La cárcel en el sistema actual de Latinoamérica

Por Yael Iván Angón

Alessandro Baratta, jurista y sociólogo pilar del movimiento de la criminología crítica, en su libro “Criminología crítica y crítica del derecho penal (…) ” propone una política criminal alternativa a lo que ya conocemos. Cuatro puntos surgen de ésta:

  1. Reformas sociales e institucionales para el desarrollo de la igualdad económica.
  2. Asegurar una mayor representación de los intereses colectivos y tocar mecanismos de la relación institucional de la actual criminalidad económica.
  3. Un análisis del fracaso histórico de la cárcel (el derribamiento de las cárceles).
  4. Valorar y cambiar la opinión pública y los procesos ideológicos que se desenvuelven en la sociedad que legitiman al derecho penal desigual.

La importancia del punto 3 resalta por las políticas actuales a nivel regional en Latinoamérica. La mayoría sabe que la cárcel está dirigida para los estratos sociales más bajos o marginales (lumpen proletariado, aquella parte de la clase obrera que queda fuera del proceso de producción y socialmente marginada), en este trabajo no repetiremos esto, pero sí hablaremos de ello por la continua reproducción histórica de ésta. Si se tienen directrices desde hace tanto tiempo para la reducción o eliminación del crimen ¿por qué en los países en vías de desarrollo existe un listado tan grande de prisiones preventivas que cada vez crece más?

Acaso ¿en países en vías de desarrollo no se tiene la conciencia de estos descubrimientos de la criminología crítica? La respuesta es un rotundo sí, tenemos investigaciones y críticas donde, incluso, se plantea que “La Constitución Mexicana, en materia de prisión preventiva, es más lesiva para la libertad personal que la Declaración Universal, razón por la cual se encuentra por debajo de los estándares internacionales”[1], con lo que no solo se pone en evidencia que no vamos acorde con los descubrimientos mundiales, sino que también no cumplimos con los mínimos internacionales en un tema tan importante como es la prisión preventiva.

Cuáles son, entonces, las razones reales para ir en contra de las directrices más sensatas que se han planteado para el gran problema que tenemos en nuestro continente. Se habla mucho de la paradoja Latinoamericana, esa donde “las sociedades latinoamericanas se caracterizan por tener las mayores tasas de desigualdad del mundo”[2], hay crecimiento económico pero una increíble desigualdad que se visibiliza en cada estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y con ello un crecimiento de la delincuencia. Para el caso de México, podemos observar esto a través del índice de crecimiento en homicidios:

Todos los puntos que Baratta propone son de suma importancia para el caso que sufre Latinoamérica, que constantemente vive una problemática carcelaria muy difícil. Cárceles a reventar, las cuales pareciera que en lugar de reformar a los delincuentes los dirige a delinquir de nuevo; sistemas jurídicos insuficientes e ineficientes que llevan a una mala justicia que no cumple con los estándares mínimos internacionales.

Si se analizan los problemas que sufre nuestra zona geográfica así como las actuales movilizaciones sociales, nos hablan de un descontento social generalizado. Qué es lo que conecta estas movilizaciones a la criminología, principalmente el hecho de que se criminaliza la lucha de condiciones dignas para el ciudadano, “si algo queda claro en las movilizaciones sociales de todos los tiempos es que las demandas son por el reconocimiento (jurídico) de pretensiones, con el fin de conseguir que haya derechos tutelados por parte del Estado”[3], derechos que se han ido perdiendo o que nunca se tuvieron.

América Latina necesita serios cambios en la desigualdad económica que se vive actualmente, ya sabemos que “la mitad más pobre de la población aún no posee nada, pero ahora hay una clase media patrimonial que posee entre un cuarto y un tercio de la riqueza total, y el 10 por ciento más rico posee sólo dos tercios de lo que hay”[4] a nivel mundial. Thomas Piketty afirmara que la “riqueza resultante del pasado predomina sobre el ahorro, esto es sobre la riqueza creada en el presente”, dónde queda, pues, el modelo donde todos podemos competir y volvernos ricos con muchos esfuerzo y trabajo duro, cuando familias como los Creel, en México, han sido ricos desde épocas pre revolucionarias y aún en nuestros días los siguen siendo, no por un trabajo de doce horas diarias como es el caso de muchos mexicanos, sino por el gran patrimonio heredado por sus antepasados. De hecho, en México existe el artículo 28 constitucional que vela por una libre competencia y todo lo antes mencionado, en un modelo económico ideal derivado del capitalismo y trasformado en su actual estado neoliberal.

Es aquí cuando se nos viene a la mente una política contra las herencias, como en Corea del Sur, con el actual caso de Lee Kun-hee, y su impuesto a la herencia del 50% sobre las propiedades. «Cualquier truco para tratar de evadir el impuesto de sucesiones en el actual clima público dará lugar a una enorme reacción», dijo Chung Sun-sup, director ejecutivo de la empresa de investigación Chaebul.com” después de que Lee Kun-hee fue declarado culpable de transferir dinero a sus hijos mediante la venta ilegal de bonos. Está claro por qué ninguna familia permitiría el competir libre y justamente en un capitalismo real.

