La transmutación del yo en la era de la información y el internet
Por Aldo Saúl Uribe Nuñez[1]
Introducción
Internet, como se ha estado señalando desde décadas atrás, se ha convertido en un pilar fundamental para la vida humana; una forma en la que las sociedades se organizan, conectan, crecen, se informan y trabajan, todo esto a través de las redes virtuales y las tecnologías de la información. Autores como Manuel Castells han referido que las sociedades se han convertido en aldeas virtuales globales, es decir, sociedades que utilizan la información, el internet y las tecnologías de la información en todos los ámbitos de la vida.
Las nuevas tecnologías forman parte de nuestro presente, Internet se ha convertido en el medio principal para experimentar y conocer el mundo, especialmente para las y los jóvenes. Es así que pensadores como Bauman (2000) han sostenido que las redes sociales fungen como una dimensión en donde el joven busca formar su personalidad, en un mundo precipitado en constante cambio, producto de la “modernidad liquida”.
Internet es un camino por el que las personas y las comunidades forman realidades y conocen el mundo. Lo interesante es ver cómo los contenidos informativos en la red, sean verdaderos o falsos, constituyen dispositivos que permiten a cada uno de nosotros, y a las personas en general, formar representaciones sociales e imaginarios sobre un fenómeno/acontecimiento de la vida diaria, así como transmutar la propia identidad.
Así pues, en este texto se describen las implicaciones del uso del internet y las tecnologías de la información en la identidad de las personas y su yo, haciendo un acercamiento, de forma breve, al concepto de identidad virtual. Para terminar, se reflexiona sobre el porvenir de este fenómeno social y cultural.
Globalización y Sociedad Red
Los efectos de la globalización y el uso de las tecnologías en la sociedad actual son diversos, estos efectos han provocado un conjunto de vicisitudes que tienen consecuencias en el ámbito político, cultural, social y económico. La globalización como proceso exacerbó el sentido de competencia, el uso de la tecnología y, sobre todo, las tecnologías de la información, las cuales dieron lugar a lo que hoy en día conocemos como sociedad red.
La globalización es un fenómeno relativamente reciente, producto de las transformaciones histórico-sociales que la humanidad ha vivido a lo largo de los años desde la modernidad. No obstante, este proceso marcará profundamente el futuro de la economía mundial y el desarrollo de las naciones. Este conjunto de elementos es de carácter sistémico y tienen repercusiones en todos los estratos sociales.
El concepto de globalización ha tenido diferentes conceptualizaciones a partir de la etapa sociohistórica en la que nos encontremos o desde el marco teórico-epistemológico desde donde lo estudiemos. En este sentido, autores como Hirsch (1997) describen que el concepto de “globalización” está hoy en día muy generalizado, independientemente de los puntos de vista políticos y teóricos que se adopten.
Igualmente, son muy variadas las formas en que el fenómeno es interpretado. Para algunos contiene una promesa de un mundo mejor y más pacífico; para otros, contrariamente, se vincula con la idea de un caos global. Como siempre, la definición depende de las posiciones teóricas y políticas asumidas (Hirsch, 1997).
Mateus y Brasset (2002) explican que muchos pensadores sobre el destino de la humanidad han venido diciendo incesantemente que el mundo se está interrelacionando cada vez más, que las comunicaciones van a tener un gran impacto en los patrones de vida de los países, que el acceso a la información va a determinar el desarrollo de las naciones, que el mundo se ha transformado en una aldea global y que el conocimiento será el mayor recurso de las naciones.
El internet, hoy en día, representa entonces uno de las herramientas de trabajo más importantes. Algunos autores, particularmente sociólogos, han denominado a esta etapa de la historia como la “etapa de internet”, caracterizada por la constante transmisión de información y el uso de internet para casi todos los ámbitos de la vida. Por otro lado, los especialistas han catalogado a las sociedades como “sociedades del conocimiento” “sociedades de la información”, sociedades que se rigen por medio del uso de las tecnologías de la información y el internet.
Se puede aseverar, de forma simple, que la sociedad red es aquella sociedad que ha posicionado el internet y las tecnologías de la información como medios a través de los cuales se organizan las instituciones y las personas, interactuando con el conjunto de la sociedad. Castells (2001) no solo describe de forma brillante las actuales maneras en las que los países y los estado-nación se adaptan a esta nueva sociedad, sino también, nos invita a reflexionar sobre las implicaciones de la sociedad red global en la vida individual y social del ser humano.
