El Feminismo Islámico

Las diferentes interpretaciones del Corán y la lucha por la reivindicación de derechos de la mujer en Afganistán, Turquía y Francia

Denise Amairani Flores Cedillo[1]

La realidad de cada mujer, de manera individual, es diferente, debido a los ámbitos en los cuales ésta se desarrolle. Hablando de la mujer como una colectiva, las realidades cambian en diversos factores, ya sea por rangos de edad, por la religión que profesa ella y el entorno en el que se desenvuelve y, muy importante, por la zona geográfica en la que se encuentre. Estos elementos suelen ser comunes para las mujeres en conjunto.

Al momento de realizar una investigación en el ámbito internacional, es importante conocer el contexto social de los países alrededor del mundo, pues cada continente alberga discrepancias abismales. La vida de una mujer cambia en cada país. Para las Relaciones Internacionales como disciplina, es substancial el estudio de las mujeres musulmana para entender a profundidad los diferentes estratos sociales que se presentan al otro lado del globo.

Para el estudio de la sociedad, es medular entender los procesos de cambio por los cuales pasan los diferentes sectores de la sociedad. El Feminismo Islámico busca cambiar el medio en el que se desenvuelven las mujeres en el mundo musulmán, por lo cual debemos aprender cómo estos se desarrollan y qué tanto nos afectan como comunidad internacional.  

El Islam como religión ha existido desde el s. VII d.C. y no solo trajo una reforma religiosa, el mundo árabe se transformó por completo, pues el tipo de gobierno cambió, dando paso a los califatos y al sistema teocrático. Si bien las mujeres siempre ha tenido un papel secular en la comunidad, las interpretaciones sobre los textos sagrados, hechas por varones y basadas en sus propias experiencias, relegaron en demasía el papel de las mujeres en la sociedad.

El Feminismo Islámico busca dar lugar a las diferentes interpretaciones del Corán, el libro sagrado del Islam, brindando espacios a mujeres musulmanas, estudiosas del Corán, que buscan dar un mensaje más equitativo, que respete sus derechos. La importancia de esta reinterpretación de los pasajes sagrados radica en los cambios que se desean en la estructura social, para así reformar las leyes que dejan a las mujeres en situaciones desiguales frente a sus semejantes. En nuestra sociedad actual, los problemas que nos ha dejado la desigualdad de género se han hecho cada día más evidentes.  

Es verdad que la lucha de cada una se hace desde su trinchera, pero debemos dar espacio a las mujeres musulmanas en el feminismo, conocer su historia, sus logros, sus luchas y dejarlas de ver solo como objeto de opresión, para así entender los rasgos culturales y de identidad que portan con orgullo y las empodera como mujeres religiosas.

Problemas latentes

El principal problema que aqueja a la comunidad musulmana, mayormente a la parte del género femenino, es la situación de violencia, discriminación y segregación que existe dentro de su sociedad hacia las mujeres. Los actos ya mencionados, han estado presentes desde la extensión del Islam y dentro de la cultura misma, formando parte de sus usos y costumbres.

El fundamentalismo religioso ha pautado una brecha para seguir cometiendo crímenes de carácter religioso, así como las interpretaciones del texto sagrado, concebidas desde la perspectiva patriarcal de las sociedades musulmanas, en las que el varón funge como cabeza del hogar.

La forma en la que se desenvuelven las sociedades regidas por el Islam no propician un ambiente de libertad para iniciar nuevos análisis del Corán, motivo por el cual en diversas regiones del mundo árabe, la expectativa de un cambio significativo para la vida de las mujeres se olvida, pues no solo es un proceso difícil, también pareciera imposible vivir una realidad distinta.

Se podría pensar que el Islam y las controversias dentro de sus prácticas son ajenas a la agenda de Occidente y de Europa, sin embargo, a día de hoy en el mundo, existen 1500 millones de fieles a la religión de Mahoma y son el grupo religioso que presenta un mayor crecimiento, y se calcula que a finales del siglo XXI habrá más población musulmana que fieles cristianos (El País 2019).

Un factor por el cual hay poca difusión de las problemáticas dentro de la sociedad musulmana es la poca permeabilidad que presentan frente al resto de países que no comparten sus ideales. “El Islam Político, el que rechaza todo lo occidental, ha traducido el Corán y la tradición en dogmas; en algo incapaz de adaptarse” (CONAPRED 2015).

Pasando a un segundo plano las disonancias ideológicas, es la violencia ejercida hacía sectores específicos la que hace insostenible la posibilidad de una vida digna para las mujeres. El Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA 2020) calcula la cifra de 5000 mujeres asesinadas cada año por los denominados “Crímenes de honor”. Esta cifra recogería únicamente a víctimas registradas en informes policiales y de las ONG. La cifra podría ser muy superior.

