Chocolate amargo: La realidad de la industria del cacao

Por Diana Itzel Sánchez Calderón[1]

Sin duda, el chocolate es uno de los manjares consentidos para el paladar humano. Ya sea en forma de golosina, en polvo, en la leche o como un ingrediente más en el universo culinario, este alimento derivado del cacao ha forjado una de las industrias más asediadas a lo largo de los años.

Así pues, el cacao que se produce por excelencia en África Occidental y en Latinoamérica es vendido a las innumerables compañías que buscan continuamente la manera de satisfacer una demanda creciente por medio de actividades que pueden dilucidarse incluso como predatorias, entre las que destaca, por ejemplo, la explotación de los recolectores del grano en cuestión.

Si bien en América Latina no existen registros actuales respecto a abusos laborales hacia los recolectores de cacao, en Ghana y Costa de Marfil la historia es muy diferente. Desde 2001, gran cantidad de periodistas y organismos internacionales han denunciado el trabajo infantil y las prácticas esclavistas a las que se ve sometido el eslabón más pequeño de la cadena de producción del chocolate.

Para ejemplificar el grado de corrupción y la falta de transparencia que prevalece en la industria, se puede hacer referencia a dos eventos inusuales: en primer término, la desaparición forzada del periodista francocanadiense Guy-André Kieffer en 2004, quien en ese mismo año hizo público un artículo ligado al lucrativo comercio de cacao en Costa de Marfil; y en segundo lugar, el arresto de tres periodistas en el mismo país que, habiendo publicado investigaciones relativas a la corrupción del gobierno en el sector cafetalero y del cacao, fueron detenidos “por no brindar información acerca de sus fuentes”.

Lo anterior demuestra la vulnerabilidad de las instituciones entre países centro y periferia que buscan de formas cuestionables generar ganancias máximas a bajo costo de inversión, además de dos efectos colaterales preocupantes: el perjuicio (físico, psicológico y emocional) al que se ven expuestos los agricultores y recolectores del grano, y por supuesto, el riesgo que corre la vida de las personas que denuncian estos hechos.

El verdadero precio de una barra de chocolate

La pobreza extrema en la que viven los niños en África los orilla a buscar y aceptar trabajos que ayuden a solventar las necesidades de sus familias, por esta razón se convierten en un blanco fácil para los traficantes de personas y, desde luego, para los empleadores que solo ven en ellos mano de obra barata y fácil de desechar.

Investigaciones sugieren que los niños de entre 12 y 16 años que son llevados a los campos de cacao con engaños realizan trabajos manuales de 80 a 100 horas a la semana sin una buena paga, sin educación ni alimento y con maltrato físico y psicológico de por medio. Es decir, son sometidos a largas jornadas laborales que parecen estar normalizadas debido a la situación general de los países en vías de desarrollo.

En este punto, y con las cifras de explotación infantil que crecen cada año de manera exponencial en África, vale la pena replantearnos y admitir la existencia de la esclavización en pleno siglo XXI, además de preguntarnos ¿cuál es la justificación de los violentadores involucrados? y ¿por qué sigue existiendo la permisividad frente a este fenómeno?

The Hershey Company, ¿Hacer el bien… sabe bien?

La lista de marcas que lideran el mercado de los productos derivados del cacao es inmensa, sin embargo, una de las más reconocidas es la estadounidense Hershey´s, que desde 1894 ha llevado la experiencia chocolatera al máximo, no sólo en Norteamérica sino en gran parte del mundo. Y es que la presencia que posee y la manera en la que vende no sólo productos, sino experiencias, han convertido a la compañía en un gigante voraz.

Basta con sumergirse un poco en su visión y misión como empresa para percatarse de un postulado que llama la atención: “Bondad compartida: nuestro enfoque de sostenibilidad”. Es decir, se presume que la producción de cacao a mano de Hershey Company es libre de abusos ambientales y violaciones a los derechos humanos. Por supuesto, este enfoque refleja en la compañía un perfil de alta competitividad y de reconocimiento moral-social, no obstante, nuevamente la realidad supera a la ficción.

