Esa disciplina maravillosa llamada Análisis del Discurso

Aldo Saúl Uribe Nuñez[1]

Introducción

Hablar del lenguaje es hablar de un sinfín de posturas, perspectivas y paradigmas que varían de acuerdo a cada campo de estudio y época sociohistórica. Si hablamos de análisis del discurso, la cuestión no cambia mucho: cada ciencia define el análisis del discurso dependiendo de sus marcos teóricos y epistemológicos. Pensar en esta disciplina, nos hace ver y descubrir la gran complejidad del lenguaje y del discurso, así como de todas aquellas ciencias y disciplinas interesadas en su estudio.

El sintagma análisis del discurso es ambiguo, pues posee una gran cantidad de significados y, conjuntamente, cubre una extensa gama de actividades en distintos campos de las ciencias sociales y las humanidades. Igualmente, si queremos definir el análisis del discurso, tendríamos que apegarnos a su constante evolución y transformación, producto de los cambios en sus enfoques metodológicos y teóricos.

A través de este escrito de divulgación se describen las diferentes características y dimensiones del discurso, haciendo uso de información e ideas principales de artículos y bibliografía especializada. Finalmente, se llega a la conclusión de que el análisis del discurso es una disciplina elemental para el investigador social y las ciencias humanas y sociales, ya que permite vislumbrar las características sociales, psicológicas y culturales de un determinado grupo social y nos faculta para entender aquello que se quiere decir cuando hablamos y/o escribimos.

¿Qué es el análisis del discurso?

Primero, para comprender a qué nos enfrentamos cuando hablamos de análisis del discurso, tenemos que retomar la noción de discurso. Si bien existen muchas definiciones y posturas en torno a éste, existe una coincidencia general en todas las disciplinas que lo tratan: el hecho de que en el discurso está el uso del lenguaje o, pensado de otra forma, la lengua en funcionamiento (Olano, 1989). 

Autores como T. A. van Dijk describen que en el discurso están comprometidos la interacción, el conocimiento, la sociedad y la cultura, puesto que el discurso es una manifestación de todas estas dimensiones de la sociedad. En todos los niveles del análisis del discurso podemos encontrar “huellas del contexto” que permiten observar características culturales y sociales de las personas. En la utilización del lenguaje, éste no se puede tomar literalmente en su totalidad, ya que el conocimiento implícito de los interlocutores, ciertas suposiciones, la situación y la acción, están interrelacionadas.

Aunque el discurso está compuesto por diferentes elementos, uno de los más importantes es el que se refiere a la ideología, puesto que está estrechamente relacionada con el discurso. Para van Dijk (2005), las ideologías tienen muchas funciones sociales y cognoscitivas, son las que organizan las representaciones sociales compartidas por miembros de una comunidad hacia un objeto y la base de los discursos y otras prácticas sociales de los miembros de un grupo o comunidad.

Partiendo de estos supuestos, entonces, el conocimiento de las ideologías podría lograrse analizando sus manifestaciones, siempre parciales y contextuales, en los discursos de los distintos actores sociales. El discurso tiene una función especial en la expresión, implementación y reproducción de las ideologías, puesto que es solo por medio del discurso, de la lengua o la comunicación (incluyendo otras prácticas semióticas) que las ideologías pueden formularse explícitamente (Pérez y Aymá, 2015).

El análisis del discurso como disciplina

En cuanto al origen del análisis del discurso, Olano (1989) explica que podemos situarlo en los años cincuenta, tomando al estructuralismo y su inminencia al estudio de los textos como la causa indirecta de este nuevo enfoque en las ciencias sociales y las humanidades. Sin embargo, ya encontramos esbozos del origen de esta interesante disciplina en la antigüedad, específicamente en la retórica clásica, la cual dio pie a la estilística contemporánea y al análisis estructural del discurso.

El interés en el estudio del lenguaje se manifestó en diferentes ciencias y disciplinas: en la filosofía en corrientes de pensamiento como el pragmatismo o el marxismo y en pensadores como Wittgenstein, Searle, entre otros; en la psicología, en trabajos concernientes al psicoanálisis y la esquizofrenia; en la sociología en pensadores como Habermas u otros de la Escuela de Frankfurt. A pesar de eso, Olano (1989) señala que se deben destacar los aportes surgidos en la antropología lingüística y en la sociolingüística, particularmente en los postulados de autores como Lévi-Strauss, Boas, Sapir, Bernstein, etc.

