Mantas de protección contra la delincuencia en el Barrio San Lucas-Iztapalapa

Experiencia de intervención abordada desde el esquizoanálisis

Por María de Jesús López Salazar

Los símbolos dentro de la ciudad nos indican formas de lenguaje que al parecer pueden no decir nada, pero dicen más de lo que pensamos, muestra de ello son letreros, grafitis y mantas en la ciudad que hablan por la ciudad misma.

 

El objetivo del presente artículo es analizar la colocación de mantas de protección mediante las cuales los vecinos del Barrio San Lucas de la Delegación Iztapalapa advierten a los ladrones lo que les pasará si roban en su barrio, considerando tal fenómeno como una experiencia de intervención relacionada con el esquizoanálisis, pues este corpus teórico y práctico creado por los franceses Félix Guattari y Gilles Deleuze investiga los dispositivos de enunciación colectivos e individuales, y la que aquí expone aprecia que las citadas mantas de protección son precisamente eso, dispositivos de enunciación de personas –quienes habitan el Barrio San Lucas– que están pretendiendo incidir sobre producciones semióticas y subjetivas en un contexto dado.

Antes de realizar el análisis de la experiencia de intervención en cuestión, es importante, por una parte, cuestionar la necesidad de la intervención en el ámbito de las ciencias sociales, para lo cual se acude a la exposición del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) y el filósofo francés Michel Foucault (1926-1984) en torno a la verdad en relación con el poder; así como, por otro lado, mostrar las principales corrientes de métodos de investigación-intervención existentes, a fin de argumentar por qué la colocación de mantas de protección contra los ladrones en el Barrio San Lucas se suscribe al esquizoanálisis –una de las corrientes de los métodos de investigación-intervención–.

Así, se muestra como necesario un cuestionamiento acerca de las condiciones que darán lugar al surgimiento y eventual consolidación de los métodos de intervención que buscan la unión entre teoría y praxis para transformar la realidad e, inclusive, al ser humano. La revisión de las perspectivas de Nietzsche y Foucault posibilita, asimismo, poner en práctica un enfoque meta-teórico acerca de los presupuestos del pensador alemán Jürgen Habermas (1929), relacionados a la configuración de modelos de investigación divergentes en ciencias sociales, uno analítico y otro dialéctico.

Para comenzar, hay que señalar que, desde un paradigma socio-crítico, Nietzsche, Foucault y Habermas –entre otros– expresan la crisis del pensamiento de la modernidad, al mostrar la insuficiencia de la noción de sujeto y al poner en evidencia un significado oculto. Para Nietzsche, el ser humano se oculta, en tanto que ha olvidado su primordial atributo como sujeto creador, ello le posibilita al ser humano aferrarse a un mundo de imágenes representativas que le otorgan estabilidad y paz, “gracias solamente al hecho de que el hombre se olvida de sí mismo como sujeto y, por cierto, como sujeto artísticamente creador, vive con cierta calma, seguridad y consecuencia; si pudiera salir, aunque sólo fuese un instante, fuera de los muros de esa creencia que lo tiene prisionero, se terminaría en el acto su «conciencia de sí mismo»”.[1]

Foucault se propuso demostrar cómo el Edipo de Sófocles es representativo y en cierta manera instaura un determinado tipo de relación entre saber y poder, entre el conocimiento y el poder político, correspondencia de la que la civilización occidental aún no se ha liberado. Para Foucault sí existe un complejo de Edipo, pero éste no tiene nada que ver ni con el inconsciente ni con el deseo; si hay algo similar a un complejo de Edipo, éste se desenvuelve a nivel colectivo y a propósito del poder y el saber. El problema fundamental de Edipo gira en torno al poder y a la manera de conservarlo, siendo su tragedia sinónimo de exceso de poder y saber, ambos correlativos.[2]

Habermas advierte cómo las teorías del modelo empírico-analítico reflejan la realidad como si fueran una copia, mientras que las teorías de la perspectiva dialéctica resultan de una construcción de la realidad social, donde el propio investigador es partícipe.

En lugar de un plexo hipotético-deductivo de proposiciones, aquí hay que recurrir a una explicación hermenéutica del sentido. En lugar de una correspondencia biunívoca de símbolos y significados, aquí hemos de partir de categorías inicialmente preentendidas de forma confusa que van cobrando progresivamente determinación según el puesto que lleguen a ocupar en el desarrollo del todo.[3]

Nietzsche, Foucault y Habermas comparten la denuncia de las ilusiones y de la falsa percepción acerca de la realidad social. Hasta cierto punto, los tres llevan a cabo un trabajo arqueológico de búsqueda de los principios ocultos de la actividad consciente, si bien, conjuntamente, construyen una teleología ontológica “como aquella que poseen los sistemas dinámicos, pero no como el resultado de un diseño previo hecho por un autor inteligente ajeno al sistema”.[4] Por ejemplo, Nietzsche opta por resaltar el actuar del hombre estoico en cuanto a su sobriedad y ecuanimidad frente a las alegrías o las tragedias, “instruido por las experiencias y autocontrolado a través de los conceptos”.[5]

Los pensadores mencionados han mostrado desde un paradigma socio-crítico que no existe realmente un sujeto fundador ni una conciencia propia de tal sujeto, introduciendo la ideología de forma explícita han señalado cómo en la base de la noción de sujeto se esconde un conjunto de elementos sociales, económicos, culturales y éticos relacionados con el poder. En palabras de Foucault:

(…) intentamos hacer aparecer aquello que ha permanecido hasta ahora más escondido, oculto y profundamente investido en la historia de nuestra cultura: las relaciones de poder. [Pues] me gustaría demostrar de qué manera establecieron y se invistieron profundamente en nuestra cultura las relaciones políticas dando lugar a una serie de fenómenos que no pueden ser explicados a no ser que los relacionemos no con las estructuras económicas, las relaciones económicas de producción, sino con las relaciones políticas que invisten toda la trama de nuestra existencia.[6]

De esta forma, el sujeto es expresión de condiciones históricas, sociales, económicas, culturales, éticas, psíquicas y, sobre todo, políticas. La noción de conciencia, por tanto, pierde su pretendido carácter regulador, y se vuelve evidente la necesidad de reconsiderar la relación entre teoría y experiencia. Mientras la teoría analítica de la ciencia únicamente admite experiencias de observación controlada en un ámbito aislado y en sujetos intercambiables; en contraparte, y siguiendo a Habermas, desde la dialéctica, la observación no se encuentra recortada de antemano a la teoría, sino que interactúa con ésta generando nuevo conocimiento. Por ello:

(…) una teoría dialéctica de la sociedad no tiene más remedio que afirmar la dependencia de los fenómenos particulares respecto de la totalidad; tiene que rechazar el empleo restrictivo del concepto de ley. Su análisis apunta allende las particulares relaciones de dependencia de magnitudes históricamente neutrales y versa sobre un plexo objetivo que codetermina también la dirección del desarrollo histórico.[7]

En definitiva, los autores citados develan una nueva manera de considerar la realidad social, a partir de la profundización de una sospecha acerca de la verdad, esa “hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes”.[8]

Tal sospecha se dirige hacia aquella percepción clara de la conciencia, así como a la razón en cuanto a su relación con la ciencia y la objetividad, igualmente cuestionada, pues “la dialéctica escapa al objetivismo bajo el que las relaciones sociales de individuos que actúan históricamente son analizadas como relaciones regulares entre cosas”.[9] Ésta es una crítica radical al sujeto como había sido definido en su desarrollo en la historia del pensamiento occidental, como un ente unitario, indivisible, que se identificaba con la conciencia, además de poseer voluntad absoluta como una facultad de la libertad.

Por ello, Nietzsche, Foucault y Habermas de manera general se dedican a la interpretación hegemónica acerca de la sociedad, donde “detrás de todo saber o conocimiento lo que está en juego es una lucha de poder. El poder político no está ausente del saber, por el contrario, está tramado con éste”.[10]

En cualquier caso, se trata de mostrar cómo los discursos y objetos que cada uno examina son ya interpretaciones posicionadas políticamente y no simples abstracciones complicadas de descifrar, con lo cual también se establecen condiciones que darán lugar al surgimiento y eventual consolidación de los métodos de intervención que buscan la unión entre teoría y praxis para transformar la realidad e, inclusive, como ya fue dicho, al ser humano. Es en ese sentido que, las principales vertientes de los métodos de investigación-intervención pueden clasificarse en tres, a saber: 1) Investigación-Acción Participativa (IAP), 2) Análisis Institucional (AI) y 3) formas no convencionales de intervención.

