Las mercancías consumen mercancías

Por Osiris García Díaz[1]

Mucho se habla de la nueva normalidad sin darnos cuenta que ya estamos en ella. Después de que por un año el mundo se parara, ahora sigue su curso, pero con nuevas alternativas, como la llamada sana distancia y el uso de cubre bocas; esta situación se ha convertido en “la supervivencia del más apto”, dado que muchos llevan tiempo luchando con otras enfermedades, como cáncer, obesidad, diabetes, etc, es decir, si a todo lo demás le sumamos el COVID, tenemos complicaciones severas para las personas que porten estas enfermedades.

Así pues, con la llegada de la actual pandemia, que nos obligó al confinamiento ante los riesgos en la salud, surgieron diversas transformaciones en nuestro llamado sistema social, debido a que las plataformas digitales han llegado a llenar el vacío que tenemos por no estar en interacción física con otros individuos. En consecuencia, estas plataformas, por medio de intereses a fines, nos han reconfortado, dándonos un grupo en el que nos aceptan por los gustos que tenemos, generando así contenidos que nos ayuden a tener más seguidores o likes.

De este modo, las plataformas digitales (Facebook, Instragram, tik tok, youtube, etc) han pasado de ser un medio de entretenimiento a ser un medio comercial, ya que, por medio de algoritmos, donde constantemente nos aparecen cosas que nos gustan, podemos encontrar videos de artistas, películas, música o grupos que nos sugieren consumir productos, tales como ropa, cosméticos o entretenimiento. Por ejemplo, podemos ver a los miembros de los BTS haciendo comerciales para FILA, anunciando cuándo será la próxima transmisión de los miembros, así como en qué películas se reproducirá su música, generando así un mercado digital que está latente gracias a los jóvenes, que han desvanecido su forma de pensar para reproducir la ideología de los grupos a los que singuen, sin tener criterio propio o conciencia de lo que se habla, puesto que lo más importante, en este caso y como ejemplo, es defender al grupo y ser aceptado por el fandom, pues buscan la aceptación como ese mecanismo de identidad que implica ser parte de un grupo, el sentido de pertenencia.

Por ello, podemos afirmar que somos mercancías consumiendo mercancías, es decir, pasamos de ser consumidores a tener una relación más estrecha con lo que se vende, debido a que constantemente estamos en internet buscando nuestro medio de entretenimiento o algún meme que nos describa. Tal es el caso de la gran ola de “amor propio” que nos están vendiendo, en donde no debe importarnos lo que digan los demás siempre y cuando nosotros estemos a gusto con lo que hacemos ¿Pero en realidad soy yo queriendo comprar unos tenis de marca? O es solo que quiero pertenecer al mundo del consumo que nos están mostrando todo el tiempo, en donde no importa que te quedes sin dinero, lo cool es tomarte una foto con tus tenis para tener más likes y sentirte querido.

Lo que sucede es que tenemos una sociedad quebrantada, sin valores, ni ética, y esto podemos entenderlo, en algunas ocasiones, por la ausencia de los padres, me refiero a la educación temprana, ya que recordemos que la familia es la primera institución social que conocemos y la cual nos educa para ser seres de derechos. Pero, pareciera que tal cosa ya no existe, el ejemplo más claro y reciente es el juego del calamar; serie coreana que niños de 3 a 12 años están viendo. Por este tipo de contenidos, que no son aptos para su edad, estos individuos van a la escuela, platican sobre la serie hablando de las muertes como si fuera lo más extraordinario que han visto, juegan a que se matan, cantan las canciones, compran sus disfraces o muñecos creyendo que eso está bien porque sus papás lo ven con ellos o porque sus papás no están al pendiente de los contenidos que sus hijos consumen.

Pero eso no importan mientras este tipo de contenido siga haciéndose popular, siga elevando sus ventas y lo más importante sus actores se vuelvan internacionales, ya que el sueño de cualquier actor fuera de EU es ser reconocido en Hollywood, debido a que el mercado americano tiene el monopolio del entretenimiento, por ende, todos buscan el reconocimiento mundial a través de la gran potencia, para poder saltar a la fama y con ello ganar mucho dinero.

