La comedia romántica mexicana.

De estereotipos, sororidad y nuevas masculinidades

[parte II]

Por Aarón de la Rosa

Resulta muy complicado explicar en pocas líneas, el éxito de la comedia romántica mexicana en los últimos veinte años si sólo lo explicamos por índice de taquilla, pues el origen de la comedia cinematográfica proviene desde la creación de los géneros dramáticos. No obstante, la historia del cine, sus géneros y sus historias operan dependiendo cada región, siempre acorde al contexto económico, político, social y cultural de las sociedades y sus audiencias.

En México, con el sexenio de José López Portillo aparecieron dos películas icónicas que dieron origen al cine de ficheras, el “Tívoli” (1974) de Alberto Isaac, con Alfonso Arau, Lyn May y Carmen Salinas, donde se retrata la vida nocturna del teatro de revista Tívoli. “Bellas de noche” (1975) de Miguel Delgado, con Sasha Montenegro y Jorge Rivero, muestra la vida nocturna del cabaret y el vedetismo. Ambos filmes se consideran pioneros en los argumentos urbanos donde la comedia, el amor y el sexo se verían reflejados en una industria que explotaba a la mujer como objeto sexual. Para los ochenta, este género degradó el clásico cine de rumberas a la bien conocida “sexicomedia mexicana”.

Resulta interesante pensar que durante la década de los ochenta y noventa, mucho del entretenimiento audiovisual para el mexicano de escasos recursos era comandado por la telenovela de Televisa y el cine de ficheras. La televisión vespertina se nutría con telenovelas que explotaban a la mujer bonita y pobre, pero con una apariencia “americanizada”, donde el acceso al ascenso social era, en la ficción, por medio del “amor verdadero”, con un hombre adinerado como único medio y proyecto de vida.

Posiblemente por las tardes y noches, el público masculino abarrotaba las salas de cine viendo las “sexicomedias” que se empeñaban en cosificar a la mujer como mero objeto, con películas de argumentos absurdos que centraban sus diálogos en el albur urbano. Llenos de conflictos de la clase media baja y escenas de alto contenido sexual, con clichés cómicos y vulgares, se dirigían a una audiencia popular e ignorante cuyo éxito radicaba principalmente, en la cosificación de la mujer de la época. Aunque en los noventa se vio desvanecida por la intención de sanar, mental y argumentalmente el género, con películas mejor elaboradas como “Sólo con tu pareja” (1991) de Alfonso Cuarón o “Cilantro y perejil” (1995) de Rafael Montero.

En los últimos cuarenta años de la industria del entretenimiento, los principales géneros de mayor audiencia a escala global como acción, aventuras, comedia y romance, siempre han estado gobernados por la hegemonía norteamericana y el poder económico que representaba Hollywood y los estudios de televisión como ABC, CBS, NBC, FOX, HBO y Warner. Ahora con Netflix y las demás plataformas de streaming, la comedia audiovisual se transforma bajo una nueva economía que demanda nuevos contenidos en el mercado del entretenimiento.

En México, la idea de explotar la comedia con los conflictos dramáticos se volvió moda en apenas pocos años, explotando el antagonismo de ricos contra pobres o güeros contra prietos. Si recordamos, desde el movimiento Metoo (2017) que denunciaba el acoso sexual y laboral en Hollywood liderado por Harvey Weinstein y el racismo en la audiencia mexicana contra la novel actriz Yalitzia Aparicio, tras ganar en los Óscares la película Roma (2018) de Alfonso Cuarón, las redes sociales se llenaron de insultos y elogios de una población, mayoritariamente de piel morena, que debatía los viejos estereotipos (aún vigentes) pregonados por los medios de comunicación.

Gracias a los estereotipos, el mercado audiovisual genera nichos de audiencia, donde los productores, directores y guionistas se someten al marketing que existe desde varios nichos de mercado. Sin embargo, los actores de piel morena sólo llegan a acceder a papeles menores y nunca son objeto de protagónicos pues “no aparentan el aspiracionismo” que el mercado quiere consumir. “Entre menos mexicano te veas, mejor te irá en los castings de las películas”, reza el “argot” que el talento mexicano vive cada día.