Por lo que corresponde a la IAP, ésta “supone la simultaneidad del proceso de conocer y de intervenir, e implica la participación de la misma gente involucrada en el programa de estudio y de acción”,[11] existiendo tres modalidades onto-epistémicas de IAP. La modalidad técnica consiste en una forma de intervención donde el investigador se queda en el nivel técnico, y los agentes externos son los responsables de dicho proceso, la palabra clave de esta modalidad es la eficacia. La modalidad práctica busca que el propio agente involucrado desarrolle una cuestión práctica, es decir el agente tiene la capacidad para deducir sus problemáticas; por ello, el facilitador plantea estrategias para actuar y resolver problemas, facultando a la gente con formas de diálogo. La modalidad emancipatoria sitúa un programa teórico-político que contribuye a que la comunidad sea crítica, teniendo presente que la relación con el gobierno no pretende ser en modo alguno jerárquica. Para la IAP es necesario adecuar la forma de intervención al considerar que el “objetivo de estudio (…) se decide a partir de lo que interesa a un grupo de personas o a un colectivo”,[12] como se auspicia la investigación, el alcance de la misma –es decir, la intencionalidad-, los recursos y procedimientos al alcance del investigador, la relación entre actores e investigadores, así como tener presente que el objeto de estudio siempre será aquello sobre lo que se interviene, por lo que se requiere advertir las capacidades reales de los sujetos.

Pasando al Análisis Institucional, éste aparece en la década de 1960 en Francia. Se interesa por lo que pasa en la escuela, la cárcel, la familia, la fábrica y el hospital, al considerar que estos campos están clavados en el sistema de producción capitalista, entendiendo al capitalismo como una forma de producción que privilegia ciertas instituciones. “Más que como una corriente interpretativa, el análisis institucional, en términos históricos, se presentó a sí mismo como una corriente de intervención. Una intervención que por entonces se proponía superar las teorías organizacionales de corte funcionalista, que sólo pretendían restablecer el equilibrio al interior de la institución”.[13] Existen dos derivaciones del análisis institucional. La primera de ellas es la psicoterapéutica institucional, la cual reconoce que la locura es una forma de poder, resultado del vínculo que los sujetos mantienen con el afuera. La segunda derivación es la pedagogía institucional que se pregunta por el aislamiento de los sujetos, atendiendo incluso instituciones no normadas; para esta derivación del análisis institucional, la familia se considera una institución articuladora de la realidad. Tanto la psicoterapia como la pedagogía institucional se interesan por la institución, lo que presupone una apropiación distinta al psicoanálisis freudiano, ya sea para criticarlo o para construir su aparato conceptual-metodológico.

Los núcleos conceptuales del análisis institucional son los siguientes: 1) institución, entendida como “grupos sociales oficiales: empresas, escuelas, sindicatos; [pero también como] sistemas de reglas que determinan la vida de estos grupos”;[14] 2) demanda, entendida como lo que fundamentalmente los grupos requieren, pero no necesariamente en un nivel consiente, hay demandas implícitas e inconscientes, la demanda en los grupos usualmente es una demanda de pertenencia, aunque eso no necesariamente reduce la demanda sólo a eso; 3) instituido, son las prácticas normalizadas, eso que denominamos normas, creencias, representaciones, lo instituido puede ser un mito fundacional; 4) instituyente, se concibe como una fuerza, es lo que le da movilidad a la historia, tiene como carga la utopía, por ejemplo, una revolución social es una práctica instituyente; 5) implicación, manifiesta la forma en que el investigador se vincula en el proceso de intervención grupal; 6) institucionalización, como la singularidad del procedimiento a partir de su base material y económica de la institución; y 7) devolución, es decir, la manera en que la situación grupal es regresada, para que el grupo avance en su proceso y se haga cargo del mismo.

El análisis institucional requiere la finura de darse cuenta que como grupo podemos generar condiciones psíquicas-intersubjetivas que pueden dar cuenta de lo individual, pero no sólo y de manera clara de lo individual. El socioanálisis, como aspecto metodológico del Análisis Institucional, pretende ir más allá de las parcelas interdisciplinarias, pero tiene como ámbito a las instituciones y a los grupos institucionalizados dentro de una institución, por ello el Análisis Institucional requiere conocer el proceso histórico de la institución, al concebir a ésta como un proceso de organización con implícitos que no necesariamente aparecen de forma inmediata pero que le otorgan sentido. Cabe agregar que la institución también puede ser entendida como inconsciente político de la sociedad, por lo que el conocimiento de ese inconsciente sólo es alcanzado en la implicación, pues la institución siempre va estar en tránsito, en proceso de institucionalización, y siempre estará en pugna lo instituido y lo instituyente.

