La esfera profesional de las atletas: autonomía vs patrocinadores

Víctor Alí Mancilla Gaytán[1]

 

El deporte en la vida cotidiana de los seres humanos representa un sinnúmero de atributos que muchas veces se reducen a la sustitución de la actividad física que de manera natural realizaban los ancestros humanos para sobrevivir (cazar, desplazarse, huir, etc.), y que, en la actualidad, se entiende comúnmente como una simple actividad de recreación física y mental, una especie de pausa a nuestra ajetreada vida actual para poder disfrutar de un partido con compañeros y que, además, nos ayuda a mantener un cierto nivel de salud (y cierto estatus) en nuestros cuerpos. Sin embargo, existe una forma más de entender el deporte: como una forma de conseguir el capital necesario para subsistir o, en otras palabras, la concepción del deporte como un empleo formal.

Esta última es la concepción menos evidente de todas, y tal vez la más confusa, ya que muchas veces se suele pensar que la gente que practica algún deporte lo hace por mero pasatiempo, nada serio (situación que también sucede con quien se dedica a la música). Otras veces se piensa que quien practica algún deporte de manera constante y disciplinada lo hace porque tiene un estilo de vida saludable, pero eso sigue significando que es sólo un pasatiempo que al mismo tiempo tiene el beneficio de ser saludable. Lo que pocas veces sucede es que alguien piense que una persona se dedica a ser deportista, que su profesión es esa: ser deportista profesional. Esto se puede deber a que ese concepto, básicamente, se encuentra acotado a deportes altamente comercializados como futbol, futbol americano, basquetbol, béisbol, tenis, etc., en donde sabemos que los atletas que alcanzan las grandes esferas de dichas disciplinas ganan salarios estratosféricos, mucho más que cualquier profesionista universitario. Pero cuando volteamos a las grandes esferas de otras disciplinas esto no sucede así.

A pesar de los inmensos ingresos económicos que significan los Juegos Olímpicos (la máxima justa deportiva del mundo), que, según su sitio web oficial, en 2012 significaron cerca de 896 millones de euros, los ingresos de los atletas olímpicos mexicanos, por ejemplo, varían desde los 35 mil y 55 mil pesos, dependiendo del puesto que obtengan en las competencias (Beatriz Pereyra, 2019). Sin embargo, la inconsistencia en el monto de sus ingresos es enorme, ya que, si no consiguen un puesto en alguna competencia como Juegos Centroamericanos, Juegos Panamericanos, Campeonatos Mundiales o Juegos Olímpicos y Paralímpicos, sus ingresos disminuyen o bien, son nulos, sin mencionar los bajos ingresos de deportistas en desarrollo que alcanzan los mil setecientos pesos y los ingresos de hasta seis mil pesos de atletas de deportes no olímpicos (Beatriz Pereyra, 2019).  

Éste es el panorama al que se enfrentan quienes dedican su vida a una actividad que generalmente se devalúa bajo el concepto de “amateur” o de aficionado y no se concibe como deporte profesional (Ferrando M., 1979). Sin embargo, un panorama de incertidumbre económica también le puede esperar a quienes alcanzan las esferas profesionales más altas de deportes como el atletismo si toman una decisión autónoma sobre su cuerpo que altere los requisitos o cláusulas contractuales con sus patrocinadores, como la decisión de embarazarse. Las atletas que deciden embarazarse viven una serie de presiones laborales por parte de empresas patrocinadoras como Nike Inc., que generalmente fijan requisitos de desempeño específicos en sus contratos para garantizar la remuneración acordada a sus patrocinados (lo que constituye la mayor parte de los ingresos de un deportista profesional). Si estos no se cumplen, por cualquier motivo, los patrocinadores pueden reducir el pago de un atleta y, por lo general, no hay licencia de maternidad (Draper, 2019). Esto significa que para una mujer ser atleta profesional y ser madre son decisiones mutuamente excluyentes. Empero, esto no ocurre a todos los atletas, ya que los hombres no tienen que decidir ser deportistas o padres, no hay ninguna sanción económica que vulnere sus ingresos, un atleta hombre que decida ser padre puede serlo y sus patrocinadores no objetarán en lo absoluto su decisión.