Dicho en otras palabras, consumimos lo que los medios nos ponen con sus estereotipos, así como la posibilidad que tenemos de adquirir diferentes productos, dependiendo de la clase social a la que pertenecemos, por lo que muchos autores han expuesto su preocupación sobre el sistema en el que vivimos, pero ya desde hace décadas. George Orwell, en su libro 1984, señala: «Los hombres de la actualidad creen que son libres y felices, cuando en realidad pueden estar actuando como les indican algunas élites a través de determinados medios masivos de comunicación». Y es que la misma globalización ha provocado cambios en las formas de comunicación, puesto que cada vez se innovan los productos tecnológicos y con ello las redes sociales, haciendo más ágil la comunicación, las formas de interactuar, reflejando así una “evolución” en la forma de vida de las nuevas generaciones, haciéndolos vulnerables, ya que nos convertimos en un producto más dentro del mercado por tener las nuevas tecnologías al alcance de nuestras manos, debido a que todos tenemos derecho al internet y con esto tenemos acceso a cualquier contenido que podamos imaginar y generar siguiendo parámetros de autoexposición de imagen sin concientizar que ese es el mecanismo directo para convertirnos en productos.

Hablar sobre las redes sociales es un tema muy complejo, puesto que tiene diferentes directrices que están creando un impacto en nuestro actuar cotidiano, como lo es la comunicación, fingir ser otra persona por medio de filtros, encontrar pareja, comprar productos vía online o poder hacer pedidos y encontrarse con la persona en puntos intermedios, también están las cuestiones de la aprobación mediante un like, o del ataque masivo con un producto para que lo sigas consumiendo inconscientemente, entre muchas cosas más.

Actualmente la mayoría de nuestros conocidos o grupos sociales están conectados a las redes sociales, a tal grado que no llegar a usarlas nos genera una crisis de exclusión, me refiero a que nuestra sociedad está basada en prácticas de interacción por medio de contenidos que se reproducen en redes sociales, por ejemplo: comerciales, memes, vídeos o, lo que se mencionaba al principio, ver una serie popular solo para estar en sintonía con los demás, sin importar que sea o no de nuestro agrado, el punto es tener un comentario para la conversación y no quedar fuera.

Hoy en día es muy tangible ver todas estas modificaciones de interacción social que han provocado las redes sociales debido a que podemos notar que las personas basan su vida en lo que publican o ven publicado en sus perfiles, teniendo como resultado que varios usan su Facebook o instagram como la base de sus relaciones interpersonales, lo que en cierta medida ha influido para mal en la forma de interactuar con las personas, pensando que lo que consumen u ofrecen en sus plataformas es por convicción propia, cuando no es así, ya que fingen ser una persona diferente de lo que realmente son por buscar la aprobación de sus seguidores y vender los productos de empresas que les pagan, puesto que saben que muchos se basan en las publicaciones o cosas que se comparten en el perfil para creer que conocemos a la persona.

Esta clase de interacción en la que creemos estar viendo la intimidad de alguien cuando en realidad se han difuminado los límites de lo personal para creer que estamos más cerca del otro como una mejor estrategia de venta, nos lleva a la pregunta: ¿Por qué las redes sociales son gratis? A la que podemos responder que los son porque el producto somos nosotros, sin caer en un tema «conspiranoico», ya que podemos observar los comportamientos que nos están convirtiendo en la mercancía de lo que las redes sociales quieren que seamos, podemos retomar ejemplos muy comunes como lo son las nuevas relaciones amorosas o casuales donde podemos notar que la aprobación estética se da mediante un me gusta o un me encanta, debido a que eres parte de un “catálogo” extenso y puedes recibir la aceptación del prospecto.

Por ello, cuando mencionamos que podemos llegar a pensar o creer que somos libres debido a que hacemos uso por “decisión propia y consiente” de las diferentes redes sociales, así como de sus contenidos, nos referimos a que las nuevas generaciones han ido arrastrando y asimilando esta nueva forma de aceptación o inclusión social donde nos catalogan por medio de estereotipos, a saber, el uso de las reacciones, como un like o un me encanta, no tienen un fin diferente que el de dar una aprobación estética en el caso de las fotos, selfies, videos, así como cualquier tipo de contenido que se llegue a ver en nuestra pantalla.

No hay que dudar que las redes sociales pueden ser una herramienta para un fin positivo, no obstante, conforme pasan los años, se ve que vamos para el sentido contrario, en consecuencia, podemos determinar que éste es un fenómeno en masa, donde la mayoría no tiene criterio propio y si se sienten identificados con algo a pesar de que no es «bueno», lo defienden desde su perspectiva. Esto sucede más con los «jóvenes», suele darse sobre situaciones actuales, por ejemplo el cambio climático; sabemos que actualmente es un tema que debe preocuparnos a todos, pero qué hacemos, actuamos desde las estrategias que consumimos en redes sociales sin una reflexión profunda del problema, entonces, buscamos comprar productos ecológicos que nos recomiendan artistas, comerciales o algún influencer con el fin de ayudar cuando lo que hacemos es contaminar más y seguir en la lógica de consumo que crea mercados y mantiene el sistema funcionando igual.

Tal es el caso de las llamadas bolsas ecológicas, las cuales buscan reducir los plásticos de un solo uso, cuando, en contraste, compramos productos de mercado libre, Alliexpres, Shein, etc, que tan solo en una compra nos envían cajas y bolsas en exceso, pero lo hacemos ante el beneficio de que no tener que salir de casa. De hecho, actualmente las compras online han incrementado 15%, de acuerdo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), este organismo informó que el comercio electrónico mundial alcanzó los 26.7 billones de dólares en 2019.[2]

En ese sentido, debe quedar claro que lo que estas empresas hacen es que consumamos a través de lo que vemos en nuestras redes, por ejemplo, hay un comercial de Shoope que dice “para que no parezcas retrato, cambia tu guarda ropa, sin costo de envío”[3], de esta forma, ahora tenemos desechos de ropa en zonas desérticas, solo porque ya te pusiste tú ropa más de una vez y ahora necesitas algo nuevo para enseñar en tus fotos, sin importar que la prenda aún puede servir por más tiempo.

Por su parte, Shein se ha convertido en una de las principales empresas del mercado de ropa online, debido a su mano de obra barata procedente de China ha rebasado las ventas con su “moda rápida” y bajos precios. Se estima que en 2020 la compañía registró una cifra de negocio de más de 63,500 millones de yuanes (228,782 millones de pesos), el doble de lo que ingresó el año anterior[4]. Tenemos entonces que con la llegada de la “moda rápida”, usar y tirar ropa se ha convertido en un problema medio ambiental, ya que ahora existen los vertederos de ropa, en los que se estima que por semana llegan a Ghana hasta 15 millones de prendas usadas.[5]

Para explicar mejor lo anterior tenemos que el estudio global del consumidor 2020 estima que el 90% de los consumidores o compradores son millennials (1981-1993) y generación z (1994-2010), generaciones que se caracterizan por su facilidad de adaptarse a las nuevas tecnologías. Así, la primera generación ocupa el 25% debido a que aún están centrados en las finanzas familiares, es decir, dependen de los ingresos de sus papás para poder consumir algo inmediato y a largo plazo; en contraste, la siguiente generación, a pesar de expresar su preocupación financiera, son los mayores consumidores dada su capacidad de ahorro, la caza de ofertas o descuentos. De este modo, tenemos que la población joven es la que mueve las mercancías por medio de su interactuar diario con las nuevas tecnología, que constantemente nos sugieren un producto de moda.

Asimismo, a pesar de que consumimos contenido de industrias que pintan ser diferentes a Hollywood, incluso así nos enajenamos al grado de consumir lo que los medios nos venden a través de su publicidad, ya no somos notros mismos, sino que somos la ideología de la industria; por medio de grupos, ropa, videos, música, somos un fenómeno en masas en el que nos identificamos con los valores e ideas del mercado. Tal es el caso de los BTS, donde sus fans compran productos en nombre de sus idols, apoyan sus campañas, o siguen algún grupo o artista que colabore con ellos, y también desacreditan a los mismos si no concuerdan con la manera en la que piensan las fans o los mismos miembros del grupo; aunado a ello, un detalle importante es que los videos que lanzan no son largos para generar un consumo rápido y fácil.

