Del cómo y por qué se debe comenzar

                                                                                       

Por Rennata Mercado[1]

En marzo de 1970, la revista estanounidese Newsweek cubría el tema del movimiento de liberación de la mujer con una portada que decía Women in Revolt donde se mostraba a una mujer desnuda con puño en alto saliendo (y trozando en tres) el símbolo femenino. En el mismo momento en que este número salió a la luz, 46 trabajadoras de Newsweek presentaban una demanda mediática a modo de rueda de prensa hacia la revista por motivo de discriminación basada en el género, argumentando que laboralmente a ellas no se les permitía ser parte de la redacción de noticias como periodistas, sino que su papel se reducía al de investigadoras, lo que equivalía a las actividades de recopilación de la información para las notas y parte de la redacción de las mismas, pero no sólo sin el reconocimiento del crédito, sino que esto también se traducía en términos tanto legales como salariales, claramente inferiores a los de los hombres, y a las nulas posibilidades de ser ascendidas.

Era la primera vez en la historia del periodismo que un grupo de mujeres alzaba la voz en pro de sus derechos laborales mediáticamente presentando un discurso que llevó semanas redactar y que cambió su espacio de trabajo. Pese a ello, esta historia se encontró durante varios años en el olvido, tanto de archivo como de sus ajentes, y es así que la historia de su rescate es tan interesante como el caso mismo. Ambas son contadas en el libro de The Good Girls Revolt: How the Women of Newsweek Sued their Bosses and Changed the Workplace escrito por Lynn Povich y publicado en 2012. El libro es una recopilación informativa de primera mano, ya que Povich fue una de las trabajadoras que participó en la demanda.

La autora, en el prólogo What was the problem?, narra la recuperación del caso introduciéndo a las trabajadoras del Newsweek de la primera década del siglo XXI Jessica Bennett y Jesse Ellison, quienes sin saberlo y pese a vivir tiempos muy distintos a los de Povich, compartían similitudes con sus antecesoras de los 70s, como el tener más requisitos para ser cotratadas, salarios más bajos que los hombres por el mismo puesto, ver cómo ellos eran ascendidos más fácilmente, además de tolerar comentarios peyorativos sólo por su género, si bien ambas mujeres crearon una gran amistad por esta conexión, también confiezan que nunca pensaron que se tratara de un tema de discriminación por género. Incluso para poder expresar mutuamente su sentir, tenían que buscar lugares que les otorgaran seguridad, igual que Povich y sus contemporáneas, quienes se reunían en el baño de mujeres, el único lugar en el que podían hablar libremente de sus experiencias y donde inició el diálogo que llevó a la demanda.

De hecho «Jesse y Jessica se preocuparon por la situación, discutiéndola con otras mujeres de Newsweek y amigas desanimadas en sus carreras. «Se sintió tan bien hablar entre nosotras», recordó Jesse. «Fue como,’Dios mío, estoy tan harta de quedarme en silencio y asustada. No es justo y deberíamos decir algo.’ Ese impulso fue genial; saber eso ‘No estoy sola’ fue fortalecedor”» (p.xv) Pero no fue sino hasta que un trabajador veterano de Newsweek llamado Tony Skaggs compartió con Jessica y con Jesse la historia de la demanda mencionada que conocieron el caso. Cuando gracias a Skaggs tuvieron acceso a una maltratada copia de la vívida crónica del movimiento de mujeres de Susan Brownmiller llamado In Our Time: Memoir of a Revolution, ambas se quedaron en shok pensando que tenían en sus manos documentos únicos no sólo para la historia de Newsweek, sino un expediente que signifcaba un parteaguas para la historia de las mujeres en el periodismo. No bastando, el caso les pareció tan familiar, que por primera vez sintieron el tremendo parecido y el sentido de la palabra discriminación como un ente constante en su vida laboral y cotidiana. Poco tiempo después, conocieron a la trabajdora del mismo Newsweek Sarah Ball, y fue así como las tres, Jessica, Jesse y Sarah, comenzaron esta indagación que terminó en el libro testimonial de Lynn Povich.

Así, el libro se mete de lleno en sus once capítulos a hablar de todo lo ocurrido antes, durante y después de la demanda, incluso hace un pequeño resumen de dónde se encuentran las 46 mujeres en la actualidad. Uno de los personajes más destacados y que dio pie a este hecho fue Eleonor Holmes Norton, la abogada representante del caso, quien el día de la demanda dio apertura al evento y afirmó «»Es irónico” […] agitando un ejemplar de la revista, «que mientras Newsweek considera que los agravios de las mujeres son dignos de una portada tan importante, sigue manteniendo una política de discriminación contra las mujeres en su propio personal … las estadísticas hablan por sí solas —hay más de cincuenta hombres escribiendo en Newsweek, pero solo una mujer»» (p.2)