Las amenazas, el acoso y las tentativas contra la vida que sufren las mujeres alrededor del mundo, suelen quedar en la impunidad, debido a que frecuentemente, no se presentan las denuncias pertinentes, puesto que las victimas temen implicar a miembros de su familia o de la comunidad (El País 2020) por lo cual, las víctimas viven su día a día bajo el asedio de quien busca hacerles daño.

Dentro de las comunidades musulmanas, los crímenes por honor se han transformado en una tradición, que busca limpiar la deshonra que una mujer ha llevado a la familia y a la sociedad en general. “La violencia de honor suele ser un castigo colectivo y planificado, cometido en la mayoría de los casos contra mujeres y niñas por su familia o por la comunidad” (IKWRO 2020).

Si tuviéramos que buscar una piedra angular en la lista de problemas que existen en el mundo árabe, podríamos empezar mencionando la desigualdad entre hombres y mujeres. “La desigualdad es universal. Pero sí es cierto que en algunos territorios de mayoría Islámica ésta cobra más intensidad en ámbitos como la violencia sexual, brechas salariales y la participación en el mercado laboral” (Ethic 2022).

El Observatorio de Islamofobia en los medios de comunicación (2019) hace un análisis del problema de desigualdad donde menciona por qué en las regiones fundamentalistas del Islam suele presentarse comúnmente de una manera arraigada: “La brecha de la desigualdad de género es más difícil de reducir en las sociedades donde la religión sigue siendo una referencia fundamental”.

La vida de una mujer en una República Islámica es diferente a la que se vive en un Estado laico, así como lo es México. En nuestro país, la conversión de una mujer es de carácter puramente ideológico y espiritual, sin embargo, mujeres extranjeras, descendientes de una nación arábiga, así como las ciudadanas nacionales, viven bajo cierto yugo que la religión les aclama.

En los lugares de culto que existen en el país, se exhiben anuncios que dictaminan la vestimenta que las mujeres deberán portar, para así ser respetuosas con Alá y con los varones que se encuentren en el lugar: “La ropa debe ser holgada y no estar perfumada. No debe ser ostentosa y puede usarse un pantalón si así se desea, pero debe ser debajo de una falda larga” (Expansión 2015).

Los códigos de vestimenta no son propios del Islam, ya que existen diversas religiones que piden recato a las creyentes, sin embargo, el trato, mayoritariamente desigual, es una interpretación de la Sharia que ha traspasado fronteras. Según la ley, una mujer musulmana no puede mantener contacto físico de ningún tipo con algún varón, aunque éste sea únicamente por un saludo. De igual forma, existen los miembros ortodoxos, que se niegan a compartir espacios con mujeres, a las que prohíben mirarlos a los ojos (Expansión 2015).

Una de las problemáticas planteadas por el Feminismo Islámico son las interpretaciones divergentes sobre el texto sagrado, basadas en el contexto dispar que se vive en el mundo islámico. “El espíritu del Corán choca con un patriarcado masivo consolidado en sus fundamentos no igualitarios y opresivos” (IEMed 2011).

Un avance significativo en la sociedad no sería posible sin permitir un nuevo análisis de los textos y las leyes sobre las que recae el comportamiento de la colectividad, que por años ha seguido los mismos patrones que afectan a sectores vulnerables. “El texto coránico, siempre ha estado inmerso en un conflicto de interpretación del mundo, en el que sostiene unas concepciones, mientras que afianza otras” (IEMed 2011).

La política y la vida personal van íntimamente ligadas; en las Repúblicas Islámicas, lo que emana del libro sagrado se convierte en ley, dando como resultado, la Sharia. Según un análisis de la BBC “Parte del problema con la interpretación a menudo brutal de la Sharia ha sido que los hombres la han alineado con sus puntos de vista políticos” (2021).

Desde la toma de Afganistán por parte de los Talibanes, el contexto en el que se desarrollan mujeres y niñas es sumamente hostil. Según datos de Asistencia de la ONU en Afganistán, la oleada de disturbios violentos causada por la toma de poder causó 5183 muertes, de las cuales 2409 fueron de mujeres, niños y niñas (UNAMA 2021).

Derechos básicos, como la educación o el trabajo, fueron prohibidos. “Al concluir el año, la mayoría de escuelas de educación secundaria seguían cerradas para las niñas” (Amnistía Internacional 2021). La libertad de transitar por las calles se terminó: la tutela se reanudó. “Las mujeres recibieron instrucción de no volver al trabajo o de no salir de sus hogares sin compañía de un familiar que sea hombre” (ONU Mujeres 2021).

