Cuidarnos entre nosotras y a los que están ausentes-presentes

El trabajo de cuidados entre las mujeres que buscan a sus desaparecidos en Sinaloa.

Por Bianka Verduzco

¿Qué cosecha un país que siembra desaparecidos?, en México y específicamente en Sinaloa, han florecido múltiples colectivos integrados principalmente por mujeres que se dedican a buscar personas víctimas de desaparición forzada. Los colectivos de mujeres construyen y sostienen toda un red de cuidados entre ellas y para los que no saben si están con vida o sólo desaparecidos, por ello, este trabajo lo que propone presentar es el rol de los cuidados entre mujeres en los colectivos de buscadoras a partir del testimonio de 3 mujeres que pertenecen a organizaciones de búsqueda de personas en el estado. Se trata de enmarcar el trabajo de cuidados en el contexto de la desaparición forzada en Sinaloa, donde las mujeres tejen redes de cuidado entre ellas como una forma de enfrentarse a un Estado que no realiza las actividades que le corresponden, así como a posibles amenazas de grupos delictivos locales.

Sinaloa: tierra del cielo rojo

El estado de Sinaloa, en el noroeste mexicano, es una tierra fértil, donde crecen las amapas, los tomates; de climas cálidos y húmedos, de personas felices y buenas, pero así como es un estado propicio para la siembra de diversas frutas y verduras, también fue un territorio que miró florecer diversos cárteles de narcotráfico y casi de forma simultánea se hizo presente el fenómeno de la desaparición forzada de personas a manos de los cárteles o del mismo estado.

Actualmente, en Sinaloa existen 11,065 expedientes de personas desaparecidas, así como 600 fosas clandestinas encontradas en los últimos 10 años[1]. Organismos como la Comisión Estatal de Derechos Humanos Sinaloa han emitido recomendaciones a las autoridades para prevenir y erradicar el fenómeno de la desaparición forzada en el estado, ya que, según este organismo, la desaparición forzada es decantada por un fenómeno de violencia estructural, además de tratarse de un delito de lesa humanidad en el ámbito nacional e internacional[2]. Activistas y periodistas locales han denunciado la incompetencia de las autoridades afirmando que en Sinaloa, hasta el año 2022, había 4, 309 casos de desaparecidos en el estado, donde una de las principales causas que perpetúan este fenómeno es la presencia del crimen organizado (Vizcarra, 2023).  

Frente a la ineficacia de las autoridades del estado, principalmente las mujeres han integrado y liderado 25 colectivos de búsqueda de personas a lo largo del estado, como por ejemplo Sabuesos Guerreras AC, Las Rastreadoras de El Fuerte, Voces Unidas por la Vida y Dignidad Humana, Tesoros Perdidos Hasta Encontrarlos, Una Luz de Esperanza, Padres y Madres de Hijos Desaparecidos, Uniendo Corazones y demás grupos independientes y autoconvocados que se unen para buscar a las personas ausentes-presentes. Es importante destacar que muchos de los descubrimientos sobre rastros, perfiles, rutas, formas de trabajo de los grupos delictivos, lugares de fosas clandestinas, son descubiertos no por las autoridades, sino por las mujeres que integran los colectivos de búsqueda de personas, son ellas las que se enfrentan al poder de un narcoestado, que ejerce una política de terror y muerte sobre aquellas personas que buscan en territorios o lugares no permitidos por el narcotráfico.

Colectivos de madres buscadoras

En México, así como en otros países que experimentaron dictaduras militares en las década de los 60 y 70, se desarrolló una estrategia político-militar que radicó en desaparecer a aquellas personas que buscaran revelarse ante los regímenes políticos. En México esto se experimentó como la Guerra Sucia de los 70 donde surgieron organizaciones de la sociedad civil que buscaban a personas víctimas de desaparición forzada; dichas organizaciones se manifestaban en el espacio público para reclamar a sus desaparecidos con la consigna de vivos se los llevaron, vivos los queremos. Es significativo que en este contexto fue donde surgió la imagen de Rosario Ibarra de Piedra, pionera de la lucha en encontrar a los desaparecidos[3], mientras que en Argentina están las Madres de la Plaza de Mayo, se trata de un grupo de madres que buscan a sus desaparecidos en el contexto de la dictadura militar de Pinochet.

