Las redes comunitarias desde las epistemologías del sur

El papel del investigador en la reformulación del conocimiento.

 

Por Zulay Saxe Castro[1]

 

¿Cuál es la importancia de las redes comunitarias entre los grupos vulnerables y cómo podemos replantear los conocimientos hegemónicos? Para responder estas preguntas, partiré desde los conceptos de las epistemologías del sur y la construcción de conocimiento y comunidad desde y para los grupos vulnerables. De igual forma, abordaré las alternativas propuestas por diversos autores desde una perspectiva antihegemónica que cuestiona las estructuras del conocimiento occidental implantadas en los diversos procesos de investigación académica.

Una construcción colectiva de saberes

Boaventura de Sousa Santos (2010) habla de la importancia de una búsqueda alternativa de conocimientos alejada de las perspectivas occidentales que dominan los usos, fuentes y formas del conocimiento. Esto no quiere decir que estas formas deben de desecharse, sino que se tiene que considerar la perspectiva desde la que se crea el conocimiento y hacer propuestas que vayan más allá de esta idea del saber occidental que ha dominado y definido nuestra forma de percibir el mundo. Se trata de ir más allá de lo que esta imaginación tan limitada del conocimiento y el saber nos ha permitido. Pero ¿cómo abordar algo que está más allá de la imaginación eurocéntrica?

Boaventura habla de la sociología de las ausencias; mostrar lo que no existe, dirigir la atención a aquellos conocimientos y saberes que han sido ignorados por la historia, aplastados e invisibilizados por una visión de la realidad que se ha encargado de dominar y descalificar otras formas de percibir y entender el mundo, es por eso que es tan importante comenzar a darle importancia prioritaria a los conocimientos generados a partir de la experiencia de los que viven en carne propia los procesos que el investigador estudia para generar propuestas que sean realistas. Realistas en el sentido de que sean aplicables al contexto actual y no solo giren alrededor de teorías que en muchos casos distan en tiempo y en espacio de lo que se vive actualmente.

Conectado al concepto de sociología de las ausencias va el de sociología de las emergencias, la creación de un nuevo conocimiento, una construcción colectiva de saberes basada en el contexto actual, en palabras de Boaventura “la sociología de las emergencias consiste en la investigación de las alternativas que caben en el horizonte de las posibilidades concretas. En tanto que la sociología de las ausencias amplía el presente uniendo a lo real existente lo que de él fue sustraído por la razón eurocéntrica, la sociología de las emergencias amplía el presente uniendo a lo real amplio las posibilidades y expectativas futuras que conlleva” [Santos 2010:41]

Para lograr una sociología de las emergencias, que surge de las sociologías de las ausencias, hay otro concepto importante que plantea Boaventura; la ecología de saberes, es decir, los conocimientos que están detrás de ese velo del conocimiento hegemónico occidental. Esa mezcla tan rica de saberes ignorados en todo el denominado sur global podría, en conjunción, generar un nuevo conocimiento, una perspectiva nueva y diferente de lo que creemos posible en un mundo capitalista que ha limitado enormemente nuestra búsqueda de alternativas.

Los cuerpos y el performance

 Judith Butler (2017) habla de la importancia de los cuerpos en la lucha social, los cuerpos que exigen, que se reúnen en las calles, que hacen protestas y se organizan. Butler plantea la idea de que los cuerpos vulnerados, los cuerpos afectados por la precariedad tienen que aliarse, unirse en sus luchas que de un modo u otro están interconectadas. Hablando específicamente de la lucha de género, Butler dice que “los derechos por los que luchamos son de carácter plural y no se limitan a la identidad; es decir, que no es una lucha a la que únicamente puedan adscribirse unas identidades en concreto, sino que se trata de una lucha que sin duda quiere ampliar lo que entendemos por «nosotros»” [Butler 2017: 71]

El elemento de la alianza de los cuerpos políticos me parece esencial para poder generar nuevas propuestas que incluyen la noción de ampliar las redes comunitarias, ampliarlas más allá de la lucha individual de un grupo pequeño de individuos y llevarlas a la interconexión con otras luchas, que aunque parezcan separadas parten de la misma problemática y sufren la misma precarización y vulneración de los cuerpos.

