El silencio, la marginación y el sufrimiento.

Una revisión del concepto vivos-muertos

 

Por Saúl Pérez Sandoval[1]

 

“Las grandes ciudades modernas: Nueva York, París, Londres, esconden tras sus magníficos edificios lugares de miseria, que albergan niños mal nutridos sin higiene, sin escuela, semillero de futuros delincuentes. La sociedad trata de corregir este mal, pero el éxito de sus esfuerzos es muy limitado. Sólo en un futuro próximo podrán ser reivindicados los derechos del niño y del adolescente, para que sean útiles a la sociedad. México, la gran ciudad moderna, no decepciona a esta regla universal. Por eso, esta película está basada en hechos de la vida real, no es optimista y deja la solución del problema a las fuerzas progresivas de la sociedad”.

   Luis Buñuel, Los olvidados.

 

“No sólo se les debe (a las sustancias embriagadoras) la ganancia inmediata de placer, sino una cuota de independencia, ardientemente anhelada, respecto del mundo exterior. Bien se sabe que con ayuda de los “quita penas” es posible sustraerse en cualquier momento de la presión de la realidad y refugiarse en un mundo propio, que ofrece mejores condiciones de sensación”.

     Sigmund Freud, El malestar de la cultura.

 

“A veces caminamos como si dos manos por los lados de la cara taparan lo que tienes al lado”.

Tirone José González Orama (Canserbero), De la vida como una película y su tragedia, comedia y ficción.

 

Esta reflexión está inspirada en un ensayo publicado en la Revista Rito: antropología y arte, escrito por Tonatiuh Vladimir Romano, el cual me conmovió al terminar de leerlo. El autor eligió un término que me pareció muy interesante para nombrar su escrito: vivos-muertos. A simple vista es una contradicción, ya que hablar de la vida automáticamente nos lleva a hablar de la muerte por ser dos conceptos opuestos, pero que, de igual manera, son complementarios. Lo que me gustó fue la idea, o intento, de hacer una palabra compuesta, debido a que es algo inusual y que no había visto en otro escrito, aunque, como explicaré a continuación, el término o concepto que articula el autor tiene una lógica interesante.

En el planteamiento de los vivos-muertos, el autor menciona a los indigentes o desahuciados que viven en las calles como aquellos que “asumen no solo su muerte biológica, sino también la muerte social y cualquier otra muerte” (Romano, 2022). Son, entonces, aquellos que no tienen seguro médico, tampoco tienen una comida segura para su día, que están completamente a expensas de los cambios climáticos; son los que no tienen un hogar fijo y esperan que un alma sienta lástima al ver su situación y se compadezca de ellos dándoles dinero o comida. De los que la sociedad se ha olvidado, aquellos que quieren ser escuchados, pero que son silenciados o, mejor dicho, sedados por las normas sociales, en la mayoría de los casos.

Según Romano, “los «vivos-muertos» son resultado de no seguir los parámetros de la normalidad, de no ambicionar con la mejor casa, un auto y un empleo estable. El alcohol se ha vuelto el sentido diario y han rechazado así la promesa del bienestar que brinda trabajar arduamente, a cambio de un poco de olvido y mareo” (Romano, 2022). ¿Razones? Tendrán muchas; quizá se encuentre en su pasado lo que posiblemente originó y dio como consecuencia su situación actual, pero la mayoría comparte un destino similar, haber caído en algún vicio (regularmente el alcohol o alguna otra droga), y haber sido alejados de su familia, son los que, a su vez, han sido excluidos de la sociedad.

Lo lamentable es que no son los únicos; en algunos centros de reinserción social ocurre lo mismo, solo que en estos lugares existe una privación de la libertad al no considerárseles como “sujetos normales. Tras no cumplir con lo que dicta la sociedad en turno, son excluidos y encerrados en espacios de cuatro paredes, muchas veces alejados del lazo social, de poder mirar el cielo y de cualquier tipo de acciones cotidianas, que parecieran incluso banales para muchos de los que gozan de “libertad”.

