Entre la insatisfacción y el vacío…

Buscando el olvido para construir realidades y sentidos

Por Héctor Adrián Reyes García

¿Cómo vivo lo que vivo?, ¿cómo significo lo que para mí se encuentra vivo?, ¿cómo sé que me encuentro vivo? Interrogantes complejas, imposibles en su solución. Se buscan esencias, tópicos e ideas que al contestarlas nos colocan en la temporalidad del presente y la necedad de la inmediatez. Si se reflexiona sobre una o muchas respuestas, el universo se acrecienta, el abismo se apodera de la razón, se desmorona para que la vida empiece a buscar explicaciones que intentan significar lo que buscamos, parecemos y queremos ser. Cada vez que anhelamos dar sentido al mundo, buscamos lo que no es, satisfacemos una necesidad sin sentido, saciada de un vacío que no tendría caso comprenderlo, porque sobre él no hay mucho que decir. Esa figura sin pasión que busca moldear una o muchas identidades es la que Rodrigo González o Rockdrigo (músico mexicano, promotor del “rock rupestre”, creador del llamado “heavy nopal”) imprime en un conjunto de metáforas que, entre las telarañas del tiempo, evidencian el encarcelamiento en el que se configura el ser. Es Historia de la no historia la unión de sonidos y entonaciones que en boca de Rockdrigo me llevará a reflexionar ese sin sentido o esa comprensión de lo que no es, que entre la academia, la lectura y el pensamiento intentaré entender.

Ha decir verdad, mi contacto con esta canción es reciente, prácticamente el motivo fue la elaboración de este escrito. En un primer momento la escuché, después la leí y el contenido no me decía mucho. La frase con la que me quedé reclamaba la insatisfacción del ser humano, pareciera que a pesar de que los sujetos construimos realidades y sentidos siempre tenemos la carencia de sobrepasar lo construido, nada nos satisface, ni siquiera la oportunidad de encontrarnos vivos. Me parece que Rockdrigo representa esa insatisfacción desde el momento en el que describe la cimentación de la realidad como aquella que:

carece de forma, identidad o sonido,

no tiene sabor ni mucho menos sentido.

Todo indica que este afán por sobrepasar la concretización de la realidad necesita de la problematización de la condición humana como aquella paradoja cimentada entre la naturaleza y la cultura. La satisfacción de necesidades es el boom que permite una retrospección a los sujetos del pasado o del presente, la temporalidad no es tema relevante, sino la manera en la que se apropian del tiempo y del espacio en el que se lucha por existir. No importa si fue, es o será; basta con pensarnos desde el tiempo que nos tocó vivir.

El meollo nace en la acción que encaminó a la búsqueda del sentido y significado de la vida, ante un espacio sin estructura, sin determinantes que indiquen qué se debe o no hacer, se encontró refugio en una especie de esferas ideológicas que nos permitieron representar realidades y construir conocimientos para el desarrollo de nuestro ser necesitado, ese ser ansioso de emprender bagajes culturales que familiarizan todo aquello que le era extraño. De esta manera, la condición humana da cuenta de sujetos con impulsos creativos y constructivos que buscan comprender un mundo que inevitablemente es significativo desde los decires y haceres del mismo ser humano.

Si el ser humano se simboliza a sí mismo, si expresa su ser y al hacerlo tiende a transformarlo (De la Peña, 2010). Si el mundo es una construcción de lo humano, si en el mundo se busca ser leal a ese proverbio literario que revolucionaba la esencia del ser, insistiendo que por el hecho de ser hombre, nada humano debería ser ajeno; me pregunto ¿todo lo que sabemos que es humano, lo aproximamos a nuestro ser? Sumemos otra incógnita, si desde la génesis de la especie humana hemos intentado comprendernos, ¿por qué a pesar de las múltiples respuestas no hay ninguna que nos condicione de manera absoluta? Porque todo el tiempo buscamos escapar de lo que nos determina, somos seres incompletos, insatisfechos con lo que somos y tenemos, refugiados en realidades significativas que nos reducen a un intercambio entre lo que creemos ser y el miedo que buscamos esquivar si pensamos en nuestra destrucción. Una destrucción materializada en la muerte, a la que los seres humanos buscamos evadir y jamás mirar de frente. Por eso forjamos proyectos, estereotipos o sistemas simbólicos de larga construcción y duración, que más que conocernos, instituyen las formas con las que buscamos sobrevivir a ese vacío que se olvida de significar el lugar que ocupamos en un mundo, que sumerge en una tinaja de significados, que dan nombre a lo que no sabemos qué es.

