Sobre el currículum y el sistema educativo

Por José Corona Padilla

Para analizar el sistema educativo mexicano, lo debemos hacer en tres partes: contenido, estructura y cultura. La primera (contenido), se refiere a las leyes, políticas educativas, a la constitución, a los informes de la ONU, a los pactos firmados a nivel mundial y a los textos informativos de la UNESCO (los 4 pilares de la educación) y de la ONU; además de las políticas públicas y movimientos que giran en torno a la educación.

Cuando hablamos de estructura, nos referimos a todas las personas que están inscritas en alguna modalidad de escuela que la SEP (Secretaria de Educación Pública) ofrece, trabajando en oficinas, enseñando o estudiando. Es decir, son los alumnos, los directivos, administrativos, los jefes de sector, el secretario de educación pública, el SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación), la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación) y los burócratas a cargo de secretarías dentro de la  SEP. Por último, la cultura se refiere a un conjunto de valores, ideas y pensamientos acerca de la realidad o de un problema. En este caso, muchas personas en el país adoptan procesos, machistas, de corrupción y discriminación.

Después de desglosar el significado de los tres elementos que componen un sistema educativo, es probable que surjan preguntas para la reconstrucción, la revalorización y reforma del sistema educativo, sus contenidos y su estructura; pues, entendemos que la cultura se transforma dependiendo de los climas sociales, políticos e internacionales. Preguntas tales como ¿Cuál es la importancia de construir el currículum según las necesidades técnico – pedagógicas de una zona escolar? ¿El Estado garantiza el respeto, acceso y calidad del derecho a la educación? ¿El Estado genera desigualdad en la sociedad?, ¿Quién es el obligado a garantizar los derechos como mexicanos y humanos? ¿Nuestra cultura permite la implementación de los derechos? Éstas serán respondidas desde el análisis de la cultura y la estructura.

Los poderes ejecutivo y legislativo aceptaron el enfoque de derechos humanos que la ONU propuso. Además, México está inscrito en los planes de desarrollo económico y educativo de la OCDE, esto provoca que siga los ideales de “desarrollo” de países que enfrentan diferente realidad a la de nosotros, entonces, dichos contenidos, ¿son ideales para la realidad mexicana? Yo opino  que no, porque México es un país multicultural con diferentes realidades adversas al plan de urbanización que se propone. Tenemos la realidad de la sierra, las instituciones formadas por empresarios (para empresarios), las escuelas en cinturones de pobreza, la realidad indígena, entre otras que variarán dependiendo la zona o las oportunidades (motrices, económicas o de apoyo) que tengan los estudiantes.

Es incongruente que a una niña de la sierra le enseñes los colores del semáforo, cuando la alumna nunca ha visto uno en su vida, y probablemente jamás lo conozca. Más grave aún, es evaluar ciertos conocimientoS (como el del ejemplo anterior) en todas las realidades, por medio de una prueba estandarizada que pretende medir los indices de escolaridad, el sistema educativo mexicano o el desempeño escolar. Al final, reprobar se vuelve algo normal para la persona y desafía sus estándares de confianza y autoestima, por lo que decidirá desertar, y sumarse a la fuerza de trabajo.

Otro ejemplo claro de la incongruencia en los planes, es el que se suscitó en Puebla, en donde implementaron el uso de tabletas en los planes de estudio, en diversas escuelas de la capital. La idea suena innovadora, lamentablemente, muchos de los estudiantes (o escuelas) no contaban con electricidad en las zonas más problemáticas del estado. Lo que para las colonias céntricas significaba avance, para los habitantes de los cinturones de pobreza en la ciudad o en el campo, era una evidencia de la desigualdad que enfrentaban día con día. Es oportuno decir que cierta política pública educativa no fue pensada en un marco de igualdad, pues provocó que se evidenciara lo contrario.

  Dicha política, en la teoría es genial, acercar a los niños a la tecnología y la curiosidad, sin embargo, hay zonas en las cuales las condiciones no son aptas para la implementación de este plan. Las circunstancias, van desde la falta de electricidad y la necesidad de cargar el aparato, hasta la ausencia del capital humano que guiará el uso. Esto nos permite observar la brecha que la centralización de los recursos crea, pues la mayor parte del presupuesto va a las zonas citadinas y urbanizadas, mientras que los círculos de probreza quedan mirando las oportunidades tecnológicas que otras colonias tienen, generando una desigualdad más evidente en los tiempos de pandemia.

Esta última condición nos lleva a la siguiente incongruencia: los profesores y alumnos no están capacitados pedagógicamente (ni económicamente) para ejecutar este enfoque, por lo tanto, el currículo no se ejecuta de la manera en que fue pensado. En otras palabras, los contenidos se contradicen con las necesidades educativas y su realidad. Desde su planeación, hasta su consumo, el currículo en México enfrenta dificultades sociales, legales, pedagógicas y culturales, para poder desenvolverse en las aulas. En este caso, notamos que nuestro currículum sólo está pensado para una realidad (de privilegios) y no para la multiculturalidad. La inclusión, de la cual se habla tanto en los planes y programas de la SEP, ha quedado como un concepto desviado de la realidad.

El currículum abarca el proceso teórico – práctico, por eso es importante que se aplique de la misma manera en la que se cimentaron sus bases, de esta forma será eficiente. Al entrar en teoría curricular, nos encontramos con que el proceso para crear un currículum consta de 4 pasos: construcción, implementación, consumo y evaluación.

La construcción del currículum debe estar enfocada a las necesidades de una sociedad educativa, por eso se debe ofrecer claridad sobre qué, cómo y cuándo enseñar y evaluar. Para saber qué quiero, debo reflexionar ¿qué soy? y ¿a dónde voy? (como nación), en otras palabras, debería haber un estudio de la sociedad para saber: ¿Qué tipo de sociedad pretendo construir? ¿Qué perfil de ser humano deseo moldear? ¿Cuáles son mis herramientas para la ejecución precisa del currículum? mis maestros, ¿lo aceptan y lo conocen? ¿Cómo queremos que enseñen los maestros? ¿Bajo qué teoría o recursos? ¿Los maestros estarán conscientes de sus oportunidades para transformar el currículum? ¿Los agentes educativos ocupan el currículum oculto?

Estos cuestionamientos nos pueden dar pauta a la cobertura – apertura del currículum por zonas, delegaciones y escuelas, con la finalidad de construir un plan de trabajo referente a las necesidades educativas, con ayuda de la evaluación del mismo currículum. Es necesario recordar que la evaluación es la parte fundamental de esta teoría, pues bajo esos resultados se renovará la construcción del próximo plan curricular. Luego entonces, las actividades, los espacios, las materias o talleres, estarían enfocados a la realidad de los estudiantes y profesores.

Regresando al ejemplo de la ciudad, sería insignificante para los estudiantes saber el ciclo del maíz, o los procesos de materialización del café (desde su siembra, hasta su repartición), pues esos aprendizajes significativos se sitúan en las zonas rurales. Por otra parte, en los pueblos de la sierra, es inútil preguntar a los alumnos sobre los medios de transporte, tales como el tren, el bus, el avión, el metro o el helicóptero, y su funcionamiento o utilidad, ya que algunos sólo han visto unas hélices cuando los helicópteros de la gendarmería buscan plantíos de droga en la sierra tupida. En este caso, cada contexto debería ser evaluado con elementos, conocimientos y competencias endémicas de las zonas.

La solución para México, desde mi perspectiva, es tomar en cuenta todas las realidades en la construcción de un currículum nacional, además de implementar la apertura curricular en la práctica y no sólo exhibirla en el contenido, firmando acuerdos internacionales, sin cumplirlos (tal es el caso de los cuarenta y tres de Ayotzinapa). Nuestro problema radica en: la formación que tienen los maestros, porque ya no cubre con las demandas del modelo (o currículo) planeado, es decir, la evaluación por competencias requiere de métodos, estrategias, indicadores y propósitos; y la mayoría de profesores en México imparten clase sin saber por qué y para qué lo hacen. La educación sigue siendo tradicional en la práctica, mientras que en la teoría se piensa en una educación integral.

Además, muchos docentes y autoridades educativas no tienen conciencia de su poder para transformar la realidad, desde la mirada del currículum oculto, en donde pueden compartir sus valores y su visión crítica (si la tiene) de la educación; así como cambiar los métodos, estrategias, contenidos o materiales que le parezcan inútiles (en su contexto) para llegar a un aprendizaje significativo e interesar a los estudiantes en el proceso enseñanza – aprendizaje (ésta es la finalidad). Es aquí donde me surgen las siguientes interrogantes: los maestros, ¿lo son por un tema de vocación o por un tema de interés personal? Sabemos que hay profesores comprometidos con la transformación de la realidad, pero también hay otros, que se encargan de reproducir la cultura y el sistema añejado en excelentes teorías con mala práctica. En esta línea, podemos encontrar discursos culturales girados en torno a la figura del maestro, tales como: “estudia para ser maestro porque es poquito pero seguro”, “deberías estudiar para maestro para que te herede mi plaza, hijo”, “deberías estudiar algo, aunque sea de maestro”. Dichos comentarios denigran la profesión del maestro, desvalorizándola.

En este punto, el Estado no garantiza la formación de docentes como en la Ley General de Educación se demanda o en la Ley General de Profesionalización Docente (en el 2012) se demandó. Si no capacitas a tus maestros, la educación no puede llamarse de calidad, porque no estás formando integralmente a las personas que pretenden enseñar a toda una nación. Entonces, es cierto decir que el Estado no garantiza la calidad que en los acuerdos internacionales firmó. La solución se buscó en la creación del INEE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación), pero la actual administración reformó la Ley General de Profesionalización Docente, con lo cual eliminó dicho instituto que se dedicaba a evaluar a los maestros, brindándoles quizá oportunidades de mejora y capacitaciones.

Por otra parte, al estar en un país con una estructura centralizada, es obvio que los mejores recursos (humanos y materiales) se irán a las zonas céntricas, de esta forma, la estructura empieza a crear una educación desigual. Mientras que en las urbes están los mejores equipos, buena infraestructura, muchos de los maestros más comprometidos, buenas instalaciones de deporte o arte, entre otras cosas; en las comunidades indígenas, escondidas en la sierra, hay un aula para seis grupos, sin patio o juegos, y un maestro (que viaja ocho horas en una redila y se establece toda la semana en la comunidad) para atender los seis grados, a esta modalidad se le conoce como: educación multigrado. Entonces, también es cierto decir que el Estado no cumple con la parte de acceso y calidad en las instalaciones para todos, desde su parte estructural.

Desde el ámbito cultural, muchas personas creen que la educación es ir a la escuela. Pero, las políticas internacionales demandan una educación permanente y para toda la vida (desde el nivel maternal, hasta la tercera edad) y sin importar la clase social, es decir, desde los procesos educativos de animación socio – cultural, el Estado puede hacerse cargo de los niños y jóvenes de la calle, motivándolos con cursos, diplomados o clases presenciales sobre temas y prácticas que sean de su interés, y de los cuales puedan sacar provecho en su realidad. Bajo esta perspectiva, la recuperación de espacios abandonados para la unidad de la comunidad será clave para que este grupo minoritario tenga una oportunidad de desarrollarse como personas y ciudadanos/as.

Si tu país concibe la educación como “asistir a una escuela”, es difícil que reclame el Estado ponga en marcha la apertura de espacios culturales, artísticos y deportivos para todas las edades. Al tener un Estado ignorando estas necesidades y demandas internacionales, y un pueblo enajenado por los medios de comunicación, reproduciendo la misma cultura, es difícil que la percepción de educación cambie; sumando la mala apreciación del trabajo del maestro en el país, así como los comentarios culturales que giran a su alrededor.

Por último, el respeto al derecho de la educación, se ve afectado por las diferentes brechas que la estructura crea (económicas y de oportunidades), causando deserción y rezago educativo. La productividad económica (por necesidad) es mayor al interés de ir a la escuela, a la cual seguro los maestros no asisten o su pedagogía es deficiente, las instalaciones son deplorables, por estas razones, considero que no hay una motivación latente en la estructura ni en la cultura.

Aunque el Estado está obligado a garantizar que los derechos se cumplan, las personas tenemos la obligación de involucrarnos en las políticas públicas que se generan. Para esto, es necesario que la gente se identifique y anhele una mejor calidad de vida para sus descendientes y los descendientes de los otros. Es menester tener una visión crítica y empática de nuestro futuro, como escuela, departamento, zona, estado o nación. Sé lo difícil que es dejar atrás la cultura de la estética educativa, en donde se evalúan los resultados, aspectos y presentaciones, pero debemos hacerlo para construir una educación de calidad, apoyada en el análisis crítico del proceso educativo, no sólo en los resultados de pruebas estandarizadas que intentan medirlo, sin pensar en las circunstancias desiguales, entre el tercer mundo y el primero.

Asimismo,  el maestro tiene una oportunidad de generar cambios en el aula, mediante el currículum oculto, pero no es consciente de ello. Tienen un poder de influencia que ocupan para diversos ámbitos, menos para darle mérito a la formación de la persona. Este conjunto de actitudes, valores, ideas y conocimientos se deben reflejar en su práctica docente. Es por eso, que las y los profesores deben convertirse en un ente político que siempre defienda derechos como la igualdad, la inclusión, la educación y la justicia. Además, el docente debe ser un apóstol del descontento y la criticidad, debe ser un agente impulsador de ideas innovadoras ante problemas ambiguos, en otras palabras, ha de apoyar al alumno en la formación de un criterio personal y en la construcción de su personalidad.  

Pensando en experiencias propias, considero que los maestros muchas veces se vuelven técnicos del currículo, ya que lo aplican sin un sentido pedagógico. Éste es otro problema cultural, pues nuestra sociedad está acostumbrada al credencialismo, es decir, se preocupan más por tener el certificado que por aprender en cursos, diplomados o capacitaciones.

Las competencias genéricas pretenden promover humanos autónomos y productivos para – con su realidad, en México no se han desarrollado de la misma manera que en otros y es en parte por un desvío entre la teoría y práctica del currículo. Desde la perspectiva global, la UNESCO propone los cuatro pilares de la educación: aprender a ser, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a aprender. Apoyar la construcción de personas que busquen el conocimiento autónomo es la finalidad del ideal de la educación (el cual también comparto). Sumado a un proceso de discernimiento sobre las estrategias y los canales de aprendizaje, así como la apertura del currículo, pertinente a cada contexto.

Como ya dije, el gobierno no ha garantizado el acceso a varios derechos humanos propuestos por la ONU en lo que respecta al ámbito educativo. Algunos los desconocen por completo (los que no cuentan con el derecho al acceso de la información), otros los ignoran, ya que tienen las posibilidades de informarse para apoyar las reformas de dichas políticas en materia de educación. Informados y comprometidos, podremos incidir en la opinión pública y defender nuestros derechos y los de los demás

Así, a manera de conclusión,  México, al estar inscrito a la ONU, se compromete a garantizar derechos humanos elementales en la formación de personas y sociedades, con la misma calidad de vida. Estos derechos son: a la educación, a la salud, a la inclusión, a la igualdad, entre otros. La realidad del país, empezando por su cultura, no hace posible que algunos derechos se cumplan. Procesos culturales como el machismo o la discriminación, prohíben el acceso a derechos de inclusión e igualdad.

Mientras, “la corrupción” afecta a la mayoría de la población, ya que los recursos no se reparten con igualdad y calidad, o hay negociaciones con empresas trasnacionales para expropiar tierras y romper el tejido social; la política electoral resulta un fraude gracias a los programas sociales del gobierno, sumando la poca participación social en la trasformación de las políticas públicas. También, está latente la necesidad de la construcción de un currículum que sea inclusivo y apto para la multiculturalidad que tiene México; éste debe tener congruencia y apertura con la realidad a la que se enfrenta y debe fomentar la autorealización de las personas, así como la potencialización de sus habilidades, recursos y conocimientos. Hablar de teoría curricular y del sistema educativo, por tanto, es evidenciar los procesos que han hecho daño a la educación mexicana, en conjunto de la cultura, su estructura y los contenidos legales – pedagógicos mal planeados o copiados de otras realidades.

 

 

Referencias:

Unesco 2007:  A Human Rights Bases approach to education for all.  

Unesco 2015: Replantear la Educación hacia un bien común mundial.  

Latapí Pablo.1998. Tiempo Educativo Mexicano V. Universidad Autónoma de Aguascalientes. De Ibarrola Nicolín, María (2012). “Los grandes problemas del sistema educativo mexicano”, en

Perfiles Educativos XXXIV (especial):16-28. ISUE-UNAM.

SEP 2017. Nuevo Modelo Educativo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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