y homogénea. Por su parte, la etnia, como categoría aplicable para identificar unidades socio-culturales específicas, resulta ser una categoría de orden más descriptivo que analítico. Hacemos referencia a las características distintivas de cada uno de esos grupos y no a su posición dentro de las sociedades globales de las que forman parte; estamos nombrando entidades históricas que alguna vez fueron autónomas, que hoy están colonizadas y en el futuro se habrán liberado, sin que el paso de una condición a otra las haga necesariamente desaparecer, porque no se definen por una relación de dominio, como el indio, sino por la continuidad de su trayectoria histórica. En realidad, la etnia en este sentido fuerte, es una forma de identidad cultural que aunque esté construida histórica y culturalmente, está poderosamente ligada al sentido de lugar y de orígenes del grupo, un etnocentrismo a la inversas; sentido que llega a estar tan unificado en muchos aspectos y durante un periodo tan largo a través de generaciones, en el espacio social compartido y a través de las historias compartidas que muchos lo viven y lo imaginan no como una construcción de discurso, sino como si hubiera adquirido la perdurabilidad de la propia naturaleza, sin olvidar su origen como homogeneizadora.

El currículum intercultural crítico emancipador registra la etnia como un término construido desde los grupos hegemónicos, no obstante, reconoce que existen identidades más abiertas, hibridas, complejo en un todo construido en tiempo y espacio, que no pueden cartografiarse en términos de naciones, ni monocultura o pluricultura, van más allá de estos términos, un sitio de resistencias donde se debe conseguir la emancipación de los pueblos latinoamericanos, no como la diferencia con el otro, sino por cómo se relaciona con el otro y los otros y los nosotros (Hall, 2019).

Por último, excluir el término de nación del currículum; creer que el ser humano, y especialmente un grupo étnico, debe tener una nacionalidad y que ello es imperante para su reconocimiento, bajo la lógica de que cuando se crea una nacionalidad, por ende se debe desplazar a las otras, es una ecuación que debilita las distinciones nacionales. En el Estado Nación occidental moderno, la idea de nacionalidades no solo ayudó a crear estándares de alfabetización universal y a generalizar una única lengua vernácula en toda la nación, sino que también quebró el dominio de la iglesia, creando así una cultura secular homogénea en Occidente, en la que el logro de la homogeneidad se consideraba crucial para el mantenimiento de las instituciones culturales nacionales (Hall, 2019). La idea de nación no solo crea identidad política, sino significados simbólicos de poder y lealtad frente al otro y de las virtudes de la individualidad de un solo hombre, a saber, heroísmo masculino.

Conclusión

Es necesario reconstruir el concepto y el significado del Currículum intercultural dentro y fuera del Sistema Educativo Formal. Se habrá de replantear desde las concepciones, perspectivas, realidades y contextos latinoamericanos, además de comprender que el Currículum Oficial es ontológicamente distinto al Currículum intercultural, y tanto su aplicación como el funcionamiento desde el criticismo emancipador serían una utopía deseable en la sociedad de la globalización cultural.

Además, el Currículum intercultural debe reconocer los diálogos culturales desde todas las perspectivas, tejidos y construcciones sociales, evitando de esta manera el etnocentrismo desde los grupos oprimidos. Construidos y legitimados por los grupos oprimidos, y legalizados por el Estado, es crucial un replanteamiento del proceso des-colonizador o giro descolonizador, que reivindique lo subordinado, sacándolo del lugar subalterno que ocupa. Los esquemas mentales preestablecidos por los colonizadores. Un Currículum intercultural apegado a la praxis teoría y práctica de la realidad de los pueblos y grupos sociales. En suma, si no hay un cambio, quien siempre va a pagar es la generación que sigue.

 

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Carlos Eduardo Fonseca obtuvo su título en Licenciado en Ciencias de la Educación en la Universidad Central del Ecuador, una especialización en Patrimonio Históricos en la Universidad Andina Simón Bolívar sede Ecuador, la Maestría en Ciencias de la Educación en la Universidad Indoamerica, Finalmente es candidato Doctoral en Ciencias de la Educación, en la Universidad Nacional de Rosario Argentina.

Docente ocasional en la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE) y en la Universidad Politécnica Estatal del Carchi. Área de Educación e Historia.

Actualmente es docente de Educación media en el Institución de educación Fiscal Amazonas.

Su interés está alrededor de la investigación educativa, sociología de la educación, epistemología, Currículum e Historia de la Educación.

Expositor del Simposio Historia y Geografía Latinoamericano; organizado por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador con la investigación; Eurocentrismo en el sistema educativo.

 

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