Considero que tanto la ausencia de significados como ese carácter incompleto que poseemos los seres humanos, lo exhibe Rockdrigo cuando insiste en la falta de estructura, no de una canción, menos de su contenido, sino del carácter indefinido que hay de nosotros mismos, no nos situamos en esa inestabilidad, nos hemos empeñado a no quererla ver:

Esta es una historia que no debes entender

mucho menos atraparla y hasta tratarla de ver.

Esta es una historia que no debes comprender,

pues no tiene ningún caso comprender lo que no es.

Lo que no es, es lo que poco a poco deberíamos empezar a descubrir, hay que emprender la erotización de nuestro intelecto. Simbolizando, cuestionando, criticando, no aceptando las cosas como algo dado. Despierte el alma dormida insiste Emil Cioran en Adiós a la filosofía y otros textos, me parece relevante mencionarlo porque en ello recae el punto que líneas atrás enardecía: Nos cobijamos entre telas gruesas y resistentes que protegen y repetidamente ocultan el cuestionamiento de la interioridad del ser. Esquivamos el vacío que nos dejaría una serie de preguntas que ni siquiera podemos responder.

¿Qué sentido tendría hacer lo que hacemos a diario, si en algún momento nos toparemos de frente con la muerte y bastará un chispazo para apagar esa flama de vida que en todo momento buscamos forjar? Quizá la creatividad instituida en las vísperas de un legado de vida, sea el motor que intente exceder la muerte; a la que le tememos, por lo que hay que sumar espacios que logren sitiar, luego olvidar y así abrir “el verdadero sentido de nuestra dimensión temporal” (Cioran, 1999:116). Para eso nació la religión, la ciencia, los mitos, el arte y la filosofía; cada una ha buscado forjar un destino que intente aniquilar nuestra insatisfacción para fundamentarla en nosotros mismos, de ahí que en la búsqueda de nuestro sentido nos apoyemos en aquellas realidades que dotan de respuestas, siempre y cuando el ser humano las experimenta.

Si los seres humanos somos rectores de nosotros mismos habría que indagar en las formas con las que fabricamos realidades porque no importa escape, rechazo u olvido siempre habría que pensar, más allá de lo evidente, para poder existir. Esa existencia recae en las habilidades y destrezas que ante el vacío de sí habría que cubrir. Cuando hablo de estas formas de interpretación pienso en una especie de antropología poética, en una forma de acción que desdice, busca crear mundos subjetivos poco fiables para lo que aceptamos como real.

Si pensamos en una definición de lo poético, para después asociarla con la otredad, inmediatamente se podría decir que lo poético hace una traducción del ser humano, y en el intento se simboliza su ser. Si tejemos las ideas de este manuscrito y las transportamos al quehacer de lo poético, hipotéticamente lo entiendo como la labor de un artesano que dialoga consigo mismo para crear, destrozar y después perfeccionar pensamientos “únicos” que en su producción toman distancia de lo cotidiano para refugiarse en lo imaginario.

Se podría decir que desde el momento en el que creamos una explicación del mundo y de las acciones, no lo hacemos para dar cuenta del funcionamiento de algo, sino que es la misma acción la que busca pensarse a ella misma, es decir, solo es una idealización de su agente creador. Por eso, las explicaciones sobre la existencia humana son un ejercicio de la explicación de lo poético. Haciendo lo que desde atrás tiempo tenía que hacer: reflexionar sobre la creación y acción poética, habría que regresar a las frases que conjuga Rockdrigo pues reflejan un homenaje a lo absurdo, a lo que en medio de la autorreflexión soslaya el sin sentido. Lo poético y el tiempo parecen uno, en Historia de la no historia el compositor trata de alejarse de lo cotidiano para poder pensar desde una naturalidad que en algún momento ha perdido o quizá nunca ha conocido, hace una reflexión libre de un cuadro temporal exento de objetivos, sin pasión, sin intereses que transcurren en la nada y en la necedad de comprender su contenido. Rockdrigo deja en el escucha un formato desestructurado, negativo, que eche a andar el cuestionamiento de la cárcel de lo impuesto, lo arbitrario y lo instituido. Quizá la propuesta de Rockdrigo busca heredar la exploración de las identidades de los sujetos, así como el punto de arranque que determina la relación con otros sujetos que integran un grupo.

