La economía social y solidaria y su relación con el anarquismo en el marco de los movimientos sociales en el Ecuador

Imagen de El Telégrafo. Guayaquil, 14 de noviembre de 1922. Obreros reunidos en la Gran Asamblea de Trabajadores, un día antes de la masacre del 15 de noviembre de 1922.

Por Verónica Zurita

 

Los modelos para el desarrollo impuestos por unos y otros inconscientes de la realidad de “los pobres”. Los pobres somos nosotros que tenemos la pesada herencia de empobrecimiento, opresión, de lucha y resistencia. Hablo del campesino, del obrero, del indígena, de la mujer, del estudiante y de tod@s aquell@s que no quieren el poder para estar sobre otros, sino el poder sobre sí mismo para decir basta.

Introducción

El presente trabajo muestra de manera somera al anarquismo, y la propuesta de economía libertaria, y su relación con la economía social y solidaria (ESS). Estas dos formas de hacer economía no son nuevas en el mundo, en Ecuador existen prácticas de economía social y solidaria.

Así, desde una mirada anarquista, daremos cuenta de la economía social y solidaria (ESS) como motor del desarrollo socioeconómico en armonía tanto con sus actores como de su entorno. Abordaremos el tema pretendiendo básicamente conocer: al movimiento anarquista, la economía social y solidaria como sector que se encuentra presente de largo data en la historia con su trabajo comunitario, promoviendo nuevas fuentes de ingresos, generando empleo y autoempleo entre otras iniciativas; y como movimiento.

La filosofía política y social del movimiento anarquista ha encontrado en la ESS, un espacio digno y rebelde para la resistencia a la economía capitalista y al Estado desde un punto intermedio. Ese anarquismo anticapitalista, antiautoritario y social, que basado en principios ha influenciado y apoyado al movimiento obrero en pro de la conquista de derechos, hoy en día y como hace algunos años, convive y comparte filosofía con los nuevos movimientos sociales, como feministas, ambientalistas, antitaurinos, entre otros.

El cambio de paradigma en la política económica se encamina hacia una perspectiva autogestiva y social, se asocia muy fuertemente al buen vivir o Sumak Kawsay[1], que es la práctica andina que busca la satisfacción de las necesidades básicas en armonía. Ni el Estado ni el mercado privado ha provisto de empleo digno, esta carencia ha logrado que la sociedad se organice individual o colectivamente, autoempleándose, en vista de su vulnerabilidad tanto económica como social.

Por décadas, la sociedad ecuatoriana se ha visto sumida en la pobreza, exclusión y desigualdad producto de deficiencias estatales y de mercado, de crisis económicas nacionales e internacionales, tomando las alternativas tanto de la economía popular y de la economía social y solidaria, esto es la alternativa llamada “empleo por cuenta propia” que para Sánchez Torres (2017) “fue el resultado de la falta de consolidación de un aparato moderno, de la marginalidad de ciertos grupos poblacionales, y del deterioro de las condiciones del empleo en relación de dependencia” (p. 77). Contextos como el ecuatoriano han permitido que estas ideas libertarias trasciendan y se hagan prácticas cotidianas, sin que los practicantes necesariamente conozcan de una ideología anarquista.

El movimiento anarquista y la economía libertaria

En los textos tradicionales como en la concepción popular vulgarizada, la anarquía es entendida como caos, oposición y la abolición del Estado simplemente, pero para los anarquistas hablar de anarquismo es hablar de filosofía política, social y propositiva, que es más que rechazar todo monopolio de la fuerza, es decir, al Estado y todo gobierno político o de toda autoridad social. Sébastien Faure, filósofo anarquista francés, afirmó: “cualquiera que niegue la autoridad y luche contra ella, es un anarquista”.