Así, con estos ejemplos lo que se busca destacar es que son las mujeres las que históricamente se han encargado de liderar y protagonizar la lucha por la búsqueda de personas desaparecidas en México y América Latina. En el contexto sinaloense es similar, el fenómeno de la desaparición forzada en el marco del crimen organizado trae consigo la formación de colectivos de búsqueda que son integrados principalmente por mujeres, que desgraciadamente dejan de lado sus proyectos personales para dedicarse hasta donde les alcance la vida a encontrar a sus desaparecidos. Los perfiles de las integrantes son múltiples, trabajadoras, profesionistas, amas de casa, tías, madres, abuelas, hijas, primas, mujeres que con los trabajos de cuidados se hacen escuchar en el espacio público (Prodh, 2020).

La relación de los cuidados en la búsqueda de un desaparecido

Histórica y socialmente las mujeres han cumplido con roles de trabajo no remunerado en el ámbito doméstico y reproductivo, los cuales se caracterizan por una serie de cuidados para los otros, pues las mujeres son una pieza clave para el bienestar de las familias y, por lo tanto, de la sociedad (Torns, 2008, p. 58). En este caso, el concepto de cuidado “nos permite hacer referencia a las tareas que concretamente se llevan adelante, de manera remunerada o no, y que contribuyen al sostenimiento de la vida “ (Carmona, 2019, p. 105). Por lo que la división sexual del trabajo entre hombres y mujeres dicta un contrato social el cual impone que las mujeres son las destinadas a cumplir con las obligaciones de cuidados para la familia distribuido en las atenciones a los hijos, esposo, alimento, limpieza, educación, etc.; que resultan ser actividades que no corresponden a una remuneración económica, donde las mujeres están presentes en la tarea de cuidados desde el nacimiento hasta la muerte de las personas.

Como ya se mencionó, el trabajo de cuidados corresponde a una organización social, histórica y económica, pero en este caso lo que se busca entender es el rol de los cuidados en el contexto de la desaparición forzada y cómo las mujeres han creado colectivos desde el agenciamiento de un dolor y experiencia común para cuidarse entre ellas y a los que están ausentes-presentes, pues la persona desaparecida es una presencia que también requiere cuidados.

Para comprender el papel político del cuidado entre mujeres se realizó una entrevista a María Isabel Cruz Bernal y Rosa Neriz, integrantes del colectivo Sabuesos Guerreras AC, se trata de una organización que surgió el 30 de agosto de 2017 en Culiacán Sinaloa, en el marco de la desaparición de Reyes Yosimar. Donde María Isabel Cruz Bernal, líder de la organización comparte que este colectivo cumple con la tarea de buscar a personas desaparecidas, pero también surge por “la necesidad de las madres por sentirse cobijadas ellas mismas, cobijarnos unas a otras, esa es la necesidad”[4], donde el agenciamiento por el dolor compartido cumple el papel de ser uno de los factores principales para construir redes de cuidados entendidas como “encadenamientos múltiples y no lineales que se dan entre los actores que participan en el cuidado” (Carmona, 2019, p. 41), pues cada integrante de los colectivos así como las personas desaparecidas corresponden a un eslabón que en su conjunto representan una cadena de cuidados, pues las mismas buscadoras han indicado que cada vez se integran más personas a los colectivos y esa participación perdura a pesar de haber encontrado o no a su persona desaparecida.

Por su parte, Rosa Neriz comparte que “una de las actividades que es primero es apapachar, acuerpar a las personas que nos buscan para que les apoyemos tanto en lo jurídico como digamos que hasta en lo emocional”, en ello podemos observar que el trabajo de cuidado está ligado a las emociones, ya que en este contexto “las emociones sirven para canalizar dilemas, conflictos, tensiones […] Es evidente que es un contexto moral y político el que hace que las mujeres desarrollen esa forma de vivir, practicar y sentir el cuidado” (Esteban, 2017, p. 41). En la narrativa, un papel preponderante para el cuidado de las integrantes del colectivo está en la atención psicológica especializada, sin embargo por diversos problemas como el cumplir con una doble jornada de trabajo, además de la imposibilidad de recorrer largas distancias para sesiones de una hora, incluso algunas mujeres no tienen cómo solventar el gasto de atención psicológica, por lo que temas emocionales o de cuidado los trabajan de forma alternativa y política entre ellas, pues lo que las unió en un principio fue tener una persona víctima de desaparición forzada.