No es casualidad que en los últimos quince años, pocos talentos mexicanos (la mayoría blancos) se han forjado sendas carreras actorales dentro de este género, pues se reiteran los mismos personajes y estereotipos en películas y series para plataformas. Entonces ¿porqué es tan taquillera la comedia romántica si siempre le cuentan lo mismo a la audiencia mexicana?

 

Repensar los estereotipos del cine mexicano actual

Era poco probable que hace diez años surgieran comedias románticas que abordaran conflictos tan sonados ahora, como cuestionar la clase social a través del amor, el racismo por tu tono de piel o el bullying por la preferencia sexual. Casi siempre se retomaba la clásica fórmula cinematográfica que parte de una relación heterosexual muy americanizada, donde el deseo del protagonista por obtener el amor de una mujer “fuera de su alcance” detonaba el desarrollo de la trama. A fin de cuentas se verá resuelta con “…y vivieron felices para siempre”.

Fiel al género dramático que expresa, las películas y las series nunca cuestionan el vínculo con la realidad de la audiencia. Las locaciones intentan mostrar un cosmopolitismo global sin pobreza, donde resulta imposible cuestionar la abundancia económica de los personajes en la historia. De tramas superfluas, se plantean conflictos poco creíbles, pero bien endulzados con buena fotografía y con los actores “bellos” del momento.

Para este género, los actores de piel morena o con rasgos indígenas no existen, a menos que cumplan con su función de actor secundario con personajes muy predeterminados. A escala mundial, si acaso incluyen el “latino internacional” muy europeizado, que enmarca la globalización de las etnias en un mercado mundial que juega a ser incluyente en la industria del entretenimiento.

Desde “Amar te duele” (2001) hasta la fecha, han aparecido numerosas películas que han desarrollado tramas muy parecidas que, poco a poco, han cambiado la percepción de las relaciones amorosas a varias generaciones, como los boomers, la generación X, hasta los millenials y centenials. Cabe destacar que desde el 2006 se han producido infinidad de películas de este género, no obstante, rescato algunas que expresan en sus historias (con cierto riesgo, querido lector, que esté en desacuerdo) un doble discurso.

“Cansada de besar sapos” (2006) Dir. Jorge Colón, cuenta cómo Martha (Ana Serradilla) al descubrir la infidelidad de su novio y “hombre perfecto” (Juan Manuel Bernal), decide encontrar el “amor verdadero” a través de una página web de citas llamada como la película. El trasfondo del argumento evidencia cómo para la época la tecnología (hoy muy natural con las aplicaciones para smarthphones) y el entorno social de la protagonista le demandan tener una pareja para insertarse a la sociedad que representa la protagonista: una bella diseñadora.

De argumento similar, otra icónica actriz de este género, Martha Higareda encarna a Ana en “Cásese quien pueda” (2013) De Marco Paolo Constandse, donde la joven protagonista va a casarse, hasta que descubre la infidelidad de su prometido con su prima. Según el guión de Higareda, Ana a consecuencia se emborracha y huye llegando a la selva dónde conoce a Erik (Michael Brown), un médico de comunidades indígenas que le devuelve la confianza en el amor mientras viven experiencias cómico románticas en el entorno salvaje. Mientras la historia paralela traza su arco dramático con el descubrimiento del amor, entre su hermana (Miriam Higareda) y su mejor amigo (Luis Gerardo Méndez), no deja de evidenciar los estereotipos de la clase acomodada que el cine mexicano le gusta explotar, además de una historia pobre, sólo cumple su objetivo de romantizar el matrimonio como imposición social apoyada en la comedia fácil.

Más tarde se estrena “A la mala” (2015) de Pitipol Ibarra, donde Aislinn Derbez hace su primer protagónico. A partir del guión de Issa López y Ari Rosen, Mala, una aspirante a actriz, está desencantada del amor y decide alquilarse a las novias inseguras de su relación, donde expone a hombres infieles. Hasta que una productora importante la contrata para desenmascarar a Santiago (Mauricio Ochmann) un guapo e importante empresario, filántropo y educado músico frustrado por dentro. Sin embargo, eso no sucede, pues Mala se enamora de él. A lo largo de la película se muestran escenas cómicas, desde la clásica guerra de los sexos. Con una mejor estructura en la historia, no deja de imponer estereotipos donde prevalece la idealización del “hombre perfecto”: adinerado y sensible al que, según la historia, cualquier fémina debería someterse al sagrado matrimonio desde las emociones afectivas.