Posteriormente, en la década de los setenta, aparecen los primeros trabajos investigativos en los que se aborda el análisis del discurso como un campo de investigación independiente. Esto trajo consigo el desarrollo de la disciplina aplicada a diferentes ciencias y campos de estudio, los cuales pueden ser catalogados de dos maneras: las ciencias humanas y sociales y la lingüística.

En las ciencias sociales y las humanidades, se presta atención a las implicaciones de las formas naturales del lenguaje en la cotidianidad y el contexto social. Bajo la idea de interacción social, nace el estudio del lenguaje en el análisis de conversaciones, diálogos y programas de televisión y otros medios de comunicación. Así también, se destaca las aportaciones de la psicología en cuanto al discurso y el procesamiento de textos en el campo de la inteligencia artificial.

Si nos referimos a la aplicación del análisis del discurso en el campo de la lingüística, éste da un giro novedoso al realizar trabajos sobre la enunciación como dimensión discursiva esencial, no tomando únicamente al texto sino también al sujeto hablante, un sujeto que se inscribe en los enunciados dejando una huella particular y trasformando el lenguaje en discurso.

 

Las diferentes formas del análisis del discurso

Olano (1989) describe distintos aspectos fundamentales al momento de trabajar con el análisis del discurso, sin embargo, para este artículo nos centraremos en uno solo: las diferentes formas del análisis del discurso. Para la autora, podemos clasificar diferentes formas de análisis del discurso que se subordinan al objeto de estudio como en el caso de la sociología, la literatura o la psicología.

Puede ser por el método empleado, sea estructural, por ordenador o generativo, o por su enfoque lingüístico.  No obstante, es más clarificadora la diferenciación en las formas de analizar el discurso regido por el modo en el que se considera al texto: como producto o como proceso.

El texto como producto se centra exclusivamente en el texto en sí. No toma en cuenta cómo este producto es producido, dejando de lado las condiciones de producción y de interpretación. Contrariamente, en el texto como proceso, se toma en cuenta el análisis de las condiciones de producción, tomando la función comunicativa del lenguaje como principal área de investigación. A la par, se intenta describir la forma lingüística como algo dinámico que expresa el significado intencionado.

El lenguaje como constructor de realidades

El lenguaje tiene un papel importante al momento de estudiar la realidad y aquello que llamamos verdad. Para Wittgenstein, el lenguaje es una práctica humana, la cual se encuentra inmersa en las demás prácticas que constituyen una complicada forma de vida (Wittgenstein, 1914 citado en Congo et al 2018). Según Wittegenstein, el lenguaje es un conjunto de acciones regidas por reglas, adquiridas por costumbres, que nos conduce a un modo de vida. Esto contribuye a la idea de que el lenguaje es fundamental en los estudios sociales, pues además de ser un campo constituido por esta área del saber, también es objeto de estudio de la misma, tal como se planteó desde el giro lingüístico en la década de 1960, en que el discurso pasó a tener un espacio como disciplina (Withrington, 2000).

El filósofo francés Edgar Morin, describe que el ser humano produce dos lenguajes a partir de su lengua: el lenguaje racional, empírico y práctico, que tiende a definir y objetivar aquello de lo que habla, conduciendo a un estado que se esfuerza por razonar y cubre gran parte de la vida cotidiana. Y el lenguaje simbólico, que utiliza la analogía y la metáfora y conduce a un estado poético, generado por la danza, las ceremonias o el culto (Morin, 2001).

Walter Lippmann sostenía que los hombres imaginan el mundo ideando lo que harán en él. Para Lippmann, lo que llamamos adaptación del hombre a su medio, se lleva a cabo por medio de “ficciones”, es decir, representaciones del medio que el hombre hace para orientarse en el mundo (Lippmann, 1922 citado en Beltrán, 1990). Esa misma noción podemos encontrarla en las ideas de Durkheim sobre las representaciones colectivas o en el concepto de representaciones sociales propuesto por Serge Moscovici. Las representaciones y/o “ficciones” serían, pues, atajos que las personas hacen para acceder a información compleja y a una realidad desconocida. Esas representaciones están mediadas por el lenguaje, creando nuestra visión de los objetos y de lo que llamamos realidad.