El ejemplo más claro es el artículo que realizó billboard[6] por medio de una entrevista a los idols dónde expone que su éxito se debe a sus fans, un grupo de jóvenes que se denomina Armys, ya que se identifican con ellos por medio de su discurso, el cual pretende inculcar el amor propio; también mencionan que cuando sus fans se sientan solos ellos estarán ahí a través de su música. En consecuencia, el artículo fue descalificado por los mismos idols y su club de fans, argumentando que Army los ama, los ha visto crecer, también los apoyo desde sus inicios, de este modo empezaron a comentar que no se leyera el artículo porque los envidiaban y se dedicaban a tirarles hate.[7]

Por otro lado, en el programa de televisión estadounidense de James Corden, donde se invita a diferentes estrellas del entretenimiento que están siendo populares, se dijo que el éxito de los BTS se debía a niñas de 15 años que se identifican con ellos, causando todo un revuelo, al punto de ser censurado (se eliminó el vídeo por presión de las armys), y pidió disculpas en una entrevista que les hizo a los idiols recientemente. Entonces, en este entramado de mercancías que consumen mercancías, de un conjunto de medios y redes sociales que construyen consumidores que se venden a sí mismos, un mercado que domina y da las pautas de comportamiento, llegamos a la cuestión ¿Dónde está la libertad de expresión?

Tenemos aquí una contradicción por el mismo club de fans de BTS; de acuerdo a un censo realizado por las mismas Armys en el 2020, nos exponen que en el fandom participan 400 000 personas de más de 100 países, y aunque una gran mayoría está conformada por menores de edad, el 49% restante son mayores de 18 años. El censo también mostró que uno de cada cinco tiene educación universitaria y que más de 21 000 personas, son padres de familia.[8] Expuesto lo anterior, tenemos que el 51% es menor de edad, donde la hipótesis se confirma al decir que los adolescentes son los que les dan su nivel de popularidad, es decir, que su fandom sí son individuos con una mente en formación, que están descubriendo su identidad, por ende, son fáciles de manipular a través de ciertos discursos que manejan los idols.

En conclusión las redes sociales tienen cosas buenas, el problema es que no sabemos manejarlas. Hemos podido evidenciar que la comunidad que tiene nuestros hijos y los jóvenes en general a una edad temprana deja que sean “libres” por medio de contenidos que no son aptos para su edad, tal es el caso de tik tok, donde buscan hacer videos para tener más seguidores y amigos, entrando en una dinámica donde puedan ser aprobados o entendidos por seguir el mismo contenido a fin. La vida cotidiana mediante el uso del celular es algo que resulta complejo, más para la niñez que está creciendo enajenada de contenidos, por ejemplo la idea de convertirse en narcos, youtubers, rateros, etc gracias a las apologías que constantemente les aparecen en sus redes. Frente al tipo de contenido sin vigilancia de los padres, toman como normal el lenguaje o comportamiento que los mismos niños reproducen de lo que llegan a ver por medio de las redes sociales o contenidos de sus papás, por lo que es importante analizar lo que realmente queremos sin tener influencia de otros en una dinámica de mercado y consumo.

  1. Osiris García Díaz (Ciudad de México). Egresada de la licenciatura en sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana Unida Xochimilco (UAM-X)
  2. https://unctad.org/es/news/el-comercio-electronico-mundial-alcanza-los-267-billones-de-dolares-mientras-covid-19-impulsa
  3. https://www.youtube.com/watch?v=0R4GnRitxPQ
  4. https://businessinsider.mx/shein-exito-tiendas-moda-negocio-moda-rapida-contaminantes/
  5. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58931588
  6. https://www.billboard.com/music/music-news/bts-billboard-cover-story-2021-interview-9618967/
  7. Expresión utilizada para determinar que se expresan con odio de algo o alguien.
  8. https://cnnespanol.cnn.com/2021/05/24/army-bts-redes-sociales-descentralizado-organizado-revolucionario-orix/

Las mercancías consumen mercancías

Por Osiris García Díaz[1]

Mucho se habla de la nueva normalidad sin darnos cuenta que ya estamos en ella. Después de que por un año el mundo se parara, ahora sigue su curso, pero con nuevas alternativas, como la llamada sana distancia y el uso de cubre bocas; esta situación se ha convertido en “la supervivencia del más apto”, dado que muchos llevan tiempo luchando con otras enfermedades, como cáncer, obesidad, diabetes, etc, es decir, si a todo lo demás le sumamos el COVID, tenemos complicaciones severas para las personas que porten estas enfermedades.