Dando un paso más en las corrientes anarquistas podemos hacer historia. El anarquismo nace en la segunda mitad del siglo XIX, como una tendencia anti-autoritaria de la Primera Internacional (Asociación Internacional de Trabajadores), esto nos hace pensar que anarquía es lo justo, es tomar las riendas de tu propia vida, es autogestión y el respeto mutuo; siguiendo a Proudhon, quien plantea en «La Anarquía es el orden», de su obra Confesiones de un revolucionario que:

Quien dice Anarquía dice negación del gobierno;

Quien dice negación del gobierno, dice afirmación del pueblo;

Quien dice afirmación del pueblo, dice libertad individual;

Quien dice libertad individual, dice soberanía de cada uno;

Quien dice soberanía de cada uno, dice igualdad;

Quien dice igualdad, dice solidaridad o fraternidad;

Quien dice fraternidad, dice orden social. (p. s/n)

Los anarquistas creen en el verdadero empoderamiento del ser humano, en el reconocimiento de sus capacidades tanto físicas como psíquicas, en el autogobierno. Más allá de las divergencias de los pensadores como Bakunin, Kropotkin, Proudhon, Malatesta y otros, acoger una doctrina es caer en el mismo juego del capital y del Estado; la anarquía es una, es la libertad total de la rutina del capital, del mercado y del Estado. Es la acción directa sin Estado, sin burocracia, sin propiedad privada, sin clases sociales, que genera una nueva dominación y corrupción sustentado en una falsa democracia. Hablar de anarquía no es un caso menor. Sostiene Álvaro García Linera (2008) que existen “cinco grandes ideologías o “concepciones del mundo” de carácter contestatario y emancipador. La primera de estas narrativas de emancipación social fue el anarquismo, que logró articular las experiencias y demandas de sectores laborales urbanos vinculados al trabajo artesanal y obrero en pequeña escala, y al comercio. Presente desde finales del siglo XIX en algunos ámbitos laborales urbanos, su influencia más notable se da en los años treinta y cuarenta del siglo XX, cuando logra estructurar federaciones de asociaciones, agremiadas de manera horizontal, en torno a un programa de conquista de derechos laborales y a la formación autónoma de una cultura libertaria entre sus afiliados” (p. 477-478).

Sin caer en el adoctrinamiento, el movimiento anarquista comparte los principios de: asociación voluntaria, federalismo libertario y horizontalidad, autogestión, democracia directa, ayuda mutua, solidaridad e internacionalismo. Esta postura anarquista difiere sustancialmente del marxismo, y en el surgimiento de estas dos corrientes existieron debates y desacuerdos irreconciliables; principalmente porque el marxismo propone una «dictadura del proletariado» que se encarga de destruir el sistema del capitalismo y crear una sociedad en la que no haya distinción de clase ni de posición económica. En cambio, los anarquistas consideran que el propio Estado en cualquier versión es responsable de los desajustes sociales y económicos, por ser corrupto; el anarquismo no tiene por objeto llegar al poder.

Toda esta concepción, que además de ser política es una mirada de vida, llega a Latinoamérica debido a las distintas migraciones desde España e Italia, producto de las guerras y las consecuentes crisis políticas y económicas. Existe una gran historia anarquista en Argentina, Chile y México, referentes importantes de los cuales llega la primera información al Ecuador a finales del siglo XIX y principios del XX; todo lo que se ha explicitado en párrafos anteriores influye a los sectores de intelectuales y de obreros organizados. Este pensamiento contribuyó con la “huelga general de noviembre” en Guayaquil que culminó en la masacre del 15 de noviembre de 1922 en donde murieron entre 100 a 200 personas vilmente.

La franca oposición del movimiento anarquista a la injusta redistribución de la riqueza y a leyes en claro perjuicio de la clase obrera trajo consigo la opresión estatal. Siguiendo a Alexei Páez (1986) la constante opresión estatal aplastó muchas de estas experiencias y muchos de los principales activistas libertarios terminaron en el exilio de las islas Galápagos. Paralelo a esto, el grupo “Luz y Acción” decidió conformar el Bloque Obrero Estudiantil Revolucionario para actuar en las universidades. En 1934 los grupos anarcosindicalistas decidieron reorganizar la FTRE (Federación Regional de Trabajadores del Ecuador), y después de fallidos intentos, decidieron crear otra organización sindical, la Unión Sindical de Trabajadores. Con el pasar de tiempo y de gobernantes, la clase obrera ecuatoriana se ha debilitado después de la masacre de 1922, aunque nunca se ha caracterizado por su robustez y gran protagonismo. En el escenario de debate y lucha tras el surgimiento y llegada del marxismo al Ecuador, el movimiento anarquista tiene una suerte de aletargamiento y reposo.

