¿Y si te arrepientes?

Por Sandra Estefania Becerra

Las mujeres menores de 30 años que no tenemos, ni deseamos tener hijos, y además decidimos exteriorizar nuestro deseo, una vez que hemos dicho «no quiero tener hijos jamás», nos convertimos en sujetas de cuestionamientos permanente, por la sociedad, la esfera social y familiares, ya que, al no contemplar la maternidad como plan de vida, nos salimos del molde, e instantáneamente nos transformamos en seres extraños. Esta decisión también suele ser reprochada por ginecólogas (os), donde la controversia se torna más oscura si la declaración va acompañada de un “deseo realizarme una ligadura de trompas”, generalmente conocida como esterilización. La decisión lleva consigo una carga de información previa, que en el caso de Latinoamérica, no necesariamente es suministrada por el Estado (mediante ginecólogas o ginecólogos, servidores de la salud pública), y cuando lo es, suele ser incompleta, sesgada e, incluso, puede llegar a ser negada u omitirse información valiosa, y por consecuencia no llega a las interesadas de forma apropiada. Continuando, la decisión de una ligadura de trompas de Falopio usualmente va acompañada de un análisis minucioso por parte de cada mujer, de las razones que la llevan a no querer ser madre y, de igual forma, por un recubrimiento de valor ante el posible escrutinio público.

Es importante mencionar que no se trata de una decisión espontanea, hoy me despierte y me di cuenta que lo mío no es ser madre; no, al contrario, se trata de un tema estrechamente interiorizado desde la adolescente, y en algunos casos desde la niñez, el ostensible deseo de no tener hijos. Pero que conlleva una ligadura de trompas de Falopio, pues ésta es una cirugía que tiene como finalidad evitar el embarazo de forma permanente, mediante una operación, en la que se cauterizará, se cortará y colocarán ligas o bandas plásticas en las trompas, dependiendo de cada caso y de las recomendaciones médicas, con la intención de evitar que los espermas lleguen al ovulo, logren fecundarlo y se propicie un embarazo no deseado.

Como se señaló en párrafos anteriores, uno de los primeros problemas que se presentan en el camino es la falta de información, si bien algunas mujeres conocemos de ciertos métodos anticonceptivos femeninos temporales, como inyecciones, parches, pastillas, condones femeninos e implantes subcutáneos, no se encuentra al alcance de nuestras manos información sobre un método definitivo al acudir a consulta y exponer nuestro sentir, información que conlleva eliminar una preocupación permanente, un embarazo no querido, así como evitar los efectos secundarios que traen consigo los métodos temporales (no todas la mujeres nos adaptamos de forma favorable a dichos métodos, puede ser por cuestiones de alergia, hormonales, entre otros, o simplemente no son adecuados para nosotras).

Este problema va muy ligado a interrogantes morales a las que los servidores de la salud someten a sus pacientes, y que se podrían copilar en, ¿Pero, por qué no quieres tener hijos?, ¿Te vas arrepentir? ¿Y si tu pareja quiere hijos, cómo vas hacer? ¡Eres muy joven! ¡Mi conciencia no me permite realizar la operación! Sumadas a requisitos tales como: tienes que tener treinta y cinco años, tres hijos previamente, y el consentimiento de tu pareja (esposo, pareja en unión de hecho, o novio). De tal forma que se mutila el deseo y derecho de toda mujer a la autonomía reproductiva que implica decidir sobre su maternidad, es decir, cómo, dónde y cuántos hijos desea tener y, por consiguiente, descartar por completo esta opción de conformidad con su aspiración personal y su deseo. Además de que se coloca a la mujer en un rol secundario en donde otros eligen por ella.

Dentro de los obstáculos también encontraremos aquellos proveniente de la sociedad, en donde se asume que las mujeres que no desean la maternidad son seres humanos incompletas, mirándolas como menos valiosas, egoístas, insensibles y desnaturalizadas. Desconociendo la individualidad de cada persona y el derecho a desarrollarse libremente en la sociedad, pues al sostener esta afirmación se le está restando validez a la mujer bajo la idea de que si no cumple ciertos roles preconcebidos, no es mujer.

Por ello es fundamental aclarar y repetir que la maternidad no completa a ninguna mujer, ya que no estamos a la mitad, somos seres autónomos, autodeterminados y completos, y un hijo no es la mitad de otra persona, porque se estaría aplicando la misma regla, se trata de una persona a medias, incapaz por el hecho de que le falta su otra mitad.

Además, el deseo de no tener hijos no solo estaba y está acompañado por el cuestionamiento a la maternidad, si no que consagra una serie de razones, dependiendo de cada una. Entre alguna de las reflexione es importante mencionar si el real deseo de ser madre emana netamente de mí (mujer), o si es una exigencia social encasillándome en papeles prediseñados, asumiendo que la finalidad de la mujer es la reproducción y la vida en familia. Suprimiendo una manifestación básica y natural que es la de elegir, es mi voluntad y lo manifiesto, yo decido. Está bien no ser madre, no soy menos ni más que ninguna mujer.