Así pues, con la llegada de la actual pandemia, que nos obligó al confinamiento ante los riesgos en la salud, surgieron diversas transformaciones en nuestro llamado sistema social, debido a que las plataformas digitales han llegado a llenar el vacío que tenemos por no estar en interacción física con otros individuos. En consecuencia, estas plataformas, por medio de intereses a fines, nos han reconfortado, dándonos un grupo en el que nos aceptan por los gustos que tenemos, generando así contenidos que nos ayuden a tener más seguidores o likes.

De este modo, las plataformas digitales (Facebook, Instragram, tik tok, youtube, etc) han pasado de ser un medio de entretenimiento a ser un medio comercial, ya que, por medio de algoritmos, donde constantemente nos aparecen cosas que nos gustan, podemos encontrar videos de artistas, películas, música o grupos que nos sugieren consumir productos, tales como ropa, cosméticos o entretenimiento. Por ejemplo, podemos ver a los miembros de los BTS haciendo comerciales para FILA, anunciando cuándo será la próxima transmisión de los miembros, así como en qué películas se reproducirá su música, generando así un mercado digital que está latente gracias a los jóvenes, que han desvanecido su forma de pensar para reproducir la ideología de los grupos a los que singuen, sin tener criterio propio o conciencia de lo que se habla, puesto que lo más importante, en este caso y como ejemplo, es defender al grupo y ser aceptado por el fandom, pues buscan la aceptación como ese mecanismo de identidad que implica ser parte de un grupo, el sentido de pertenencia.

Por ello, podemos afirmar que somos mercancías consumiendo mercancías, es decir, pasamos de ser consumidores a tener una relación más estrecha con lo que se vende, debido a que constantemente estamos en internet buscando nuestro medio de entretenimiento o algún meme que nos describa. Tal es el caso de la gran ola de “amor propio” que nos están vendiendo, en donde no debe importarnos lo que digan los demás siempre y cuando nosotros estemos a gusto con lo que hacemos ¿Pero en realidad soy yo queriendo comprar unos tenis de marca? O es solo que quiero pertenecer al mundo del consumo que nos están mostrando todo el tiempo, en donde no importa que te quedes sin dinero, lo cool es tomarte una foto con tus tenis para tener más likes y sentirte querido.

Lo que sucede es que tenemos una sociedad quebrantada, sin valores, ni ética, y esto podemos entenderlo, en algunas ocasiones, por la ausencia de los padres, me refiero a la educación temprana, ya que recordemos que la familia es la primera institución social que conocemos y la cual nos educa para ser seres de derechos. Pero, pareciera que tal cosa ya no existe, el ejemplo más claro y reciente es el juego del calamar; serie coreana que niños de 3 a 12 años están viendo. Por este tipo de contenidos, que no son aptos para su edad, estos individuos van a la escuela, platican sobre la serie hablando de las muertes como si fuera lo más extraordinario que han visto, juegan a que se matan, cantan las canciones, compran sus disfraces o muñecos creyendo que eso está bien porque sus papás lo ven con ellos o porque sus papás no están al pendiente de los contenidos que sus hijos consumen.

Pero eso no importan mientras este tipo de contenido siga haciéndose popular, siga elevando sus ventas y lo más importante sus actores se vuelvan internacionales, ya que el sueño de cualquier actor fuera de EU es ser reconocido en Hollywood, debido a que el mercado americano tiene el monopolio del entretenimiento, por ende, todos buscan el reconocimiento mundial a través de la gran potencia, para poder saltar a la fama y con ello ganar mucho dinero.

