No hay placer, sino maldad: la obra de Flannery O’Connor

Por Brenda Berenice Zambrano Córdova[1]

“Flannery O’Connor, autora de una de las obras más extrañas, perturbadoras e inclasificables de la literatura universal”.

Gustavo Martín Garzo

Flannery O’ Connor, sureña de Savanah, nace en 1925 en una familia católica, este último elemento lo encontramos inmerso en sus relatos, donde juega un papel fundamental, ella misma decía que lo que le había dado forma a su escritura era “ser católica y sureña.” Fue una representante de la generación de los llamados escritores del sur, que floreció en Estados Unidos en el siglo XX.

Un hombre bueno es difícil de encontrar”, el relato en el que nos centraremos, nos deja con desconcierto, vacío y fascinación, tal fascinación nos orilla a conocer más de la escritora, aunque al adentrarnos en su vida nos desconcertamos aún más, pues la imagen de la autora de aquel inquietante relato del asesino desalmado, la abuela perversa, los niños detestables, no corresponde a la granjera sureña y devota que cualquiera puede imaginar. Es necesario, pues, escarbar un poco más en su vida para entender el fondo de la obra y así comprender la necesidad de plasmar la maldad humana en sus textos.

Flannery, desde muy joven, estuvo marcada con una terrible enfermedad, lupus. Lejos de mermar en ella el entusiasmo, lo acrecentó; esto nos habla de una persona fuerte, decidida, sin miedos, que pasaba largos periodos en una cama de hospital acariciando la suave sábana blanca de la camilla, o mirando por la ventana la tormenta que deshojaba los frondosos árboles, mientras maquinaba su próximo personaje perverso.

O’Connor nos describe en Un hombre bueno es difícil de encontrar” la cotidianidad de una familia sureña y los preparativos para un viaje en familia; la abuela insoportable, los niños inaguantables, la madre sumisa, el esposo resignado y, por su puesto, como principal recurso: el mal. La manipulación de la abuela lleva a la familia a caer en manos del desequilibrado, consiguiendo un final esperado, pero lamentable.

Un elemento persistente en el cuento es Dios, la abuela emplea este recurso para chantajear al desequilibrado y conseguir salir de ahí con vida, lo que la abuela desconoce, y nosotros también, es la naturaleza de tan singular personaje, que es inmune al castigo divino, a continuación entenderemos por qué:

Jesús es el único que ha resucitado a los muertos —continuó el Desequilibrado—, y no tendría que haberlo hecho. Rompió el equilibrio de todo. Si Él hacía lo que decía, entonces sólo te queda dejarlo todo y seguirlo, y si no lo hacía, entonces sólo te queda disfrutar de los pocos minutos que tienes de la mejor manera posible, matando a alguien o quemándole la casa o haciéndole alguna otra maldad. No hay placer, sino maldad —dijo, y su voz casi se había transformado en un gruñido”. (1973, p.24)

El desequilibrado argumenta, entonces, que el hecho de que Jesús tuviera la osadía de resucitar a los muertos solo nos proporcionó dos opciones; hacer el bien y seguirlo o disfrutar de la vida y hacer lo que te gusta. Lamentablemente, para nuestro encantador personaje, su disfrute de la vida consiste en ver correr la sangre.

Toda la obra de Flannery O’Connor corresponde al gótico sureño, considerado un subgénero de la novela gótica. O´Connor, en el ensayo escrito en 1960, “Some Aspects of the Grotesque in Southern Fiction”, defiende tenazmente dicho movimiento, allí expone que las creaciones sureñas peyorativamente se califican como grotescas, pero que, en realidad, son historias de acontecimientos que no estamos acostumbrados a ver en nuestro cotidiano, y que es importante entender que los personajes tienen una coherencia interna, aunque en la mayoría de los casos esta coherencia no corresponde con lo que la sociedad señala como correcto. Estos relatos nos llevan hacia lo enigmático e insospechado. En su ensayo, O’Connor señala un aspecto que a mi parecer es la clave para entender a sus personajes perversos o, como ella los denomina, “Freaks”

Siempre que me preguntan por qué los escritores sureños en particular tendemos a escribir sobre monstruos [ella utiliza la palabra freaks] yo digo que es porque aún tenemos la capacidad de reconocerlos. Para poder reconocer un monstruo necesitas tener una concepción del hombre en su totalidad, y en el Sur, la concepción general del hombre sigue siendo, en gran parte, teológica. (O’Connor, F., 1960)

O’Connor sentía la necesidad o la obligación de mostrar la verdadera naturaleza humana, la conocía muy bien, incluso lo subrayaba: “tengo la capacidad para reconocerla.” En sus relatos no puede faltar este elemente primordial para que el lector comprenda que los monstruos existen, te los puedes encontrar en tus próximas vacaciones y debes recordar que son inmunes al padre nuestro.

En suma, «Un hombre bueno es difícil de encontrar» es un relato breve, fascinante, pero, sobre todo, recomendable, pues en él, la enseñanza final nos lleva a cuestionarnos si realmente la maldad es una decisión propia o el resultado de un contexto tóxico.

  1. Brenda Berenice Zambrano Córdova, nació en Tuxtla Gutiérrez Chiapas, México. Publicó en el 2007 las guías de lectura de Juan Ramón Jiménez y Jerome D. Salinger dentro de la colección Proyecto 50 de la Universidad Autónoma de Chiapas. En el 2013 publicó en la revista digital Efdeportes el artículo de investigación titulado Aspectos Educativos Y evolutivos de la Parálisis Cerebral: Buenos Aires, Año 18, N°179, abril de 2013.

 

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