Así, que esto suceda evidencia que la institucionalización de la división desigual del poder existe en todos los trabajos por igual. Podría parecer que las atletas han conseguido atravesar la barrera de un trabajo asalariado, que al ser deportistas profesionales son trabajadoras independientes, capaces de decidir por ellas mismas sus actividades, los torneos en los que participan y, sobre todo, capaces de ejercer la autonomía que tienen sobre su cuerpo. Pero no, las atletas están atadas a sus contratos con grandes empresas por la presión que la precaria remuneración que implica su profesión sin la presencia de dichos patrocinadores ejerce sobre ellas. Bajo estas circunstancias, muchas atletas se ven en una encrucijada: la de abandonar su carrera profesional para ser madres o dejar de lado la idea de ejercer su maternidad para continuar su carrera profesional. Pareciera, entonces, que las deportistas de alto rendimiento abandonaran medianamente su categoría social de mujer mientras realizan sus actividades profesionales (categoría que implica, entre otras cosas, un sinónimo de ama de casa, con “habilidades domésticas” otorgadas al ser mujer) (Federici et al., 2018), pero que retoman dicha identidad cuando deciden ser madres.

Es claro que para las empresas patrocinadoras, las atletas nunca pierden por completo esa identidad de lo que significa para la sociedad ser mujer, puesto que, por contrato, se ven obligadas a vestir prendas y colores encasillados como femeninos, con un diseño específico para vender la imagen de sus cuerpos a los hombres que consumen deportes. Además de la diferencia salarial que establecen entre atletas hombres y mujeres. Es por ello que podría parecer que se alejan de esa categoría social que implica ser mujer cuando consiguen un ingreso por las actividades que realizan. No obstante, el trabajo reproductivo permanece sin ninguna remuneración económica, no está asalariado, permanece en esa condición impuesta de aparente naturalidad o “feminidad” (Federici et al., 2018).

Esta situación la han hecho evidente diferentes atletas alrededor del mundo como Alysia Montaño, Kara Goucher, Phoebe Wright y Allyson Felix, corredoras profesionales que se vieron presionadas por sus patrocinadores cuando decidieron embarazarse: “Si queremos ser deportistas y madres, pues es una locura”, dijo Montaño para el periódico estadounidense The New York Times, “cree en algo, aunque eso signifique sacrificarlo todo, como tu contrato, tus ingresos”. Otras atletas olímpicas como Allyson Felix, ganadora de seis medallas de oro y patrocinada por Nike, mencionaron para el periódico neoyorquino que han sido amenazadas con no garantizar que no serán sancionadas contractualmente por la empresa si su desempeño decaía después de quedar embarazada: “Si yo, una de las atletas más comercializadas de Nike y no pude tener garantía de esta protección, ¿quién podrá tenerla?”.

El argumento que las empresas que patrocinan atletas utilizan para justificar las sanciones económicas impuestas a las deportistas embarazadas es que su desempeño disminuirá, que no podrán continuar con sus rutinas de entrenamiento y que, por lo tanto, no podrán competir al mismo nivel. Sin embargo, esto no necesariamente sucede de esa forma. Si bien el cuerpo de una mujer embarazada presenta múltiples cambios como un aumento de la masa corporal, cambios en el tejido musculo-esquelético, cardiovasculares, respiratorios, etc. (Bø, K. et al., 2016), esto no implica que no puedan seguir con una rutina de ejercicio para mantener su condición física lo mejor posible a fin continuar con su participación en competencias. De hecho, las prescripciones de ejercicio para mujeres embarazadas son básicamente las mismas que para una persona que no está embarazada, dependerá del tipo de deporte que practique y de las condiciones físicas de las atletas (Bø, K. et al., 2016), además de que los riesgos que existen para la salud de la madre o del producto son muy reducidas, generalmente favorecen la salud de ambos, e incluso, realizar ejercicio de baja a moderada intensidad puede evitar que ocurran abortos espontáneos durante el primer trimestre (Jørgensen T et al., 2007).

Una vez ocurrido el parto, las atletas pueden regresar a su entrenamiento con los niveles de intensidad que tenían previo al embarazo de manera gradual, para comenzar a recuperar las condiciones físicas que cambiaron en el proceso de embarazo (Artal & O’toole, 2003). Respecto al retorno al nivel de competencia, un estudio realizado a 40 atletas de élite mostró que 77% de ellas continuaron compitiendo al mismo nivel después del parto (Bø & Backe‐Hansen, 2007). Por otro lado, otro estudio registró la actividad física individual de una maratonista de élite después del parto y, a pesar de no conseguir una clasificación a los juegos olímpicos, la atleta fue capaz de regresar a su régimen intenso de entrenamiento durante las cuatro primeras semanas después del parto, sin presentar afectaciones médicas (Potteiger et al., 1993). Otros reportes registraron que atletas olímpicas y profesionales sintieron una mejoría en su desempeño físico, en su técnica y mejores tiempos registrados en sus entrenamientos después del parto que los registrados antes del embarazo (Zaharieva, 1972).

