El impacto del Narco-Estado en el cuerpo de las mujeres en México

Por Gad-Veda Galilea

Para iniciar, es vital plantear el Narco Estado como un ente que se ha consolidado a lo largo de los años a través del fortalecimiento de una estructura institucional. Por ello, en este texto hay una unión entre los conceptos “narco” y “Estado”, uno no subsiste sin el otro, son complementarios y ambos detentan la búsqueda de un poder y machismo hegemónico a partir de prácticas cruentas como desapariciones, tortura, desplazamiento de comunidades, etc.

Este ente ha sido reforzado por diversos fenómenos que lo han delimitado y alimentado a lo largo de los años. De ahí surge la necesidad de situar este análisis en el territorio mexicano. Este territorio está atravesado por diversas circunstancias, sujetxs y fenómenos que estructuran al Narco Estado y a la vez construyen sus consecuencias.

Es importante contextualizar y resaltar el impacto de las organizaciones criminales en la población mexicana, principalmente civiles. Esta ha sido marcada por la “guerra contra el narco” declarada por el expresidente Felipe Calderón en 2006, la cual empezó con el despliegue de 4 mil 200 elementos de ejército, mil de la Armada y mil 400 policías federales[1].

Una de las consecuencias de la guerra contra el narcotráfico fue la fragmentación y distribución de los grupos delictivos dentro del territorio. Para 2006, se calculaban alrededor de 6 organizaciones criminales: el Cártel Milenio, la Familia Michoacana, el Cártel de Golfo, el Cártel de Tijuana, el Cártel de Juárez y el Cártel del Pacifico Norte. Durante 2007 y 2012 se detectaron dos cárteles más y su redistribución dentro del país.

 Esto implicó un cambio en las dinámicas de poder dentro de los mismos grupos de narcotráfico, primero, la fragmentación de uno de los cárteles más poderosos, el Cártel del Golfo, dio paso a lo que hoy se conoce como Los Zetas en 2006. Así, sucesivamente fueron subiendo grupos como Cártel Beltrán Leyva en 2008, Caballeros Templarios 2011 y Cártel Jalisco en 2010. [2]

Otra de las consecuencias es el número de muertes en el país: desde el inicio de la guerra contra el narcotráfico en 2006, para 2016 se habían contado 174 mil 652 muertes[3]. En 2019, el Washington Post publicó un artículo titulado “13 años y 250.000 muertos: las lecciones no aprendidas en México” donde hacen énfasis en las 250 mil muertes por y desde el inicio de la guerra contra el narcotráfico en 2006.

Las extensas consecuencias se han manifestado de diversas formas a lo largo de los años, incluso están plasmadas en los distintos cuerpos que ha alcanzado, como es el caso de la población de mujeres. Las mujeres han sufrido las secuelas del narcotráfico desde sus múltiples contextos y esquemas que las atraviesan día con día.

De ahí la necesidad de realizar un análisis con perspectiva de género a estas problemáticas. La variable de género siempre altera los resultados o la perspectiva con la que una persona puede acercarse al tema. Un análisis de género es indispensable para reivindicar el punto de vista e incluso generar nuevas respuestas.

 

¿Cómo es que el Narco – Estado tiene agencia en el cuerpo-territorio de las mujeres?

Analizar la agencia que tiene el Narco Estado en el cuerpo de la mujer implica dos aspectos importantes, el primero es repensar las dinámicas de poder que se ejercen en el mismo y las personas que gestionan el poder desde distintos contextos. Para ello es útil retomar algunos conceptos como el de biopoder y biopolítica que delinea Foucault en Historia de la sexualidad para describir el poder en los cuerpos que se encuentran en un territorio determinado, a la par que se lleva a cabo un control; el otro concepto corresponde a la necropolítica por Mbembe.

El biopoder se explica desde la necesidad de tener un control sobre los cuerpos y cómo éste nace a partir de los intereses capitalistas por medio de los aparatos de producción. Estos aparatos de producción, con el tiempo, se reforzaron mediante instituciones (como la familia, la escuela, las cárceles, la policía, militares, etc.) que se encargaron de sostener y estructurar los aparatos de producción, así como los privilegios de quienes las ostentan.

De estas instituciones emanan esquemas de jerarquización encargados de enfatizar las relaciones de dominación a cada uno de los cuerpos que se insertan en el sistema. Foucault plantea textualmente “La invasión del cuerpo viviente, su valorización, su gestión distributiva de fuerzas […]”[4] Hace énfasis en cómo lo biológico se unifica con lo político porque hay una intervención directa por parte del poder que tiene un ente para conservar cierto tipo de vida en un territorio predeterminado.