Siempre son juzgados, pero nunca escuchados y comprendidos; son sujetos olvidados: existe un olvido del ser y de cualquier posibilidad de acción creativa que los vincule con lo social. Por su parte, los que son recluidos en algunos espacios son sedados, en la mayoría de los casos, por el personal de las instituciones que buscan “ayudarlos”, pero la realidad para ellos es otra. Solo se espera su muerte para que dejen de ser una carga en la sociedad, y que siga marchando con “normalidad” el proceso habitual con los que sí están inmersos en el sistema en turno. O por lo menos esa es mi lectura de la situación actual a partir de mi observación cotidiana en distintos lugares.

Aunque no niego que existen muchas personas que sí realizan una labor muy destacable para querer comprenderlos e intentan brindarles un acompañamiento.  

No obstante, se necesitaría más presupuesto y personal en estos espacios para que pueda existir una reivindicación del sujeto con el vínculo social que ha perdido y lo ha olvidado, esto le permitiría volver a dar un sentido a su vida mediante el acompañamiento que se le brinde. El apoyo entre pares es algo que trabajan Desviat y Moreno (2012) en Acciones de salud en la comunidad, bajo esta perspectiva se busca recuperar la voz y participación de los sujetos por medio de actividades que promuevan la totalidad de los integrantes, incluso los familiares juegan un papel determinante para el sujeto.

Lo que se busca es una nueva forma de tratar con la persona que está padeciendo un sufrimiento psíquico, donde se logre su autonomía para que pueda existir una integración paulatina a un modo de vida en el que se restablezca el lazo social. Se trata de que ya no exista el abandono y se vuelva a humanizar al sujeto con un modelo comunitario. Sin duda alguna, no es una tarea sencilla, pero nos acerca más a una posible solución al problema del abandono y la marginación.

 

Las voces del silencio

 

Los olvidados,

los que plasmó Luis Buñuel

en aquel México permanente.

 

Los marginados,

los que cargan con traumas de su pasado

que los acompañan en sus recorridos.

 

Los que hacen su hogar debajo de un puente,

los que viven recorriendo las calles,

los que esperan su muerte con ansias,

pero en lo que llega,

sufren como nadie lo imaginaría.

 

Los que, al no tener dinero,

no se les brindan servicios de salud.

Los que molestan al otro

con su presencia en la calle,

al no ser sujetos “civilizados”,

y hacen que inmediatamente

se aparte la mirada de ellos,

ya sea para no sentir lástima,

o para que no se dañe su

percepción visual de la ciudad,

en la cual ellos no están contemplados.

 

De los que nadie se preocupa,

los que no existen en el mundo,

los vivos-muertos.

 

Los que Marx y Engels nombraron

como el lumpenproletariado,

los que nos recuerdan

a Diógenes en la Antigua Grecia.

 

Los que han sido deshumanizados,

los que no tienen derechos,

los que ven las fronteras simbólicas

e ideológicas entre los demás humanos,

a los que se les considera de otro mundo.

 

Los que llegan a matar por un pedazo de pan,

o por una droga,

que los haga escapar de su

realidad que los consume,

a medida que avanza el tiempo.

 

Los que han sido abandonados

en las calles del vacío.

 

Los que viven al día,

encerrados en la prisión

del hambre,

la tristeza,

el sufrimiento,

y el abandono.

 

Los que se acompañan

de su soledad.

 

Los que se embriagan

de sustancias,

“para no sentir

el peso horrible del tiempo”,

decía Baudelaire.

 

Los que cargan con el pasado

de su historia familiar.

 

Los olvidados,

los que transitan por las calles,

y caminan sin que sus pasos se escuchen…

 

 

 

 

Bibliografía.

 

Desviat, M. (y Moreno, A. [edit.] (2012). Acciones de salud mental en la comunidad. Madrid: Asociación Española de Neuropsiquiatría. https://consaludmental.org/publicaciones/AccionesSaludMentalenlaComunidad.pdf

Romano, T. (2022, 2 febrero). Vivos-muertos. Revista Rito: antropología y arte, No. 8. https://revistarito.com/vivos-muertos/

 

 

[1] Escritor, Investigador y Alumno de la Licenciatura en Psicología en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Correo electrónico: [saulpersa9@gmail.com].

 

 

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