Noches blancas

Alma A. C. Carbajal. Egresada de SOGEM (Sociedad General de Escritores de México). Diseñadora Gráfica, escritora por vocación y pensadora filosófica por convicción, actualmente trabaja arduamente como ensayista. Diplomada en Neuroestética en CASA LAMM. En relación a la literatura y al estudio de las formas, abre y descompone paradigmas en lo que a la creación se refiere. Actualmente cursa la licenciatura de Comunicación en UNIR (Universidad Internacional de la Rioja) y la licenciatura en Psicología. 

 

La noche fue mudando de piel, mientras en la lejanía las horas parecían movedizas. Las partículas de polvo se adherían a mi cabello, todo lo demás era imposible. Regresé a casa del trabajo para bañarme por segunda vez. El agua zurcía una especie de suciedad invisible, inevitable. La lluvia cubría la ciudad de un hastío permanente y la limpieza añorada nunca bajó de los cielos, sin embargo emergió de los infiernos una ansiedad descorazonadora, caprichosa. 

 

Los medios de igual forma fueron invadidos por un virus – aún desconocido – nadie volvió a creer en el apocalipsis a cuenta gotas. Los incrédulos llenaron sus pulmones de incertidumbre; los razonables tomaban pequeñas dosis de aire para respirar un poco de libertad. La violencia se alzaba como bandera en cada hogar, alimentaba los estómagos de niños, mujeres y hombres. Los dioses edificaron altares digitales en cada tomacorriente, y en cada dispositivo; los ciudadanos quedaron en franca oración al “ocio” que al final desplazó nuestras carnes y espíritu a la oscuridad.

 

Hoy es fin de semana, y el sol se ha convertido en un espejismo. Las noches abiertas enmudecieron, cerraron sus ojos para el sentimiento. Las noches blancas ahora circulan por las calles, llevándose un poco de nuestra humanidad con tan sólo respirar. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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