Reflexiones bioéticas sobre la selección de genes para mejoramiento de los seres humanos

o “la utopía de un mundo feliz”

Por Arantza Monserrat Garcia Duran

 

Introducción

Lo que les voy a presentar es un análisis personal sobre un capítulo del libro “¿Decisiones peligrosas? Una bioética desafiante. Identifica herramientas de pensamiento filosófico y cómo se aplican en el pensamiento bioético” de Julian Savulescu (2012). En este análisis encontrarás reflexiones sobre la pertinencia de la bioética y su constante intención de poner en la mesa temas relevantes para la sociedad contemporánea. La intención, tanto del libro como la mía, es darte a conocer, a ti, lector, el ejemplo de un tema y algunos puntos desde los que podrías comenzar a formar tu propio criterio, apegándonos a la exposición de razonamientos necesarios (aunque no los únicos) para tomar una comprensión dirigida hacia el bien moral, o lo que es lo mejor moralmente. 

Es preciso recordar en este momento que la argumentación siempre debe estar presente en la bioética, pues sin argumentación y sin diálogo los dogmatismos que han permeado nuestras formas de ser, hacer y pensar el mundo no cambiarán.

Ahora bien, podemos decir al respecto que el libro sobre “una bioética desafiante” manifiesta una postura de análisis y trabajo que cuestiona corrientes éticas y morales tradicionales, muchas veces basadas en fundamentos religiosos. Pues actualmente se está avanzando para alcanzar dialécticas que aborden Humanismos laicos.

 

Cap I. Beneficencia procreativa. Por qué debemos seleccionar los mejores niños

Lo que podríamos llamar como naturaleza de la sociedad está situado sobre una necesidad de constante progreso. Y aunque no se exige un progreso lineal ni constante, se busca desde distintas aristas este propósito (el cuál no deja de ser eurocéntrico). Entonces, sucede que desde la biología el criterio de buscar una mejor salud como Derecho se trata más de caminar hacia cómo alcanzar estas formas desde diversos métodos, tales como la investigación fisiológica y el ADN. Este tipo de investigaciones, de entrada, parten de una clasificación, es decir, de estándares que se implicarán además con la diversidad de la crianza y su percepción. Así, el mejoramiento progresivo de la humanidad contempla la inteligencia y la memoria como características de gran importancia, a las que se asocia con base en distintas condiciones: biológicas, sociales y cognitivas; por ello, lo que se intenta alcanzar es cómo fortalecer este punto, es decir, llevarlo a otros horizontes a través de las contribuciones genéticas. Al respecto, existe un dilema bioético en si es correcto continuar desarrollando estas actividades de investigación, las cuales se pueden llevar a cabo posteriormente con la fecundación in vitro. Mientras tanto, uno de los aspectos que este dilema ético requiere contemplar para saber si es correcto o no, es su contribución y aportes a la mejora genética con técnicas de selección.

 

Sobre la obligación moral de tener los mejores niños

Otro de los puntos a considerar en la introspección es la dinámica y formas de reproducción. Se busca establecer la socialización desde una intención que encamine a los niños desde su desarrollo hacia una mejor vida y una vida buena sin la existencia de rasgos patológicos. Por ello, la selección de embriones también es una sugerencia previa al “diagnóstico pre-implantación (p. 47)” aunque se limita aún el conocimiento metodológico para determinar los genes patológicos más allá del sexo. No obstante, así como la selección del sexo es posible, se busca lograr otro tipo de selecciones fenotípicas respecto a problemas patológicos. Personalmente, no considero esta propuesta como definitiva por el hecho de que la desigualdad social, en parte, es una realidad que surge precisamente con base en las formas de socialización desde la infancia.

 

Genética del comportamiento

El gen se asocia también con el comportamiento de la especie, por lo que, si se quiere mejorarla, es razonable pensar en cómo influir en él. Existen entonces una serie de criterios que consideran lo que es el buen comportamiento y el mal comportamiento de acuerdo con dilemas morales, como la agresividad, conductas autodestructivas o conductas destructivas. En este punto, el comportamiento puede caer en un prejuicio que debe abordarse desde el planteamiento ético sobre “crear los mejores niños”, que es, por ejemplo, pensar que la homosexualidad o ciertos comportamientos son “malos”. En cambio, un argumento a favor de que la beneficencia procreativa se podría dar a partir de considerar la selección de los mejores genes para crear un ser humano es la intención de predisponer una mejora en la calidad de vida y bienestar a largo plazo.

Sin embrago, las condiciones geográficas de desarrollo genético y su relación con una mejor adaptabilidad son un planteamiento a considerar en defensa de este dilema. El razonamiento se fundamenta sobre las formas del ser humano para disfrutar su vivir.