Finalmente, las formas no convencionales de intervención son un campo de problematización y un trabajo teórico-filosófico, pues no son un cumulo de prácticas solidificadas ni sujetas a una teoría predeterminada, se entienden como una serie de desbordes de la teoría y la metodología, presuponiendo una urgencia por atender los cruces entre supuestos epistemológicos y ontológicos, por ello recurren a múltiples metodologías y múltiples formas de intervenir la realidad, teniendo como hilo argumentativo la emancipación mediante el desarrollo de capacidades. Una de estas formas no convencionales de intervención es el esquizoanálisis, a la cual se suscribe la experiencia de intervención escogida para el análisis.

La propuesta esquizoanalítica es mostrar la transición de los sistemas de enunciados y estructuras subjetivas preformadas, hacia disposiciones de enunciación capaces de construir nuevas coordenadas de lecturas y de poner en existencia representaciones y proposiciones inéditas, pues: “Diagramar es rechazar el mecanismo iterante-itinerante, es desconocer las huellas o senderos de la vida como una segmentaridad dura, y es reconocerse como pedazos de existencia heterogénea que pueblan y configuran la máquina de nuestra vida”.[15] Dentro del esquizoanálisis el concepto de micropolítica consiste en la actualización de los afectos del presente, cada vez que la vida así lo demanda, en cualquier dimensión de la existencia individual o colectiva.

Pasando a la descripción y delimitación de la experiencia de intervención elegida, como fue mencionado antes, ésta remite a las mantas de protección contra la delincuencia que los vecinos del Barrio San Lucas han comenzado a colocar en varios puntos de su barrio. Esta situación se da a raíz de una escalada en los asaltos, que las autoridades de la Ciudad de México no han podido contener en los últimos años, y que es percibida por la ciudadanía como un asunto sumamente grave. “La Ciudad de México ocupa el segundo lugar de 35, de las ciudades en las que sus habitantes consideran más peligrosas para vivir, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) de marzo pasado, realizada por el Inegi” (López San Martín, 2016: s/p.).[16] Cabe agregar que el Barrio San Lucas se localiza en la Delegación Iztapalapa; por sus rasgos de origen, de población, de traza, económicos, entre otros, se ha visto implicado dentro de un desarrollo urbano poco planeado que ha dificultado la integración armónica de sus elementos patrimoniales con la dinámica sociocultural y económica que hoy día se da en este espacio ancestral. Este barrio está compuesto por 36 manzanas,[17] en una superficie total de 63.11 hectáreas, con una población de más de 11800 habitantes.[18]

La inseguridad que se vive en el Barrio San Lucas ha propiciado que sus habitantes coloquen mantas de protección en señal de advertencia para los delincuentes en diversas partes del mismo barrio; así, por ejemplo, se hallan desde mantas que únicamente informan “Calle cerrada. Vecinos unidos contra la delincuencia”,[19] como la ubicada entre Calzada Ermita Iztapalapa y calle Julio de la Fuente; hasta aquellas que amenazan directamente: “Pinche ratero. Si te agarramos robando, no te vamos a remitir a las autoridades. Te vamos a. ¡¡Partir tu madre!! VECINOS UNIDOS CONTRA LA DELINCUENCIA”,[20] como la ubicada entre Calzada Ermita Iztapalapa y calle Francisco Pascual García.

Tales mantas de protección contra la inseguridad pueden apreciarse como intervenciones en el Barrio San Lucas por parte de sus mismos habitantes y considerarse propias de una práctica esquizoanalítica que se da en forma de rizoma, en cuanto que “su expansión es en apariencia anárquica mientras que es contingente, traza por el contrario senderos nuevos, abre pasajes cuyo mapa es huella”.[21] También porque en la demanda de seguridad es “el propio grupo el que promueve su autorregulación, su autoformación y su autodisciplina”.[22]

Igualmente, desde la propuesta esquizoanalítica, las mantas contra la inseguridad en el Barrio San Lucas remiten, por lo que corresponde a los propios habitantes, a personajes alternativos –alternativos a las autoridades de la Ciudad de México responsables de garantizar la seguridad pública en la capital mexicana–, quienes se sitúan en relación con sus propias expresiones, que quieren crear un mínimo de espacio de libertad,[23] sobre todo mediante dispositivos de enunciación que expresan una afectividad de hartazgo, como puede observarse en la manta que se ubica en la calle Número 9 del barrio y que a la letra dice: “Vecinos Unidos Contra la Delincuencia. Estamos artos (sic) de tanta delincuencia. No te hagas el sospechoso. Si se te sorprende robando, actuaremos directo en ti y no serás remitido a las autoridades. ¡Te vamos a linchar! Pueblo unido”.[24]