Las mujeres de Turquía luchan con un régimen que las abandona antes de protegerlas. El gobierno que durante años ha perdurado, niega rotundamente que la paridad de género sea posible, dado que la mujer no es vista como un igual por parte de la población masculina. Según datos de la organización Pararemos los Feminicidios, en los últimos 5 años, se han contabilizado cerca de 2000 ataques machistas (2021).

Al ser un país democrático, los ciudadanos turcos eligen a su gobierno, el cual mantiene la misma ideología que la sociedad en general. De esta forma, la desigualdad está en todos los ámbitos de la vida de la mujer, inclusive en las relaciones de pareja. “Casi 4 de cada 10 mujeres turcas que han tenido pareja han sufrido violencia física o sexual al menos una vez” (ONU Mujeres 2015).

La violación a las garantías individuales de la mujer se proyecta en el sistema de justicia de Turquía. Los crímenes cometidos a una mujer, de carácter machista, son ignorados y en muy pocas ocasiones proceden. “El problema más grande en los casos criminales relacionados con la violencia en contra de las mujeres en Turquía es la impunidad” (El País 2021).

El Convenio de Estambul fue una esperanza para las mujeres turcas; era el único respaldo frente a la violencia sistemática que está arraigada en la sociedad patriarcal. No obstante, el gobierno de Turquía decidió retirarse, porque consideraba que atentaba en contra de la familia tradicional. El portavoz de Pararemos los Feminicidios expresó su preocupación frente a esta decisión: “Alejarse de la norma y de la ley universal significa privarnos del convenio más importante que actualmente nos protege de la violencia en el mundo” (Melek Onder 2021).   

La discriminación a la diáspora musulmana en Francia, es producto de la islamofobia que se ha propagado por la sociedad, no obstante, es un factor que perjudica más al género femenino que a sus semejantes varones. “El 60% de las Mujeres que a menudo se cubren la cabeza con algún tipo de prenda dicen haber sido víctimas de al menos una forma de discriminación en su vida” (Le Parisien 2021).

Las mujeres, al ser un sector más vulnerable frente a la sociedad, se encuentran en una posición de desventaja constante. “La violencia que viven las mujeres que profesan el Islam es mayor, son ellas a las que se les puede identificar más fácil como musulmanas, y ser excluidas del espacio público y de oportunidades laborales” (PUEAA UNAM 2020).

El gobierno de Francia implementó una ley en 2004 que prohibía el uso de cualquier velo en lugares públicos, con el fin de disminuir la discriminación y lograr la integración de la sociedad. Según la ONU, la prohibición de llevar el niqab en público menoscababa desproporcionadamente el derecho a manifestar sus creencias religiosas (2018). En este marco, se declaró lo siguiente: “La prohibición podría tener el efecto contrario: confinar a las mujeres en sus hogares, impedirles el acceso a los servicios públicos y marginarlas” (ONU 2018).

La muestra del efecto contraproducente de las medidas tomadas por el gobierno se refleja en las cifras, pues el 70% de las víctimas de los ataques islamofóbicos en Francia fueron mujeres (Anadolu Agency 2019)

El papel de la mujer en el islam

En el principio de la expansión del Imperio Islámico, la mujer tuvo un papel notable e importante, avanzando a la par de su semejante varón. La primer profesante del Islam fue Jadiya, esposa del profeta, quien creyó en su mensaje divino y usó sus bienes económicos para que la nueva doctrina pudiera propagarse por La Meca y sus alrededores. Aisha, la segunda esposa de Mahoma, siguió extendiendo la palabra mediante discursos políticos y religiosos. En el Corán, se habla de Eva como acompañante en el pecado de Adán y no como la mujer que indujo a su esposo a pecar.

La mujer musulmana, vista desde las escrituras sagradas, es un ser humano igual que el hombre, con paridad de condiciones. Sus derechos le permiten ejercer cualquier cargo político en la sociedad y ser acreedora a los mismos beneficios económicos que un hombre al recibir una herencia. La igualdad tiene una limitante en la construcción de la familia; en la práctica, un hogar musulmán siempre ha considerado al hombre, ya sea padre, hijo o esposo, como “El dios del hogar”.