Dicho en otras palabras, consumimos lo que los medios nos ponen con sus estereotipos, así como la posibilidad que tenemos de adquirir diferentes productos, dependiendo de la clase social a la que pertenecemos, por lo que muchos autores han expuesto su preocupación sobre el sistema en el que vivimos, pero ya desde hace décadas. George Orwell, en su libro 1984, señala: «Los hombres de la actualidad creen que son libres y felices, cuando en realidad pueden estar actuando como les indican algunas élites a través de determinados medios masivos de comunicación». Y es que la misma globalización ha provocado cambios en las formas de comunicación, puesto que cada vez se innovan los productos tecnológicos y con ello las redes sociales, haciendo más ágil la comunicación, las formas de interactuar, reflejando así una “evolución” en la forma de vida de las nuevas generaciones, haciéndolos vulnerables, ya que nos convertimos en un producto más dentro del mercado por tener las nuevas tecnologías al alcance de nuestras manos, debido a que todos tenemos derecho al internet y con esto tenemos acceso a cualquier contenido que podamos imaginar y generar siguiendo parámetros de autoexposición de imagen sin concientizar que ese es el mecanismo directo para convertirnos en productos.

Hablar sobre las redes sociales es un tema muy complejo, puesto que tiene diferentes directrices que están creando un impacto en nuestro actuar cotidiano, como lo es la comunicación, fingir ser otra persona por medio de filtros, encontrar pareja, comprar productos vía online o poder hacer pedidos y encontrarse con la persona en puntos intermedios, también están las cuestiones de la aprobación mediante un like, o del ataque masivo con un producto para que lo sigas consumiendo inconscientemente, entre muchas cosas más.

Actualmente la mayoría de nuestros conocidos o grupos sociales están conectados a las redes sociales, a tal grado que no llegar a usarlas nos genera una crisis de exclusión, me refiero a que nuestra sociedad está basada en prácticas de interacción por medio de contenidos que se reproducen en redes sociales, por ejemplo: comerciales, memes, vídeos o, lo que se mencionaba al principio, ver una serie popular solo para estar en sintonía con los demás, sin importar que sea o no de nuestro agrado, el punto es tener un comentario para la conversación y no quedar fuera.

Hoy en día es muy tangible ver todas estas modificaciones de interacción social que han provocado las redes sociales debido a que podemos notar que las personas basan su vida en lo que publican o ven publicado en sus perfiles, teniendo como resultado que varios usan su Facebook o instagram como la base de sus relaciones interpersonales, lo que en cierta medida ha influido para mal en la forma de interactuar con las personas, pensando que lo que consumen u ofrecen en sus plataformas es por convicción propia, cuando no es así, ya que fingen ser una persona diferente de lo que realmente son por buscar la aprobación de sus seguidores y vender los productos de empresas que les pagan, puesto que saben que muchos se basan en las publicaciones o cosas que se comparten en el perfil para creer que conocemos a la persona.

Esta clase de interacción en la que creemos estar viendo la intimidad de alguien cuando en realidad se han difuminado los límites de lo personal para creer que estamos más cerca del otro como una mejor estrategia de venta, nos lleva a la pregunta: ¿Por qué las redes sociales son gratis? A la que podemos responder que los son porque el producto somos nosotros, sin caer en un tema «conspiranoico», ya que podemos observar los comportamientos que nos están convirtiendo en la mercancía de lo que las redes sociales quieren que seamos, podemos retomar ejemplos muy comunes como lo son las nuevas relaciones amorosas o casuales donde podemos notar que la aprobación estética se da mediante un me gusta o un me encanta, debido a que eres parte de un “catálogo” extenso y puedes recibir la aceptación del prospecto.

Por ello, cuando mencionamos que podemos llegar a pensar o creer que somos libres debido a que hacemos uso por “decisión propia y consiente” de las diferentes redes sociales, así como de sus contenidos, nos referimos a que las nuevas generaciones han ido arrastrando y asimilando esta nueva forma de aceptación o inclusión social donde nos catalogan por medio de estereotipos, a saber, el uso de las reacciones, como un like o un me encanta, no tienen un fin diferente que el de dar una aprobación estética en el caso de las fotos, selfies, videos, así como cualquier tipo de contenido que se llegue a ver en nuestra pantalla.