Definitivamente, ante el fenómeno presentado en este escrito: las mantas de protección contra la delincuencia en el Barrio San Lucas de la Delegación Iztapalapa, las cuales se han mostrado como experiencia de intervención propia del esquizoanálisis que llevan a cabo los habitantes del mismo barrio y donde declaran: “Vecinos unidos contra delincuencia. Delincuente te vamos a linchar. Te estamos vigilando. No arriesgues tu vida. ALTO a la delincuencia”, como en la manta de protección contra la delincuencia ubicada entre Eje Oriente 5 y Eje Oriente 3, la que aquí escribe considera necesario llevar a cabo un esbozo de trabajo reflexivo en el que, a manera de cierre, se procura dar cuenta de las formas en que la autora de este documento se mira a sí misma y a los otros en el proceso de intervención aquí descrito.

En este sentido, las mantas de protección contra la delincuencia en el Barrio San Lucas muestran que, cuando la inseguridad urbana, pero más aún el miedo urbano, arrebatan la seguridad plena de habitar; por consecuencia, despojan de la libertad y del derecho a la ciudad, es decir, de la “posibilidad de gozar de los espacios públicos, de tener acceso al suelo urbano, de ir y desarrollar nuestras condiciones de sobrevivencia en la vida cotidiana”.[25] Por ello, junto con las mantas de protección contra la delincuencia –o, tal vez, más allá de ellas–, es momento de cuestionar, ¿qué estamos haciendo por recuperar nuestra plena ciudadanía en la ciudad?, ¿qué estamos haciendo para reflexionar y afrontar el miedo urbano de la ciudad? Las preguntas son complejas y, sin lugar a duda, las respuestas lo son más, pero recurrir a los métodos de Investigación-Intervención puede proporcionar algunos indicios.

 

 

 

Fuentes consultadas

Ander-Egg, Ezequiel. Repensando la investigación-acción-participativa, Lumen, Buenos Aires, 2003.

Coordinación de Planeación del Desarrollo Territorial. “Barrio San Lucas” en Programa Integrado Territorial para el Desarrollo Social 2001-2003, Coordinación de Planeación del Desarrollo Territorial – Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, México, 2000. Disponible en http://www.sideso.cdmx.gob.mx/index.php?id=35

Escolar, Cora. “Institución, Implicación, Intervención. Revisando y revisitando las categorías del Análisis Institucional” en Acciones e Investigaciones Sociales, Núm. 28, Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo – Universidad de Zaragoza, España, julio de 2010, págs. 235-250.

Foucault, Michel. “Segunda” en La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, Barcelona, 2009.

Guattari, Félix. Líneas de fuga. Por otro mundo de posibles, Cactus, Buenos Aires, 2003.

——– y Rolnik, Suely. Micropolítica. Cartografías del deseo, Tinta Limón, Buenos Aires, 2013.

Habermas, Jürgen. “Apéndice a una controversia (1963). Teoría analítica de la ciencia y dialéctica” en La lógica de las ciencias sociales, Tecnos, Madrid, 1988.

Kaminsky, Gregorio. “Prólogo. Un bricolaje existencial” en Guattari, Félix. Cartografía del deseo, La marca, Argentina, 1995, págs. 7-15.

Lapassade, George. Grupos, organizaciones e instituciones. La transformación de la burocracia, 4ª ed., Gedisa, Barcelona, 2008.

López San Martín, Manuel (dir.). “Viven capitalinos con miedo” en La Capital, Ediciones Capital, México, 6 de abril de 2016. Disponible en http://www.lacapitalmx.com/subterraneo/viven-capitalinos-con-miedo

Nietzsche, Friedrich. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 2003.

Núñez de Castro, Ignacio y Marcos, Alfredo. “La teleología: polisemia de un término” en Abel Francesc y Cañón, Camino (eds.). La mediación de la filosofía en la construcción de la bioética, Universidad Pontificia Comillas / Federación Internacional de Universidades Católicas, Madrid, 1993.