En este contexto, aún sabiendo que la cárcel no funciona, cuál es el motivo de su existencia, acaso un simple mito burgués de la reeducación y de la reinserción del condenado, si las desviaciones criminales de individuos pertenecientes a las clases subalternas”[5] (pobres o maginadas) son una constante, o es que el delito junto con el delincuente se ha vuelto una industria rentable y masificada para el sistema capitalista. “[L]as cámaras de televisión para vigilar autos estacionados y el uso de computadoras para comparar huellas digitales son las “máquinas” más complejas que ha financiado el capitalismo en esta guerra inconclusa”[6], pero son, a su vez, solo una especie de niebla que estorba la visibilidad de lo que realmente significa la cárcel: una industria más y un ente de inspiraciones para la más baja morbosidad del ser humano.

Suena increíblemente bello que esto de la tecnología se llevara a cabo, pareciese ser una clase de utopía, un estado de mejora para el que en un momento fue esclavo, siervo, obrero y ahora empleado, aquel que no ha dejado de ser chivo expiatorio para mostrar la falsa ilusión de justicia, pensando en que los que envenenan las aguas, los que contaminan el mundo, los que deciden qué es delito y qué no, irán a la cárcel a pagar todos sus crímenes. No obstante, todos aquellos delincuentes de cuello blanco cuentan con una clase de escudo que los cubre ante toda ley creada y por crear, una tremenda impunidad para quienes pueden pagar despachos de abogados que los defiendan como a ningún otro, o pagar pequeñas multas que no afectan en absolutamente nada su riqueza.

Será mejor empezar con poco. Para Mannheim hay que resolver otras cuestiones, es menos utópico que Baratta, dándole solución a la cuestión criminal con políticas como la satisfacción del empleo y la monotonía de la vida, antes de poder hacer algún acercamiento a la delincuencia y condiciones económicas. Cuestión de gran importancia para el estudio de éste, sólo que existe un pequeño problema cuando se ha precarizado el trabajo con salarios que no alcanzan para comer. Cuál es la solución, entonces, para un ser humano sin educación básica, sin fuentes de empleo y con pocas oportunidades de conseguirlo en las ciudades. El crimen, la puerta a la que se les ha orillado, aquel individuo sin ninguna prospección para el futuro que la misma prisión, aquel que es juzgado por el Estado que se supondría está obligado a otorgar mínimos para una vida digna.

La crítica continua es lo que mejorará la situación, al igual que la divulgación de lo que pasa en el fondo en el sistema carcelario mexicano y Latinoamericano, que son sistemas deficientes y que ni siquiera cumplen con los estándares mínimos internacionales. Encontramos, pues, que la cárcel no sirve, por lo que nos toca heredar un cúmulo de instituciones fallidas a las cuales tenemos que reformar o desaparecer en los años venideros. Tenemos ya las directrices, ahora habremos de hacerlas visibles en nuestra realidad, empezar con lo más sencillo, visibilizar los avances en la teoría de la criminología crítica, extinguir o apaciguar la desigualdad económica con diversas políticas fiscales, como en el caso surcoreano; cambiar la opinión pública del carácter de la cárcel y su verdadera función histórica, explicar el porqué de las tasas tan grandes de delincuencia en Latinoamérica como resultado de la mayor desigualdad económica en el mundo, y buscar derechos tutelados por parte del Estado para que esto no suceda o disminuya en los siguiente años.

 

 

 

  1. Antonio Salcedo Flores, ¿México cumple los estándares internacionales sobre prisión preventiva?, Alegatos #99, mayo- agosto 2018.
  2. Hans Jürgen Burchardt, ¿Por qué América Latina es tan desigual? Tentativas de explicación desde una perspectiva inusual, TEMA CENTRAL, NUSO Nº 239 / MAYO – JUNIO 2012, https://nuso.org/articulo/por-que-america-latina-es-tan-desigual-tentativas-de-explicacion-desde-una-perspectiva-inusual/
  3. Corina Yturbe, SOBRE EL LENGUAJE DE LOS DERECHOS. ENSAYO PARA UNA TEORÍA ESTRUCTURAL DE LOS DERECHOS DE JUAN ANTONIO CRUZ PARCERO.
  4. Thomas Piketty, CAPITAL EN EL VIGÉSIMA PRIMERA SIGLO, traducido por Arthur Goldhammer, El Belknap Press de Harvard University Press, 2014
  5. Alessandro Baratta, Criminología crítica y critica del derecho penal. Introducción a la sociología jurídico-penal, Editorial Siglo Veintiuno, México D.F. 2002
  6. Ina Taylor, Paul Walton y Jock Yung, La nueva criminología. Contribución a una teoría social de la conducta desviada, Amorrortu, Buenos aires, 2007.
Publicado en Política y etiquetado , .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *