Por Dr. Sergio Melo[1]
La ciencia es uno de los aspectos de la vida que, a mi manera de ver, es de las más incluyentes y diversas. La ciencia debe ser abierta, se construye de opiniones diversas y muchas veces contradictorias. Para algunos se convierte en un nicho en donde podemos ser creativos, generar nuevos conocimientos y aportar al mundo un granito de arena de esperanza y luz. Sin embargo, el camino no siempre es tan abierto e inclusivo como creeríamos.
Actualmente, y después de un largo camino de estudios, puedo ser lo que siempre soñé, soy profesor e investigador, estas actividades las realizo con pasión y mucha motivación. La historia de todos no es la misma, algunos de nosotros incluso no pueden llegar a la escuela básica porque sus condiciones familiares no lo permiten. De hecho, hasta dentro de los núcleos académico hay diferencias de condiciones muy marcadas. Por ello, los que hacemos ciencia debemos ser conscientes de que no todos tenemos los mismos antecedentes, ni las mismas experiencias. Debemos recordar que somos personas más que maquinas productoras de datos.
Como miembro de la comunidad, y adicionalmente migrante, soy consciente de que mi cultura, mis antecedentes familiares y mi identidad son importantes para la concepción de mi trabajo como científico. Tus proyectos deben contener un alto grado de motivación que solo se puede agregar con un gusto personal particular por lo que haces. Con un ingrediente extra que lo pone tu corazón. Ese algo que te mueve a darlo todo en el laboratorio. Es por lo que hay que considerar esos aspectos personales para la generación de nuevo conocimiento.
En la academia, la identidad de género y la orientación sexual no son un tema del que se hable abiertamente. En realidad, muchos científicos y profesores prefieren invisibilizar estos temas en su trabajo por temor a graves consecuencias en su avance profesional. Es ahora un buen momento para que estos escenarios, igual que otros de la sociedad, sean abiertos a la libertad de género y a la libertad de decidirlo. Si bien, en mi caso particular, puedo decir que no he sentido el peso de estas coacciones, considero que sí me encuentro dentro de los comportamientos que hoy en día llaman “heteronormados”. Con no esto digo que debe ser la regla, solo que es parte también de mi educación y crecimiento particular, en otras palabras: así fui criado. Aunque sí he sido objeto de microagresiones, al parecer, hacia la comunidad LGBT, que al final he manejado con paciencia. Frases como “Al menos a ti no se te nota” son parte de esas discriminaciones invisibles que obligan a permanecer en la oscuridad y el anonimato a muchos de nosotros. El arcoíris LGBT es más que solo los 8 colores de la bandera y en un mundo ideal todos debemos ser aceptados sin prejuicio alguno.
Es importante también que en nuestra labor de docentes, sembremos la semilla de la inclusión y la tolerancia. Hace poco, en un taller para profesores, escuché cómo un compañero tajantemente promulgaba que no estaba de acuerdo con el lenguaje inclusivo, particularmente estaba en contra de usar el “Elle” como un pronombre personal. La pregunta es ¿por qué no podemos identificar a nuestros estudiantes como ellos quieren ser identificados? Es fácil, yo como profesor respeto su identidad y estoy seguro de que recibiremos lo mismo. No hay por qué sentir enojo ni repulsión por la identidad de otros. Así, nuestras cátedras se convierten en un espacio de aprendizaje seguro para todos y todas.
Aunque soy joven investigador, ya no soy tan joven de edad. A mis 40 años, veo con orgullo cómo las nuevas generaciones son más abiertas y tienen ganas de generar cambios para la sociedad. Esos cambios deben suceder y para eso las instituciones deben proveer las herramientas necesarias.
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Graduado con mención honorífica del doctorado en ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Realicé estudios de posdoctorado en neuroendocrinología molecular del Instituto de Neurobiología UNAM. Actualmente soy académico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México CONACYT. Soy profesor de bioquímica y biología molecular del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente ITESO (Universidad Jesuita de Guadalajara). Tutor de programas de doctorado y especialidades médicas. Desde el 2016 soy miembro del sistema Nacional de Investigadores en el nivel 1. El año pasado logré un apoyo de ciencia de frontera para mi línea de investigación que incluye diferencias relacionadas al sexo en la función renal. ↑