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Rocha, Ricardo. “Alejandro Encinas, Pdte. de la Mesa Directiva de la Asamblea Constituyente” (vídeo) en Reporte 13 (página Web), TV Azteca, México, 29 de noviembre de 2016. Disponible en http://www.aztecatrece.com/reporte-13/notas/capitulos/alejandro-encinas-pdte-de-la-mesa-directiva-de-la-asamblea-constituyente/351492

Anexo 1

Manta de protección contra la inseguridad ubicada entre calzada Ermita Iztapalapa y calle Julio de la Fuente (foto de la autora)

 

 

 

Anexo 2

Manta de protección contra la inseguridad ubicada entre Calzada Ermita Iztapalapa y calle Francisco Pascual García (foto de la autora)

 

Anexo 3

Manta de protección contra la inseguridad ubicada en calle número 9 (foto de la autora)

 

 

 

[1] Friedrich Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 2003, pág. 29. Las comillas y las cursivas son del original.

[2] Vid. Michel Foucault, “Segunda” en La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, Barcelona, 2009.

[3] Jürgen Habermas, “Apéndice a una controversia (1963). Teoría analítica de la ciencia y dialéctica” en La lógica de las ciencias sociales, Tecnos, Madrid, 1988, pág. 24.

[4] Ignacio Núñez de Castro y Alfredo Marcos, “La teleología: polisemia de un término” en Francesc Abel y Camino Cañón (eds.), La mediación de la filosofía en la construcción de la bioética, Universidad Pontificia Comillas / Federación Internacional de Universidades Católicas, Madrid, 1993, pág. 37.

[5] Friedrich Nietzsche, op. cit., pág. 38.

[6] Michel Foucault, op. cit., págs. 39-40.

[7] Jürgen Habermas, op. cit., pág. 27.

[8] Friedrich Nietzsche, op. cit., pág. 25.

[9] Jürgen Habermas, op. cit., pág. 28.

[10] Michel Foucault, op. cit., pág. 60.

[11] Ezequiel Ander-Egg, Repensando la investigación-acción-participativa, Lumen, Buenos Aires, 2003, pág. 33.

[12] Ib., pág. 36. Las negritas son del original.

[13] Cora Escolar, “Institución, Implicación, Intervención. Revisando y revisitando las categorías del Análisis Institucional”, en Acciones e Investigaciones Sociales, Núm. 28, Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo – Universidad de Zaragoza, España, julio de 2010, págs. 237-238.

[14] George Lapassade, Grupos, organizaciones e instituciones. La transformación de la burocracia, 4ª ed., Gedisa, Barcelona, 2008, pág. 213. Los corchetes son míos.

[15] Gregorio Kaminsky, “Prólogo. Un bricolaje existencial” en Félix Guattari, Cartografía del deseo, La marca, Argentina, 1995, pág. 8.

[16] Manuel López San Martín (dir.), “Viven capitalinos con miedo” en La Capital, Ediciones Capital, México, 6 de abril de 2016. Disponible en http://www.lacapitalmx.com/subterraneo/viven-capitalinos-con-miedo. Las negritas son del original.

[17] V. Coordinación de Planeación del Desarrollo Territorial, “Barrio San Lucas” en Programa Integrado Territorial para el Desarrollo Social 2001-2003, Coordinación de Planeación del Desarrollo Territorial – Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, México, 2000. Disponible en http://www.sideso.cdmx.gob.mx/index.php?id=35

[18] V. Programa Delegacional de Desarrollo Urbano de Iztapalapa, D.O.F., 19-V-1997.

[19] V. Anexo 1.

[20] V. Anexo 2.

[21] Félix Guattari, Líneas de fuga. Por otro mundo de posibles, Cactus, Buenos Aires, 2003, pág. 13.

[22] Félix Guattari y Suely Rolnik, Micropolítica. Cartografías del deseo, Tinta Limón, Buenos Aires, 2013, pág. 139.

[23] Ib., pág. 143.

[24] V. Anexo 3.

[25] Alejandro Encinas cit. en Ricardo Rocha, “Alejandro Encinas, Pdte. de la Mesa Directiva de la Asamblea Constituyente” (vídeo) en Reporte 13 (página Web), TV Azteca, México, 29 de noviembre de 2016. Disponible en http://www.aztecatrece.com/reporte-13/notas/capitulos/alejandro-encinas-pdte-de-la-mesa-directiva-de-la-asamblea-constituyente/351492

 

 

 

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