La semilla anarquista trasciende el orden del pensamiento ideológico-político, con la propuesta de la idea de una “economía libertaria” que trae implícito y se plantea un grupo, colectivo, sindicato, okupa, centro social, cooperativa, ateneo u otros actores que buscan una propuesta concreta en libre, voluntaria e igualitaria asociación; en asamblea horizontal en la que se toman decisiones por consenso y se organizan de modo federal, en la que se practica la democracia directa.

Este sistema que impulsa el anarquismo gira en torno a los principios que se enmarcan en los individuos, sus comunas y sus asociaciones. Pensar en una “Economía Libertaria” es pensar en la función de satisfacer la necesidad de igualdad social, de solidaridad y de libertad real; Esto significa atacar los dos pilares sobre los que se basa el capitalismo: mercado y división social del trabajo, a través de la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción.

Las corrientes clásicas del anarquismo que atraviesan la “Economía Libertaria” o economía anarquista tienen larga data de pensamientos propositivos en corrientes como el Mutualismo, Colectivismo, Comunismo libertario y Anarcosindicalismo. Son artífices para que la transformación ocurra, para lo cual es necesario un proceso de afianzamiento y desarrollo. Esto ha producido diversas tensiones dentro del mismo movimiento y de estas corrientes que se entrecruzan y discrepan a su vez. La pluralidad se hace presente en las prácticas de “Economía Libertaria” y en su adopción desde la visión de una sociedad libre que se permite experimentar lo que para Bakunin es «propaganda por el hecho» en favor de la experimentación y la ruptura de paradigmas dentro del movimiento.

En la propuesta de la “Economía Libertaria” la comunidad decide si producir y qué producir, esto ya no será una imposición desde ningún nivel de opresión. La comunidad está consciente del tiempo para producir y lo que esto demanda, con respecto al tiempo libre cada miembro de la comunidad decidirá qué actividades realiza ya sean sociales o individuales. Con respecto a la repartición de las tareas, éstas deben ser equitativas para todos.

La abolición del salariado y de la propiedad privada de los medios de producción son claves en el pensamiento anarquista ya que son considerados como artífices de la explotación y son medio de dominación. Los medios de producción deben ser de apropiación social, lo que es la real democracia, que llevará al federalismo; todo esto está fundamentado por la organización del trabajo y la autogestión dando valor al que producen, el reparto igualitario de la riqueza.

La economía social y solidaria

La economía social y solidaria tiene un largo recorrido y transformaciones, es reconocida por Sócrates y Aristóteles, hace su aparición como resultado de la inequidad en la Alemania de la posguerra, se extiende por Europa, y en América Latina la reconocemos en México, Brasil y Argentina con distintas denominaciones, como “economía social, economía solidaria, economía popular, otra economía […] Emprendimientos asociativos, empresas recuperadas, empresas sociales, cooperativas, cadenas de valor, ferias populares, producción para el autoconsumo, huertos familiares y/o comunitarios” (Coraggio, 2011, p.33).

Cuando hablamos de economía social y solidaria estamos hablando de principios éticos que inspiran a personas a realizar prácticas en pro del desarrollo, son prácticas sociales económicas que hacen la diferencia a la práctica económica capitalista. Difiere mucho de la economía tradicional keynesiana o neoclásica, es más bien, un concepto integrador con perspectivas de diferentes corrientes de la economía alternativa. Tiene un enfoque de las capacidades y del desarrollo humano sostenible como la economía feminista y la economía ecológica, fomentadas por la economía libertaria que no es nueva como práctica. Al respecto, Coraggio (2011) afirma:

En sus orígenes europeos más cercanos –mutualismo, cooperativismo, comunidades autónomas, etc.– a comienzos del siglo XIX, la economía social tenía una clara pretensión de defender los intereses de la clase obrera ante el capitalismo salvaje, pero también de constituirse en sistema alternativo. Y no estuvo ajeno al pensamiento utópico (los anarquistas, los utopistas ingleses, Marx, para nombrar algunas vertientes principales) pero su discurso estaba muy entramado con el discurso movilizador y propositivo de y para la clase obrera, nacional o internacional. (p.53)

Los autores Coraggio y Oviedo Freire presentan las prácticas de economía social y solidaria, y de buen vivir, respectivamente; éstas son semejantes y coincidentes principalmente al ser prácticas sociales que buscan el bien común y la reivindicación; por el lado de la ESS es destacable una relación política, mientras que el buen vivir es más social.

