Una guayaba

Por Omar Rosa[1]

 

Estoy despierto a la una y treinta de la mañana, no puedo conciliar el sueño, tuve una pesadilla y desperté sobresaltado, pasados unos minutos volví a respirar, ya puedo respirar, Esos encapuchados me inspiraron mucho miedo, me acusaban con mucha ira:

– ¿Tú no decías que eran Campeones de la Resiliencia? Pues aguanta, toma agua y sigue. ¡Mira el estado de tu nieta!—dirigiéndose al otro torturador dijo—Ponla en la pesa, para que vea.

Medito sobre este absurdo sueño, debe ser temor al hambre, esa es la lectura. Yo mismo peso trece kilogramos menos. Me acosté pensando en el desayuno, no tengo nada para el desayuno y nada es cero azúcares, cero leches, cero café, los albaricoques están verdes, el pan, tres pancitos para cinco personas, llega muy tarde, los plátanos están muy tiernos, qué me hago cuando ella diga:

– Agüe, ¿Me preparaste desayuno?

Hablando como los locos, ¿Cómo hablan los locos?, debe ser que cambian de tema, vi una guayaba en el copito de la mata, total si no tengo sueño.

Está resbaladiza esta mata, debe ser por el sereno, no ha llovido. Todo esta tan oscuro que no veo bien dónde poner el pie. Se oye un estruendo en el patio, soy yo, cayendo, ya están debajo de la mata esposa e hijos y yo guindado por una pata.

– No fue nada—alcance a decir.

– ¡Ves, mamá, lo que te dije!, está loco, hay que llevarlo al siquiatra.

Recojo mi guayaba sin ser visto, en medio de la oscuridad, y la echo al bolsillo. No digo una palabra más. Ellos continúan insultándome.

Amanezco leyendo, a las 7.00 am escucho a esa personita tan querida, la reviso, aun está gordita, le doy abrazos y besos.

– Agüe, ¿me preparaste desayuno?

– Si, te hice un rico batido de guayaba.

– ¡Pero Agüe, a mí no me gusta la guayaba!

 

 

 

[1] Omar Rosa (Ciego de Ávila, Cuba. 1956.) Licenciado en Educación, ejerció como profesor quince años. Posteriormente realizó un Técnico medio de Contabilidad, laborando por más de quince años como contador. Trabajó en la esfera Bancaria, ahora está jubilado y se ha dedicado a escribir sus vivencias.

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