Krizia Fabiola Tovar Hernández nació en el Estado de México, en 1996, estudió la licenciatura en Ciencias Humanas en el Centro Universitario de Integración Humanística. Algunos de sus escritos aparecieron en las revistas Reflexiones Alternas, Poetómanos, Prosa Nostra mx, Teresa MAGAZINE, Revista Literaria Pluma, Revista Literaria Monolito, Más literatura, clan Kutral, Vertedero Cultural, Circulo Literario de Mujeres, Perro Negro de la Calle, el Morador del Umbral, La página escrita, La liebre de fuego, y El templo de las mil puertas.
Luciérnagas
Ocaso de delirios estivales,
poesía de horas muertas,
entre manos de hiel he vivido,
¿cuáles fueron los puntos cardinales?
¡Un cuervo soy tras su eterno adiós!
Sonrisas de demonios me han perseguido por un lustro,
ocultan detrás de la espalda arcos para buscar de mi vuelo
su oscuridad, bebida amarga vertida sobre mis pupilas…
¿Quién acompañará a mis alas ahora?
¿Qué hay detrás de esta neblina de lágrimas?
Aquel imperio de poetas muertos.
Perdida a través de sombras de cipreses,
condenada a una jaula de espinas,
sirenas cantan catastróficos augurios,
esperanza extinta un día de marzo
cuando vi el bosque bañado en sangre
de hadas muertas por fauces de lobos…
¿Nacerá otro negro amanecer?
A último segundo en la tierra
del infierno miro alquimias de luz
detrás de un almendro azul,
dos luciérnagas rodean
mis plumas de ébano…
¡Me elevo junto a ellas!
Fundan una nueva era,
tras el Apocalipsis floreció otro edén.
En una tormenta en medio del mar
volaron un cuervo y dos luciérnagas,
¿podrían nunca alejarse ya de mí?
Sus caricias se abren paso por mis plumas,
y su fogata eterna regalan
para el prisionero de piel carmesí
en su prado cubierto de tinieblas…
¿Quién acompañará mi vuelo ahora?
¿Qué hay detrás de esta neblina de lágrimas?
El reino de las luciérnagas…
Cascada
Una batalla mortal de una guerra sin fin,
desde el pueblo de Judas hasta una costa,
mi cuerpo con mil cortadas forma un río carmesí,
a cada rastro brota el nombre de Bruto,
y agoniza el cuervo tatuado en mi cadera,
calcinado por el fuego del abadón …
Un cielo tan negro como los ojos de aquel hombre
al proclamar mi exilio tras clavar sobre mi espalda
la daga de su nueva reina, parece regocijarse
con mi sabor a metal y carne quemada…
De repente me mira la estrella constante,
niña perdida que nunca se apaga,
hace años busco sus tristes pupilas,
mas siempre me difuminan con el viento,
yo conozco sus razones no hace falta preguntar,
yo conozco la daga de mi traición en su cuerpo celeste.
¿Qué esperarían de traidores como yo?
¡No merezco otra muerte que ésta!
Mas ella estalla en una cascada plateada,
agua preciosa que besa mis llagas
con granos de arena enterrados gritan plegarias,
mientras ella susurra una canción de cuna.
Vieja amiga, ¿ya has olvidado la historia?
¿Por qué me estás curando?
No he sido la primera traidora de tu vida,
mi nombre está escrito en la lista de pecadores.
Quizá, su naturaleza astral confía ciegamente,
ella, amiga de mis insomnios y lágrimas,
ella, único lugar donde el pasado no habla,
ella, entrega su corazón como nepente,
de mi propio destino mortal viene a salvarme,
quizá, ella no es lo que mi redención merece…
¿Así se vive la vida después de la muerte?
Dormir entre sus brazos de plateada corriente,
de lejana constelación, ¿ella ha perdonado mis faltas?
Ahora mi piel tiene cicatrices y suspira…
Regresa por mí
Justo al último paso hacia la cima
Pandora soltó una avalancha y
caímos como el pobre Sísifo,
mas nuestras manos continúan
entrelazadas como una muralla
que enfrenta a Cronos.
Pero hoy debes marcharte lejos de mí,
quizá a una tierra exótica de canarios,
quizá ya no querrás las tinieblas de esta
Mujer Cuervo que te adora como a su rey.
¿O quizá estaré tan ciega?
Aferrado a mis extremidades
me ruegas no te suelte, no me vaya,
hoy todas tus sombras se llenan
de un resplandor azul,
conozco todos aquellos laberintos tuyos
donde pocos, donde nadie tiene acceso.
Apenas, abrí mis ojos para ver la familia que ambos somos,
abrazo a tu hermosa madre y estrecho la mano de tu padre,
apenas, veo a mis alas de cuervo tu refugio por estos tres años,
con tus lágrimas incrustadas en mis plumas negras.
Apenas, comprendo tu llanto entre aquella enredadera
de rayos de marzo cuando imaginabas mi muerte, lo lamento.
Apenas, vi tu peor pesadilla: perderme…
Soy la Mujer Cuervo que calma a tus demonios,
custodia todos tus secretos en un cofre enterrado
en mi isla desierta, nadie conocerá tus coordenadas
como lo hago yo.
Juras que sólo será un año sin ti,
ya sabes, la vida juega con insidia,
un año o una década, no importan,
regresa a este reino tuyo de cuervos,
¡regresa por mí!
Esta tarde de abril deberás marcharte lejos de mí,
y yo rezó porque no olvides los tatuajes de mi cuerpo,
no temas más, aquí estoy entre poemas e insomnios,
aquí estaré en la misma banca con mis veinticuatro
suplicándote, regresa por mí…
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