Para Verónica López, integrante del colectivo Las Rastreadoras de El Fuerte, formado en 2014, el cuidado está también en el campo:

“Me da mucha energía y me hace bien porque sé que estoy buscando y no nada más al mío porque busco a todos y pues a veces si se nos cruzan las emociones porque cuando encontramos nos da tristeza en veces por la manera en que encontramos, en la manera en cómo les hicieron daño, pero igual nos da alegría, porque sabemos que una familia ya va a tener esa paz de saber que ya va a saber dónde está su familiar, donde poner una flor, una veladora, saber dónde está y que ya va a descansar”[5]

 

Mientras que las estrategias de cuidado en campo están en ir acompañadas entre ellas, pues por los posibles riesgos ninguna debe de ir sola en las búsquedas en campo, debido a que algunas activistas han sido amenazadas por diversos grupos delictivos cuando van a campo a realizar búsqueda.

A su vez, así como las mujeres integradas en colectivos se cuidan entre ellas, también cuidan a los que están ausentes-presentes. En los trabajos de búsqueda en campo, marchas o intervenciones artísticas en el espacio público las mujeres mantienen anclado en lo social a aquellas personas que están buscando, donde las integrantes de los colectivos hacen una resignificación de vestigios, huesos, camisas, cuerpos con o sin vida para brindarle afectos, por lo tanto las mujeres “no lo ven desde la muerte-ausencia, sino a través de una acción de vida-presencia” (Franco, p. 3, 2019), y esa presencia se ve materializada en los vestigios de las personas que son las receptoras de los cuidados, aunque a veces no hay un cuerpo al cual cuidar, sino una esencia que se materializa en las mujeres que trabajan jornadas bajo el sol buscando, portando las fotografías o guardando la ropa de sus desaparecidos, por lo tanto en este contexto de desaparición forzada y de integración de colectivos salir a campo a búsqueda en vida o muerte, rastrear, manifestarse, realizar mapeos, hablar con las autoridades, realizar actividades para mantener viva la memoria de los desaparecidos también es un trabajo de cuidados no reconocido y mucho menos remunerado económicamente, este trabajo de cuidados se puede medir en el tiempo que implica y en los resultados como la cantidad de personas encontradas.

A manera de reflexión

A partir de estas breves reflexiones se puede reconocer que la labor de los cuidados se debe entender en un contexto social, histórico y en este caso criminal, pues la experiencia de las mujeres que integran los colectivos nos permite reconocer que tomar una pala e ir al campo es una labor de cuidado así como el abrazo que se le da a la compañera que también tiene un desaparecido.

Lo que se puede observar también es una nueva modalidad de cuidados fuera de los roles tradicionales donde la mujer cuidaba el núcleo familiar quedando como subordinada de las labores remuneradas económicamente que realizan los hombres, ahora se ejercen cuidados, pero no en el hogar, se ejercen cuidados pero no necesariamente para los esposos o los hijos, sino que se practican cuidados entre mujeres, siendo este trabajo de cuidados una opción, no una obligación, donde las comunidades de mujeres “con diferentes edades, formas de convivencia […] mantienen entre ellas vínculos materiales, políticos y simbólicos estables” (Esteban, p.42, 2017)  que se pueden materializar en los abrazos, fiestas, compromisos políticos, amistad y, muy importante, la formación de colectivos con una meta común.

