Poder escribir, saber preguntar

¿Cuál es la importancia de la redacción en la universidad?

 

Alan Omar Pérez Álvarez

“Por eso, lo que en un polo es acumulación de riqueza es, en el polo contrario, es decir, en la clase que crea su propio producto como capital, acumulación de miseria, de tormentos de trabajo, de esclavitud, de despotismo y de ignorancia y degradación moral.”, Karl Marx, El Capital, p. 547.

El punto de partida de cualquier ensayo, según el sentido común, es saber qué escribir –y quién lo está escribiendo.[1] Sin embargo, este saber qué escribir no domina el campo de lo escrito, pues lo “anteceden” otras problemáticas pertinentes, tales como: saber dónde, cómo, por qué y para qué, escribir. Incluso estas cuestiones –así como la primera– también son formulables de la siguiente manera: qué es saber qué, dónde, cómo, por qué y para qué, escribir.

El punto de partida de cualquier ensayo, según el sentido no-común (cualesquiera cosas que esto signifique), es preguntar qué es saber qué escribir –y quiénes lo están escribiendo. Por lo tanto, este preguntar qué es saber qué escribir domina el campo de lo no-escrito, pues “antecede” a cualquier respuesta pertinente, tales como: esto es saber dónde, cómo, por qué y para qué, escribir; puesto que, según Natalia Romé y Edgar Morin, la realidad posee la figura de una pregunta que se formula después de su propia respuesta (lo real).[2]

El punto de partida del presente ensayo, según el autor (repárese en lo impersonal enunciado de la persona enunciante), es responder qué es saber redactar y qué es la universidad (adviértase la principal diferencia que hay entre la primera y la segunda pregunta: saber; puesto que será fundamental para los fines de nuestro ensayo) para, entonces, poder preguntar. Por lo que:

  1. Según la Real Academia Española, redactar es la acción de “poner por escrito algo sucedido, acordado o pensado con anterioridad.”[3]
  2. Según Sergio Osorio e Immanuel Wallerstein, la universidad es la institución social encargada de crear y trasmitir un saber organizado en disciplinas.[4]

En tanto que se ha contestado qué es saber redactar y qué es la universidad, entonces la pregunta que, en un primer momento, se aventuraba según el subtítulo de este ensayo (¿cuál es la importancia de la redacción en la universidad?), se transfigura en la siguiente: ¿cuál es la importancia de la acción de escribir “algo” dentro de esta institución social encargada de crear y trasmitir un “saber” organizado en disciplinas?

Sin embargo, esta pregunta aún está lejos de ser el núcleo del problema, principalmente por dos razones: 1) porque la noción de redactar no es análoga a la de redacción: la acción de escribir “algo” –por ejemplo: estoy escribiendo un texto– no se identifica con el saber escribir “algo” –verbigracia: sé escribir un texto–; y 2) porque la universidad, en tanto que institución social, además de crear y trasmitir el saber, también se encarga de validarlo (legitimarlo).

En este sentido, tanto la idea de redacción –en tanto que saber escribir “algo”– como la noción de universidad –en cuanto que institución social avocada a crear, trasmitir y validar (legitimar) el saber–, se acercan a la concepción de capital cultural desarrollada por Pierre Bourdieu, según la cual:

“El capital cultural puede existir en tres formas o estados: en estado interiorizado o incorporado, esto es, en forma de disposiciones duraderas del organismo; en estado objetivado, en forma de bienes culturales, cuadros, libros, diccionarios, instrumentos o máquinas, que son resultado y muestra de disputas intelectuales, de teorías y de sus críticas; y, finalmente, en estado institucionalizado, una forma de objetivación que debe considerarse aparte porque, como veremos en el caso de los títulos académicos, confiere propiedades enteramente originales al capital cultural que debe garantizar.”[5]

Es patente que el desdoblamiento del concepto de capital cultural de Pierre Bourdieu, tanto en su estado interiorizado o incorporado como en su estado institucionalizado, se corresponde con las definiciones que el autor de este ensayo ha estado proporcionado acerca de la redacción y la universidad, respectivamente. Esto es así porque la primera, precisamente, se experimenta como una disposición duradera del organismo que, a través del proceso de socialización, por una parte, y de la educación, por la otra, le permiten al individuo saber escribir “algo”; mientras que la segunda, ciertamente, se presenta como una institución, es decir, como la objetivación de un conjunto de reglas sociales de conducta que tiene por fin la creación, transmisión y validación (legitimación) del saber.