La sociedad red debe ser vista como una forma de organización que prácticamente ha alcanzado todos los ámbitos de la vida humana, culturas y naciones, aunque, obviamente, con diferentes formas de expresión y desarrollo. Estrechamente relacionada con esta forma de organización se encuentra la globalización y el capitalismo, procesos inherentes e interrelacionados entre sí.
La nueva economía de nuestro tiempo es indudablemente capitalista, declara Castells (2009), pero es un sistema capitalista con una modificación. Este sistema depende mayormente de la innovación como fuente de crecimiento de la productividad; de mercados financieros globales conectados mediante una red informática, cuyos criterios de valoración están influidos por turbulencias de la información, de redes de producción y gestión, internas y externas, locales y globales, y de una mano de obra flexible y adaptable.
Retomando esta idea central, la cultura, entendida como un conjunto de representaciones, normas y valores que dan sentido a la realidad de una determinada comunidad y orientan sus comportamientos y formas de experimentar el mundo, ha sufrido transformaciones en la sociedad red.
Para Castells (2000), estamos experimentando una de las revoluciones tecnológicas más importantes y significativas de la historia, quizá la más importante. Esta revolución está centrada en las tecnologías de la información y de la comunicación, lo que ha hecho que se vuelva mucho más importante que la revolución industrial, en cuanto que afecta al conjunto de la actividad humana. Todo lo que hacemos, la organización social y personal, es información y comunicación.
Esta formidable mutación de las formas en las que interactuamos con el mundo y con los otros modifica totalmente todo lo que hacemos y todo lo que somos: las maneras en las que trabajamos, producimos, comemos, convivimos, las relaciones sexo-afectivas e incluso la muerte.
Identidad ¿Virtual?
La identidad quizá sea uno de los términos más interesantes de las ciencias sociales y uno de los paradigmas más significativos en el estudio del ser humano. Y es que, ¿conseguiríamos imaginar a la antropología, a la psicología o a la historia como ciencias que no tomaran el concepto de identidad para sus estudios? Difícilmente podrían perdurar. En las ciencias humanísticas y sociales, la identidad hace referencia a la expresión y constitución que tiene cada individuo acerca de sí mismo y su pertenencia a ciertos grupos o comunidades sociales.
La identidad es una dimensión individual pero también colectiva, compuesta por elementos psicológicos, sociológicos y antropológicos. Cada persona se define a sí misma como también se reafirma frente al otro. En esta dimensión se hallan elementos de gran envergadura como lo son las condiciones culturales, históricas y sociales. Dans (2015) expone que el concepto de identidad tiene distintos abordajes a partir de la disciplina o el marco teórico de referencia.
La visión del conjunto de identidad puede referirse a lo biológico, es decir, a la dimensión corporal de la persona. Por otro lado, la identidad psicológica es entendida como la forma en la que el individuo se sitúa a sí mismo en cuanto a su “yo”. Así también, la identidad sociológica es la manera en la que cada uno se constituye con respecto al conjunto, esto es, en una sociedad o comunidad (Dans, 2015).
La identidad trata de lo que uno es y de lo que uno aspira a ser. Otro término muy utilizado es el de personalidad, como el contenido propio de la identidad. Tampoco la identidad es algo cerrado o una meta por descubrir, antes bien, la entendemos como un proceso cambiante (Dans, 2015). Tomando en cuenta esto, podríamos decir que la identidad de cada uno de nosotros es un proceso cambiante, un vaivén de acaecimientos que son producto de las condiciones históricas, sociales o culturales en las que nos encontremos.
Muros (2011) nos explica que hablar de identidad es hablar de identidades, es decir, de un entramado de elementos interrelacionados entre sí que hacen constituir nuestra identidad y por ende nuestras actitudes y comportamientos. Es así que, en la era del internet, las redes sociales y las tecnologías de la información, la identidad se ve afectada por una transmutación, es decir, el yo y la personalidad se ven transformados en la era digital.
Sabemos que las tecnologías de la información y el internet están produciendo cambios significativos en la vida individual y social de las personas, estos cambios tienen que ver con todas las dimensiones de la vida humana: la forma en la que nos relacionamos con los demás (y con nosotros mismos), las formas en las que producimos y consumimos, las formas en las que nos entretenemos, etc. Es por eso que Muros (2011) toma en cuenta esto para pensar la identidad de las personas de la mano del internet y las redes sociales virtuales.