La cosmovisión indígena del Buen Vivir con miras de erradicar la desigualdad y el respeto a la tierra o Pachamama es una concepción tradicional en países andinos como Bolivia, Ecuador y Perú. Todas estas visiones y conceptualizaciones se encaminan a un gran fin, que es la erradicación de las desigualdades, la pobreza y las distintas problemáticas asociadas al capital y a la globalización; pero en armonía tanto de sus integrantes o practicantes como del entorno. Para remediar el contexto agobiante, la población desatendida y vulnerable busca el vivir bien o buen vivir y la satisfacción de las necesidades básicas en armonía; el Sumak Kawsay en quichua, es la práctica andina y ancestral, (Oviedo Freire, 2013) esta concepción debe entenderse como interacciones y relaciones de carácter social; como el conjunto de todas aquellas interrelaciones sociales bajo prácticas no individualizadoras, solidarias y cooperadas, que conllevan una racionalidad sustantiva de la vida.

La búsqueda de la cohesión, de explotar las fortalezas y recursos endógenos permite y da forma del buen vivir, y a la economía social y solidaria, dejando de lado el cuento de hadas y el romanticismo sobre el tema para ponerlo verdaderamente en práctica cotidiana.

Esta alternativa o iniciativa particular se considera como economía social cuando se agrupan personas con un fin común y se trabaja en comunidad o asociados. “Esta economía es social porque produce sociedad y no sólo utilidades económicas, porque genera valores de uso para satisfacer necesidades de los mismos productores o de sus comunidades” (Coraggio, 2011,p. 45). Es decir, la economía social plantea que la sociedad tiene que retomar la posibilidad de organizar su economía y no ser organizada por la economía, pues a una economía de mercado le corresponde una sociedad de mercado donde el estatus, la comodidad y el bienestar dependerán del éxito o fracaso de su participación en el mercado.

La economía es social y solidaria, produce una homologación en la producción y la reproducción, al satisfacer las necesidades legítimas de manera directa sirviéndose del conocimiento profundo que tiene de los trabajadores o de la comunidad en la que se desarrolla; lo que le permite ser más eficiente. Así también, se vale de contar con los medios de producción como parte material de esta economía, el financiamiento le permite hacer frente al mercado capitalista; permitiéndose contar con una estructura. La ESS se ve envueltas en disputas y disyuntivas para su aceptación y desarrollo, tanto en las dinámicas de decisiones o preferencias económicas individuales como es la competencia en los mercados capitalistas blindados y súper estructurados.

La diferencia sustancial de esta economía está en no ver al cliente como cliente más, sino como un socio, un compañero o un miembro más de esta nueva forma de hacer comunidad, lo cual guarda relación con la dinámica social de la economía que se propone. No aprecia al cliente como un portador de necesidades simplemente, que sirve como aquel factor del cual vale para fortalecer la empresa únicamente; es dar un paso más allá, es la compensación mutua de necesidades, pero solidariamente.

Los resultados económicos que se obtienen son efectivamente reservados tanto para reinvertir en la empresa (asociaciones, cooperativas o emprendimientos solidarios), y en su entorno, buscando la satisfacción de las necesidades y la calidad de las relaciones; cosa muy diferente del capitalismo que busca la acumulación simplemente aprovechándose del trabajo ajeno. En varias oportunidades las llamaremos empresas a las organizaciones de la economía social y solidaria (ESS) que se diferencian de las empresas capitalistas por las características sociales.

Las ESS muestran una lógica que va en aumento de la calidad de vida de los miembros trabajadores y de la comunidad; propone el debate entre sus miembros facultados con un voto para la dirección de la organización, de tal forma que se permite la división del trabajo, tanto como la representación, y de control. Todas estas características se encuentran nutridas de las cooperativas de trabajo propias y propuestas por la economía libertaria promulgada por el movimiento anarquista que será abordado más adelante.