 Por otra parte, se puede analizar el concepto de necropolítica propuesto por Mbembe que recupera la idea previa de Foucault para transfórmala en la “capacidad de decidir quién vive y quién muere”[5] . En ésta se construye un control dejando la vida como una mera manifestación de poder, éste detona la guerra como un medio para establecer soberanía. La perspectiva de Mbembe propone que el Estado de excepción se ha convertido en la norma, algo a lo que se ha apelado con frecuencia que fundamenta el derecho a matar frente a la idea ficticia de enemigos[6]

Ambos conceptos han sido severamente discutidos como opuestos o complementarios, sin embargo, autores como Sayak Valencia o el mismo Mbembe plantean la insuficiencia del mero concepto de biopoder y biopolítica para analizar las problemáticas del “tercer mundo” o, en este caso, utilizándolo respecto a la guerra contra el narcotráfico. De ahí el devenir de planteamientos como la necropolítica: un sistema de poder que administra la muerte a partir de prácticas cruentas que Sayak Valencia denomina necroprácticas[7] donde implícitamente hay un lucro con la muerte.

Sayak Valencia, textualmente, retoma:

“Por ello, ante la coyuntura contextual de México en la actualidad y su desmoronamiento estatal es necesario visibilizar las conexiones entre Estado y clase criminal , en tanto que ambos detentan el mantenimiento de una masculinidad violenta emparentada con la construcción de lo nacional, lo cual tiene implicaciones políticas, económicas y sociales que están cobrando actualmente un alto número de vidas humanas, dada la lógica masculinista del desafío y de la lucha de poder y que, de mantenerse, legitimara a la clase criminal como un sujeto de pleno derecho en la ejecución de la violencia como una de las principales consignas a cumplir bajo las demandas de la masculinidad hegemónica y el machismo nacional.”[8]

De esta forma, Sayak Valencia logra reconstruir el vínculo entre Narco-Estado y su raíz patriarcal.

Dentro de estos esquemas, las mujeres son personas que están atravesadas por distintas violencias a partir de sus contextos. Mujeres diversas con distintas problemáticas afrontan racismo, clasismo o xenofobia, bajo el presupuesto de que estas mismas son lecturas inherentes a sus cuerpos que se realizan desde la perspectiva dominante (estatal). Por ello, un ente como el Narco-Estado mexicano, que se ha encargado de articular sus dinámicas económicas, también contempla de fondo la relación de poder dentro del género. En esta relación jerárquica, la mujer tiende a ser sumisa o vulnerable ante los ojos de los que ostentan la disputa en el territorio.

Una muestra de ello son las distintas violencias de género dentro del territorio mexicano como los feminicidios, las desapariciones a mujeres, la trata sexual, violaciones y turismo sexual. Todas estas actividades ilícitas están estrechamente vinculadas con una situación de género y algunas de ellas, como la trata y el turismo sexual dentro del territorio, son actividades lucrativas. Todas estas necroprácticas también se han estructurado y sostenido por una cosmovisión sexista y cosificadora hacia los cuerpos de las mujeres que tiene injerencia en el mismo consumo de estos.

Implícitamente, las mujeres han tenido que ganar poco a poco su lugar en los espacios públicos, no obstante, el panorama sigue siendo favorecedor para los hombres y su predominio sobre él mismo. Lo que detentan es la necesidad de reafirmar su poder para poder mantener un ideal de masculinidad hegemónica que involucra la aceptación de estas microprácticas sexistas y machistas como los piropos en la calle, el acoso sexual en el transporte público, el masturbarse frente a las mujeres en público, entre otras prácticas, para establecer un poder dentro del espacio público. Estas son microprácticas detonantes y legitimadoras que pertenecen a una escala de violencia y a la vez conforman parte de una serie de violencias simbólicas. Todas estas violencias legitimadas se convierten en detonantes de las necroprácticas que se viven día a día en el territorio y los cuerpos de las mujeres.

Feminicidios

Un registro del daño al cuerpo de las mujeres por parte del narcotráfico es el feminicidio: un crimen de odio por razón de género que tuvo un auge a partir de la coyuntura en el país a razón de las luchas contra el narcotráfico. En el texto “Asesinatos de mujeres aumentaron con la “guerra” de Calderón contra el ‘narco”, de Contralinea se menciona que:

La supuesta “guerra” de Felipe Calderón contra el narcotráfico es un parteaguas en la línea de tiempo de la violencia feminicida […] el cambio fue el año 2008: a partir de entonces los homicidios contra mujeres se dispararon al doble, generando con ello una tendencia facilitadora no sólo de ese crimen sino de otras agresiones de género, por los niveles de impunidad que prevalecen en ese mismo contexto de la guerra contra el narco[9]

De acuerdo con la investigación del Instituto Belisario Domínguez, el fenómeno del feminicidio se puede dividir en dos etapas: la primera, que va de 1990 a 2007, se ve representada en Ciudad Juárez, en esta zona se pueden encontrar cifras que identifican, desde 1993 hasta 2010, aproximadamente 887 víctimas[10]. Ahí se encuentra el fenómeno de las muertas de Juárez, casos de feminicidios sumamente cruentos reportados y registrados por distintos medios a partir de conflictos que entrelazan al Narco y al Estado.