Incluso, inmediatamente después de haber presentado la demanda, la revista por medio del editor Osborn “Oz” Eliott, tuvo la intrepidez de afirmar que se trataba de una tradición de la revista el lugar que en ella ocupaban las mujeres, declarando que «El hecho de que la mayoría de los investigadores de Newsweek sean mujeres y que prácticamente todos los escritores sean hombres […] proviene de una tradición de revistas de noticias que se remonta a casi cincuenta años» (pg. 15). Povich narra cómo a muchas de ellas les recordaron lo afortunadas que eran al contar con el trabajo que tenían, pero ella declara, cómo «durante y después de la Segunda Guerra Mundial, había varias escritoras en la revista, [y que] todas habían desaparecido misteriosamente a principios de la década de 1960. A cualquier aspirante a periodista que fuera entrevistado para un trabajo se le decía: «Si quieres ser escritora, ve a otro lado, las mujeres no escriben en Newsweek»» (p.28). Resulta sumamente interesante cómo la autora retoma el libro pionero en el feminismo La mística de la feminidad (1963) de Betty Friedan, el cual precisamente pone por primera vez como tema de discusión la educación que recibían las mujeres sólo por el simple hecho de serlo, reduciendo sus vidas al de esposas y madres dedicadas a su hogar y familia, y a este sentir común de insatisfacción lo llama the problem that no had name o el malestar que no tiene nombre. En este sentido, Povich reanuda esta premisa para elaborar una reflexión mucho más compleja, puesto que concluye que «El [malestar del que Friedan habla] no se aplicaba a las mujeres de clase trabajadora, que tenían que ganarse la vida, [y quienes] estaban condenadas principalmente a trabajos mal pagados […] Betty Friedan señaló que muchas de ellas se dieron cuenta de que querían —necesitaban— algo más que un marido y niños […] En Newsweek, nuestro «problema que no tenía nombre» a mediados de la década de 1960 era el sexismo, puro y simple.» (xix-xx)

Si bien, la capitulación del libro es un tanto cronológica centrándoce en largos  momentos en la autobiografía de Povich, no hay capítulo que no cuente con una enorme reflexión sobre la sororidad, el feminismo, el progresismo de la lucha de las mujeres y la importancia de recordar a las pioneras que nos dieron voz, participación y oportunidades a las mujeres de la actualidad, trabajo que le corresponde a cada generación, pues se trata de una lucha que no ha llegado a su fin. Por esta razón, no es gratuito que, desde su prólogo hasta el capítulo final, Povich haga hincapié en ello, en un principio sosteniendo que «Hay muchas victorias. Las mujeres hoy tienen más oportunidades y un sólido respaldo legal. Tienen más confianza, están más orientados a su carrera y son más agresivas para conseguir lo que quieren que la mayoría de nosotras. Pero muchas de estas injusticias que enfrentan las mujeres jóvenes hoy en día son las mismas contra las que luchamos hace cuarenta años. La discriminación puede ser más sutil, pero aún existen actitudes sexistas.» Reforzando finalmente en el capítlo once titulado Pasando la Antorcha, generando esta pertinente metáfora del continuar de la lucha, recordando y concluyendo que «en 1970 desafiamos el sistema y cambiamos la conversación en los medios de comunicación. Para las mujeres que participaron en las demandas, la lucha desvió nuestras vidas, nos animó y nos dio a muchas de nosotras oportunidades que nunca hubiéramos tenido. Hizo de Newsweek un mejor lugar para trabajar y una mejor revista. Al igual que nosotras, las mujeres jóvenes de hoy están desafiando suposiciones y peleando sus propias batallas más complicadas en el lugar de trabajo.» (pg. 200). En ese sentido, podemos pensar que la constante de recordar este tipo de eventos en Povich es porque somos resultado de nuestras antecesoras, su pasado nos ha ayudado a entender y construir quienes somos ahora y lo que merecemos.

Ahora bien, es sabido que este caso se hizo en parte conocido gracias a que a partir del libro se generó en 2016 la serie de Amazon Prime Good Girls Revolt, que si bien es una recreación de lo sucedido con las trabajadoras de Newsweek, evidentemente se trata de una ambientalización y dramatización de los hechos reales, creando personajes que permiten sustituar y mostrar los sucesos. Al ser el libro altamente informativo y exclusivamente testimonial, es la puerta más fidedigna a este tranformardor y  pionero caso, por ello es de mucha valía recordarno y no dejarlo a la sombra de la ficción que construye la serie.  

Una lección de que las mujeres tenemos derecho a escribir, a tener el reconocimiento de nuestra autoria y a vivir dignamente de nuestra escritura. Bien comentó una de las más importantes representantes y líderes de la segunda ola del feminismo sobre este libro; Gloria Steinem «Tan convincente como cualquier novela… Povich convierte esta revuelta épica en una lección sobre cómo y por qué debemos comenzar.»

 

Fotografía de la rueda de prensa de la demanda a Newsweek, marzo de 1970. De izquierda a derecha: Pat Lynden, Mary Pleshette, la abogada Eleonor Holmes Norton y Lucy Haward. Lynn Povich se encuentra al fondo, a la derecha de Eleonor Holmes Norton. En un primer plano el ejemplar de la revista.

 

 

 

Bibliografía.

Povich, L. (2012). The Good Girls Revolt: How the Women of Newsweek Sued their Bosses and Changed the Workplace. New York: PublicAffairs.

 

[1] Rennata Mercado es licenciada en Arte y Patrimonio Cultural por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Amante de la historia del arte, los museos y los estudios interdisciplinarios de género. Por supuesto Feminista.

 

 

                                                                                                                                                                

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