Al mismo tiempo, podemos reconocer una forma de cuidado fuera de lo tradicional, que implica el cuidado para la persona que está ausente-presente, pues como se mencionó anteriormente el cuidado está presente en todas las etapas de la vida. La búsqueda de personas desaparecidas es un acto revolucionario que permite vislumbrar un nuevo camino de la politización de los cuidados, sin embargo, las omisiones del Estado perpetúan el desgaste de las mujeres. Así mismo, el sistema patriarcal continúa dejando a las mujeres en su mayoría la labor de los cuidados inclusive después de la muerte, desembocando en una feminización de la población de los colectivos de búsqueda, a pesar de ello la lucha liderada por mujeres permite, sin la necesidad de las instituciones, aportar desde los cuidados, conocimientos propios y afectos el que miles de personas regresen a casa, desde vivos a muertos, no sólo en Sinaloa, sino en todo el país.

 

 

 

Referencias

Carmona Gallego, D. (2019). La resignificación de la noción de cuidado desde los feminismos de los años 60 y 70. EN-CLAVES Del Pensamiento, (25), 104–127. Recuperado a partir de https://www.enclavesdelpensamiento.mx/index.php/enclaves/article/view/353

Centro Prodh. (2020) Nos llaman las locas de las palas. El papel de las mujeres en la búsqueda de sus familiares desaparecidos. Recuperado a partir de: https://centroprodh.org.mx/2020/05/10/pub-las-locas-de-las-palas/

Esteban, Mari Luz. (2017). Los cuidados, un concepto central en la teoría feminsita: aportaciones, riesgos y diálogos con las antropología. Quaderns-e de l’Institut Català d’Antropologia, 2017, Núm. 22 (2), p. 33-48, Recuperado a partir de https://raco.cat/index.php/QuadernseICA/article/view/333111.

Franco Migues, Darwin. (2019). Tecnologías de esperanza. Apropiaciones tecnopolíticas para la búsqueda de personas desaparecidas en México. El caso de Las Rastreadoras del Fuerte. Comunicación y Sociedad, 2019, e7280, pp. 1-29. Recuperado de https://www.scielo.org.mx/pdf/comso/v16/0188-252X-comso-16-e7280.pdf

Hasta Encontrarles. Geografía de la barbarie. Recuperado de  https://hastaencontrarles.com/#mapas

Robledo, Carolina. (2022). La búsqueda como trabajo no remunerado. A dónde van nuestros desaparecidos. Recuperado a partir de: https://adondevanlosdesaparecidos.org/2022/05/26/la-busqueda-como-trabajo-no-remunerado/#:~:text=La%20b%C3%BAsqueda%20es%20un%20trabajo%20de%20cuidado%20porque%20implica%20el,%2C%20esfuerzo%2C%20conocimiento%20y%20experiencia.

Torns, T. (2008). El trabajo y el cuidado: cuestiones teórico-metodológicas desde la perspectiva de género. Empiria. Revista De metodología De Ciencias Sociales, (15), 53–73. https://doi.org/10.5944/empiria.15.2008.1199

Vizcarra, Marcos. (2023). Sinaloa destaca en… desapariciones. Recuperado a partir de https://revistaespejo.com/2023/05/22/sinaloa-destaca-en-desapariciones/#:~:text=Solo%20hasta%202022%20se%20contabiliz%C3%B3,Sinaloa%20corresponde%20al%20crimen%20organizado.

Entrevistas

Entrevista realizada a María Isabel Cruz Bernal y Rosa Neriz por Bianka Verduzco en  Culiacán, Sinaloa, 2022.

Entrevista realizada a Verónica López por Bianka Verduzco en Los Mochis, Sinaloa, 2023.

 

 

 

 

 

[1] https://hastaencontrarles.com/#mapas

[2] Recomendación general  1/ 2020  Desaparición de Personas en el Estado de Sinaloa. https://www.cedhsinaloa.org.mx/index.php/recomendaciones/recomendaciones-generales/4986-1-2020-desaparicion-de-personas-en-el-estado-de-sinaloa/file

[3]https://www.cndh.org.mx/noticia/nace-maria-del-rosario-ibarra-de-piedra-pionera-en-la-defensa-de-los-derechos-humanos-la

[4] Entrevista realizada por Bianka Verduzco en el marco del proyecto PRONACES  297985 COLEF-CONACYT, 2022.

[5] Entrevista realizada por Bianka Verduzco en el marco del PRONACES 319127 UAS-CONACYT.

 

 

 

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