Esta es una historia que no sé ni porque canto,

tal vez el vacío con el que a veces me espanto.

No se me ocurrió, ni tampoco la escribí.

Yo no sé de dónde vengo,

mucho menos qué hago aquí.

Sobre lo poético, me encontré con la propuesta de Alberto Escobar dentro de un texto de Abilio Vergara (2009), en el cual se reflexiona sobre el legado musical de Rockdrigo, y en el que se estereotipa como el poeta que refleja desde la profundidad sus problemas socioexistenciales (Olivares, 2011). En Escobar lo poético me lleva a las maneras con las que tratamos de explicar nuestra existencia. Es decir, una voz poética refiere al empoderamiento que el sujeto tiene de sí, para que, una vez logrado, reflexione sobre sí mismo empeñándose en la búsqueda de un equilibrio, verticalidad o estabilidad. Así se reconocen las dimensiones o procesos creativos (religión, ciencia, mitos, arte, filosofía…) que dan forma a la creación de los sujetos por ellos mismos. El cuestionamiento del ser y el mundo se materializa en la labor artesanal que visualiza una poética de la cultura (De la Peña: s/f).

Vuelvo a escuchar Historia de la no historia para reafirmar la figura de un tiempo que envuelve a un hombre sin pasión, exento de comprensión, libre de preocupaciones y sentidos. Por momentos me queda la sensación de que en ella se excluye la fe, si la entendemos, desde la periferia de Cioran, como un acto de protesta contra la verdad, por eso existir refiere a un bombardeo de actos de fe, que determinan y significan lo que Rockdrigo hace olvidar. Con su música revela la falta de certezas desde la autorreflexión. Con su escritura busca vivir la experiencia (tarea que debería hacer el escucha o espectador) del empoderamiento de la intimidad de su ser, a pesar de estar consciente que solo es un proceso operativo que aísla al ser para volverlo a ubicar en lo mundano, en el determinante del deber ser.

La antropología de lo poético, idealizada en las metáforas de Rockdrigo, sólo es una especie de espejo antropológico, un espejo empotrado en un cajón que me deja la llave de la autorreflexión, una llave con la que empiezo a abrir la puerta del reconocimiento de la otredad desde mi propio yo.

 

 

Bibliografía.

Cioran, Emil (1999), Adiós a la filosofía y otros textos, Madrid: Alianza Editorial.

De la Peña, Luis (2010), ““El ser humano es el ser humano que habla del ser”: A propósito de una afirmación de Eduardo Nicol”. Disponible en: https://www.academia.edu/4183954/_El_ser_humano_es_el_ser_que_habla_del_ser_a_prop%C3%B3sito_de_una_afirmaci%C3%B3n_de_Eduardo_Nicol15 de agosto de 2021.

De la Peña, Luis (s/f), “Poética de la cultura: hacia una antropología de la póiesis”. Disponible en: https://www.academia.edu/1886383/Po%C3%A9tica_de_la_cultura_hacia_una_antropolog%C3%ADa_de_la_poiesis, 2 de septiembre de 2021.

Olivares, Juan José (2011), “La fuerza de las rolas de Rockdrigo proviene de su problema existencial”, en La Jornada. Disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2011/03/23/espectaculos/a07n1esp, 3 de septiembre de 2021.

Vergara Figueroa, Abilio (2009), “Imaginarios del tiempo en la canción de Rockdrigo González”, en Dialogía. Revista de lingüística, literatura y cultura, número 4, Perú: Instituto de Estudios Mijaíl Bajtín, pp. 175-221. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3175535.pdf, 8 de agosto de 2021.

Canción

González, Rodrigo (s/f), “Historia de la no historia”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=TjAQ8CLxZ-A

 

 

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3 Comentarios

  1. El navegar en uno mismo, encontramos muchas interrogantes, casi siempre navegamos a nuestros alrededores ó a los que nos rodean dando nuestro punto de vista, sin conocernos a uno mismos!
    Me encanto el contenido !! Éxito Héctor Adrian!!

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