Ximena Cobos Cruz (D.F, 1988) Estudió Letras hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente estudia Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, a paso lento. Es cocreadora del proyecto Ingrávida, dedicado a la difusión y análisis de la literatura escrita por mujeres. Es feminista en formación y poeta (aunque cueste nombrarse). Ha publicado tanto en medios impresos como digitales, algunas de sus obras se pueden encontrar en Puf!, Larvaria, Rojo Siena, Revista Marabunta, Sierpe y Granuja, entre otros.
Poemas a la muerte de un amigo
En memoria de Paco Nihil
I
Me debo a mis muertos
y hasta la tumba voy a honrarlos
El ataúd ahora soy yo
Te guardo, te contengo como no pude hacerlo
en el último respiro
Te suelto y después el mundo flota
Y flotas en él
Puedo saber que ahora eres todo
Completamente presencia absoluta
Cuánto nos dolía la vida
Ahora me duela sola
Pero algo me mantiene viva
Respiro por ti
Por ambos que supimos querernos
más allá de los orgasmos
Que atesoramos la dicha de una mirada
De la existencia compartida en la lejanía de la especie humana
II
Cómo le explico a los días tu ausencia
Que el tópico más absurdo era pensarnos
cuando podíamos hablar la noche entera
Trascendimos el amor de la pareja
y fuimos santos de amanecer en descampado
De risa loca y línea predilecta
/cómo libar la justa precisa medida a tu partida
Con qué navaja pico ahora tu ausencia
Y en dónde inhalo aquello que dejaste/
III
Conozco palabras
pero no domino todas las que puedan explicar tu ausencia
El principio fundamental de la poesía,
explicar la falta, la carencia, el vacío instantáneo
que se prolongó como incierto,
no me sirve ahora
Nunca un poema fue tan imperfecto
Quizá por que las palabras se han vuelto
concreción en absoluto
Materialidad de la nada
Tangible hueco bien preciso
Qué golpe tan artero
es darlo todo por sentado
y descubrir que nada es cierto
Que me dueles como nunca más me habrás dolido
Que habitamos el recuerdo
y en él yacemos aparcados
Único espacio que me mantiene unida
Pegada larva que te devora como incendio
porque es junto a tu cuerpo
que quiero habitar ahora la poesía
IV
Desnudo mi pecho
al alba
Quién dice que no te recuerdo
Tu muerte va dolerme como rajada infinita
Hendidura y piel expuesta supurando cada día
Repasando los recuerdos
Salvándote del olvido para que no desaparezcas
por completo
y habites calles
azoteas
perros callejeros
y gastos de barda tranquila
Nos merecíamos el mundo
y yo me culpo por quedarme
a trazar rutas desiertas
a aullar sin tu confianza
Nos rozaba la vida a cada paso de acción destartalada
Protesta improvisada sin camisa
Te recuerdo
megáfono en mano, la rabia en la boca
la vida clavada en la pupila
y el destino que siempre voy a reprocharme
por no haber leído Antes que todos
V
Sé que no eres todos los ruidos del silencio
Las notas vagas que murmuran vida
aún estando todo quieto, apagado
Quisiera que fueras algo más que esta
furtiva soledad tan impresente
Materia que no devoran los gusanos
Quiero ser yo quien coma tu carne
para saber que sigues vivo
y ni el lanzamiento del cometa ventana abajo
ni la cuerda mirando al precipicio
fueron el método certero y suficiente
para asegurar la existencia del flujo prematuro a tu partida
Háblame
Desde el fondo de la tiniebla
que era tu cabeza junto a la mía
Sueña conmigo, sueña la noche
que descubriste mi piel risueña
Revive el orgasmo que para los dos fue
entero placer inequívoco
Di algo, lo que sea
Rompe el zumbar de los mosquitos
con tu llanto que jamás supe escucharte
Destroza la noche
antes de que esta vez sea yo la del espanto
Y no me mires irme
No juzgues mi partida
que no soy yo la que está lejos
Es la pura soledad que se avecinda
en esta tibia casacorazón
Lugar común para el naufragio
Cúbreme de nuevo con tu abrigo gigantesco
Y no me sueltes
Quédate en mí, conmigo
Haz para siempre este presente
donde no yaces colgando
VI
A veces escribo mensajes que jamás serán contestados
Me vuelvo río, cascada que fluye y no para
Brota agua como si de agua estuviera hecha
y no de palabras, certezas, o ideas mal elaboradas
No sirven los recuerdos
La voz ausente que a ratos viaja por las ondas espaciales
desde la fría pantalla que reproduce
una tras otra, una tras otra
las veces que me hablabas
Todo sigue inquieto
Adentro se revuelve
y afuera parece calma:
la sonrisa, el trabajo, la vida
Qué soy si no un manojo de costumbres
que tu ausencia ha dejado rotas
Qué doy sino pasos hacia atrás porque no avanza
la tristeza que de mí se ha apoderado