No hay que dudar que las redes sociales pueden ser una herramienta para un fin positivo, no obstante, conforme pasan los años, se ve que vamos para el sentido contrario, en consecuencia, podemos determinar que éste es un fenómeno en masa, donde la mayoría no tiene criterio propio y si se sienten identificados con algo a pesar de que no es «bueno», lo defienden desde su perspectiva. Esto sucede más con los «jóvenes», suele darse sobre situaciones actuales, por ejemplo el cambio climático; sabemos que actualmente es un tema que debe preocuparnos a todos, pero qué hacemos, actuamos desde las estrategias que consumimos en redes sociales sin una reflexión profunda del problema, entonces, buscamos comprar productos ecológicos que nos recomiendan artistas, comerciales o algún influencer con el fin de ayudar cuando lo que hacemos es contaminar más y seguir en la lógica de consumo que crea mercados y mantiene el sistema funcionando igual.

Tal es el caso de las llamadas bolsas ecológicas, las cuales buscan reducir los plásticos de un solo uso, cuando, en contraste, compramos productos de mercado libre, Alliexpres, Shein, etc, que tan solo en una compra nos envían cajas y bolsas en exceso, pero lo hacemos ante el beneficio de que no tener que salir de casa. De hecho, actualmente las compras online han incrementado 15%, de acuerdo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), este organismo informó que el comercio electrónico mundial alcanzó los 26.7 billones de dólares en 2019.[2]

En ese sentido, debe quedar claro que lo que estas empresas hacen es que consumamos a través de lo que vemos en nuestras redes, por ejemplo, hay un comercial de Shoope que dice “para que no parezcas retrato, cambia tu guarda ropa, sin costo de envío”[3], de esta forma, ahora tenemos desechos de ropa en zonas desérticas, solo porque ya te pusiste tú ropa más de una vez y ahora necesitas algo nuevo para enseñar en tus fotos, sin importar que la prenda aún puede servir por más tiempo.

Por su parte, Shein se ha convertido en una de las principales empresas del mercado de ropa online, debido a su mano de obra barata procedente de China ha rebasado las ventas con su “moda rápida” y bajos precios. Se estima que en 2020 la compañía registró una cifra de negocio de más de 63,500 millones de yuanes (228,782 millones de pesos), el doble de lo que ingresó el año anterior[4]. Tenemos entonces que con la llegada de la “moda rápida”, usar y tirar ropa se ha convertido en un problema medio ambiental, ya que ahora existen los vertederos de ropa, en los que se estima que por semana llegan a Ghana hasta 15 millones de prendas usadas.[5]

Para explicar mejor lo anterior tenemos que el estudio global del consumidor 2020 estima que el 90% de los consumidores o compradores son millennials (1981-1993) y generación z (1994-2010), generaciones que se caracterizan por su facilidad de adaptarse a las nuevas tecnologías. Así, la primera generación ocupa el 25% debido a que aún están centrados en las finanzas familiares, es decir, dependen de los ingresos de sus papás para poder consumir algo inmediato y a largo plazo; en contraste, la siguiente generación, a pesar de expresar su preocupación financiera, son los mayores consumidores dada su capacidad de ahorro, la caza de ofertas o descuentos. De este modo, tenemos que la población joven es la que mueve las mercancías por medio de su interactuar diario con las nuevas tecnología, que constantemente nos sugieren un producto de moda.

Asimismo, a pesar de que consumimos contenido de industrias que pintan ser diferentes a Hollywood, incluso así nos enajenamos al grado de consumir lo que los medios nos venden a través de su publicidad, ya no somos notros mismos, sino que somos la ideología de la industria; por medio de grupos, ropa, videos, música, somos un fenómeno en masas en el que nos identificamos con los valores e ideas del mercado. Tal es el caso de los BTS, donde sus fans compran productos en nombre de sus idols, apoyan sus campañas, o siguen algún grupo o artista que colabore con ellos, y también desacreditan a los mismos si no concuerdan con la manera en la que piensan las fans o los mismos miembros del grupo; aunado a ello, un detalle importante es que los videos que lanzan no son largos para generar un consumo rápido y fácil.