La segunda abarca desde 2008 hasta la fecha y describe el alza en la cifras a partir de una crisis de violencia sistemática que surgió con el paso de los años.

En 22 años (del 1985 al 2007) se registró un promedio de 1,355 muertes violentas de mujeres cada año: casi cuatro cada día. Para los últimos 12 años, a partir del inicio de la guerra contra el narco (del 2007 al 2019) la media de homicidios de mujeres escaló a 2,711 cada año: más de 7 cada día[11]

Incluso, estos crímenes también tienen un mensaje implícito dentro de los grupos de crimen organizado. Muchas veces el poder simbólico del cuerpo de las mujeres que ejercieron un rol de madre, hermana, esposa, hija o una mujer con un rol similar, sirve para enviar un mensaje de una manera cosificadora que implica ser “pertenencia del enemigo” Al respecto, María Salguero, mujer que se ha encargado de mapear los feminicidios de 2016 hasta la fecha en la República Mexicana, menciona que ya existe un patrón dentro de estos casos y “están ocupando cuerpos de mujeres para mandar mensaje a sus rivales”.[12] De hecho, hay noticias que reconocen que el 60% de los feminicidios son realizados por grupos de crimen organizado.

Mientras tanto, el Estado ha dejado claro que no es su prioridad atender estos casos de violencia. Cuando se observó un aumento de violencia doméstica durante la crisis sanitaria, las soluciones por parte del gobierno fueron nulas.

Trata sexual

La trata sexual es reconocida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como una actividad feminizada íntimamente vinculada con el lucro del cuerpo de la mujer. En los últimos años se convirtió en un tema controversial debido a las implicaciones que tiene tipificar y definir la trata sexual.

Esta actividad ha sido usada por organizaciones criminales para generar liquidez económica, como menciona el periódico Expansión en la nota Control de los cárteles de la droga alimentan la trata de personas en México

Teresa Ulloa, directora regional de la Coalición contra el Tráfico y la Explotación de Niñas y Mujeres en América Latina y el Caribe (CATW-LAC), dijo a El Universal que el 70 por ciento de los casos de trata registrados por su organización cada año estuvieron vinculados a los grupos narcotraficantes. A menudo, las mujeres fueron engañadas para ser traficadas o tomadas por la fuerza, y una de cada veinte fue asesinada[13]

La trata, por lo tanto, es una actividad que deja un claro mensaje para el cuerpo de las mujeres: sus cuerpos pueden ser cosificados de tal manera que se puede obtener una ganancia neta de esta actividad delictiva. Los cuerpos de las mujeres como objeto de consumo, en su actividad más cruenta, muestra a las organizaciones criminales como ente regulador de este mercado de personas y la ausencia del Estado para dar una solución efectiva a pesar de la firma y ratificación del tratado Palermo.

Adriana Dávila Fernández, en La ley general vigente contra la trata de personas no sanciona a los verdaderos tratantes, castiga inocentes y desprotege víctimas, hace énfasis en la ineficacia de las políticas públicas para atender el problema de raíz, textualmente ella menciona que “la realidad indica que no solo se violan derechos humanos con la comisión del delito, sino por la ineficacia y falta de transparencia de actuación de las autoridades responsables”.

Así, por ejemplo, tratándose de procuración de justicia , se observa que el gran número de los operativos realizados sobre todo en las entidades que reportan el mayor número de sentencias como los son la Ciudad de México, el Estado de México y Chiapas, por mencionar algunos, se detiene a personas de clase trabajadora que no tienen nada que ver con la actividad delictiva, como meseros, bailarinas, garroteros, y otras personas, que son sometidas a procesos injustos o amenazadas para falsear declaraciones y acusar a compañeros o bien para hacerse pasar por víctimas, siendo violentados en todo momento en sus derechos humanos.

Madres que buscan a sus familiares desaparecidxs

Las madres también son un grupo que sufren daños colaterales de la guerra contra el narcotráfico. Se han organizado colectivamente para rastrear a sus seres queridos desaparecidos por el narcotráfico y el Estado.  Las madres son las primeras en poner el cuerpo para recorrer fosas o desiertos con el objetivo de encontrar restos de sus familiares y saber su paradero, para descansar de la constante preocupación que implica no saber dónde están. Como mujeres, también están atravesadas por violencia y el Narco Estado mexicano las atraviesa arrebatándoles a sus seres queridos. No obstante, ellas salieron a las calles a reclamar la justicia que no se les ha dado.