En ese sentido, la identidad virtual es el resultado del constante incremento del uso de las TICs, el internet y las redes sociales en la cotidianidad. Muros (2011) explica que la identidad virtual no es más que un resultado adaptativo del individuo a las nuevas circunstancias y a la naturaleza del contexto —la red, las redes sociales, las comunidades virtuales marcan sus propios protocolos—. En la red, pues, podemos cambiarnos de nombre, de edad, de color de piel o de apariencia, adoptando tales identidades que, a priori, sólo afectan al individuo. No obstante, en las redes sociales mentimos en cuanto a nuestra identidad y se acepta.
La identidad de la persona se va modificando a partir del uso de las redes sociales y su pertenencia a los espacios digitales por medio de cuentas personales. Es en estos espacios donde el sujeto puede compartir imágenes, videos, pensamientos, sentimientos, comentarios y fotos que se hacen visibles en el internet. Vale la pena preguntarnos qué implicaciones tiene esto en la identidad, una identidad transmutada en donde podemos reflejar lo que somos o fingir aquello que queremos ser.
Las TICS están induciendo un cambio antropológico profundo y duradero, o sea, nos atraviesan de un modo radical. En el internet, adoptamos la identidad que aparece en nuestra pantalla e incluso nos apropiamos de ella, consciente o inconscientemente, el yo, aunque no deja de ser un producto del inconsciente, una ilusión de quienes somos, se configura por medio de la red y el internet (Muros, 2011).
A modo de reflexión final
Está claro que el internet y las redes sociales se han convertido en gigantescos quioscos de información y relaciones sociales, así como en una poderosa caja de información y documentación, por eso resulta prioritario que los profesionales y estudiantes de las ciencias sociales y las humanidades, piensen en sus consecuencias y aprendan a usar las tecnologías de la información y el internet para conocer el mundo y los nuevos fenómenos emergentes.
En suma, la identidad digital y virtual es un fenómeno emergente que vale mucho la pena investigar y pensar, sobre todo si nos referimos a las ciencias que han tratado históricamente este paradigma como lo son la psicología, la antropología, la historia o la sociología, pues cada vez parece más claro que el internet y las redes sociales configuran nuestra identidad y personalidad. No hay duda que Freud, Lacan, Marx, Weber, Durkheim, Foucault, Derrida, Althusser y otros estudiosos de las ciencias sociales y humanísticas estarían fascinados con esta nueva era digital. Ahora solo nos queda retomar sus enseñanzas y aprendizajes para comprender este fenómeno emergente y sus implicaciones en las sociedades modernas contemporáneas.
Bibliografía consultada
Bauman, Z. (2000). La modernidad liquida. México: Fondo de Cultura Económica.
Castells, M. (2001). Internet y la Sociedad Red. Editorial Alianza.
Castell, M. (2000). Globalización, sociedad y política en la era de la información. Bitácora urbano-territorial, 4(1), 42-53.
Dans, I. (2015). Identidad digital de los adolescentes: la narrativa del yo. Revista de estudios e investigación en psicología y educación, 13, 1-4.
Hirsch, J. (1997). ¿Qué es la globalización? Conferencia pronunciada en el ciclo Globalización, Transformación del estado y Democracia, Universidad de Córdoba-Goethe Instituto de Córdoba, Ciudad de Córdoba.
Mateus, J. R., y Brasset, D. W. (2002). La globalización: sus efectos y bondades. Economía y desarrollo, 1(1), 65-77.
Muros, B. (2011). El concepto de identidad en el mundo virtual: el yo online. Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 14(2), 49-56.
[1]Licenciado en Psicología (UdeG); Especialista en Diagnóstico Clínico y Tratamiento de los Trastornos Mentales (AMSP, A.C.); posee una Formación en Psicogerontología (AEEP, A.C.); una Formación Psicoanalítica Especializada (AMSP, A.C.); así como diplomados en materia de ciencias forenses y derechos humanos. Se desempeñó como asistente de investigación en distintos centros de investigación como el Centro de Investigación en Comportamiento y Salud (CUValles, UdeG), el Departamento de Sociología (CUCSH, UdeG) y el Departamento de Estudios de la Comunicación Social (CUCSH, UdeG). Ha cursado seminarios de investigación en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y en el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Ha sido ponente en congresos y coloquios nacionales e internacionales. Ha escrito artículos en revistas académicas estudiantiles y medios digitales sobre psicología social, vejez, estudios sobre juventud, educación y salud mental. Actualmente es estudiante de la Maestría en Humanidades, Línea Formación Docente con eje de especialidad en Ciencias Sociales, Humanidades y Comunicación (UAZ), del Diplomado en Seguridad Pública y Prevención del Delito (ELCPAPO), del Diplomado en Investigación de Campo en Ciencias Sociales (UCOL) y trabaja como investigador independiente.