La lucha del migrante, tiene que ir unida con la lucha feminista, con la lucha de las madres de los desaparecidos y también con luchas más locales como las de las personas desalojadas de sus hogares, las familias en situación de calle, etcétera, todas estás problemáticas sociales tienen en común el proceso de vulneración de los cuerpos, de ahí que el nosotros es tan importante. La generación de colectivos de cuerpos maltratados, que aunque sean maltratados de distintas formas tienen que tomar en cuenta el hecho de que ese daño se los ocasiona el mismo sistema, el mismo orden económico, social y cultural dominante.

“Se trata más bien de derechos que surgen cuando se entiende que la precariedad se distribuye de manera desigual entre la población, y que la lucha para contenerla, o para resistir a semejantes condiciones, debe basarse en la idea de que todas las vidas deben recibir el mismo trato y que todas deben tener el mismo derecho a ser vividas; De aquí se deriva, además, que la propia forma de la resistencia, esto es, la manera en que las comunidades afrontan la precariedad, constituye un ejemplo ideal de los mismos valores por los que luchan dichas comunidades.” [Butler 2017: 72]

En conjunción con estas ideas de los cuerpos aliados, vale la pena analizar las formas en las que los cuerpos resisten en comunidad de forma simbólica, el uso del performance como reto, como método de activismo en el que se pone el propio cuerpo para fortalecer una lucha. El performance tiene varios usos, entre ellos implica revivir un acontecimiento, repetirlo, recordarlo; el espectáculo de la memoria, del que habla Diana Taylor (2007), se refiere precisamente a eso, a la repetición cíclica de una acción performativa y su efecto en la memoria colectiva.

Ella usa de ejemplo a las madres de la plaza de mayo, quienes desde hace más de cuarenta años se reúnen todos los jueves con pañuelos blancos y dan vueltas a la plaza de mayo caminando, esta acción repetitiva, que pareciera no tener mucho sentido y razón, es una forma de que la lucha de las madres no pueda ser olvidada por el resto de los ciudadanos. Todos los jueves ellas recuerdan y reviven su dolor, pero también generan comunidad y fuerza usando sus cuerpos y los símbolos como el pañuelo blanco. De ahí la importancia del performance.

Activismo e investigación

Dentro del rubro de las ciencias sociales y humanidades en general, suele haber diversas discrepancias sobre el propósito de un investigador dentro de alguna comunidad y si su trabajo realmente beneficia a dicha comunidad o no. Al hablar de ciencia social se tiende a esperar seguir una estructura y una percepción neutral de los asuntos que se estudien, pero surge constantemente la duda de si eso es posible dentro de las humanidades. Si es posible mantenerse neutral ante diversas situaciones cuando a fin de cuentas son humanos los que las están experimentando y humanos los que las están investigando.

Sobre esta cuestión, y sobre la diferencia entre activismo e investigación, Linda Smith (2016) asegura que la noción que se tiene del trabajo de investigación, sobre todo en occidente, tiende a ser muy similar a la del activismo, con la idea de que el trabajo del investigador contribuye al bien común, a mejorar las condiciones de vida. Sin embargo, Smith cuestiona si esto es cierto, mostrando, por ejemplo, los trabajos de investigación que no han sido particularmente útiles para ayudar a las comunidades indígenas, lo que sí lo ha sido, sin embargo, es el activismo indígena.

Smith habla de una descolonización de las metodologías de investigación, esto quiere decir que si realmente queremos que los trabajos de investigación generen un cambio, tienen que replantearse los marcos teóricos, las metodologías y todos los procesos en los que se construye esa investigación. Estas nociones se conectan a la perfección con los conceptos de las epistemologías del sur, la idea de generar nuevas perspectivas, nuevas teorías que vengan desde el sur global, desde la experiencia de los afectados, el reconocer sus capacidades creativas y dejar de asumir que solo el científico lejano a la comunidad puede generar conocimiento “aceptable” (Smith, 2016:294).