Nos han contado la historia de que para la existencia de la familia es preciso tener hijos; de no tenerlos, quién te va a cuidar cuando estés vieja (deseo egoísta), es decir, tus hijos son tu seguro para la vejez. Por otra parte, todos los hombres sueñan con prolongar su apellido y dejar una parte ellos en la tierra, pero el cuestionamiento aquí es si mi rol dentro de una sociedad se limita a procrear o soy miembro activo del hoy y el ahora. Una vez más es la mujer quien ha cedido su autonomía a elegir sobre su reproductividad en nombre de la pareja, la familia y la sociedad, pues la historia que hemos escuchado desde pequeñas es que las mujeres tienen hijos.

Con la intensión de persuadir a sus pacientes, las médicas y (os), suelen pedir consentimiento y autorización de la pareja, más si el caso es de mujeres menos de 30 años, en este punto entra en discordia si tener hijos es una decisión bilateral o unilateral. A saber, bilateral, planificada, y consensuada. O la decisión es mía como mujer, al tratar sobre mi cuerpo, y decidir cuándo, cómo, con quién o no planeo tenerlos, libre y voluntariamente, pues no tiene mucho sentido tener un hijo para darle gusto a mi pareja, dejando de lado mi deseo a no dar vida.

Otra razón a observar es el respeto a una vida digna, si no eres capaz de costearte y costearle una vida acorde a otro ser humano, no es idóneo tener hijos. Y dentro de esta idea de vida digna se debería considerar el bienestar del infante, niño, adolescente y adulto (ya que la maternidad no tiene tiempo de expiración), pues estamos hablando de la adaptación de una persona que deberá ser funcional y activa en la sociedad; el tiempo que se debe dedicar al cuidado, educación y amor es muy extenso, y no se debe pasar por alto, también cuenta la estabilidad económica y el entorno social. No porque puedas engendrar está garantizada una maternidad en óptimas condiciones, el respeto a otra vida debe ser el máximo a crear. Pero qué hay de la madre, porque la mujer que elige la maternidad también necesita encontrarse en un entorno saludable, además de la estabilidad psicológica de la que poco se habla. Y a la cual también se aplicarían los mismos principios que en el caso del niño, situación socio ecomica, bienestar personal y laboral garantizadas. La maternidad debe ser deseada, planificada, igual que la no maternidad, pues ésta es deseada y planificada, en el entendido de que mi derecho a una vida digna está más allá de una obligación, el manifiesto derecho a decidir debe ser respetado en todo entorno.

No se trata de un juego de muñecas, tener una casa, el esposo, los niños, una mujer trabajadora que cubre todas las áreas en su vida. Es necesario asumir que sí son posibles y existen otras formas de vida, en donde se puede optar por el medio profesional, viajes y aventura, vida en pareja o sola, porque no hay una sola receta para la vida.

Una vez que sea decidido que no quieres tener hijos jamás, por el motivo que te plazca, siempre te sorprenderán con comentarios del tipo «en el futuro vas a necesitar compañía y un propósito». Señalemos que ni el amor, ni las relaciones sociales están únicamente definidas por lazos de consanguinidad, puestos que las mismas son extensas, dinámicas y tener un hijo no es garantía de que la relación será idónea, por consiguiente, en caso de arrepentimiento siempre está la opción de ampliar tu familia con la adopción, para qué traer otra persona al mundo cuando hay otras existiendo. El amor se construye.

Una vez que has reflexionado sobre los motivos por los que te sientes asistido para tomar tu decisión y te has informado, viene el siguiente paso, una consulta médica para solicitar la ligadura de trompa. En el caso de Ecuador, ésta debe ser informada y gratuita por parte del Estado y no se necesitará del consentimiento de la pareja, tampoco de una evaluación psicología, y menos se necesita de tener hijos previos, además, la edad con la que ya puedes acceder a esta cirugía, como a los otros métodos anticonceptivos, es a partir de los 18 años.

Sin embargo, en la práctica no pasa eso, sufrirás de cuestionamientos fuera de lugar como las que ya hemos mencionado del tipo ¿y si te arrepientes? ¿y si tu pareja quiere hijos, cómo vas hacer? ¿pero, estas muy joven? ¿pero no tienes hijos? También te podrías enfrentar a excusas por parte de los médicos (necesitas tiempo para pensar), o directamente a la negativa, basados en tu juventud, como si la misma te convirtiera en incapaz al momento de disponer, autodeterminarte y manifestar tu deseo a no ser madre.

Es importante señalar que al ocultársenos este método anticonceptivo definitivo, se nos continúa privando del derecho a elegir libremente sobre nuestro cuerpo, además de cuándo o cómo no ser madres. También debo mencionar que la falta de información sobre este método anticonceptivo permanente nos obliga a acudir a otros métodos que suelen fallar, y a veces nos orilla a tener hijos porque creemos que ese es nuestro deber, cuando obviamente no es así. Está bien elegir un camino con el que el resto no esté de acuerdo, los hijos no son un seguro de vida, tu deseo sí importa, no son una bendición, si no los deseas y los esperas, no tiene que ser una imposición, social, familiar o de pareja. Si no quieres, puedes elegir. La maternidad será deseada o no será, hay que decirlo. No se es menos mujer, menos empática, menos valiosa, no, al contrario, se afirma la autonomía a decidir sobre mi reproductividad, me reafirmo al ser consciente que no puedo dejar mi suerte al azar. Abrazo mi responsabilidad, mi libertad y elijo la ligadura de trompas.

 

 

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