Práctica y plática

En el ejercicio de la ley islámica, la realidad se ha tornado diferente. Como en la gramática universal, en el Corán también se ha caído en una generalidad textual, en la que la expresión “Los hombres” tiene un significado general, abarcando al ser humano en esencia, es decir, a hombres y mujeres por igual. Aunque el término puede tener tintes ambiguos, habla de una generalidad. Sin embrago, al pasar de los años, la interpretación se ha tornado literal, lo que ha trasformado la realidad de las mujeres musulmanas.

El fundamentalismo y las prácticas ortodoxas han puesto bajo un yugo patriarcal a las mujeres musulmanas, creyentes y descendientes. En contraste, en las comunidades contemporáneas, en su mayoría Chiitas, se han abierto espacio para interpretaciones divergentes de los textos sagrados, perspectivas más frescas y amenas, que tratan de hacer digna la vida de las mujeres, devolviéndoles la voz que por años mantuvieron al margen.

Afganistán

Tras 20 años de ausencia, el 15 de agosto de 2021 los Talibanes regresaron al poder en Afganistán. A las niñas se les separó de la educación, con la promesa de regresar cuando se creara un ambiente seguro en las escuelas. Las mujeres con cargos en instituciones gubernamentales fueron enviadas a su casa, de manera “temporal”, bajo el argumento de resguardar su seguridad, sin embargo, fueron remplazadas en sus puestos por funcionarios varones.

Al presente 2022, los Talibanes han permitido que las niñas regresen a las escuelas, con el debido código de vestimenta instaurado y en aulas divididas para estudiantes hombres y mujeres.  Las mujeres de sectores privados han podido regresar a sus labores, no obstante, ya no hay espacio para el género femenino en el sector púbico gubernamental. La libertad de conducir un auto o de salir sin acompañante masculino quedó anulada. De esta forma, si bien la violencia doméstica siempre ha existido en Afganistán, en la actualidad hay más probabilidades de que las denuncias no procedan.

Turquía

Desde inicios del 2000, el gobierno de Turquía volvió a ser mayoritariamente musulmán por elección de la población en general. Desde entonces, los valores religiosos tomaron un papel significativo en el ejercicio de la política y de la vida en sociedad.  A partir de ese punto, los casos de violencia hacia las mujeres, así como los feminicidios han ido en aumento. Los actos públicos de sometimiento a las mujeres son comunes en Turquía.

Frente a los casos de violencia extrema hacia las mujeres, grupos feministas turcos crearon en 2010 la fundación “Vamos a Parar el Feminicidio”, la cual sigue vigente hasta la fecha. En el marco de cooperación europea, se creó el Convenio de Estambul, que contemplaba todas las formas de violencia contra las mujeres: física, psicológica y sexual, abarcando el acoso, la mutilación genital femenina, matrimonios forzados y la esterilización forzada. Sin embargo, en 2021, Turquía abandonó el convenio por atentar contra los valores familiares.

Francia

Las primeras diásporas musulmanas llegaron a Francia en la década de 1980, para hacer el trabajo que los ciudadanos francos consideraban sucios, difíciles y peligrosos. El rezago social que la comunidad musulmana presenta en la sociedad francesa, a raíz de acciones violentas de grupos radicalizados, ha condenado a mujeres y niñas a condiciones precarias de vida, en asentamientos de madera y material de reciclaje. La islamofobia es más frecuente hacia el sector femenino, pues el uso del velo facilita identificar a una mujer musulmana entre el resto de la población.

Como medida de prevención a la discriminación, el gobierno de Francia prohibió el uso del velo en lugares públicos. Esta ley, más que beneficiosa, ha sido señalada de atentar contra la identidad cultural de las mujeres musulmanas. Si bien, esta acción preventiva atenta en gran medida contra la libertad religiosa, las mujeres han sido privadas de oportunidades laborales y profesionales solo por portar el velo.  

 

 

 

 

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[1] Denise Amairani Flores Cedillo (1998, Ciudad de México). Gracias a mi madre, que ha sido mi sustento, estoy cursando mi último semestre de la carrera de Relaciones Internacionales en la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM. El contexto que vivimos día a día, me ha llevado a interesarme en temas de género, estudiando, leyendo e informándome sobre feminismo, así como fortaleciendo mis lazos con las mujeres que están en mi vida y en las colectivas de las cuales he formado parte. Mi vocación como internacionalista, contribuyó a que mis análisis no se hayan quedado en territorio nacional y que mi hambre de conocimiento me lleve a explorar la vida de las mujeres alrededor del mundo. Es de mi interés la cultura islámica, porque es una sociedad totalmente distinta a la nuestra, de la cual, la mayoría solo sabemos sobre ella por lo que nos han contado en televisión, es por ello que decidí adentrarme y realizar esta investigación.  

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