No obstante, el autor también reconoce una objeción, y es el hecho de que personas con problemas patológicos o genéticos han logrado cosas en el mundo realmente admirables, como Stephen Hawking. Aquí, entonces, se consideraría un criterio de probabilidad que requiere de lógica e intuición. Asimismo, el ser humano en su posición de procreador no debe perder el derecho de decisión sobre qué hijos tener y cómo procrear. Ese derecho involucra un asesoramiento de la mano de profesionales que brinden la información necesaria sin caer en dar consejos que estén relacionados con intereses personales o irracionales.  

 

Definición de una mejor vida para determinar criterios patológicos en los genes

Como ya se hizo referencia antes, el hecho de que exista una predisposición a cualquier enfermedad implica un impacto en la calidad de vida. Pero el ser humano en su esencia no es inmutable ni estático, sino que fluye. El hecho de que sean seleccionados genes patológicos tampoco garantiza la mejor vida, porque no es el único factor, ni el determinante en la percepción individual de cómo cada quidn vive su propio desarrollo psico-social. Los mejores genes, entonces, no pueden controlar la calidad de la experiencia sensible/subjetiva en todo momento de la vida, aunque en parte sí influya. No se puede dar por sentado ni negar la historicidad que configura el ADN social del ser humano y, ante ello, entonces hay que preguntarse ¿cómo mejorar también o seleccionar un mejor ADN social?

No puedo dar una respuesta definitiva, pero sí se requiere que en este aspecto exista una voluntad que trascienda la ciencia de la salud hacia las esferas estructurales y su necesidad también de transformarlas con esquemas de ideal jurídicos, democráticos, de libertad colectiva e individual, etc.

Por otro lado, o de manera paralela, pero igualmente relevante, la idea de que ser inteligente mejora tu calidad de vida es debatible en corrientes filosofías, pues más allá de su innegable valor instrumental, precisamente (o metafísicamente) la inteligencia hace al ser humano más miserable (no sé si usar esta palabra o si di a entender mi idea); así que sería más prudente considerar la complejidad de alcanzar una sabiduría satisfactoria por medio de la selección genética.

 

Sobre el principio de beneficencia en la selección de genes no patológicos

Aunque se busquen las mejores expectativas siempre hay riesgos y se puede llegar a caer en la cosificación del ser humano como un medio y no como un fin. Esto implica las limitaciones del conocimiento humano en la aplicación del tema. El ser humano no es capaz de determinar su amor en la crianza con base en los defectos del niño, así como tampoco determinar una vida que merece o no ser vivida por sus defectos. Coincido con el autor en que no se puede tampoco juzgar si la existencia de los que vivimos ahora es digna o indigna, valiosa o poco valiosa.

 

Consideraciones finales

De entrada, el capítulo del libro sugiere en el título “los mejores niños”. Entonces, la finalidad o el alcance parece obvio: conseguir una mejoría genética, cognitiva y, por lo tanto, social. Sin embargo, si nos ponemos a reflexionar lo que implica en su complejidad respecto a los que no resultasen ser los mejores niños o el hecho de que durante ese proceso habrá una diferenciación que será difícil de borrar sobre los que “no son los mejores niños” podría manifestar resultados inesperados.

Me da la impresión de que aborda un tema interesante para la bioética, me hizo recordar la novela “un mundo feliz” en la que en un futuro “utópico”, existían criterios para la fabricación de humanos (que en algún punto perdían una característica de su propia humanidad al dejar de ser imperfectos y diversos) con base en las necesidades de una sociedad, para su funcionamiento. Según la novela, era posible fecundar un ovulo varias veces, creando humanos idénticos y con características específicas para su función en el mundo desde antes de nacer, mientras poco a poco se desvanecían los rasgos sensibles que te hacen cuestionarte tu lugar y propósito en la vida como ser humano.

Me abre a cuestionamientos también sobre si en algún momento esto dejaría o ha dejado de centrarse únicamente en la especie humana, en lugar de para otras especies.

No se puede ignorar tampoco la distribución estructural en cuanto a lo político y lo económico, y cuestionarse si la aplicación de principios de beneficencia procreativa serían parte de un Derecho universal o caerían en el ámbito de los privilegios de clase. Por su parte, cuando se habla sobre las condiciones geográficas se presenta un punto difícil de emparejar puesto que existen situaciones como la radiación o adversidades naturales y medioambientales que no están en el total control del ser humano aún.

También, cuando se habla de mejorar la humanidad desde la beneficencia genética, esto conlleva a manejar otro dilema sobre cómo seguir trabajando para que las personas que ya existen también lleguen a una mejoría como especie.

Ya por último, quiero agregar que coincido con el autor en que este tema se debe plantear a la altura de la diversidad de complejidades que permean la particularidad de la especie humana. El autor enfatiza por ello que, precisamente, el dilema bioético no es la afirmación de que una beneficencia genética es un bien moral definitivo para el mejoramiento de la humanidad, sino más bien que se continúa trabajando por poner en controversia su práctica respecto a situaciones y realidades que esta aplicación no puede controlar.

 

 

 

Referencia

Savulescu, J. (2012). ¿ Decisiones peligrosas?: Una bioética desafiante. Tecnos.

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