La dimensión social del lenguaje expone cómo, desde un enfoque sociológico, si bien existen fenómenos individuales en el acto de hablar, el habla y el lenguaje están interconectados, siendo ambos «[…] realidades sociales convencionales, y una y otra están reguladas por normas sociales” (Beltrán, 1990, p. 45). Es a través de la socialización que aprendemos las normas que determinan el uso adecuado de la lingüística en determinados contextos sociales. Bourdieu sostiene que el lenguaje es el resultado de la acumulación de dialectos sociales, sociodialectos, que, a pesar de ser variados, son sociales, al fin y al cabo, «[…] organización social particular». (Bourdieu, 1982 citado en Beltrán, 1990).

Bourdieu realiza aportaciones importantísimas en la sociología aplicada al estudio del lenguaje. Para este pensador, los intercambios lingüísticos son relaciones de poder simbólico en las que se actualizan las relaciones de fuerza entre los que hablan (Bourdieu, 1982 citado en Beltrán, 1990). Pensar los conceptos de Bourdieu, así como de otros estudiosos del lenguaje en el ámbito social, nos da pie a analizar cómo el lenguaje varía de acuerdo al habitus, las prácticas, la posición social y las representaciones sociales propios de una comunidad particular y cómo cumple la función de construir una realidad y forma de interpretar el mundo.

A modo de conclusión

Claramente se menciona una parte mínima de lo que es el análisis del discurso, sin embargo, esta información puede ayudar a despejar dudas e interrogantes sobre esta maravillosa disciplina. Las ciencias humanas y sociales son inherentes al análisis del discurso, se necesitan unas a otras para su constante evolución, transformación y mejoramiento. Como menciona Olano, el análisis del discurso y la lingüística, ciencia importantísima en el estudio del comportamiento e interacción humana, se benefician y necesitan mutuamente.

Esta disciplina nos puede proporcionar herramientas valiosas al momento de recabar y analizar datos investigativos en las ciencias sociales y las humanidades. No solo el análisis del discurso es elemental para ello, también lo son la incorporación de la filosofía y otras perspectivas de las humanidades en torno a nuestro objeto de estudio. El análisis del discurso, pues, es una disciplina primerísima en el trabajo de todo investigador social, una disciplina que nos ayuda a visualizar las formas de vida y representaciones sociales de las personas, grupos y sociedad en general.

 

 

Bibliografía

Congo, R., Bastidas, A., López, L., y Carrera, G. (2018). El giro lingüístico: una de las características más importantes de la filosofía del lenguaje del siglo XX. Ecos de la Academia, 4(7), 41-48.

Morin, E. (2001). Amor, poesía, sabiduría. Barcelona: Seix Barral.

Olano, C. O. (1989). El análisis del discurso: introducción teórica. Epos: Revista de filología, (5), 81-97.

Pérez, S., y Aymá, A. (2015). Teorías y análisis del discurso. Buenos Aires: Universidad Virtual de Quilmes.

van Dijk, T. (2005). Ideología y análisis del discurso. Utopìa y Praxis Latinoamericana10(29), 9-36.

Withrington, E, (2000) Wittgenstein y los cimientos del lenguaje, Elementos: ciencia y cultura, 7 (39), 41-49.

 

 

 

[1] Licenciado en Psicología (UdeG); Especialista en Diagnóstico Clínico y Tratamiento de los Trastornos Mentales (AMSP, A.C.); posee una Formación en Psicogerontología (AEEP, A.C.); una Formación Psicoanalítica Especializada (AMSP, A.C.); un Diplomado en Criminología (ELCPAPO) y un Diplomado en Derechos Humanos, Reparación Integral y Acceso a la Justicia (PLAGCIS).  Se desempeñó como asistente de investigación en distintos centros de investigación como el Departamento de Ciencias del Comportamiento (CUValles, UdeG), el Centro de Investigación en Comportamiento y Salud (CUValles, UdeG), el Departamento de Sociología (CUCSH, UdeG) y el Departamento de Estudios de la Comunicación Social (CUCSH, UdeG). Ha sido ponente en congresos y coloquios nacionales e internacionales. Ha escrito artículos en revistas académicas estudiantiles y medios digitales sobre psicología social, vejez, estudios sobre juventud, educación y salud mental. Actualmente es estudiante de la Maestría en Humanidades, Línea Formación Docente con eje de especialización en Ciencias Sociales, Humanidades y Comunicación (UAZ); del Diplomado en Administración Pública (ELCPAPO), y del Diplomado en Seguridad. Problemas y Perspectivas (ELCPAPO).

 

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