“El tamaño sí importa” (2016) de Rafa Lara tiene buenas intenciones aunque muy alejadas del feminismo que rezaba su slogan de venta, pues cae en el ya conocido argumento telenovelero. La película cuenta cómo Viviana, interpretada por Ximena Ayala, es una chica “normal pero creativa” (por no decir fea, según su publicidad), la cual trabaja en una fábrica de ropa donde vive enamorada del actor y socialité Diego Suárez (Vadhir Derbez), quien venido a menos a causa de sus vínculos con el crimen organizado, se vuelve pobre. A partir de aquí, se emparentan en una mezcla de escenas cómicas poco creíbles, donde Vivi decide enseñarle a sobrevivir a Diego, en la clase social de los menos afortunados. Con una evidente debilidad en la estructura del guión, el desbalance actoral entre la magistral Ayala y la ineficacia de Derbez, el filme alimenta la ya conocida lucha de clases sociales proveniente de Televisa. Se frivoliza la idea del amor romántico entre “disparejos”, por tono de piel como parámetros de belleza. Lejos de profundizar en el tema sólo cae en los estereotipos, donde la belleza de la mujer es la única vía de éxito en la sociedad mexicana.

“Treintona, soltera y fantástica” (2016) de Chava Cartas significó el regreso al cine de la actriz Bárbara Mori, quien encarna a la escritora Inés, una chica independiente y treintañera, oriunda de la ciudad de Jalisco, que tras rechazar la propuesta de matrimonial de su novio Marcos (Andrés Almeida), se debate entre la soltería cuestionada por su familia conservadora, como los cambios sociales y culturales en las escenas con su joven prima Regina (Natasha Dupeyron). Aunque la trama presume estar inspirada en escritos de la autora Juana Inés Dehesa, las limitantes creativas de los guionistas Juan Carlos Garzón y Angelica Gudiño hacen que la película no pase de escenas chuscas de risa fácil. Con un arco dramático muy explotado en el género, el amor de la protagonista deja un final abierto donde ni termina feliz con su eterno enamorado interpretado por Juan Pablo Medina, pero deja una relación abierta con un galán maduro y sensible, Óscar (Jordi Mollá). Astutamente colocada en cartelera, esta película tuvo gran éxito de taquilla con más de 3 millones de espectadores en salas mexicanas. Sin embargo, ante las buenas intenciones de mostrar a una mujer contemporánea, no deja de repetir fórmulas ya vistas en el cine comercial.

Ante la existencia de más títulos taquilleros conocidos por mucha audiencia, no deja de estar presente la idea de que el amor y la comedia romantizada en el cine mexicano sólo generan nichos de mercado por intereses económicos donde se le ofrece al público una fantasía en la que la pobreza no existe. Todo sucede fácil y rápido. Los conflictos de los protagónicos se resuelven de manera automática, con el pequeño detalle que la población de piel morena es casi inexistente. Los embates sentimentales no profundizan la realidad que viven. A diferencia de la realidad social, que el cine de autor busca expresar desde su conciencia social, con la naciente oferta de series de comedia romántica en las plataformas de streaming, parece que la apertura creativa mundial ofrece nuevas formas de abordar el amor desde el audiovisual seriado, sin embargo, no precisamente en muchas producciones mexicanas.

La comedia romántica, el streaming y el moreno que todos llevamos dentro.

Mientras persiste una lucha más activa en México por visibilizar el problema del racismo en muchos sectores de la sociedad, el empoderamiento de la mujer demanda más protagónicos para actrices de piel morena. Sin embargo, ¿ha cambiado la misma historia de amor que se cuenta en las plataformas de streaming?

Aunque resulta complejo profundizar en pocas líneas la mayoría de series que abordan la comedia romántica, los siguiente ejemplos nos expresan varios argumentos que tratan la comedia y el amor en nuestros días.

“De brutas, nada” (2021) es la última apuesta “premium”, según Sony Pictures, por darle al público un género muy demandado en la oferta de series en plataforma. Basado en el guión de la escritora colombiana Isabella Santo Domingo y en su obra “Los caballeros las prefieren brutas”, esta serie de dos temporadas cuenta cómo la vida de la joven independiente y exitosa publicista Cristina (Tessa Ia) descubre el engaño de su guapo prometido un día antes de celebrar su boda. Con la ruptura se vuelve insostenible el pago de la renta de su bello departamento, por lo cual busca roomie para solventar los gastos. Acude al llamado el joven escritor sin casa y desempleado Alejandro Moreno (Christian Vázquez), quien se hace pasar por gay para lograr que acepte ser su roomie. La continua relación hará que Alejandro se enamore de Cristina y sea más difícil sostener el engaño. Rodada en colombia y ciudad de México con una excelente factura cinefotográfica, con cámaras Venice que son de las más avanzadas en cine digital de Sony. aporta gran calidad visual a una urbe ficticia, donde no existe la pobreza y su look en extremo americanizado exalta la riqueza y la modernidad de sus locaciones. Claros en el género que desarrollan, esta comedia resulta bien trazada en argumentos y soluciones dramáticas, incluyen el debate del amor gay con el personaje de Rodrigo (José Pablo Minor), la mujer independiente y excéptica del amor con Hannah (Carolina Ramírez), como los problemas del matrimonio entre Guillermo Roble (Julián Román) y Graciela Oviedo (Diana Bovio). Ofertada en Amazon prime video, resulta una buena producción sin nada nuevo bajo el sol salvo buenas escenas cómicas. A excepción de la buena química dramática de los protagónicos, Christian Vázquez se hace más presente en proyectos de cine y tv como un buen actor de tez morena con gran trayectoria y diversidad temática. Sin embargo, se imponen los esterotipos de las majors americanas, donde se promueve un “life style” paradisiaco que, creo, resulta poco creíble para el público de latinoamérica, sin embargo, su comedia ligera ofrece buenos ratos de entretenimiento.

En febrero de 2020 Netflix apuesta por las teen series con el drama y comedia “Desenfrenadas”, producida por Caponeto, en la que Diego Martínez Ulanosky crea un abánico interesante de chicas jóvenes de clase, que se enfrentan a los embates de la edad adulta desde varios puntos de vista con los protagónicos a cargo de Vera (Tessa Ía), quien encarna a una bloguera fashion que busca un motivo más profundo para seguir con su vida; Rocío (Bárbara López), una guapa estudiante de neurocirugía, de familia de médicos, tiene una futuro prometedor con su beca universitaria en Suecia; Carlota (Lucía Uribe) una joven poeta de ideales feministas cuyo origen judío la enfrenta a su existencialismo veintiañero de infelicidad. Juntas, las tres amigas deciden rememorar la nostalgia de su infancia, con un último viaje en camioneta donde las circuinstancias las hacen topar con Marcela (Coty Camacho), una joven que huye de la violencia, abuso y relación tóxica con su padrote el Joshua (Diego Calva). Las cuatro emprenden un viaje donde el humor, la amistad, el amor y el descubrimiento de su personalidad se van desarrollando a lo largo de una temporada de diez episodios.

Con una historia mejor elaborada de la mano de lecturas con grupos feministas y con la co-escritura de Lucía Sánchez Novaro y Ashauri López, Ulanosky se apoya en la psicología Gestalt para crear los personajes sin clichés ni estereotipos, comenta al diario el Universal: “Cada una tiene una pasión que la hace particular; Rocío es el miedo, Vera es el orgullo, Carlota es la pereza y Marcela es la gula; eso ayudó mucho a entenderlas y entender sus fobias”[1].

Con ciertas limitantes ideológicas de los escritores en el argumento de la serie, y manteniendo ciertos estereotipos femeninos de las jóvenes mexicanas de nuestros días. La apuesta de Ulanosky por abordar desde una perspectiva diferente la sororidad y el “coming of age” femenino, se complementa con grandes secuencias de acción, otras muy emotivas que viven los personajes a la par que luchan contra el machismo y la violencia de género que muchas mujeres viven a diario en la realidad. Resulta lamentable la decisión de Netflix de no continuar con la serie, que avecinaba conflictos futuros, muy interesantes de mostrar a la audiencia mexicana.