Mediante una carta dirigida a la multinacional, el Consejo de Café y Cacao (CCC) en Costa de Marfil y el Ghana Cocoa Board (Cocobod) en Ghana, organismos reguladores del grano de cacao acusaron a la compañía de negarse a pagar una prima especial negociada durante el 2019, conocida como Diferencial de Ingresos en Vida (LID). Este impuesto representa un pago de 400USD extra por tonelada de cacao, que se destina a remunerar a los productores y a crear programas que los ayudaran a superar sus condiciones de pobreza.

Aunado a ello, denunciaron que Hershey llegó a un acuerdo con la bolsa de futuros ICE para recibir físicamente una gran cantidad de cacao, lo que permitiría comprar menos a Ghana y Costa de Marfil y así evitar la LID. Fue entonces que, frente a dicha práctica desleal, ambos países suspendieron los famosos programas de sostenibilidad que el fabricante estadounidense lleva a cabo en la región.

Grosso modo, al detener la aplicación de los programas, no quedaba garantía de que el proceso de producción del cacao se llevaría a cabo sin mano de obra infantil o violentando los derechos humanos de los recolectores y productores. Semanas después del incidente, los reguladores del cacao y Hershey llegaron a un acuerdo para levantar los programas y realizar el pago de la prima acordada. Como se puede ver, es un final de éxito… entre muchos que no lo son. Quizá hoy no será Hershey´s, pero mañana puede ser alguna otra multinacional depredadora.

Hacia el consumo socialmente responsable

Las cifras son duras de leer. Es evidente que bajo el estandarte de la pobreza, los países en vías de desarrollo como lo son Ghana y Costa de Marfil continúan en una fase de negación frente al tema de la explotación y fomentan las prácticas predatorias de las grandes industrias en sus territorios. Testimonio tras testimonio, se denota la urgencia de reformar la industria del cacao para hacerla verdaderamente sustentable y libre de trabajo infantil.

Por otro lado, resulta difícil lograr averiguar si el origen de nuestros productos y, en este caso, del chocolate que consumimos, es ético. Esto se debe a que como consumidores tendemos a ignorar información tan importante como la procedencia de los productos que adquirimos, además de que, mientras exista esta población de riesgo para mantener el negocio de la industria del cacao, seguirá en pie el abuso y la violación a derechos humanos de niños, jóvenes y adultos que simplemente buscan una alternativa para continuar viviendo.

Una de las propuestas más prudentes para localizar fácilmente el origen del chocolate y asegurarnos de no participar en la violencia cíclica que representa su producción a gran escala, es recortar el largo de la cadena de suministro, es decir, consumir a los fabricantes más pequeños, mejor conocidos como locales.

Es verdad que el chocolate hecho por artesanos tiene un precio ligeramente más elevado que el que nos ofrecen las grandes marcas, sin embargo, es un costo que vale la pena invertir para terminar con una de las prácticas abusivas más invisibilizadas de la década, sin contar la garantía que conlleva al no implicar trabajo forzado o mal remunerado. Está en nosotros, los consumidores, la responsabilidad social de exigir que se cumplan las leyes y de equilibrar, en lo posible, la balanza entre empleados y empleadores.

Fuentes de consulta

  1. Diana Itzel Sánchez Calderón. Egresada de la licenciatura en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente me desempeño en dos redes de investigación que me han permitido crecer en el ámbito individual y en el académico. Por un lado, me desempeño en la Dirección de Edición de la Red de Estudios Globales Atlas-Polaris, en donde soy responsable de la revisión metodológica y retroalimentación de artículos de investigación y de opinión, para posteriormente proceder a su publicación. Por el otro, soy miembro adherente de la Red Iberoamericana de Seguimiento a la Agenda 2030. Ha publicado artículos como “Tierras raras: el sector estratégico clave para la hegemonía tecnológica frente a la guerra comercial entre China y Estados Unidos (2018-2020)”, por parte de la Red de Estudios Globales Atlas-Polaris.

 

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Un comentario

  1. Excelente articulo, no imaginaba esto de la procedencia del chocolate y lo peor que como consumidores somo parte de este atropello y abuso, al primer eslabón de la produccion, siento pena ni hablar. Felicidades por este gran articulo.

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