En la actualidad, los actores de la economía social y solidaria en Ecuador son todos aquellos ciudadanos y ciudadanas que se han organizado tanto individual como conjuntamente en el territorio ecuatoriano, para crear alternativas económicas volcando recursos, capacidades, saberes ancestrales y oficios tradicionales; y que desarrollan actividades económicas comunitarias, solidarias, crean bienes y servicios para la comercialización, generando así empleo y autoempleo, frente a la crisis y al sistema capitalista. Sobre lo cual, Ponce (2008) subraya que se entiende como:

Economía social y solidaria a un modo de hacer economía, organizando de manera asociada y cooperativa la producción, distribución, circulación y consumo de bienes y servicios no con base en el motivo de lucro privado sino en la resolución de las necesidades, buscando condiciones de vida de alta calidad para todos los que en ella participan, sus familiares y comunidades en colaboración con otras comunidades, para resolver las necesidades materiales a la vez que estableciendo lazos sociales fraternales y solidarios, asumiendo con responsabilidad el manejo de los recursos naturales y el respeto a las generaciones futuras, consolidando vínculos sociales armónicos y duraderos entre comunidades, sin explotación del trabajo ajeno (p.23).

La ESS cuenta con recorrido y crecimiento tanto y en cuanto a prácticas de producción, reproducción y autogestión, todo esto producto de los aportes diversos y de experiencia, es amplia y hay una historia detrás como ya hemos manifestado. Como toda corriente y movimiento se ha nutrido, pero se han confundido los términos y algunas veces los valores por el mismo hecho de que la ESS es para la clase desatendida de un país o región. Más aún cuando la concepción de ESS es muy abarcativa, tanto en lo que puede contener en su seno como en lo que puede llegar a abarcar. Singer (2006) afirma:

En la medida en que las luchas fuéranse desarrollando, hubo un esfuerzo creciente (y aún no finalizado) de desarrollar una teoría de una “otra economía”, basada en la pose colectiva de los medios de producción por unidades asociativas que pueden asumir o no la forma de cooperativas, pues más allá de los emprendimientos productivos, compone la economía solidaria otras iniciativas como las organizaciones de micro finanzas, cooperativas de consumo, clubes de cambios, empresas recuperadas de autogestión, entre otras (p. 202).

La ESS en Ecuador data desde los inicios de su historia, los primeros habitantes vivían en comunidad y se asocian voluntariamente; el “Ayllu” que era la unión de familias para el trabajo común, la “Minga” o también conocida como “Minka” que es el trabajo comunitario o colectivo voluntario con fin social, para el apoyo del vecino, del amigo o del familiar, estuvo vigente antes, durante y después de las conquistas tanto Inca como española y se la sigue usando en la actualidad. En las últimas décadas, y tras las sucesivas crisis económicas nacionales e internacionales, por la incapacidad del Estado y del modelo de mercado, estas iniciativas aún se mantienen vigentes.

Respecto a la ESS el Estado pretende homologar al sector para su mejor control y fomento visto desde un punto de Estado eficiente y hacedor de políticas públicas que impulsa el desarrollo, que garantiza y representa los derechos de las mayorías; por lo que procedió a “distinguir” entre los actores de la ESS de otros actores que no lo son, según su criterio.

La heterogeneidad de la economía popular y solidaria está integrada por las organizaciones de los sectores cooperativistas, asociativos y comunitarios; aporta el 13% del PIB y el 64% de empleo a nivel nacional, de acuerdo a información del MIES (Ministerio de Inclusión Económica y Social, 2018)

Cuando el escenario verdaderamente da lugar a pensar en la nueva cuestión social resultante del modelo neoliberal y el capitalismo que se ha hecho perenne por décadas en el país y que afecta a las esferas más vulnerables; el mercado global y el capitalismo que desde los gobiernos ecuatorianos ha sido orquestado, apoyado y fortalecido mediante leyes y procedimientos para los fines del capital, promulgando así el llamado Estado de Bienestar, Daniel García (2011) afirma que:

Cuando hablamos de la cuestión social nos vamos a referir a tres problemáticas que principalmente tienen que ver con: la situación de la pobreza e indigencia, del empleo, y de la protección y seguridad social, las cuales están interconectadas con problemas de inclusión social, oportunidades, igualdad y distribución. (p.55)

El desvanecimiento de los pocos avances que han conseguido por la lucha social y la participación de movimientos sociales en Ecuador (estudiantil, obrero, agrícola, campesino, indígena, ecologista, entre otros) se ve traducido en la permanente del desempleo y su precarización, la marginalidad, desigualdad, la concentración de riqueza de los de siempre y aumentos de la inseguridad. Siguiendo a Boaventura (2011) quien refiere, que los nuevos movimientos sociales representan hacia la ciudadanía una suerte emancipadora, de lucha por objetivos colectivos desvinculados de la política; son personales, sociales y culturales. Son hacedoras de la democracia participativa y representativa. La Economía social y solidaria es una práctica económica social, colectiva y antagónica al capital, es también un movimiento social pues hace resistencia y enfrentamiento a los impactos que hemos venido mencionando que producen el Estado, el capital y la globalización. Para ser y crecer la ESS se ha nutrido de la clase obrera y su movimiento que es fundamentado por el anarquismo, que hace de la ESS un movimiento contemporáneo.

Pensar a la economía social y solidaria como movimiento

Como ya lo habíamos manifestado, la economía social y solidaria o también conocida como la otra economía, es un enfrentamiento o la contrapartida a la economía capitalista hegemónica, a la globalización o cualquier mecanismo neoliberal, o no, que traiga consecuencias adversas a los pobres. Desde la óptica de Laraña, el concepto de movimiento social se refiere a una forma de acción colectiva que invita a la solidaridad para promover o impedir cambios sociales, que es una forma de percibir la realidad, que implica una ruptura de los límites del sistema de normas y relaciones sociales; que tiene capacidad para producir nuevas formas y legitimaciones en la sociedad. (Laraña I., 1999). Es también un cambio que se plantea dentro de lo que se conoce como movimiento social, pues va más allá de la transformación y la relación entre movimientos sociales y cambio social. Es más creador y propositivo como es el caso de la ESS, que trata de no ser focos de conflicto social y la controversia, pero invita al debate y al aporte.

Tras varios años de aplicación del “Consenso de Washington” de políticas neoliberales, se caracterizaron por un notable incremento de la desigualdad tanto de la renta como de las condiciones sociales por la concentración persistente de la riqueza, por la reducción del empleo público y estancamiento del sector formal; en este contexto en América Latina se hace visible por la coyuntura de la clase obrera sin trabajo que encontró en las acciones colectivas de ESS una forma de resistencia práctica al problema del paro, además, que tiene como objetivo principal la transformación del sistema económico nutrido principalmente por la corriente socialista destacándose el anarquismo; estos últimos son movimientos que nacen como resistencia y enfrentamiento a los impactos de la globalización, a las injusticias sociales, al capital y al Estado con sus accionares que aniquilan la libertad del ser humano.

Por otro lado, la ESS no puede ser entendida sólo como una alternativa de generación de empleo, pues es un movimiento social que a través de sus acciones tiene posibilidad de crear transformaciones materiales, así como culturales en la sociedad actual, es decir, atraviesa a los trabajadores en cooperativas, asociaciones, en empresas recuperadas fomentando las relaciones de solidarias, de ayuda mutua, y de reciprocidad. La economía social y solidaria se basa en vínculos organizativos y de comunidad, y la comunidad tiene el centro de economía, es un proceso de co-construcción mutua, ya que las organizaciones construyen comunidad y territorio. Se basa y se organiza en redes la autogestión y la autoorganización. Antepone el trabajo de la comunidad al capital, las iniciativas de identidad local y federal. La ESS apuesta por el desarrollo de formas de democracia directa, como las experiencias de los presupuestos participativos y la autogestión.