Finalmente, hablar de “nuevas masculinidades” en las series para streaming paracería un tema habitual de trabajos académicos. No obstante, para Claro Video le resultó de gran éxito la apuesta por distribuir en streaming la co-producción méxico-colombiana de Sony pictures y pantaya USA, “Manual para galanes” (2020), cuyas dos temporadas han conquistado al público con su peculiar mezcla de comedia y amor.

La serie cuenta, según el site de Pantaya USA, que “tras sufrir de joven un desengaño amoroso, Yair Palomares (Armando Hernández) inventa un exitoso método de seducción, conquista a bellas mujeres, tiene dinero y fama, pero no el amor de Angie, la mujer que le rompió el corazón”. Yair abre su escuela de seducción donde los inscritos aspiran a conseguir el amor de su vida, a través de los conocimientos. Sus educandos representan las metáforas de las debilidades masculinas que poco se habían abordado en series de entretenimiento sin caer en sentimentalismos baratos. Los personajes van desde un galán de barrio con un léxico muy particular, un hombre pequeño y violento, un joven tímido con voz muy aguda, un hombre con sobre peso sin experiencia amorosa y un oficinista inseguro enamorado de su nueva jefa laboral, desarrollan diversas subtramas donde se expresan las diversas situaciones cómicas y dramáticas que el hombre contemporáneo sufre para acceder al preciado amor de su vida.

Con un elenco que incluye a Litzy, Martín Altomaro, César Vargas, Dolores Heredia, Jonathan Islas, David Traslaviña y José Lombana, la actriz Altair Jarabo, quien encarna a Angie y el triángulo amoroso entre Yair y el personaje de Martín Altomaro, declara para Emmanuel Viloria en entrevista: “Descubrimos en la serie y ahora en los tiempos modernos, que hay mucha parte de la mujer para que una relación sea linda y eso empieza por el respeto, ¿qué permites y qué no?, a qué hombre aceptas y a cuál no y por qué, también hay que inculcar eso en la ficción, que la mujer define muchas veces cómo es una relación, hay que apoyarnos, unirnos y hacer una relación linda entre dos, porque no es sólo el hombre el que a base de conquistar hace todo”.[2]

Complementando el argumento principal donde Yair intenta recuperar su amor de juventud, se desarrollan subtramas que abordan las relaciones lesbico gay, la relación de una mujer mayor con un hombre joven, como la profundización de la paternidad contemporánea. “Manual para galanes” parece dar un salto a la diversidad de historias, donde se sirve de una calidad distinta de escritores como abordaje de tramas, para darle a la comedia contrastes más actuales en la oferta de series en las plataformas de streaming.

Conclusión

Si bien es cierto la producción de series de comedia romántica en México y Latinoamérica va al alza, es difícil saber qué caminos llevarán a la audiencia a seguir o denostar sus historias y personajes, ante mucha de la sociedad que niega el moreno que llevan dentro. Existe una audiencia cada vez más crítica a los antiguos estereotipos y más sensibles a las nuevas formas de interacción social y sentimental. Debe sumar la cuota de creativos de piel morena o indígena, desde actores y actrices como del capital humano detrás de cámaras. Las historias deberían contarse de manera distinta.

La violencia de género y las nuevas masculinidades deberán ser parte de una agenda temática para los estudios de televisión y las majors del streaming si desean que la sociedad cambie de actitud. Deben apostar por contenidos más arriesgados si no seguirán cometiendo los errores habituales ya vistos en series de reciente estreno como “Guerra de vecinos” Netflix (2021), creada por los veteranos Carolina Rivera y Fernando Sariñana como el reboot del “Dr. Cándido Pérez” Televisa (2021), creada por el comediante Jorge Ortiz de Pinedo.

 

Bibliografía

https://www.elsoldesanluis.com.mx/gossip/manual-para-galanes-la-nueva-serie-que-te-ensenara-el-arte-de-la-seduccion-5825402.html

https://www.eluniversal.com.mx/espectaculos/desenfrenadas-la-serie-que-busca-la-igualdad-de-genero

  1. Véase nota en el siguiente link [https://www.eluniversal.com.mx/espectaculos/desenfrenadas-la-serie-que-busca-la-igualdad-de-genero]

  2. Véase en el siguiente link [https://www.elsoldesanluis.com.mx/gossip/manual-para-galanes-la-nueva-serie-que-te-ensenara-el-arte-de-la-seduccion-5825402.html]

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