Un claro ejemplo se observó el 10 de mayo cuando se reunieron distintas colectivas de madres de toda la república para marchar del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución para protestar por la ineficacia de las autoridades al momento de la búsqueda de sus desaparecidxs. Una madre de Jalisco denunciaba esta problemática, “¿Por qué a las elites les encuentran a sus seres queridos en cuestión de horas y a nosotras no, que llevamos años marchando en búsqueda de respuesta?”

También se pueden observar varios ejemplos como las madres de Centroamérica que cada año vienen a territorio mexicano en busca de sus seres queridos (la mayoría migrantes), pues desconocen el paradero de sus hijxs y no pueden contactarlos. Ellas tienen alrededor de 17 años realizando caravanas para exigir justicia por sus desaparecidxs

Ana Enamorado (una madre que forma parte de la Caravana de mujeres centroamericanas), señala que el recrudecimiento de la violencia en el país, sumada a los contextos de impunidad y corrupción que imperan en el sistema de procuración de justicia les ha llevado a diversificar sus puntos de búsqueda […] “Siempre buscamos en los centros penitenciarios porque sabemos todo lo que pasa en México, sobre todo con las personas migrantes que son las más vulnerables; entonces muchos de ellos y ellas están en una cárcel o han estado en la cárcel pagando delitos que no cometieron porque eso lo tenemos comprobado nosotros”.[14]

Se llega a mencionar que las madres buscan vida en caminos de muerte, donde el camino de las personas migrantes también se ha visto impactado por el narcotráfico y el Estado. Las narcofosas clandestinas en todo el país están llenas de cuerpos de migrantes asediados por el narcotráfico. Ya sea por su condición de vulnerabilidad o muchas veces desprotección dentro de las rutas migratorias, estos terminan siendo víctimas de grupos delictivos a través de trata laboral o sexual.

Otras son las madres buscadoras de Sonora, colectivo creado en 2019 que ha encontrado 76 restos en territorio fronterizo. La respuesta del gobierno para las colectivas de madres buscadoras de Sonora en Guaymas fue regalarles palas para que continuaran la búsqueda.

Las cifras corroboran que desde que Calderón sacó el ejército a la calle, alrededor de unas 61 mil personas han desaparecido.

Conclusiones

Como conclusión, es importante resaltar que el cuerpo de la mujer necesita ser reconstruido desde la estructura, repensado a través de luchas y resistencia para poder obtener otra lectura. A pesar de que puede sonar desolador el hecho de enfrentarse a instituciones fuertes como el propio Estado o el narcotráfico, esto es posible desde la organización y la colectividad. Es de carácter urgente repensar los propios cuerpos para articular estrategias para resolver un problema estructural y dejar de culpar a esos mismos cuerpos por el simple hecho de existir siendo mujeres, la principal labor es señalar al verdadero culpable del lucro del cuerpo de las mujeres, que es el sistema capitalista con las consecuencias del sistema neoliberal y el propio Estado.

 

 

 

Bibliografía.

 

 

 

[1] Aristegui Noticias, (2012), https://aristeguinoticias.com/2611/mexico/seis-anos-despues-miles-de-muertos-y-un-estado-mas-vulnerable/

[2] Rosen, J., Martinez, R., (2014), https://www.redalyc.org/pdf/729/72941346011.pdf

[3] Camhaji, E., Garcia, J., (2016), https://elpais.com/especiales/2016/guerra-narcotrafico-mexico/

[4] Foucault, 84 pg.

[5] Mbembe, 19pg

[6] Estevez, A., (2018), http://www.scielo.org.mx/pdf/espiral/v25n73/1665-0565-espiral-25-73-9.pdf

[7] Valencia Sayak, Capitalismo Gore, p.160.

[8] Valencia, Sayak, Capitalismo Gore, p.50.

[9] Flores, N., (2021), https://contralinea.com.mx/asesinatos-de-mujeres-aumentaron-con-la-guerra-de-calderon-contra-el-narco/

[10] Cervera Gómez, L., & Monárrez Fragoso, J. (2013), https://www.colef.mx/estemes/los-feminicidios-en-ciudad-juarez/

[11] García, A., (2021), https://www.eleconomista.com.mx/politica/La-guerra-contra-el-narco-acelero-la-violencia-contra-las-mujeres-20210103-0001.html

[12] Arista, L., Flores, L., (2020), https://politica.expansion.mx/mexico/2020/09/29/en-mexico-60-de-los-feminicidios-son-cometidos-por-el-crimen-organizado

[13] Parkinson, C., (2013), https://es.insightcrime.org/noticias/noticias-del-dia/control-de-los- cárteles-de-la-droga-alimentan-la-trata-de-personas-en-mexico/

[14] Souza, D., (2019), https://www.zonadocs.mx/2019/11/16/caravana-de-madres-centroamericanas-2019-15-anos-buscando-vida-en-caminos-de-muerte/

 

 

 

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