Ser humano, ser uno entre muchas especies

Por Lorena Ruiz Álvarez[1]

“A pesar de toda la evidencia científica que se ha generado no está interiorizado en la conciencia de la gente el tema de la pérdida de biodiversidad como un problema”, decía la bióloga Julia Carabias (2022) en la mesa de dialogo COP 15: ¿Qué cambió para la conservación de la biodiversidad?

No es mentira. De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad se han perdido alrededor del 50 % de los ecosistemas naturales en México. Parece ser que a pesar de todas las advertencias por parte de la comunidad científica y organizaciones ambientales, no se logra incentivar a los seres humanos para hacer algo con respecto a este problema.

No obstante, poner en el imaginario colectivo lo importante que es preservar la diversidad biológica no es imposible. Quizá una chispa de esperanza está en las historias de escritoras como Daniela L. Guzmán, Premio Nacional de Cuento Jesús Amaro Gamboa en 2019, quien dedica su ficción especulativa a hablar sobre la crisis ambiental desde una perspectiva no antropocéntrica.

Prometeo con carita feliz es una muestra de cómo tocar esa fibra sensible en el lector. Este cuento cuya trama gira en torno a Tsu, un tlacuache ilustrado con un gran sentimiento de culpa, y Armando, el último jaguar de su territorio, así como amigo del marsupial ya mencionado. Así, Daniela L. Guzmán revela el panorama desolador a causa de la explotación indiscriminada de los recursos y la contaminación provocada por el ser humano.

En el personaje de Tsu se ve reflejada un poco de esa culpa heredada de generación en generación. Un espejo de cómo las personas sienten el peso de la problemática ambiental. Un pesimismo generalizado respecto al futuro del planeta. Por otra parte, en Armando se encuentra esa resignación con ganas de preservar, por lo menos en la memoria, la belleza de la divergencia de la vida.

“Pero extinto es una palabra fuerte para los humanos. Supongo que ellos también preferirían no tener que mencionarla. Así que eso es lo que hacen: no la mencionan.”, comenta Tsu.

México lidera la lista de especies amenazadas en América Latina, con 665 especies en peligro de extinción (71 especies de aves, 96 de mamíferos, 98 de reptiles, 181 de peces y 219 de anfibios), de acuerdo con la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente. Aún así, como dice el pequeño tlacuache erudito, las instituciones no lo divulgan, la sociedad permanece imperturbable ante la tragedia.

Sin embargo, toda la culpa recae en un marsupial, cuyo único error fue empatizar lo suficiente con los humanos y brindarles un poco de fuego, es decir, el primer paso a la tecnología destructiva. Así lo plantea la autora jalisciense. Sin embargo, el formato con el cual llama duramente la atención del lector es similar a la de una fábula.

Una fórmula familiar, parecida a películas animadas de animales, para quien está del otro lado de la página hace la lectura más amena. Quien lee siente empatía de inmediato con los protagonistas, aunque estos no sean de la especie humana. Las referencias contemporáneas inundan el texto, por lo cual no es difícil agarrar el hilo conductor de la historia.

La realidad que plantea Daniela L. Guzmán no es lejana. Así como el fuego consume el hábitat de Armando, las llamas arrasan con la conservación del jaguar en Oaxaca. El 24 de octubre de 2023 saqueadores incendiaron el santuario Yaguar Xoo ubicado en el municipio oaxaqueño Tlacolula de Matamoros. Si bien los ejemplares resultaron ilesos, esto afectará los proyectos con fines de liberación para ellos.

La ciencia ficción parece predecir algunas veces la realidad. ¿Será cierto que, como lo plantea la escritora de Prometeo con carita feliz , las otras especies de animales no existirán mas que en el papel?  O la sociedad dejará de pensar en hacer museos con seres vivos y comenzará a desafiar el olvido al que los humanos condenaron a los demás especímenes en la tierra.

La respuesta puede estar en la misma narrativa, donde el reflejo de cierta humanidad en estos animales, sin perder de vista una amistad atípica, enternece y hace pensar en cómo las situaciones más extremas generan las alianzas más extrañas. Quizá llegó el momento de plantearse esas alianzas, un camino hacia la acción colectiva.

 

 

 

 

[1] Lorena Ruiz Álvarez es estudiante de noveno semestre de la licenciatura en Comunicación en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán. Ha colaborado en medios y revistas digitales como Especulativas y Lunatikas MX. Así como la antología Las Palabras de Sherezada coordinada por el Colectivo Hékate. Cuenta con una página de Instagram dónde sube textos informativos y creativos de su autoría. Su Instagram: @loreleando y @loreleiescritora

 

 

 

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