Ante este tipo de información, que es muy poco probable que las empresas patrocinadoras ignoren, es evidente que la industria del deporte ejerce sobre las atletas el peso de una construcción social sobre el embarazo, que significaría una reclusión, un paro total de las actividades remuneradas y, que además, es utilizado para justificar la división sexual del trabajo, que permea absolutamente todas las actividades que realicemos. Por más independientes que parezcan, siempre permanecen atadas y atravesadas por el género, ejerciendo presión sobre los cuerpos, marcándolos con una identidad que pesa sobre cualquier decisión que tomemos, cualquier trabajo que desempeñemos; todos están bajo esa marca divisoria y dominante que representa el género. Por más que Nike haya cambiado desde 2018 sus políticas contractuales con sus patrocinadas que decidan ser madres, el hecho de que no les hayan informado a sus atletas patrocinadas sobre esta modificación durante un año (Draper, 2019), mientras seguían haciendo cumplir sus viejas políticas, no hace más que denotar esa violencia de género y laboral que buscan ejercer empresas capitalistas como Nike Inc. a costa de la autonomía y libertad de sus empleadas.

 

 

 

Referencias:

-Artal, R., & O’toole, M. (2003). Guidelines of the American College of Obstetricians and Gynecologists for exercise during pregnancy and the postpartum period. British journal of sports medicine37(1), 6-12.

-Bø, K., & Backe‐Hansen, K. L. (2007). Do elite athletes experience low back, pelvic girdle and pelvic floor complaints during and after pregnancy?. Scandinavian journal of medicine & science in sports17(5), 480-487.

– Bø, K., Artal, R., Barakat, R., Brown, W. J., Davies, G. A., Dooley, M., … & Larsen, K. (2018). Exercise and pregnancy in recreational and elite athletes: 2016/2017 evidence summary from the IOC expert group meeting, Lausanne. Part 5. Recommendations for health professionals and active women. British journal of sports medicine52(17), 1080-1085.

-Draper Kevin. (30 de mayo de 2019). Nike ya no sancionará económicamente a las atletas embarazadas. The New York Times. Recuperado de https://www.nytimes.com/es/2019/05/30/espanol/nike-atletas-embarazadas.html

– Federici, S., Guervós, C. F., & Ponz, P. M. (2018). El patriarcado del salario: Críticas feministas al marxismo. Madrid, España: Traficantes de sueños.

-Ferrando, M. (1979). Problemas sociales del trabajo deportivo: El caso de los atletas españoles de élite. Reis, (8), 33-87. doi:10.2307/40182809

– Madsen M, Jørgensen T, Jensen ML, et al. Leisure time physical exercise during pregnancy and the risk of miscarriage: a study within the Danish National Birth Cohort. BJOG 2007;114:1419–26.

-Pereyra Beatriz. (4 de junio de 2019). Burócrata de Conade y amiga de Ana Guevara cobra beca de 35 mil pesos para atletas de alto rendimiento. Proceso. Recuperado de https://www.proceso.com.mx/586923/burocrata-de-conade-y-amiga-de-ana-guevara-cobra-beca-de-35-mil-pesos-para-atletas-de-alto-rendimiento

-Potteiger, J. A., Welch, J. C., & Byrne, J. C. (1993). From parturition to marathon: a 16-wk study of an elite runner. Medicine and science in sports and exercise25(6), 673-677.

-Villamandos. (2012). ¿Qué aportan unos juegos olímpicos a la economía de un país?. JuegosOlímpicos.com. Recuperado de https://www.juegosyolimpicos.com/que-aportan-unos-juegos-olimpicos-a-la-economia-de-un-pais/

– Zaharieva, E. (1972). Olympic participation by women: effects on pregnancy and childbirth. Jama221(9), 992-995.

[1] Estudiante de biología (a un paso de conseguirlo). Colaboró en el laboratorio de sistemática molecular de plantas y en el Herbario Nacional MEXU del Instituto de Biología de la UNAM. Realizó su trabajo de tesis en el laboratorio de biología molecular del invernadero de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Curioso interesado en temas de política, ciencia y deportes.

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