En esta línea en Ecuador se ha constituido “El Movimiento de Economía Social y Solidaria del Ecuador” que es un colectivo social de presencia nacional que articula, comparte y fortalece las iniciativas de actores con prácticas y experiencias de la economía solidaria, respetuoso con la naturaleza y el ser humano, que promueve, valora y construye diálogos, conocimientos y saberes mediante un aprendizaje comunitario; generando, difundiendo y posicionando propuestas a nivel local, nacional, regional y global para transformar la sociedad en el marco de una economía de solidaridad, celebrando la vida y alcanzar el Sumak Kawsay (buen vivir). Considerando a la ESS como “una forma de convivencia entre las personas y la naturaleza que satisface las necesidades HUMANAS y garantiza el sostenimiento de la VIDA, con una mirada INTEGRAL, mediante la fuerza de la ORGANIZACIÓN, aplicando los saberes y las prácticas ANCESTRALES para transformar la SOCIEDAD y construir una cultura de PAZ” (MESSE – 2010).

Conclusiones

El movimiento anarquista tiene una historia y experiencia que de una u otra forma han jugado en su contra para situarse en el mundo, desde las mala interpretaciones y concepciones, y así consolidar en el aquí y ahora; lo que para muchos es la utopía más grande del mundo y no vale la pena. Pensar en el bien común en una sociedad convulsionada por el capital y el poder es una tarea de remar contra corriente y es atacar estas esferas políticas, económicas y éticas duramente enraizadas a través del tiempo. El rechazo a cualquier forma de opresión y cualquier autoridad lleva a pensar más profundamente en la economía tradicional que en estos tiempos es el enemigo, y la propiedad un robo según Proudhon, por lo que es necesario transformar las formas de producción y distribución de los bienes materiales para no generar privilegios.

Conservar los accionares de la marcha, la ocupación o el paro, además de los anteriores, la transformación social necesita deconstruir el pensamiento de conformidad y aletargamiento por el que pasa la humanidad, ver impávidos una serie de injusticias sociales y las muertes de miles por el control del poder. El anarquismo como movimiento ha contribuido con los principios que ya hemos mencionado y que han nutrido otros nuevos movimientos sociales como el feminista, ambientalista, antitaurino, y ahora a la economía social y solidaria.

Desde aquí el movimiento de la ESS debe asumir el rol y la dirección de ese proceso organizativo político menos radical que el anarquismo en una suerte de transición hacia la libertad total.

La ESS combate la otra realidad, lucha en su contra, la denuncia y desarrolla una acción. A diferencia del Estado que atiende la cuestión social como una expresión emergente del mercado blindado y a los actores menos visibilizados (los obreros, clase trabajadora o el individuo común) como vulnerables, mostrando la falta de conciencia real, el debate entre lo filosófico y acompaña el advenimiento de una nueva cuestión social queda corto. Pasar del Estado mínimo al Estado robusto que no reivindique la solidaridad ni los derechos no sirve de nada; reclaman prácticas articuladoras efectivas, además de la deliberación sobre la justicia que conducen de manera paralela a la profundización del sistema democrático y del progreso social verdadero son simples paños de agua tibia para la problemática que el Estado mismo ocasiona.

 

 

Bibliografía.

Boaventura de Souza Santos (2001) “Los Nuevos Movimientos Sociales” en Revista OSAL, CLACSO.

Coraggio, J.L. (2011). Economía Social y Solidaria: El trabajo antes que el capital. Quito: Ediciones Abya-Yala.

Coraggio, L. J. (2008). Economìa social, acción pùblica y polìtica. Buenos Aires: CICCUS.

García Delgado Daniel (1994): Estado y Sociedad. La nueva relación a partir del cambio estructural, Buenos Aires: FLACSO – Grupo Norma., Introducción y Cap. I

García Linera Álvaro (2008) La potencia plebeya. Acción colectiva e identidades indígenas, obreras y populares en Bolivia

Laraña, Ignacio (1999): La Construcción de los Movimientos Sociales, Madrid: alianzas Editorial

Páez Alexei. (1986). El Anarquismo en el Ecuador. Corporación Editora Nacional, 1986 Quito – Ecuador.

Ponce J. (2008) Es posible pensar una nueva política social para América Latina Quito,Ecuador, 2008 1ª. edición: noviembre, 2008

  1. El Buen Vivir es un principio constitucional basado en el ´Sumak Kawsay´, que recoge una visión del mundo centrada en el ser humano, como parte de un entorno natural y social

 

 

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