El ejemplo más claro es el artículo que realizó billboard[6] por medio de una entrevista a los idols dónde expone que su éxito se debe a sus fans, un grupo de jóvenes que se denomina Armys, ya que se identifican con ellos por medio de su discurso, el cual pretende inculcar el amor propio; también mencionan que cuando sus fans se sientan solos ellos estarán ahí a través de su música. En consecuencia, el artículo fue descalificado por los mismos idols y su club de fans, argumentando que Army los ama, los ha visto crecer, también los apoyo desde sus inicios, de este modo empezaron a comentar que no se leyera el artículo porque los envidiaban y se dedicaban a tirarles hate.[7]

Por otro lado, en el programa de televisión estadounidense de James Corden, donde se invita a diferentes estrellas del entretenimiento que están siendo populares, se dijo que el éxito de los BTS se debía a niñas de 15 años que se identifican con ellos, causando todo un revuelo, al punto de ser censurado (se eliminó el vídeo por presión de las armys), y pidió disculpas en una entrevista que les hizo a los idiols recientemente. Entonces, en este entramado de mercancías que consumen mercancías, de un conjunto de medios y redes sociales que construyen consumidores que se venden a sí mismos, un mercado que domina y da las pautas de comportamiento, llegamos a la cuestión ¿Dónde está la libertad de expresión?

Tenemos aquí una contradicción por el mismo club de fans de BTS; de acuerdo a un censo realizado por las mismas Armys en el 2020, nos exponen que en el fandom participan 400 000 personas de más de 100 países, y aunque una gran mayoría está conformada por menores de edad, el 49% restante son mayores de 18 años. El censo también mostró que uno de cada cinco tiene educación universitaria y que más de 21 000 personas, son padres de familia.[8] Expuesto lo anterior, tenemos que el 51% es menor de edad, donde la hipótesis se confirma al decir que los adolescentes son los que les dan su nivel de popularidad, es decir, que su fandom sí son individuos con una mente en formación, que están descubriendo su identidad, por ende, son fáciles de manipular a través de ciertos discursos que manejan los idols.

En conclusión las redes sociales tienen cosas buenas, el problema es que no sabemos manejarlas. Hemos podido evidenciar que la comunidad que tiene nuestros hijos y los jóvenes en general a una edad temprana deja que sean “libres” por medio de contenidos que no son aptos para su edad, tal es el caso de tik tok, donde buscan hacer videos para tener más seguidores y amigos, entrando en una dinámica donde puedan ser aprobados o entendidos por seguir el mismo contenido a fin. La vida cotidiana mediante el uso del celular es algo que resulta complejo, más para la niñez que está creciendo enajenada de contenidos, por ejemplo la idea de convertirse en narcos, youtubers, rateros, etc gracias a las apologías que constantemente les aparecen en sus redes. Frente al tipo de contenido sin vigilancia de los padres, toman como normal el lenguaje o comportamiento que los mismos niños reproducen de lo que llegan a ver por medio de las redes sociales o contenidos de sus papás, por lo que es importante analizar lo que realmente queremos sin tener influencia de otros en una dinámica de mercado y consumo.

  1. Osiris García Díaz (Ciudad de México). Egresada de la licenciatura en sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana Unida Xochimilco (UAM-X)
  2. https://unctad.org/es/news/el-comercio-electronico-mundial-alcanza-los-267-billones-de-dolares-mientras-covid-19-impulsa
  3. https://www.youtube.com/watch?v=0R4GnRitxPQ
  4. https://businessinsider.mx/shein-exito-tiendas-moda-negocio-moda-rapida-contaminantes/
  5. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58931588
  6. https://www.billboard.com/music/music-news/bts-billboard-cover-story-2021-interview-9618967/
  7. Expresión utilizada para determinar que se expresan con odio de algo o alguien.
  8. https://cnnespanol.cnn.com/2021/05/24/army-bts-redes-sociales-descentralizado-organizado-revolucionario-orix/

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