Por lo tanto, es necesario transfigurar por última vez (en este ensayo) la pregunta que se refiere a la importancia de la redacción en la universidad como sigue: ¿cuál es la importancia del capital cultural incorporado (el saber escribir “algo”) respecto del capital cultural institucionalizado (la institución social encargada de crear, trasmitir y validar el saber)? La respuesta, para Pierre Bourdieu, es una: la concentración y acumulación ampliada del capital (sea cultural o de cualquier otro tipo). La respuesta, para el autor, es otra: la desconcentración y distribución reducida del capital (sea cultural o de cualquier otro tipo).

Esto es, ciertamente, un círculo vicioso/virtuoso: la pregunta es una, mientras que las respuestas son infinitas. No obstante, cualquier respuesta siempre implica poder (saber) escribir y, por lo tanto, saber (poder) preguntar.

Bibliografía

  1. Bourdieu, Pierre, “Capítulo IV. Las formas del capital. Capital económico, capital cultural y capital social” en Poder, derecho y clases sociales, Editorial Desclée de Brouwer, S. A., 2001.
  2. Gamboa, Yolanda, Guía para la escritura de un ensayo, Universidad Atlántica, Florida, 2000.
  3. Marx, Karl, “Capítulo XIII. La ley general de la acumulación capitalista” en El capital, Tomo I, traducción de Wenceslao Roces, FCE, México, 1946.
  4. Morin, Edgar, “Parte II. El diseño y el designio complejos”, en Introducción al pensamiento complejo, traducción de Marcelo Pakman, Gedisa editorial, Barcelona, 2005.
  5. Osorio García, Sergio Néstor, “El pensamiento complejo y la transdisciplinariedad: fenómenos emergentes de una nueva racionalidad” en Revista de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Militar de Nueva Granada, Vol. XX, junio 2012, 269-291.
  6. Real Academia española, Definición, Edición del Tricentenario, 2014, Versión en línea.
  7. Romé, Natalia, “Exordio” en Semiosis y subjetividad. Preguntas a Charles S. Peirce y Jacques Lacan desde las ciencias sociales, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2009.
  8. Wallerstein, Immanuel (Coordinador), Abrir las ciencias sociales. Informe de la Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales, Siglo XXI editores, Madrid, 2006.
  1. Véase Yolanda Gamboa, Guía para la escritura de un ensayo, Universidad Atlántica, Florida, 2000, pp. 1-3.

  2. Véase tanto Natalia Romé, “Exordio”, en Semiosis y subjetividad. Preguntas a Charles S. Peirce y Jacques Lacan desde las ciencias sociales, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2009, p. 34; como Morin, Edgar, “Parte II. El diseño y el designio complejos”, en Introducción al pensamiento complejo, traducción de Marcelo Pakman, Gedisa editorial, Barcelona, 2005, pp. 68-69.

  3. Real Academia española, Definición, Edición del Tricentenario, 2014, Versión en línea.

  4. Véase tanto Osorio García, Sergio Néstor, “El pensamiento complejo y la transdisciplinariedad: fenómenos emergentes de una nueva racionalidad” en Revista de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Militar de Nueva Granada, Vol. XX, junio 2012, p. 283; como Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. Informe de la Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales, Immanuel Wallerstein (Coordinador), Siglo XXI editores, 2006, p. 9.

  5. Pierre Bourdieu, “Capítulo IV. Las formas del capital. Capital económico, capital cultural y capital social” en Poder, derecho y clases sociales, Editorial Desclée de Brouwer, S. A., 2001, p. 136.

 

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