 La noción de la neutralidad ante diversas situaciones humanas parece ser, desde mi punto de vista, una noción eurocéntrica, la idea de estudiar al “otro” y, al ser ajeno, no sentir empatía ni consideración por su situación, y aún si se siente, omitirla para tener una perspectiva “objetiva” de las cosas y lograr una investigación que cumpla requisitos académicos, en lenguaje académico y dirigida a otros académicos ¿Cómo beneficia esto a la comunidad estudiada?

Esta es una de las cosas que me pregunto constantemente al hacer trabajo de investigación. Considero que cualquier persona que trabaje en ciencias sociales tiene que hacer un acercamiento activo y útil en las comunidades, que no sean meramente sus objetos de estudio. Aunque, también, tiene que poder reconocer cuando su presencia no es deseada ni útil en dicha comunidad y retroceder.

El científico con formación eurocéntrica tiende a creer que cuenta con conocimientos suficientes que le dan la autoridad de estudiar y analizar a alguna comunidad, generando finalmente conclusiones que provienen de una perspectiva construida alrededor de la teoría occidental, sin hacer ninguna nueva propuesta y esperando que las perspectivas de los miembros activos de esa comunidad encajen en su marco teórico.

Es difícil evitar caer en este tipo de cuestiones si no existe un proceso de autocrítica y autoanálisis, reconocer las bases eurocéntricas de nuestra educación es un buen paso para comenzar a cambiar la perspectiva y las formas en las que reconocemos ciertos conocimientos y saberes como más válidos que otros, a partir de eso y del acercamiento a esta ecología de saberes invisibles y emergentes, reconstruir el conocimiento, descolonizarlo, y adaptar aquellos conocimientos dominantes del occidente a la realidad actual y no viceversa.

Bajo esta noción se concluye que cualquier trabajo de investigación debe tener un propósito y una utilidad más allá de su uso académico. Sin caer de igual manera en actitudes paternalistas y condescendientes, reconocer que es el investigador el que va a aprender y aprehender de las comunidades y no al revés; supone un acercamiento con humildad, y el reconocimiento y aceptación del rechazo, si sucediera. Recibir la información con la condición de que el investigador le dé algo a cambio a la comunidad, que el conocimiento o conclusiones a las que llegue sean para dicha comunidad y no para un círculo cerrado de investigadores, ni que el único propósito de los trabajos de investigación sea obtener reconocimientos en esos círculos, como tesis, artículos o libros.

Desde las epistemologías del sur, desde los estudios poscoloniales y decoloniales, persiste una idea en común: el conocimiento debe trascender las fronteras ideológicas que se le han impuesto desde hace miles de años si esperamos que realmente exista un cambio sistémico en el mundo.

 

 

Bibliografía

Sousa Santos, Boaventura. (2010) Refundación del Estado en America Latina, Instituto Internacional de Derecho y Sociedad, Lima.

Butler, Judith (2017) Cuerpos aliados y lucha política: hacia una teoría performativa de la Asamblea trad.María José Viejo. Editorial Paidós, Buenos Aires.

Taylor, Diana. (2007) El espectáculo de la memoria; trauma, performance y política. Nueva York. Teatro del Sur,(vol.XV): 33- 40.

Smith, Linda T. (2016) “Entendiendo correctamente la historia, contando bien la historia: activismo indígena, investigación indígena”, en A descolonizar las metodologías: investigación y pueblos indígenas. Santiago: Lom ediciones.

[1] Zulay Saxe Castro, nació en Ciudad de México en 1994, estudió fotografía en la Escuela Activa de Fotografía (EAF) y actualmente está en proceso de titulación en Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Es becaria en el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y trabaja temas de migración.

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